viernes, 14 de febrero de 2014

A propósito de François Hollande. (Arrebatos de la pulsión)


A propósito de François Hollande. 
 (De los arrebatos de la pulsión)

La falta-a-ser que caracteriza al sujeto humano no es sin el deseo de repararla, esto es, sin el deseo de obturar esa falta ontológica del ser, y, por lo mismo, de lo que se trata es de recuperar el goce-Todo.


Todo perdido en la primera infancia. Así lo denuncia, en ocasiones, la infidelidad, sea ésta continuada o no. En suma, la infidelidad tendría entre sus causas fundamentales el inveterado deseo de lo Absoluto al que aspiran no pocas ideologías, un deseo que puede haber movido el affaire de François Hollande con la actriz Julie Gayet.


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Julie Gayet


El lisonjero comportamiento los presidentes John Kennedy y Bill Clinton; de actores y actrices como el británico Hugh Grant y la estadounidense Kristen Stewart, no menos que el de Arnold Schwarzenegger, así como de algunos máximos mandatarios de Francia, como Jacques Chirac, François Mitterrand, Nicolás Sarkozy, y el mencionado François Hollande, deja claro, obviamente, que la infidelidad y el tenido por muchos pecado de lujuria no son inclinaciones propiamente italianas y/o españolas; y eso a pesar de que Giacomo Casanova nació en Venecia un dos de abril de 1725, y de contar entre nosotros, además de Marta Chávarri, con el genial pintor malagueño Pablo Picasso.

Cabe señalar que hacerse el hombre siendo infiel no es algo infrecuente en la historia del sujeto humano. Y, por otra parte, lo que se conoce como hazañas sexuales, denuncian la aspiración de algunas personas al goce del protopadre, esto es, al deseo de deleitarse con lo que disfrutó el padre de la horda primitiva (urvater) del que habla Freud en Tótem y tabú, 1913: de todas las mujeres. Cierto es que «el pollo un día sí y otro también puede cansar», pero ese fastidio no debe hacernos olvidar que entre las causas de la infidelidad se encuentra la perpetua hambre de nuevos objetos que caracteriza al deseo humano, insatisfacción a la que, como se sabe, se refirió asimismo Freud.

Se mantiene que los pactos están para romperlos. Quizá sí. Pero existen pactos consentidos, pactos que hacen de la infidelidad erótico-genital un modo de preservar la fidelidad del vínculo afectivo-amoroso con la pareja habitual, y, por ende, de la monogamia. Y es que en las cosas del amor cada casa en un mundo, circunstancia que no significa que el amor adolezca de aspectos estructurales, y, por consiguiente, de carácter general.

Mas lo que hoy me propongo destacar es que uno siempre es infiel. La infidelidad a la que me refiero, es, además de lo apuntado y por extraño que pueda parecer, la condición de la salud psíquica. En efecto, uno es infiel antes que a una eventualidad que se nos cruza por la calle, como suele decirse, a una relación estructural, desconocida y natural en el ser humano: somos infieles a nuestro primer amor, a nuestra mamá. Y, por otra parte, la mamá debe frustrarnos de su amor, debe sernos infiel en tanto que la salud implica salir del primer vínculo afectivo, de la alienación al Otro primigenio que ella encarna. 

Quizá cabe recordar que la condición de la separación-ruptura de ese vínculo narcisista es la Función-del-Padre, una operación que se conoce desde Freud como castración simbólica. Por consiguiente, el primer des/pecho de la criatura humana es fecundo. Tanto más porque nos permite que el antiguo amor y el deseo confluyan en uno nuevo, en un nuevo amor, en el paternaire, que, como es dable imaginar, es una suplencia de La Mujer (mamá), y, por lo tanto, se trata de una mujer que como no-toda sustituye en nuestro ánimo a la mujer-toda que fue la mamá. 

De la mamá perdida para siempre al nuevo amor, o sea, el camino hacia la suplencia del primer amor, y sin entrar aquí en más pormenores, ilustra de porqué podemos estar insatisfechos con el nuevo amor, con la nueva mujer, que, por decirlo así, no es la original. En ocasiones, es el narcisismo herido, tanto más por el qué dirán de la hombría, el que puede dar lugar al terrible pasaje al acto de la llamada violencia de género. Pero si hay algo a no olvidar es que por un déficit de la socializadora Función-del-Padre, algunas personas siguen pensando de alguna manera que la madre es una puta. Sí, una puta, ¡pues acaso no me abandonó por otro, acaso no se acostaba y me echaba de su cama cuando estaba aquel individuo que decía ser mi padre!, alguien podría decir.

El fallo de esa funda-mental función, es decir, la castración/separación no solucionada en el inconsciente (instancia psíquica que determina cuanto hacemos, pensamos y deseamos), conduce habitualmente a una persona a degradar a la mujer, degradación que responde lógicamente a la antigua actitud de mamá hacia su hijo; y tampoco es infrecuente que el hombre escinda la vida sexual, siendo la dimensión afectiva la que suele corresponder a la esposa, mientras que las fantasías erótico-sexuales son las que se realizan con la amante, tal como magistralmente lo expuso Freud en Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa, 1912.

Valerie Trierweiler: A woman scorned – AStewartsView.com

En resumen, la infidelidad es del orden de lo Real (objeto a: y por para siempre perdido causa del deseo), del mismo modo que el nuevo amor es una suplencia (objeto i(a): imaginario de aquel objeto perdido para siempre, o si se quiere la plusvalía del mismo), y, por tanto, un objeto de la mera realidad.

Los estudios de genética dicen otra cosa. Algunos de sus agentes se sostendrían sin el menor rubor que el caso del Monsieur Hollande verifica el estudio del Instituto sueco de Karolinska, en Estocolmo. Y es que los investigadores de ese Instituto Científico han concluido que los hombres son más fieles cuando carecen de una variante de un gen que influye en la actividad del cerebro. Así, los portadores del alelo 334 (presente en el 40 % de los sujetos estudiados) eran más remisos al matrimonio, más dados a romperlo, más propensos a la infidelidad y sus relaciones solían conllevar un menor grado de satisfacción de sus parejas.

José Miguel Pueyo.
Blanes, 19 enero de 2014.


La primera dama francesa abandona el hospital tras ocho días ingresada. Valérie Trierweiler se instala en una residencia presidencial en Versalles tras el escándalo por el romance  de Hollande.

EFE París 18 ENE 2014

La primera dama francesa, Valérie Trierweiler, abandonó este sábado el hospital parisiense en el que fue ingresada hace ocho días tras la publicación en una revista del corazón de que su compañero sentimental, François Hollande, mantiene un romance con una actriz, indicó su gabinete. Trierwiler salió del hospital Pitié-Salpêtrière sobre las 15.30, hora local, y se dirigió a la residencia oficial presidencial de La Lanterne, cercana al palacio de Versalles, a las afueras de París, según adelantó la radio RTL. Allí guardará varios días de reposo, agrega la edición digital de la revista Paris Match, donde trabaja la primera dama como periodista.

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Valéire Trierweiler

Pocas horas después de abandonar el hospital, Trierweiler  en la que dijo estar "muy emocionada" por los mensajes que recibió deseando su restablecimiento. Era el primer mensaje enviado por la primera dama, muy adepta a esta red social, desde la felicitación de año nuevo del pasado día 1. La información de su salida del hospital se produce mientras el presidente francés se encuentra de viaje a Tulle, en el centro del país, ciudad rural donde fue cargo electo durante años antes de su llegada al Elíseo. La pareja sentimental de Hollande fue hospitalizada el pasado viernes afectada por una crisis de ansiedad, después de que la revista sensacionalista Closer publicara un reportaje fotográfico con el que pretendía demostrar que el presidente francés mantiene un romance con la actriz Julie Gayet.
 
En este tiempo, Hollande solo ha acudido en una ocasión a visitarla, el pasado jueves, encuentro en el que ambos acordaron darse un tiempo para clarificar su situación, según Le Parisien.

 
El presidente no ha desmentido la información de Closer y se ha limitado a deplorar que se publiquen asuntos de su vida privada. En la multitudinaria conferencia de prensa que dio el pasado jueves, Hollande afirmó que clarificará su situación personal antes del viaje oficial que efectuará a Estados Unidos el mes próximo.

José Miguel Pueyo












Dominique Strauss-Kahn


Cuantos males de cabeza hubiese evitado el psicoanálisis a Strauss-Kahn. Y, por supuesto, no sólo a él, pues en nuestro país hemos tenido y tenemos personas, sin duda enfermas, que han erosionado las arcas públicas y privadas por su mala cabeza, como habitualmente se dice. Llama la atención que los asesores de uno y de otros no les asesorasen, por lo que se advierte, como debían en virtud de su condición. Quizá todo sea cosa de cultura, en primer lugar la cultura de los asesores, déficit que pasa una amarga factura a quien, paradójicamente, los tiene en nómina.