lunes, 9 de junio de 2014

Personajes de nuestra época. Terricabras; Bilbeny; Xavier Serra; Xavier Antich...

SIN DIVÁN


Variaciones de lo imaginario
en la inteliguentsia postmoderna

Inopinado sería para mí que lo que sigue pudiera conmover, siquiera un poco, el mito psicológico y político-social de la imaginaria unidad del ser mediante el objeto. Dicho de otra manera:

P + a y -1 significante = Sujeto (completo, egocéntrico, cartesiano)

La narcisista oferta del discurso hegemónico en la postmodernidad, se asemeja a cuantas propuestas pretenden suturar, con un objeto y/o idea, la spaltung que nos caracteriza, que caracteriza, por tanto, al sujeto humano.

De ahí que no espere nada mejor de las nuevas formas de comunismo a las que son proclives algunos intelectuales no del todo ajenos al psicoanálisis, como es el caso del crítico cultural esloveno Slavoj Žižek. Pero menos aún comparto la idea de quienes ven a Jacques-Alain Miller, el por muchas razones controvertido yerno de Lacan, el continuador, el único continuador, subrayan sus acólitos, de la enseñanza de Jacques Lacan -París, 13 de abril de 1901-9 de septiembre de 1981-. (La llamada «Escuela Úna», como los millenarios reconocen en las escuelas que agrupa la A.M.P., (Asociación Mundial de Psicoanálisis), es un significante, entre otros, que denuncia del anhelo de preeminencia del grupo).

Escasas han sido, por otro lado, las aproximaciones al desvelamiento de las prácticas basadas en la persuasión por parte de los agentes de la estirpe del gorro de dormir en nuestro país, limitándose, por lo general, a criticar el discurso del Amo mientras les pasaba por alto la subversión del sujeto operada por Sigmund Freud: P.

Imposible obviar el acierto del psicoanalista que se adelantó en tantas e importantes cuestiones. Me refiero, claro está, a Lacan, quien explicaba, clase tras clase, lo que debe ser el acto del psicoanalista, así como la política del mismo nombre, tanto más en la época postmoderna.

Cómo no reconocer a quienes dejan, siquiera por un momento, el confort de la consulta y se exponen a los debates de la polis, tanto más por su contribución a la transferencia de trabajo y, por consiguiente, al «psicoanálisis en extensión». Y, en realidad, se trata de no eludir el maltrato al psicoanálisis por la opinión pública e incluso por algunos psicoanalistas. También cabe evitar lecciones de Perogrullo, como «la tecnología no es buena ni mala», como manifiesta algún psicoanalista, y denunciar a aquellos miserables que, si detectan que no le haces al caldo gordo a su patrón, esto es, a Miller, te aseguras una mala pasada cuando los tienes en algún tribunal institucional. Tal vez quepa recordar que el psicoanalista responde en el ágora no por otro, como pudiera ser Freud o Lacan.

El legado de Freud, demanda, como advirtió Lacan, su puesta al día, también de los aspectos, en ocasiones controvertidos, a los que puede aportar luz el psicoanálisis, como los de orden social y/o político.

La dejación abre la puerta al extravío ético y clínico, al auge de un Freud no freudiano. Lacan irrumpió en el panorama psicoanalítico demostrando hasta qué punto era necesario volver a los principios establecidos por el primer psicoanalista por haberse comprobados adecuados respecto a la palabra acuñada para ellos: psicoanálisis. Entrevistado por el filósofo Paolo Caruso a raíz de la aparición de sus Escrits en Francia, era el año 1966, Lacan respondía sobre su insistencia en el ‘retorno a Freud’, «Mi ‘retorno a Freud’ significa simplemente que los lectores se preocupen por saber efectivamente y de primera mano qué es lo que Freud dice y qué quiere decir, y la primera condición para ello es que lo lean con seriedad. Eso requiere un trabajo de reacomodación previo, pues resulta que una buena parte de la educación secundaria y superior consiste paradójicamente en impedir que la gente sepa leer, con lo que es necesario todo un proceso reeducativo que permita aprender a leer de nuevo un texto. Hay que reconocerlo, antes no se sabía hacer otra cosa, pero al menos se hacía bien; en cambio, actualmente tampoco podemos decir que sabemos hacer otras cosas, aunque estamos convencidos de ello; no basta con hablar de... método experimental, por ejemplo, para saber practicar eso de que se habla. Sentado esto, saber leer un texto y comprender lo que quiere decir, darse cuenta en qué «modo» está escrito (en sentido musical), en qué registro, implica muchas otras cosas y, sobre todo, penetrar en la lógica interna del texto en cuestión. Se trata de un género de crítica que no soy el único que la práctica de una manera específica; basta abrir un libro de Lévi-Strauss para darse cuenta de ello. La mejor manera de practicar la crítica sobre textos metodológicos o sistemáticos es la de aplicar al texto en cuestión el método crítico que él mismo preconiza. Y así, al aplicar la crítica freudiana a los textos de Freud, se llegan a descubrir muchas cosas.»


Retornar a la ética freudiana como fundamento de la clínica

En esa etapa clásica de su enseñanza, conocida como la del primer Lacan, desde Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, 1953, hasta el Seminario X, La angustia, 1963, aproximadamente, Lacan entendió, como acabo de decir, que había que «volver a Freud.»

Se trataba de recuperar los singulares e importantísimos descubrimientos del psicoanalista vienés. Tarea necesaria porque sus hallazgos e invenciones habían sido erradicados por quienes a los ojos del mundo eran sus albaceas: los miembros de la I.P.A (International Psychoanalytical Association).

Nada más ajeno a Lacan que el culto a la personalidad. Si había que dar a conocer a Freud, era, entre otros aspectos igualmente destacables, porque el primer psicoanalista había descubierto la decisiva importancia de la dimensión discursiva del sujeto humano y los efectos de la «otra escena», a la que él se refería cuando hablaba de lo inconsciente, así como la naturaleza del deseo y del goce otro que fálico (un goce ajeno a la necesaria castración del narcisista goce-Todo), las dos caras del síntoma, la paradoja de Superyó, la inclinación del sujeto al goce-Todo, entre otros aspectos igualmente destacables.

Lo Simbólico pone al descubierto un ser, el humano, avasallado por el lenguaje, esto es, avasallado por el discurso del Otro que espera al infans (en niño-ser que todavía no habla) desde siempre. Aludo así al lenguaje denominado materno, el cual se inscribe en una dimensión más amplia, la del Otro social, cultural y político. Otro, nombre lacaniano de lo inconsciente, que no procede solo mientras dormimos. Lejos, pues, de ser solo el trabajo el que avasalla al sujeto humano.

El lenguaje nos tiraniza, sí, pero constituye también la primera y siempre necesaria castración. Así es en tanto que nos aleja del primer objeto de satisfacción, que habitualmente encarna la madre. El lenguaje, como demostró Freud en el «juego del carretel» que presenció en uno de sus nietos, permite perder ese objeto (castración simbólica), objeto que, por perdido para siempre merced a la castración simbólica, se constituye en causa del deseo, causa, por consiguiente, de los objetos de la realidad (de la otra mujer, &, así como de la fama o el dinero). La realidad resulta, por tanto, fantasmática, siendo los objetos del deseo una suplencia imaginaria del objeto perdido. Este aspecto remite a la compulsión de repetición y, por ende, al fracaso de la misma. Queda así expresado en la fórmula del fantasma fundamental (Sujeto escindido, rombo, losange como deseo de, objeto causa del deseo):

                                               P 4 a  

La «otra escena» que nos determina para lo bueno y lo que no lo es tanto, es decir, el otro-saber, el saber-no-sabido para el Yo que es el pensamiento inconsciente, cuyas leyes presentó Freud en La interpretación de los sueños, 1898 [1900], y por haber demostrado también que los padecimientos psíquicos son hechos del lenguaje, en nada equiparable a los códigos artificiales y al lenguaje de otros animales, solo por esto el genio vienés merece el reconocimiento de la ciencia.

¿Por qué era necesario el «retorno a Freud»? Lacan dio a conocer la distorsión epistemológica, clínica y ética que había sufrido el psicoanálisis, hecho que no venía solo del exterior, sino también de la misma comunidad psicoanalítica. El sujeto escindido entre la conciencia y el inconsciente (P, sujeto tachado, sujeto en falta de su primer objeto de satisfacción, objeto petit a, según la notación del álgebra lacaniana), las consecuencias de la pulsión de muerte, la malsana tendencia de los humanos de ir hacia lo peor, cualquier diría que por un sentimiento de culpa que se dispone a pagar, habían sido cercenados del panorama psicoanalítico por los agentes de la Ego Psychology, por los representantes de la doctrina dominante en la I.P.A. En otros términos, todo lo auténticamente freudiano había sido borrado en favor del «Freud no freudiano». La condescendencia de los notables de la I.P.A., International Psychoanalytical Association, -los mismos que establecían qué había descubierto Freud y quién podía ser psicoanalista, con la american way of life a fines de penetración del psicoanálisis en los EE.UU.- no los disculpa. El extravío teórico y, por ende, clínico, de la Ego Psychology, no permitió hacer la necesaria diferencia respecto de las escuelas surgidas en el campo psicoanalítico, como es el caso de la escuela inglesa, la escuela adleriana o jungiana, la organoterapia de Wilhelm Reich, la psicología humanística, la Gestalt, etc., etc.

Todas y cada una de esas escuelas, como decía Lacan a Pierre Daix, el 26 de noviembre de 1966, No hay nada por lo cual los psicoanalistas de hoy tengan más aversión que por el inconsciente, pues no saben dónde meterlo. Esto es comprensible, él no pertenece al ‘espacio euclidiano’, es preciso construirle un espacio propio, y esto es lo que yo hago hoy.

La degradación de la clínica por parte de los agentes Ego Psychology se reconoce asimismo en la transformación de la ética del deseo en una mera moral de los ideales filosóficos, religiosos y/o políticos. El cercenamiento de la regla de la abstinencia, precedente del deseo del analista como garante de una clínica digna del nombre de psicoanálisis, dio lugar a la adaptación a la realidad del sujeto en razón de la manera de ver el mundo un psicoanalista.

El sujeto humano tuvo entonces una nueva razón para creerse agotado en el ego, en el sí mismo, en el self, en el moi, es decir, en el ser henchido de narcisismo de la época prefreudiana, tanto más por su horror al vacío.

Ese revival cartesiano tomó impulso con la psicología cognitivo conductual, le dio nuevos bríos merced, paradójicamente, a una cohorte de psicoanalista posicionados a favor del Yo que Freud había subvertido al descubrir que era esclavo en su propia casa. La ignorancia lectora sobre la fórmula freudiana Wo Es war, soll Ich werden, (Donde Ello era, Yo debo advenir) impidió leer «Allí donde la cosa estaba, yo [je] debo advenir.»

Que el inconsciente lejos de resistirse insiste es correlativo a las resistencias ideológicas (ignorancia y poder institucional) y afectivas (narcisismo yoico herido). No cabe extrañarse que Lacan, con el estilo mordaz que utilizaba en ocasiones, apodase a la I.P.A. como SAMCDA, en su texto Televisión, 1973, A la Sociedad- llamada internacional, aunque sea un poco ficticio, pues el asunto se ha reducido desde hace tiempo a ser familiar-, la conocí aún en manos de la descendencia directa y adoptiva de Freud. Si me atreviese- pero advierto que aquí soy juez y parte, por lo tanto, partidario- , diría que es actualmente una sociedad de asistencia mutua contra el discurso analítico (SAMCDA).

Ejemplo de la dañina influencia de algunos de los psicoanalistas exiliados a Norteamérica, al lado de ideas de carácter místico-filosófico, resonaron en la conferencia-debate, en la intervine con una ponencia titulada «Del sufrimiento a la felicidad. Respuestas de la ciencia, el budismo y el psicoanálisis», celebrada en el Museu Darder. Espai d’Interpretació de l’Estany, de Banyoles, (Girona), el 2 de octubre de 2009).


De los profesores Xavier Serra Narciso y Francesc Xavier Casamitjana Vila

El profesor Xavier Serra Narciso, que en aquella fecha era profesor de filosofía en el Institut d'Ensenyament Secundari Pla de L’Estany, de Banyoles, y del curso de Filosofía de Asia, en la Universitat de Girona (UdG), en la mencionada conferencia-debate tuvo la osadía de afirmar, sin aportar ninguna razón, que el sujeto freudiano estaba acabado, y que si el sujeto humano fuese tal como lo describe Freud, esto es, -un sujeto efecto del significante, por tanto, un sujeto-al-Otro, un sujeto en falta, por tanto, castrado por faltarle un significante, -1 significante y un objeto, el de la primera experiencia de satisfacción (objet petit a), según el álgebra lacaniana-, tal como hube de presentado en mí ponencia, constituiría para él una gran decepción. 

Xavier Serra Narciso parlarà de Raimon Panikkar a Girona ...
Xavier Serra Narciso

Es evidente que aquella decepción era respecto a la castración, circunstancia insoportable el profesor de filosofía, quien ignoraba, además, todo acerca del concepto de castración en psicoanálisis, nada más pero también nada menos, que la castración alude a una falta necesaria, ya que se trata de la aludida pérdida, paradójicamente dolorosa, que implica dejar de ser el objet petit a (objeto agalmático, por tanto, el más preciado), romper, por tanto, el maligno abrazo-dupla narcisista con el primer gran Otro, que suele encarnar la madre. Esa ‘Separación’, luego de la necesaria ‘Alienación’ al primer gran Otro, constituye el factor fundamental y esencial de la salud psíquica.

Mas no satisfecho con ese dislate, el profesor Serra aseguró que en el mundo de la psíquico existían ideas tan validas como las de Freud. Se refirió, en ese sentido, a la psicología humanista del filósofo Erich Fromm (1900-1980), y tras la candidez del autor del Arte de amar, puso, como ejemplo de cordura y buen hacer clínico, a la sexual organoterapia de Wilhelm Reich.

Se comprende que el profesor Serra, tanto más por la magra suerte de haber asumido, ignoro en razón de que lamentable influencia, las ideas de esos autores, así como a la hermenéutica de Mircea Eliade, la psicología transpersonal de Ken Wilber, la epistemología del Sâmkhya-yoga, el Vedanta advaita de Shankara, y el pensamiento budista de la Escuela de Kyoto, en fin, bajo el influjo de tan imaginarios discursos, no hubiera entendido lo básico y elemental que un profesor de filosofía debería conocer sobre el ser humano, como es, por ejemplo, que la castración simbólica que opera la Función-del-Padre en temprana época del complejo de Edipo (al hijo: «como el padre no puedes ser respecto a la madre», «como el padre puedes ser respecto a otra persona, por ejemplo, otra mujer que la madre»; y el No del padre respecto a la madre: «no reintegrarás tu producto»), es la condición de la falta a-ser, falta que es la condición de la salud psíquica. Merced a esa separación-castración, el sujeto humano deja de estar avasallado por el goce mortificante en las variantes que van desde la angustia hasta la depresión, pasando por las psicosis, la inhibición, la permanente insatisfacción, así como de la tendencia a la violencia o la corrupción. La falta del objet petit a es asimismo la condición que permite que nos levantemos de la cama con ánimos de emprender un nuevo día con la alegría de saber que, entre lo que podemos hacer, se encuentra combatir la ideología, el engaño y la impostura de los discursos postmodernos y de los que no lo son tanto.

Respecto al segundo de los ponentes de la misma conferencia-debate, Francesc Xavier Casamitjana Vila, catedrático de física de la Universitat de Girona (UdG), poco cabe señalar en razón de lo que dijo. Aunque en ese poco sobraba el chiste fácil y siempre inoportuno cuando se habla de la salud referido a que todo vale, desde las pastillas al cognitivismo-conductual y el psicoanálisis. Para el catedrático de física ninguna diferencia existe entre estas disciplinas; y respecto al psicoanálisis quedó claro que apenas conocía el nombre. 

Dr. Casamitjana Vila, Francesc
Francecs Xavier Casamitjana

El narcisismo herido se mostró, una vez más, en las ideas de los ponentes mencionados, narcisismo que se pretendían resguardar con presupuestos de las ideologías de la conciencia y con los procedimientos técnicos basados en la sugestión y la moral de los ideales.


Las lecturas de estos dos profesores no fueron cuestionadas por los agentes de la I.P.A., por los prohombres de la institución que debía velar por los descubrimientos de Freud. La I.P.A., apeó al psicoanálisis de la cultura y de la clínica por más de cincuenta años, y todavía hoy, en algunos ámbitos se advierte su negativa impronta.


Algo parecido a las ideas de los ponentes de la conferencia-debate que aludo, aconteció en la presentación del libro sobre los sueños de la periodista Inka Martí Keimann, (Cuadernos de noche. Editorial Atalanta. 2013), presentación que fue a cargo de su marido, el editor Jacobo Siruela. A Siruela le pregunte sobre Freud y Lacan acerca de los procesos oníricos, pero el editor solo se le ocurrió decir que veía en Lacan a un autor «mantequilla, mantequilloso.»

Jacobo, el hijo olvidado de la duquesa de Alba - Chic
Jacobo Siruela e Inka Martí

El psicoanálisis, cabe recordar, no está interesado en el pasado, sino en aquel pasado que se hace presente merced a la compulsión de repetición.


De la excomunión mayor de Lacan

La I.P.A., ha abierto la puerta a muchos prejuicios sobre el sujeto humano, y algunas de las ideas que se ofertan en el mercado de la salud, las cuales pretenden, como decía Lacan, haber superado al psicoanálisis, se jactan de superar lo que ignoran.

Tal fue la insidia (DRAE: Ignorante que no sabe lo que podía o debía saber) de Anna Freud, presidenta honoraria de la I.P.A., desde 1973 hasta su muerte en 1982, así como del biógrafo oficial de Freud, Ernest Jones (1879-1958), no menos que la imputable al doctor Leon Rangell, presidente de la I.P.A., en aquella época. Lacan, al operar una transformación radical de esa ideológica, ponía las cosas en el lugar epistemológico y ético que correspondía al psicoanálisis: el pago fue la excomunión mayor de esa institución, a semejanza de lo acontecido a Baruch Spinoza, el año 1656, por la comunidad judía.

Ernest Jones - Wikipedia, la enciclopedia libre
Ernest Jones

La segregación intelectual del discurso Psicoanalítico no solo es imputable a algunos psicoanalistas, pues a ese deplorable conjunto pertenecen quienes de una u otra manera defiende el empirismo decimonónico y la universalización de lo particular de las nomenclaturas nosológicas, por consiguiente, al hombre máquina agotado en el yo-consciente.


Características fundamentales del retorno al sujeto descubierto por Freud y a los principios de la cura psicoanalítica

El «retorno a Freud» que proclamaba Lacan no era un retorno al sentido, «un retorno a las fuentes que podría aquí, tanto como en cualquier otro sitio, no significar sino una regresión», como el mismo él mismo decía en «De un designio», 1954.

La dificultad de vivir. Jacques Lacan – BE_ASSERTIVE
Jacques Lacan


No lo era porque ese retorno requería de una nueva lectura de Freud, lectura como trabajo crítico, epistemológico y testimonial de lo que el psicoanalista hace en la práctica, y de lo que esta disciplina tiene de azarosa (psicoanálisis en intensión) y también en la cultura (psicoanálisis en extensión). Quien no desee eludir la desorientación de no pocos psicoanalistas, psicólogos, psiquiatras y filósofos que han asumido ideas prefreudianas, debe saber que el «retorno a Freud» que demandaba Lacan implica:

1º. Desalojar del espacio analítico todo tipo de ideología, ya sea médica, neurobiológica, humanista o psicológica. Ya que Apenas cree el psicoanalista saber algo de psicología, comienza ya su perdición por la sencilla razón que en psicología nadie sabe gran cosa salvo que la psicología misma es un error de perspectiva sobre el ser humano, como dice Lacan en el Seminario I, Los escritos técnicos de Freud, 1954.

2º.  Devolver el psicoanálisis al ámbito del que jamás debería haber sido alejado: el del significante.

3º. Demostrar que psicoanálisis es la práctica de lo Real mediante lo Simbólico, y que, por lo mismo, sólo tiene un medio de investigación y tratamiento, la palabra, lo que en modo alguno significa que el psicoanálisis sea lingüística aplicada.

4º. Dar cuenta de lo que esta práctica tiene de azarosa y de las razones de las resistencias dentro y fuera del ámbito de la cura.

5º. Que devenir psicoanalista no está determinado por criterios atinentes a la idiosincrasia y las costumbres y menos aún por la licenciatura que, en el caso de los profesionales de la salud psíquica, avala la correcta dirección de la cura. Pues como dice Lacan en «Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis», 1953, …nada podría extraviar más al psicoanalista que querer guiarse por un pretendido contacto experimentado de la realidad del sujeto.

6º. Implica asimismo un análisis pormenorizado de la obra de Freud, para el que estos criterios pueden servir de ayuda inestimable.

7º. Que como el mismo Lacan precisa en la entrevista concedida a Pierre Daix, el 26 de noviembre de 1966, … la formación médica no era, y nunca lo fue, con sus intereses y su tradición, digamos, humanista, la más apropiada para introducir a la dimensión del psicoanálisis. Si lingüistas y lógicos se encuentran más al alcance de entenderlo, esto no indica suficientemente en qué sentido debería completarse la formación médica.

8º. Y, por último, pero siempre en primer lugar, que no hay clínica sin ética. Es decir, que la curación en psicoanálisis tiene por condición el deseo del psicoanalista, la exclusión de la impostura, del engaño y de todo prejuicio ideológico

Siendo estos aspectos fundamentales del hecho de ser lacanianos, como se dice, es igualmente cierto que falta un estudio serio y pormenorizado acerca de esta afirmación y de las escisiones acontecidas del grupo lacaniano pretendidamente hegemónico, esto es, de la antedicha A.M.P., (Asociación Mundial de Psicoanálisis).

Lacan insistió en lo que los educadores, filósofos y sociólogos vienen constatado: que el sujeto postmoderno está interesado poco o nada en la lectura, y que algunas ideas pueden ocasionar un declive de la inteligencia y aun de la ética, …pues resulta -dice Lacan- que una buena parte de la educación secundaria y superior consiste paradójicamente en impedir que la gente sepa leer, con lo que es necesario todo un proceso reeducativo que permita aprender a leer de nuevo un texto. Hay que reconocerlo, antes no se sabía hacer otra cosa, pero al menos se hacía bien; en cambio, actualmente tampoco podemos decir que sabemos hacer otras cosas, aunque estamos convencidos de ello.


Freud requiere de Lacan

Grande es la dificultad de comprender a Freud sin Lacan. El psicoanalista francés ofrece las claves imprescindibles para la lectura de los textos de Freud, por tanto, del valor del significante, o el vacío-agujero imposible de obturar de lo Real (objet petit a) por lo Imaginario del fantasma: P4a.

Algunas personas que no soportan al padre, muestran, sin saberlo, el deseo de ocupar su lugar, de sustituirlo con la ilusión de mantenerse al lado del objeto primario de deseo (primer gran Otro, habitualmente la madre). Y tampoco es infrecuente el perpetuo duelo a partir de la muerte de la madre, circunstancia que deja expedito el camino a la misoginia, no menos que a la llamada violencia de género, como respuesta a ese necesario abandono afectivo.

 
Quienes se jactan de lo que desconocen

De una cosa (ideología) a otra (petulancia narcisista) sólo hay un paso, y pueden ir juntas. Baste indicar que el discurso del Psicoanalista es el envés del discurso del Amo, también el envés del discurso Capitalista, ya que este último rechaza la castración (falta-a-ser) y demanda un goce absoluto y sin demora.

El catedrático de filosofía de la UdG (Universitat de Girona) Josep Maria Terricabras, afirma que Freud es «un aprendiz del filósofo bávaro Friedrich Nietzsche». Todo indica que este profesor gusta más del agresivo estilo literario del autor de Ecce Homo, 1889, que de los importantísimos descubrimientos de Freud. Entre las grandes ideas de Josep Maria Terricabras se encuentra la de traducir ‘cultura’ por ‘civilización’ en lo que se refiere al título de El malestar en la cultura, 1929 [1930] de Freud, que el mismo hubo de llevar al catalán. Sin duda no hubiese sido superfluo mencionar en el prólogo de la traducción a la Función-del-Padre y su relación con los lenitivos que el hombre hace servir contra los malestares que le produce la cultura, así como el retorno de esa función en las instituciones en las que descansa la misma cultura: leyes del derecho, preceptos de la moral, y mandamientos de la religión. 

Terricabras: "El descrèdit del sistema judicial espanyol a Europa ...
Josep-Maria Terricabras



Foráneo también del rigor clínico y abrazando el argumentum ad hominen, además de citar en su apoyo a comentaristas de muy dudoso conocimiento del psicoanálisis, más aún por estar en el polo opuesto de la experiencia clínica del sujeto-al-inconsciente, son las consideraciones de Ramón Alcoberro i Pericay. Este profesor de Ética ve en Freud a un «personatge tèrbol, mig filòsof, mig endeví; un fals profeta de l’època del cinema en blanc i negre…, que com un vell rabí, ho explica tot i res alhora»; todo ello a imitación de las opiniones, ajenas a la verdad de los hechos clínicos, de personajes como Mikkel Borch-Jacoben o Catherine Meyer.

Más cercano a la actualidad periodística se encuentra otro profesor, en este caso de Historia de las ideas estéticas de la UdG (Universitat de Girona), Xavier Antich Valero. 

Xavier Antich - Wikipedia, la enciclopedia libre
Xavier Antich Valero

Apunta Antich al yerno de Lacan y presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Jacques-Alain Miller, y a quien considera uno de sus seguidores, el filósofo esloveno Slavoj Žižek. No se arredra al incluir a los dos, y creo no equivocarme, en el conjunto de los nuevos impostores, al lado de la republicana estadounidense Sarah Palin, el expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el arzobispo Antonio María Rouco Varela. Antich, a imitación de sus colegas de universidad no destaca en originalidad. Cómo no ver que la impostura que denuncia sigue la huella del físico estadounidense y profesor en la Universidad de Nueva York, Alan David Sokal, autor, con Jean Bricmont, de Impostures Intellectuelles, 1977. (Un libro ajeno a la epistemología que nada aportó a la clínica ni a la conceptualización del sujeto descubierto por Freud).


El psicoanálisis: acorde con la subjetividad de la época sin renunciar a los principios fundamentales

La ciencia de la subjetividad que es el psicoanálisis no es sin los cambios que la época impone. Los textos de Freud y la enseñanza de Lacan, no se reconocen en lo que es común al discurso religioso, o sea, en el inmovilismo dogmático. El budismo, por ser una filosofía como otra cualquiera, a pesar de ser sin dios, ha evolucionado. Pero lo ha hecho sin desmarcarse de la moral de os ideales, circunstancia radicalmente diferente a la consigna lacaniana: Mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de la época.

Sólo por haber explicitado de qué manera el discurso Psicoanalítico es el envés del discurso del Amo (impositivo) y la salida del discurso Capitalista (que consume al sujeto postmoderno en el consumo, lo que denuncia la fuerza del marketing), además del desvelamiento de la lógica del discurso del Amo, del discurso Universitario, del discurso Histérico y del seudodiscurso Capitalista, Lacan es merecedor del más alto reconocimiento clínico y cultural.

Quizá sirva esta diferencia a aquellos que quieren trabajar en la ética que merece el serhablante, así como a los que intuyen la importancia de presentar en la plaza pública que el psicoanálisis desmonta los saberes que, asistidos por la moral de los ideales, no pueden sino ahogar las mentalidades y promover el extravío intelectual. Se reconoce así en las respuestas a lo imposible de lo Real que propaga el budismo zen, la psicología de la conciencia o la psiquiatría humanística y biológica, tanto más por la priorizar la dimensión imaginaria del sujeto y las técnicas que intentan poner en forma el cuerpo, pero de ordinario con el apoyo decidido de la sugestión que caracteriza a las creencias.

Vivimos en la época del descreimiento en el Otro. No es de otra manera en las ciudades de una aldea que, lejos de ser global en todo, se caracteriza por el eclipse de los modelos identificatorios perdurables y la prestancia de los objetos científico-técnicos, que, siendo fetiches de la mercancía (gadgets y latosas), inundan los escaparates.

La herida narcisista y el malestar correlativo tiene su causa en la pérdida del goce absoluto, circunstancia que debe acontecer en nuestra más tierna infancia, pues, paradójicamente, esa pérdida nos aleja de la enfermedad. Merced a la Función-del-Padre, el goce-Todo queda prohibido para el sujeto, y como tal ha sido reprimido. Fue en la infancia cuando aconteció la pérdida de la «Cosa en sí» del filósofo, tiempo en que lo Simbólico debe operar un agujero imposible de llevar en lo Real.

¿Qué promete el capitalismo? Oferta objetos de consumo como plus-de-goce, esto es, como plusvalía y suerte de suplencia reparadora del agalma, del perdido objeto a. He aquí, ciertamente, una de las funciones principales de las ideologías, no únicamente del capitalismo. El capitalismo tardío, en perfecta connivencia con las ciencias reductoras del sujeto al yo-conciencia, pretende suturar la división-castración del sujeto, P, que, si bien existe desde siempre, fue, como he apuntado, descubierto por Freud, y aun anestesiar el malestar en la cultura, hecho notorio en la persuasión de los libros de autoayuda.

En el mejor de los casos el sujeto recupera en lo imaginario del fantasma, P4a, algo del goce perdido. Pero la confusión que produce esa plusvalía del goce hace del sujeto un ser perdido en la urbe, devorado como sujeto por los medios de comunicación de masas. El papa Ratzinger se equivocaba cuando sugería que el sujeto postmoderno estaba perdido porque le faltaba la dirección de la Iglesia.


Hacer la diferencia

Nuestra época ha propiciado factores no del todo ajenos al sujeto que los sufre. También por este motivo no está de más recordar lo imposible de obturar el agujero de lo Real mediante los artificios de la maquinaria capitalista, de pretender colmarlo con el poder, la religión, la mística, la fama, el sexo, el deporte o el dinero.

El psicoanálisis es la cura del saber ideológico por partida doble: del saber que uno imaginaba y asigna al otro. Cura del saber imaginario y del goce inconsciente que goza del sujeto al mismo tiempo que el sujeto goza de su inconsciente. De ahí que la cura reclame al psicoanalista ir más allá de las identificaciones (Imaginario-Simbólicas) hasta el goce (Real, mortificante, y que concierne a la letra y no al significante por no tener par simbólico, o sea, por no remitir a otro significante).

Nos compete que el sujeto advierta el estrago del Otro, así como el goce que lo goza como impostura del saber y capricho del Otro. La disolución de la identificación-síntoma y, por otra parte, la evacuación del objeto del goce (Real), se efectúa en el único ámbito en el que la palabra muestra la singular verdad del sujeto-del-inconsciente. Se espera así de la experiencia psicoanalítica, destinada como está a que de la nueva posición del sujeto respecto a lo Real devenga una identificación-síntoma menos idiota. Incumbe al psicoanálisis desmontar lo que de ordinario oferta la psicología, el saber filosófico y el religioso, por ejemplo. El psicoanalista puede gestionar desde otra perspectiva aquello que a los agentes de esos saberes les está vetado en tanto que sólo disponen de dos discursos, el discurso Universitario (básicamente el consejo) y el discurso del Amo (la imposición). A eso se reduce el saber y aun la técnica de esas disciplinas, las cuales les está asimismo vetado la táctica en el necesario manejo de los discursos (discurso Universitario, discurso del Amo, discurso Histérico y discurso Psicoanalítico) y la acción adecuada al caso y al momento del tratamiento.  

El psicoanalista permite que escuche quien antes únicamente oía (los signos de las identificaciones, las insignias del narcisismo y el patetismo del goce, en suma, que escuche en lo que estaba entrampado).

No son pocos los que no han perdonado al psicoanálisis su poder de revelar los factores que están en la causa de lo que se conoce como realidad. Es decir, no se perdona al psicoanálisis la pertinaz inclinación de ir a las últimas causas del devenir. Se le ha imputado también el calificativo, al lado del marxismo, de saber no refutable. A los ojos de Karl Popper (Viena, 28 de julio de 1902-Londres, 17 de septiembre de 1994), dejaba de ser ciencia en tanto que la característica esencial de las ciencias no es generar nuevas leyes sino descartar aquellas que contradicen la experiencia, a lo que este epistemólogo denominó «criterio de falsación». 


Karl Popper y la sociedad abierta | Wall Street International Magazine
Karl Popper

Las ideas de este coterráneo de Freud, ubican a Popper entre ajenos a los descubrimientos del psicoanálisis. Su error, en todo semejante a los del epistemólogo argentino Mario Bunge, han empeorado la vulnerabilidad del sujeto postmoderno ante la seducción de prácticas imaginarias, ritos persuasivos, así como a las drogas, legales o no, que prometen la felicidad. 

Muere Mario Bunge, azote filosófico de las pseudociencias
Mario Bunge

Es obvio que agregan al síntoma inicial el síntoma del procedimiento con el que se pretende erradicarlo:

Síntoma originario + procedimiento persuasivo =
Permanencia del síntoma + desconocimiento exponencial

La encarnación en un mismo sujeto del saber y el poder, no por ser patrimonio de los fascismos, no se advierte menos en nuestro mundo globalizado.

Discurso del Amo = saber + poder   pensamiento único

Tampoco entra en el orden de lo deseable olvidar la potencia destructiva de nuevas mentalidades que implica la transgresión hermenéutica de la psicología cognitivo-conductual, así como la imaginaria y aditiva panacea de los ansiolíticos y antidepresivos, amén del insulso y siempre ideológico consejo de la psiquiatría humanística, factores que, al lado de la sugestiva terapia de los olores de Bach o el moderno electrochoc -terapia de estimulación magnética- operan en detrimento del óptimo desarrollo de la subjetividad y a favor del invalidante síntoma. Pero cabe recordar con Lacan, en Radio & Televisión, 1973, que El psicoanálisis le permitirá esperar que el inconsciente del cual usted es sujeto pueda ser traído a la luz, pero todo el mundo sabe que no aliento a nadie a ello, a nadie cuyo deseo no esté decidido.


EL sujeto y la clínica

Somos algo más que yo-conciencia, siendo esta verdad la que aflige a los que no quieren otro sujeto que el prefreudiano, el sujeto cartesiano por antonomasia y el de las raíces biológicas en la denegación de la incidencia del/os Otro/s los. Es norma en el academicismo hacer lo indecible a favor del ego.

Yo-consciencia
vs.  
Sujeto-del-inconsciente

Síntomas del Otro, sujetos determinados por el inconsciente que nos habita: modo de ser en el mundo y elección de objeto sexual.

Estos dos aspectos, que definen a la subjetividad, hacen del hombre un síntoma histórico. Su destino es ser hijo de unos padres que no fueron menos sujetos a una realidad histórico-social (ontogenia y filogenia). Sin embargo, la psicogénesis no es aplicable al sujeto humano porque lo que es, lo que somos, tiene en la estructura del complejo de Edipo (madre, padre, falo) su condición, una estructura cuyos tiempos lejos de ser diacrónicos son lógicos, y en cuyo centro y como eje del destino del sujeto (el modo de ser en el mundo y la elección de paternaire) se encuentra el No funda-mental, la interdicción (complejo de castración) de la Función-del-Padre.

Cada vida es un mundo, y es igualmente cierto que el hombre es susceptible de presentar una amplia variedad de síntomas; pero las estructuras clínicas que determina esos síntomas se cuentan con los dedos de una mano: neurosis, psicosis y perversiones. Básicamente: síntomas en las neurosis; delirio y alucinación en las psicosis; actos en las perversiones.

Que no hay trasvase de estructuras clínicas se cuenta también entre los descubrimientos psicoanalíticos, aunque, obviamente, existe el empeoramiento de los síntomas; por otro lado, algunos de los síntomas que caracterizan a una psicosis, por ejemplo, pueden manifestarse en otras estructuras clínicas (neurosis o perversiones) sin por eso venir a definirlas.

El sujeto humano es sintomático sin necesidad de sufrir ninguna enfermedad. Así es en tanto que el carácter y la elección de objeto sexual, lejos de ser de orden natural, no son per se, por estar determinados por circunstancias históricas.

Tal es una de las diferencias básicas y fundamentales del hombre respecto a los otros animales cuyo comportamiento está regido por la naturalidad del instinto. El hombre es a-natural, histórico y deficitario, aun en lo que se conoce como normalidad. Así es por la pérdida de lo que nunca tuvo o temió perder, déficit imaginario que llama a la suplencia fálica (todos y cada uno de los síntomas conocidos, desde el narcisismo a la inhibición pasando por los que describe la psicopatología clásica) y que denuncia, en el caso de las neurosis y las perversiones), que el sujeto tuvo la suerte de poner distancia respecto a la inquietud que caracteriza a lo Real, distancia respecto a la obscenidad primigenia en favor de la realidad-semblante que, en la cultura, articula lo Real (imposible) a lo Imaginario (sentido)  y lo Simbólico (incompleto).


Naturalidad instintiva y código lingüístico versus sujeto humano: pulsión y lenguaje

Estas tres dimensiones constitutivas del ser son opacas para el sujeto, quien no puede sino soportar aquello que lo define. De ahí que Jacques Lacan (París, 13 de abril de 1901-9 de septiembre de 1981), en el Seminario XXI, Les non-dupes errent, 1973-74, representara el mencionado el instrumento de tortura de la Santa Inquisición que es tripalium (tres palos) a las tres dimensiones de la alienación del sujeto. Sean los desconocimientos funda-mentales del sujeto:

• La causa de lo que piensa, dice y hace. En otros términos: los significantes y el goce que rige su existencia.
• Y que la normalidad solo es supuesta.

El sujeto desconoce las características de su estructura psíquica (estructura inconsciente), y desconoce también cuándo y de qué modo se manifestará el fallo de esa estructura.

La aparición del síntoma no es por azar. Pues no es loco el que quiere sino el que puede, quien puede por una razón de estructura, esto es, por un fallo en la estructura psíquica que se configuró en la primera infancia: la tyché en tanto mal encuentro, y que como desencadenante de los síntomas corresponde a la caída del fantasma como sostén del deseo en las neurosis.

Los síntomas no son sin deseo, al menos en las neurosis. Desde Freud sabemos de la relación deseo-síntoma, y la clínica ratifica que el síntoma es el retorno disfrazado por las leyes del inconsciente (procesos metafórico-metonímicos) de un deseo reprimido.

Deseo → represión del deseo por el Yo
→ retorno disfrazado del deseo
por las leyes de lo inconsciente en el síntoma

El deseo es impropio por ser del Otro (deseo del Otro que nos habita). Del deseo solo conocemos la punta consciente del mismo que es la voluntad. No es de otro modo por más que la filosofía y la psicología de la conciencia se empecinen en afirmar lo contrario, no denunciando con ello sino el talante narcisista que embarga a sus agentes tanto más por sostener que las personas saben lo que dicen. Si obtusa es la psicología y la psiquiatría es ese aspecto tan importante de la clínica más incluso lo es respecto al sufrimiento. El descubrimiento psicoanalítico aquí es que el síntoma no es sólo displacer. Y no se trata de que alguien pueda gozar en el sufrimiento, como se entiende que sería en el caso del masoquismo y aun la hipocondría, sino que siempre, indefectiblemente, hay un goce en lo que la persona se queja, en la angustia, la inhibición, la inseguridad, la depresión o en la insatisfacción, por ejemplo; y, por otro parte, el goce inconsciente del síntoma hace de obstáculo a la curación (R.T.N., reacción terapéutica negativa), a diferencia de la cara displacer o sufrimiento del mismo que propicia la demanda de curación.  

Sufrimiento                    Cara consciente del síntoma
             ––––––                                         ––––––––––
   Goce                              Cara inconsciente del síntoma

Lo que descubre el psicoanálisis en el síntoma sobrepasa al hecho de que se trata de sufrimiento, de malestar subjetivo, algo que se repite e insiste, y que por lo general el sujeto no sabe cuál es su verdadera causa.

En aras a la disolución del síntoma y el cese del sufrimiento que suele acompañarlo no cabe descuidar que la disolución es correlativa a abortar el goce que le es inherente y, en ese sentido, que la escala del termómetro de la cura marca lo que el sujeto se debe dejar de gozar en el sufrimiento del que se queja.


De la cura psicoanalítica

El tratamiento psicoanalítico, desde el inicio de la experiencia de liberación de ese goce que no es sino mortificante (invalidante y opaco al sujeto pese a no dejar de sentirlo), se propone la eclosión del goce sintomático. Así es desde la elección de analizante por parte del psicoanalista, y no al revés como ocurre en todas las prácticas clínicas, en lo que se conoce como «entrevistas preliminares». El síntoma de la demanda de curación que nos presenta una persona con el nombre de la nomenclatura médico-psiquiátrica (angustia, depresión, fibromialgia, anorexia, insatisfacción, adicción, ataque de pánico…) se debe transformar en síntoma psicoanalítico por el acto psicoanalítico, acto ético que permite a ese sujeto que demanda curación implicarse en lo que se queja y preguntar por la causa de su malestar. 
 
Citar a Freud es convocar a una singular respuesta a la oscuridad intelectual, al narcisismo yoico y al malestar en cualquiera de sus formas, mas no sólo porque su respuesta es rigorosa y acorde con la estructura de esos asuntos, pues la respuesta es también y aun fundamentalmente ética. Pero al indicarlo así nos alejamos, en este punto también, de las éticas conocidas. Nacida en el ámbito del malestar en la cultura que son las enfermedades psíquicas, la ética psicoanalítica (Wo Es war, soll Ich werden: donde Ello era, donde el goce mortificante gozaba en el síntoma, yo, como sujeto al deseo, debo advenir) es singular por no reconocerse en el amplio conjunto de la moral de los ideales, de todas y cada una de las éticas y concepciones del mundo que no permiten al sujeto reconocer el deseo que lo embarga y que todo está dispuesto para que asuma lo que dicen que es el Bien Supremo.

¿A qué responde que algunas personas, no foráneas siempre a círculos académicos, se vean impedidas a comprender aspectos por demás sencillos y no logren superar los juicios de valor, lel argumento ad hominem, traspasar lo imaginario, que se resistan, en suma, a apear de si la creencia y la ideología? En absoluto obedece, al menos únicamente, a una resistencia afectiva por el descubrimiento del inconsciente. Es decir, las críticas al psicoanálisis y el oprobio a la disciplina clínica que inaugura el vienés universal no responden sólo al descubrimiento de la auténtica naturaleza del hombre, tampoco, por tanto, por haber erosionado la autoestima al presentar la tercera y mayor herida al narcisismo del rey de la creación y antes del primer psicoanalista autónomo y sabedor del sentido de cuanto decía y hacía. (Copérnico: la Tierra no es el centro del Universo; Darwin: el hombre procede de los primates; Freud: el Yo no es amo en su propia casa). La razón de la resistencia ideológica no menos que afectiva al discurso psicoanalítico, aquella que está en el origen del sufrimiento psíquico y de la en ocasiones difícil y aun imposible recuperación del extravío intelectual que soportan muchas personas, tiene en la desorientación intelectual a uno de sus factores más importantes. Se trata de una desorientación por falta de cuestionamiento e inducida por la asunción de imaginarias y obsoletas ideas. Así es en las personas que han sucumbido al poder sugestivo de la ideología y las creencias no sin patina científica. Víctimas de la vertiente imaginaria de la transferencia, o sea, la delegación de poderes al otro y el aprovechamiento de esos poderes por parte del profesor, por ejemplo, lo que produce habitualmente graves daños a ambos, al profesor y a quienes están en posición de querer-saber, ya que les será complicado salir por sí solos del marco de la creencia, y si lo hacen no por eso habrán pagado un precio, no sólo en tiempo, no despreciable. El algoritmo de la escritura de la transferencia, establecida por Lacan en la «Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanálisis de la Escuela», muestra en su parte inferior que hay un saber inherente a las asociaciones libres del analizante, así como a lo que se da a leer en cualquiera de sus modos de presentación: el Otro-saber, el saber sin sujeto que es el del inconsciente.

                         ST                  Sq
–––––––––––––––
s (S1, S2.., Sn)                            

El sentido (s) que puede suponer el sujeto
–en tanto yo (moi)– está  descentrado
respecto al Otro saber (S1, S2.., Sn)

La regla fundamental del psicoanálisis (la llamada «asociación libre», que es menos libre por estar determinada por el Otro), advierte al analizante que el deseo no es propio, no es del sujeto por ser del Otro (inconsciente), deseo-del-Otro que lo habita. Lacan apuntaba en ese sentido que El psicoanálisis es una técnica bastante precisa que juega sobre esta regla que no le da al analizante de decir todo lo que se le ocurra. Naturalmente, uno lo orienta un poco hacia lo que podría ser interesante, se enseña a ir un poco más allá de lo que comporta o que se llama confesión. Se le dice que es mejor que no se detenga por nada, incluso por cosas que pueden parecerles indiferentes o de mala educación.

De ahí, se comprende, el saber no lo posee el psicoanalista: el saber está fuera de él puesto que pertenece al Otro, aunque el psicoanalista forma parte del inconsciente. El garante del Otro-saber es el psicoanalista, pero siempre que el psicoanalista ocupe el lugar que le encomienda la cura psicoanalítica, que excluye el engaño, la persuasión y la impostura.

En las resistencias al discurso psicoanalítico no se trata únicamente de que se lea poco, mal endémico en la postmodernidad, como algún profesor evocará en descargo de su función. El problema radica en no saber leer, y escoger mal las lecturas. Como en tantas otras facetas de la vida, leer mucho, a tontas y a locas, como se dice, puede afectar negativamente a las conexiones neuronales. Y siendo la elección de las lecturas algo fundamental, lo esencial, empero, es saber leer, pues saber leer nos permite leer cualquier cosa, por mala que sea, desde un lugar más adecuado para reconocer cuestiones que seguirían opacas e incomprensibles.

A diferencia de los que retrocedieron ante el intelectualismo de la sexualidad freudiana y aquellos que denegaron la pulsión de muerte, habría que asentir con el Lacan de «La dirección de la cura y los principios de su poder», 1958, que la fidelidad a Freud puede reducirse a los principios que están en la base de la ética del bien decir del síntoma en tanto que constituye una depuración del deseo que exige al psicoanalista obviar todo intento de impostura, Freud reconoció en seguida que ése era el principio de su poder, en lo cual no se distinguía de la sugestión, pero también que ese poder no  le  daba la salida del problema sino a condición de no utilizarlo, pues era entonces cuando tomaba todo su desarrollo la transferencia... Hay entre la transferencia y sugestión, éste es el descubrimiento de Freud, una relación, y es que la transferencia es también sugestión; pero una sugestión que no se ejerce sino a partir de la demanda de amor, que no es demanda de ninguna necesidad. Y concluye: Ya se pretenda frustrante o gratificante, toda respuesta a la demanda en el análisis reduce en él la transferencia a la sugestión.

Las críticas al psicoanálisis, en nuestro país, no son sin la asunción de la psiquiatría española de postguerra de:
• Las clasificaciones taxonómicas ideadas para otras disciplinas.
• Y del pensamiento neurológico de las enfermedades psíquicas.
• Mientras que el síntoma fue leído al margen de la estructura, de cuanto individual, familiar y socialmente pudiera contravenir la etiología moral-organicista establecida para la enfermedad.

Tales paradigmas sirvieron de coartada científica a la política sanitaria fascista. Se entiende que el psicoanálisis, por poner, en su origen, el acento etiológico en la moral sexual burguesa y el orden social del mismo nombre, fuese repudiado a favor de las bases neurobiológicas de la conducta humana. Los fundamentos neurobiológicos podrían funcionar en otras especialidades médicas ajenas a lo psíquico, pero al español de la época (más de la mitad de país analfabeta) asumió que un fallo del cuerpo era la causa de una enfermedad de los nervios, según el lenguaje al uso. De aquí a la psiquiatrización de la población fue el agosto para la industria farmacéutica sin necesidad del disease mongering (invención de enfermedades).


De una polémica campaña sobre la violencia de género

La polémica suscitada por la campaña de noviembre de 2009 y primera de la Secretaría General Iberoamericana y la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ), destinada a concienciar a los jóvenes inmigrantes de Latinoamérica de la lacra del maltrato machista de la mujer, se presta al comentario. Respaldada por el Ministerio de Igualdad y financiada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en la campaña han colaborado, además de la periodista María Escario, que actúo de presentadora, el actor Javier Cámara, el cantante y actor Dani Martin, la también cantante Chenoa, la realizadora y directora de cine Cristina Andreu, la actriz colombiana Angie Cepeda, el futbolista del Atlético de Madrid Diego Forlán y la coreógrafa brasileña Flavia-N, al lado de voces anónimas.

Azules...: Mis hombres...
Chenoa

El lema de la campaña era el siguiente, «De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo. De todas las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo».

La polémica se centra, no obstante, en la primera parte del eslogan, en el que en las vallas publicitarias y al lado de Angie Cepeda, dice:

«De todos los hombres que hay en mi vida,
ninguno será más que yo»

En realidad, ese eslogan presenta dos aspectos fundamentales de la violencia de género. El primer aspecto concierne a las dos interpretaciones que el eslogan ha suscitado y que son defendidas por dos bandos conformados.

El segundo aspecto concierne al aspecto nodal de la violencia de género, a la estructura misma de este delicado asunto. El hecho es que algunas personas implicadas en la polémica, entienden, aunque de desigual manera, que la trágica dimensión que ha tomado el maltrato machista reclama conocer sus mecanismos subjetivos con vistas a su prevención. Es en este aspecto donde se apela al psicoanálisis.


El interesado mito contra el psicoanálisis

Pocas personas desconocen la diferencia entre apelar a una clínica, en este caso al psicoanálisis, para que aclare las causas de la violencia de género y facilite pautas para combatirla, otra muy distinta atribuir a esa disciplina tópicos absurdos. Sin embargo, algunos de los agentes de la polémica aludida parecen vanagloriarse de la difusión en los medios de comunicación del error intelectual, no menos que del deplorable perjuicio ideológico que implica.  

Fue Ortega y Gasset (1883-1955), como es conocido, el primer intelectual español que leyó lo que hasta el año 1911 se había publicado sobre Freud. 

Muere Ortega y Gasset, el pensador del "problema catalán"
Ortega y Gasset


En esa fecha la revista argentina La Lectura publicó su artículo «La Psicoanálisis, ciencia problemática», y aunque este filósofo madrileño otorgó al psicoanálisis el carácter de mito, no por eso dejó de alentar a José-Ruiz Castillo, editor de Biblioteca Nueva, para que publicase los trabajos del primer psicoanalista. Ese deseo se hizo realidad, y España contó con la primera edición mundial de los textos de Freud en Obras Completas, traducidas, con algunas deficiencias, por el emérito don Luís López-Ballesteros y de Torres para esa editorial, hecho que ocurrió el año 1922 (entre esta fecha y 1934 aparecieron 17 volúmenes). La cuestión, la primera de una larga serie, es que muy pocos intelectuales y clínicos de nuestro país leyeron a Freud, y menos aún, obviamente, intuyeron de qué se trataba.

Luis López-Ballesteros y de Torres 1896-1938
Luis López-Ballesteros y de Torres


Causas morales, intelectuales y políticas se reconocen en el demérito a la ciencia de la subjetividad que el psicoanálisis y, en consecuencia, gravísimo fue el perjuicio que produjo en las mentalidades leer a Freud desde posiciones filosóficas, morales y políticas. Estos factores impidieron comprender siquiera algo de la experiencia clínica y del trabajo de elaboración teórica del psicoanalista vienés. En el cenit de la desfachatez académica se presentaba al psicoanálisis como una rama de la psicología o la psiquiatría, e indefectiblemente como apoyo terapéutico a lo que de verdad curaba, la psicofarmacología.

Los agentes de la iglesia católica apostólica romana no fueron, contrariamente a lo que cabría suponer, la primera institución en señalar la dirección a tomar respecto a Freud, y tampoco la primera que cargó contra el psicoanálisis por haber mostrado en qué medida la sexualidad burguesa estaba el origen del malestar de la vida cotidiana, así como de las neurosis. Fueron los médicos, como el psiquiatra Miguel Gayarre Espinel (1866-1936), ya en el año 1909, en «La génesis sexual del histerismo y de las neurosis en general», Revista Clínica de Madrid, y el psiquiatra madrileño y presidente de la Liga de Higiene Mental, Enrique Fernández Sanz (1872-1959), en 1914, en «El psicoanálisis», dos de los prohombres que criticaron con más dureza la preeminencia que Freud concedía a esa etiología.

Enrique Fernández Sanz

Muchos otros individuos con iguales y/o distintos estudios universitarios, se chancearon de Freud, y sus descubrimientos dejaron de existir para aquellos que leían a esos autores creyendo que se trataba de una opinión certera acerca del psicoanálisis.

La impostura del discurso universitario fue presentar al psicoanálisis como un saber acabado en la «Teoría traumática». Es decir, concluido en la primera teoría de la neurosis, una teoría que Freud deshecho al descubrir la importancia del complejo de Edipo en el devenir de las personas, y que desde entonces se conoce como «Teoría de la fantasía». El discurso universitario fue asimismo obtuso respecto al sujeto que habiendo existido siempre fue descubierto por Freud, un sujeto que subvertía al de la filosofía que se agotaba en el yo-conciencia. Los profesores tampoco advirtieron la singularidad de la ética del psicoanálisis, y el freudismo se popularizo en términos de hedonismo genital y, por supuesto, nada dijeron acerca del déficit de la Función-del-Padre en el origen de las instituciones en las que, desde sus antiquísimos orígenes, descansa la cultura:

 Mandamientos de la religión,
preceptos de la moral,
y leyes del derecho

La resignificación de la desfachatez intelectual estuvo a cargo del padre Agostino Gemelli (1878-1959) y el padre Moore, tanto más por impulsar una campaña atroz contra lo que intencionalmente divulgaron como pansexualismo freudiano, subrayando, en la presentación de la obra de Freud, que debía ser interpretada con sentido cristiano.  
 
Agostino Gemelli - Wikipedia, la enciclopedia libre
Agostino Gemelli

La guerra civil eclipsó lo poco acertado que se había dicho de Freud durante la II República, entre otras cosas porque el psicoanálisis acababa de nacer, como quien dice. Es remarcable que la ley de 2 de marzo de 1932, que recoge el artículo 43 de la Constitución Española de 1931, que establecía por vez primera el divorcio en España, y que constituye la realización más importante dentro de la legislación matrimonial de la II República, estuvo redactada por el profesor de derecho penal en la Universidad de Madrid (actual Universidad Complutense de Madrid) Luis Jiménez de Asúa (1889-1970), muy influido por los descubrimientos de Freud. El psiquiatra José María Villaverde (1888-1936) fue asesinado recién comenzada la contienda, y el socialista José Sanchís Banús (1890-1932) y César Juarros (1879-1924) no tuvieron tiempo para seguir los descubrimientos de Freud. Cuando algunos quisieron remontar el vuelo, aquellos que podían hacerlo, como el psiquiatra bilbaíno Ángel Garma (1904-1993), aterrizaron, por causas políticas, en Berlín, y más tarde en Buenos Aires, mientras que los que se quedaron en la España, siempre dividida y más ignorante que nunca, procuraron hacerse un lugar en la Universidad o reafirmarse en el que poseían rechazando cuanto pudiera afectar a sus aspiraciones en el fascismo español, aunque la izquierda radical tampoco supo que hacer con Freud, como fue el caso de Castilla del Pino (1922-2009), por ejemplo. En cuanto a Gregorio Marañón (1887-1960), baste indicar que los prejuicios religiosos lo dejaron al margen de la experiencia psicoanalítica. 

El gran fracaso es no poder realizarse" | Cultura | EL PAÍS
Castilla del Pino


Quienes sí entraron al trapo, como se dice, y con la vehemencia del picador de toros fueron psiquiatras tan conocidos en la Villa y Corte como Juan Antonio Vallejo-Nájera (1889-1960), primer catedrático numerario de Psiquiatría en la Universidad española y, de manera incluso más exaltada, el psiquiatra por antonomasia del régimen franquista Juan José López-Ibor Aliño (1906-1991). 

Muere Juan José López-Ibor Aliño, figura clave de la psiquiatría ...Juan Antonio Vallejo Nájera (con imágenes)
Juan José López-Ibor   y   Juan Antonio Vallejo-Nájera

El rechazo a la clínica psicoanalítica fue distinto, aunque no menor por parte de otro catedrático de psiquiatría, en esta ocasión de la Ciudad Condal, Ramón Sarró Burbano (1900-1994). 


Joan Vendrell i Campmany (2): COMUNICACIÓN DEL DR. RAMÓN SARRÓ ...
Ramón Sarró Burbano

El joven Sarró, que presentaba maneras intelectuales en su juventud, con el paso del tiempo y tal vez por la afrenta de que Freud rechazase su petición de análisis y lo derivase a Helene Deutsche (1884-1982), –psicoanalista de Ernest Kris de 1924 a 1927– fue esparciendo en sus conferencias toda una serie de ideas disparatadas, amén de mostrarse en público con la carta que le envió Freud, y en el mismo acto criticar las ideas de éste sobre la psicosis. Sarró no dejó nunca de repetir que Freud se había equivocado al relacionar las psicosis con la homosexualidad, que no era cierto que las psicosis fueran una defensa contra la homosexualidad, tal como Freud lo recordaba en la Lección XX. La vida sexual humana, de Lecciones Introductorias al Psicoanálisis, 1915-1917 [1916-1917], «Con respecto a cierta afección que no podemos ya incluir en las neurosis de trasferencia –la psicosis paranoica–, llegamos incluso a averiguar que es siempre consecuencia de una defensa contra impulsos homosexuales de extrema intensidad.»

En esa cuestión, eminentemente clínica, el psiquiatra catalán no pudo advertir que la salida homosexual puede ser, y de hecho es así en muchas ocasiones, un punto de estabilización de las psicosis, estabilización a la que se refería Lacan cuando hablaba del «empuje a la mujer» del psicótico (feminización de Paul Schreber: ser la mujer que le falta a los hombres). Sarró, además, sostenía, contra Lacan, que no había observado en su nieta nada semejante al júbilo del niño en la fase del espejo que mencionaba el psicoanalista francés. Pese a todos sus errores de Sarró, no fue él sino otro catedrático, en esta ocasión de psicología en la Universidad de Valencia, el bilbaíno José Luis Pinillos Díaz (1919-2013), uno de los primeros en popularizar que el psicoanálisis no era psicología científica, a diferencia, por ejemplo, del modelo factorialista del psicólogo especializado en el estudio de la personalidad Hans Jürgen Eysenck (1916-1997), y el cognitivismo-conductual. 

Muere José Luis Pinillos, padre de la psicología científica española
José Luis Pinillos

No es posible obviar el fervor que mostraron aun algunos intelectuales y profesores, salvo excepciones como Alberto Cardín, Federico Jiménez Losantos, Alejandro Sáez o Eugenio Trías, entre otros, por el movimiento que se origina con la llegada de Buenos Aires de Oscar Masotta (1930-1979) y la fundación de la Biblioteca Freudiana de Barcelona y de otros grupos que toman la enseñanza de Lacan en su «retorno a Freud» como orientación de estudio y desarrollo de la disciplina que se inaugura con Freud.

No desconozco el quantum de narcisismo que abruma a muchos profesores, tampoco la endogamia, la prepotencia y la exclusión por motivos morales e ideológicos de la ciencia de la subjetividad en favor de la «psicología etológica, llamada jocosamente del ratón» en algunas facultades de nuestro país, con el grave perjuicio que ello comporta para el estudiante y para el prestigio de la propia Universidad.


Maruja Torres no está sola contra Enrique Lynch

La escritora y periodista María-Dolors Torres Manzanera, más conocida como Maruja Torres, tiene ideas sobre la ciencia ideológicamente excluida casi por completo de nuestras universidades. Apunta la periodista que entre los tontus sapiens del país se encuentra y aun sobresale el profesor titular de Estética en la Universidad de Barcelona, desde junio de 1993, Enrique Adolfo Juan Lynch Frigerio.

Quizá la también guionista no sólo pretenda que se reconozca así al leer su artículo «Los ‘tontus sapiens’» (en su habitual sección Perdonen que no me levante. El País Semanal. Nº 1.732. Domingo, 6/12/2009., pág. 8), dado que explica que «al sexagenario profesor Lynch… le asusta el feminismo con fusta y botas altas…», y porque considera que el escritor bonaerense afincado en nuestro país hace mal en «lucir públicamente la foto en la que aparece cuarentón y con cierto aire de Leonard Cohen… pues -según la articulista- es más digno poner las fotos al día.» (El profesor Lynch nació en la capital de la República Argentina el 31 de mayo de 1948).

¿Qué origen para tales improperios? Lynch habría dado la vuelta con malas artes a las reivindicaciones de igualdad de las mujeres, feministas a la cabeza, en su artículo «Revanchismo de género» (Tribuna. El País. Jueves, 19/11/2009), y además de recriminar las formas pocos femeninas, digámoslo así, para lograr sus objetivos, olvidó el mensaje de apoyo a las mujeres que sufren, no pocas hasta la muerte, la vejación machista.

Sin embargo, Maruja Torres no ofrece en su artículo un análisis pormenorizado de este delicado asunto, y al limitarse a criticar al para muchas/os misógino autor de Filosofía y/o literatura: Identidad y/o diferencia: Cuatro lecciones. (Pamplona: Cuadernos de la Cátedra Jorge Oteiza. Universidad Pública de Navarra, 2006), priva al lector de los elementos que estructuran el debate, lo que me permite presentar aquellos que entiendo cruciales.

Si el profesor Lynch deseaba hacerse un nombre, como acostumbra quien tiene algún déficit por un fallo de la Función-del-Padre, acertó en ese anhelo narcisista, tanto más por el tema de la discordia. Pero si pretendía abordar, aunque sólo fuese medianamente bien, un asunto tan espinoso como es la violencia de género, sin duda no tuvo en cuenta siquiera el primer y general aspecto de toda polémica, esto es, el poder discrecional del lector, en esta ocasión, la manera de ver las cosas las víctimas (que no padecen el llamado «síndrome de Estocolmo»), y haber dejado al margen las razones de la ruindad del machismo.

Pero ¿con qué parte de la cuestión Lynch no está de acuerdo? En primer lugar, con el eslogan del Ministerio de la Igualdad creado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Es el eslogan lo que permite a este profesor de Estética una serie de consideraciones a cuál más inoportunas (estéticamente hablando o «políticamente incorrectas», como se dice de un tiempo a esta parte). ¿Por qué no está de acuerdo con el eslogan? Entiende-interpreta que incurre en feminismos implícitos que constituyen una contradicción flagrante de la función para la que este Gobierno concibió el Ministerio de la Igualdad. (Tal vez convenga aclarar que la campaña fue impulsada por la Secretaría General Iberoamericana y la Organización Iberoamericana de Juventud, y que contó con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el Ministerio de Igualdad). En definitiva, Lynch abomina del lema que dan a leer los carteles publicitarios, lema reforzado por la sonrisa de la joven y «atractiva», según el profesor, Angie Cepeda.

«De todos los hombres que haya en mi vida,
ninguno será más que yo»

Es más, nos dice que «despertó mi alarma». ¿A qué alarma se refiere Lynch? A la que se deriva de que «la sola presunción de que un hombre pretenda ser más que una mujer; o que una mujer se declare superior a un hombre, es lo que este ministerio debería combatir sin dar lugar a equívocos.»

Hasta aquí el primer nivel de la interpretación-crítica de Lynch en cuanto al eslogan: al Ministerio de la Igualdad por incurrir en una flagrante contradicción respecto a sus fines, pues lejos de promover la igualdad y vigilar todo mensaje en contra, habría dejado pasar el equívoco (ningún hombre será más que yo), viene a decir Lynch.

Y, en verdad, un poco equívoco sí que es el eslogan, y a primera vista peca de agresivo para el delicado asunto que trata.

¿Qué se reprochan algunos al profesor Lynch? Que no sepa leer, ante todo. Bueno, alguien podría argüir en su descargo, «no son pocos los profesores que leen desde la ideología, que trasmiten desiguales y aun absurdos contenidos coloreados de suposiciones y creencias religiosas y/o políticas. Y no pasa nada, nada de nada». Y, en realidad, así se reconoce en quienes sin sonrojo gozan de lo mediático. Ofuscación intelectual y atavismo ideológico es lo que advierten muchas mujeres y algunos varones en el profesor de Estética de la UB, quien no habría visto en el eslogan del Ministerio de la Igualdad («De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo») sino la expresión de un feminismo resentido y revanchista.

Pocos pueden imaginar que Lynch no este al corriente de las vejaciones que han sufrido y sufren las mujeres. Pero sus críticos están convencidos que de ese sufrimiento solo ha deducido el resentimiento, la sed de venganza del feminismo, el revanchismo que recoge el eslogan del Ministerio de la Igualdad.

Lynch, dicen, no escucha. Interpreta el eslogan desde el más rancio machismo, malsana inclinación que oscurece su entendimiento y le impulsa contra las legítimas reivindicaciones de las feministas. Se le reprocha, en suma, que lejos de ver en el eslogan una llamada a la legítima igualdad que debe presidir todas y cada una de las facetas de la vida entre varones y mujeres, señale que jadea la guerra de los sexos.

Contrariamente a esa consideración de los críticos, el profesor Lynch no dice que el eslogan jadee la guerra de sexos. Escribe que «parece jadear la guerra de sexos», y agrega «como desde hace décadas hace el feminismo mal encarado, según la pauta de la Nietzsche llamaba ‘moral de la víctima’.»

El «parece», nada asevera, más bien denuncia que Lynch, en un primer momento de sus consideraciones, advierte una suerte de ambigüedad en el eslogan. En cuanto a los críticos, aunque no es difícil leer ese «parece», debemos suponer, para quienes les pasó por alto o para aquellos que directamente afirman lo contrario un efecto ideológico en su lectura.


El País en la picota: de la recriminación a la libertad de expresión

Lectoras y asociaciones de mujeres recriminan a El País haber publicado el artículo de Enrique Lynch, un artículo que entienden que culpa a las mujeres de la violencia machista.

Como dice Milagros Pérez Oliva, defensora del lector de El País «El artículo de Enrique Lynch, Revanchismo de género… ha roto… cualquier precedente en la expresión de malestar» («¿Quién teme al feminismo?», El País, 25/11/2009). Pero añade que como defensora del lector debe procurar que los contenidos respeten las leyes y el Libro de estilo de El País, y que sabe que todos los autores están amparados por la libertad de expresión.

Entrevista con el filósofo Enrique Lynch - YouTube
Enrique Lynch

Trátase pues de género, pero sin duda también de color político quizá mal entendido, lo que hace decir a Maruja Torres que Lynch pertenece al grupo de «retrógrados ilustrados… que no se cortan cuando les tocan su punto débil: los maricones, los marimachos, los cafres negros, los bárbaros árabes, las feministas. Como si su intelecto les diera patente de corso para los bajos instintos, las frustraciones». No son otras impresiones, que yo sepa, las que la determina a echar mano de la ironía al preguntar como «¿Un hombre dotado de semejante clarividencia… ya que dice haber leído a Wittgenstein, Descartes, Nietzsche, Lévi-Strauss, Paul de Man, Hegel, entre otro muchos…, ¿puede producir un panfleto tan bobo?» Un hombre, ¡Vaya, vaya! Lynch, ¿dotado de qué? de clarividencia. (¡Ay, Señor, Señor¡ que frases para un periódico, y sobremanera para un asunto que, como veremos, no va de clarividencia (o sí), el lector juzgará. Pero para el que lo quiera de otro modo la misma conocida barcelonesa ofrece otra respuesta, «No es que los sapiens sean siempre tontus aunque ello también puede darse. Sólo lo son cuando conviene a sus prejuicios, su egoísmo, su vanidad, su pedantería o su profunda desilusión.»

Desconozco yo si Maruja Torres tiene bajos instintos o si arrastra graves frustraciones, pero todo indica que no es poca su vanidad, y aunque al respecto puede equivocarme, no creo andar errado al aseverar su ignorancia, al menos en aquello que pretende saber en el artículo que estoy comentando, y que no es sino de psicoanálisis. Mas que esta periodista ignore qué cosa es el psicoanálisis no es lo fundamental. El problema es que pontifica en un periódico que leen más de tres, en un período no cualquiera y por el que tengo una gran consideración.


Acerca de la «discriminación positiva»

Las políticas públicas conocidas con el nombre de «discriminación positiva» por estar destinadas a favorecer a determinados grupos minoritarios, se suelen encuadrar dentro de las llamadas «políticas del multiculturalismo o de la diferencia» (cfr. Wieviorka, 2004).

Es en el marco de estas políticas públicas encaminadas al reconocimiento de las diferencias culturales de los grupos minoritarios y de sus expresiones identitarias, que será abordada una forma de discriminación en este artículo.

Con todo, resulta preciso dejar constancia desde un principio que la discriminación positiva no apunta necesariamente a la consecución de objetivos fijados en términos culturales o identitarios. Su práctica se enmarcaría, más bien, dentro de un proyecto político destinado a configurar una sociedad más justa y equitativa. Con todas las salvedades que uno quiera formular, la plena integración de los grupos sociales desfavorecidos sigue constituyendo en teoría uno de los puntos más destacados de la agenda política de los gobiernos de casi todo el mundo

Los esfuerzos deliberados por corregir los tratos discriminatorios a las minorías raciales, los grupos étnicos y las mujeres se tradujeron en políticas y leyes concretas diseñadas para igualar las oportunidades de trabajar, votar e instruirse. Tales políticas públicas y normativas legales fueron el resultado de importantes movilizaciones reivindicativas, pero escasos años después, ya en la década de los ochenta, fueron puestos en la diana y muchos programas fueron interrumpidos, estrictamente limitados o burocráticamente saboteados.

Entre las diversas iniciativas encaminadas a hacer efectivo el principio de igualdad, así como a erradicar las expresiones de discriminación social, destacan aquellas medidas que otorgan un tratamiento preferencial en el reparto de ciertos recursos básicos a los miembros de los grupos que han estado sometidos en el pasado a un régimen discriminatorio. Se trata de programas diseñados específicamente para compensar a dichos individuos, así como para eliminar aquellos efectos derivados de esta situación de desventaja que de otro modo se perpetuarían. Los primeros programas conformados con tales criterios se idearon a mediados del siglo XX en los Estados Unidos, momento en el que se empezaron a implementar una serie de medidas legales en favor de minorías tradicionalmente marginadas que recibieron el nombre de acción positiva (affirmative action), etiqueta que corresponde a lo que en otros lugares se conoce como discriminación positiva o discriminación a la inversa.


De la homosexualidad

En la Lección XX. La vida sexual humana, de Lecciones Introductorias al Psicoanálisis, 1915-1917 [1916-1917], Freud afirma, Nos vemos precisados a considerar la elección de objeto dentro del mismo sexo como una ramificación regular (regelmássige Abzwegung) de la vida amorosa, ni más ni menos, y cada vez más aprendemos a concederle particular importancia.

En el año 1935 respondía por la carta a la angustiada madre de un homosexual, Indudablemente, la homosexualidad no representa ninguna ventaja, pero no es algo de lo que haya que avergonzarse, ni un vicio, ni una degradación, no puede clasificársela como una enfermedad; la consideramos una variante de la función sexual... Al preguntarme si puedo ayudarla, supongo que quiere decir si puedo abolir la homosexualidad y hacer que la heterosexualidad ocupe su lugar. Lo que el análisis pueda hacer por su hijo va por otro camino. Si es desdichado, neurótico, si se halla atormentado por los conflictos e inhibido en su vida social, el análisis puede proporcionarle armonía, paz mental y eficacia plena, tanto si permanece homosexual como si cambia. 
  
De manera similar, en 1920, Freud decía de una joven paciente lesbiana que no era una enferma y que la empresa de mudar a un homosexual declarado en un heterosexual no es mucho más promisoria que la inversa, sólo que a esta última jamás se la intenta cambiar, por buenas razones prácticas.


La imaginaria deriva de la periodista Maruja Torres

Se me antoja que la deriva intelectual de Maruja Torres tiene a la formación de la periodista por causa. Ella misma alude a ese aspecto en «Arquitectura escolar». El País semanal, Nº 1.738. Domingo, 17/1/2009., pág, 6, y agrega que aprender de ese modo es Hacerlo con la piel, con la carne, con los sentidos. Aprendemos como si hacerlo fuera amar, y en realidad lo es. Se trata del único acto de amor en el que cuanto damos se nos devuelve aumentado con creces, multiplicado, fértil hasta la muerte. Es una forma de entrar en el saber que, aunque poco académica, me parece bastante simpática
 
Le dan la del pulpo a la ordinaria Maruja Torres por insultar a un ...
Maruja Torres

Tal vez lo de «creces» sobraría, también la alusión a la «muerte» no por escatológica, sino sencillamente por incomprensible; en cuanto a lo de «simpática», qué quieren que les diga. Y, en fin, sin duda lo que le dice Lacan a Paolo Caruso le serviría a esta periodista para su incursión en el ámbito que muestra desconocer.


España iletrada, aunque no sólo por lo que se desconoce

«España es una sociedad de iletrados, de ignorantes ufanos de su ignorancia, de primitivos duchos en tecnología», escribe Javier Marías en La Zona Fantasma. El País Semanal, domingo 29/11/2009. 

Javier Marías: ¿Necesitas un abrazo? | Gente y Famosos | EL PAÍS
Javier Marías
 
¿Quiénes son los responsables de la desidia intelectual, de que vivamos en uno de los países de Europa con más fracaso escolar y que la lectura este en mínimos?

El miembro Real Academia Española de la Lengua apunta a «los responsables de Educación –gubernamentales y autonómicos– … y a un buen número de progenitores que en las últimas dos o tres décadas se han dedicado a exigir a los docentes que enseñen a sus vástagos ‘cosas prácticas’, que les sirvan para ganarse la vida en el futuro, y no pierdan el tiempo con lo ‘irrelevante’.

No recoge Marías toda la verdad: nuestros estudiantes fallan en humanidades en grado semejante que lo hacen en las llamadas ciencias exactas.

¿Qué saberes son irrelevantes? Los no prácticos y que no sirven para ganarse la vida. Los responsables de Educación y un buen número de progenitores, entienden, según Javier Marías, que se trata del latín, la gramática, la historia, el arte… Marías ironiza poniendo en su pluma la opinión de aquellos (gobernantes y progenitores) al respecto. «¿Sirve de algo el latín, una lengua cadáver? ¿Sirven las matemáticas, cuando tenemos calculadoras que nos dan el resultado de cualquier operación en el acto? ¿Sirven la gramática, la sintaxis y la ortografía, si da lo mismo cómo se hable y se escriba? ¿Sirve conocer la historia, si basta con buscar en Internet para averiguar al instante quién fue tal personaje o qué pasó tal año? ¿Sirve la geografía, si cogemos aviones que nos trasladan a cualquier sitio en unas horas y nos trae sin cuidado el trayecto? ¿Sirve algo de algo? ¿Y qué es, pues, ‘lo práctico’? Tal vez sólo aprender a manejar el ordenador y la calculadora. En realidad, ¿para qué es necesario ir a la escuela? ¿Para tener una idea del mundo, del pasado de la humanidad, de la historia del arte y de las religiones, de la evolución de las ciencias, de nuestra anatomía, de los textos que se han escrito, de la multiplicación y la división y la suma y la resta, del círculo y el triángulo? Nada de eso es ‘práctico’ ni ayuda a ganarse la vida, no digamos a ser Reina Hispanoamericana. Y sin embargo …»

Marías llega, desde la ironía, a la crítica directa, «La educación no son sólo conocimientos y datos. Es parte esencial de lo que solía llamarse ‘formación’, esto es, la conversión de los individuos en personas, no en seres animalescos que caen en el mundo sin tener noción de lo que hubo antes que ellos, incapaces de asociar dos hechos, de distinguir entre causa y efecto, de articular dos frases inteligibles, de pensar y razonar, de comprender un texto simple. Esta es la clase de ser que cada día abunda más en nuestra sociedad intelectualmente rudimentaria. El problema es que, por algún misterio, a la postre esos seres no resultan ‘prácticos’ ni se pueden ganar la vida, la vieja aspiración de sus ya embrutecidos padres. No es raro ver en la televisión a jóvenes y no tan jóvenes que dicen en estos tiempos de crisis: "Yo no quiero estudiar, lo que quiero es que me den un trabajo para ganar dinero". A menudo tienen tal pinta de cabestros que me descubro pensando con pena: ‘Pero, hombre de Dios, ¿cómo te va a dar nadie un trabajo si es obvio que no te han enseñado nada y que aún no sirves ni para pegar un sello? Si yo fuera un empresario, no te contrataría’. Me temo que los que lo sean pensarán otro tanto: ‘No necesito a un animal tecnológico, que sepa darles a las teclas según se le ordene, pero sin tener ni idea de lo que hace. No necesito a una persona incompleta. Tráiganme a alguien civilizado, de los que permiten desenvolverse en el mundo’.

Marías, tan acertado en tantas cosas, descuida lo fundamental y esencial.


Del «atrévete a pensar» (de un profesor de filosofía: Josep-MariaTerricabras) al «usted no tiene derecho a pensar que…» (de un escritor: Javier Cercas)

Los mayores del lugar no recordaban una noche igual a aquella de enero de 1628. En realidad, las regiones de mar del Norte no son lo que se dice cálidas, y de su visita, incluso en la canícula, más de uno recuerda la trémula sensación al ponerse el Sol. Pero quizá no sepamos nunca si exageraban los que dijeron que fue en la serena blancura de la noche cuando monsieur René Descartes (1596-1650), oriundo de La Haye, en la provincia de La Turena, cerca de Poitiers, Francia, que se encontraba en Ámsterdam huido del bullicio de París, cayó en la cuenta de que en la medida que pensaba existía.

¡Eureka! («lo descubrí»). Unos años antes de que el físico y también filósofo, en este caso inglés, Isaac Newton (1643-1727), celebrase de esa manera tan poco acorde con su taciturno carácter el descubrimiento de la ley de la gravitación universal; el más célebre de los alumnos del colegio jesuita de la Flèche, enfermizo y tímido en sus años de juventud, podía asimismo saltar de júbilo sin temor a quebrar su salud, que tampoco en ese momento era demasiado buena, y dar rienda suelta a la expresión que los historiadores adjudicaron a su colega. Y, en realidad, no era para menos por dar al mundo sino el primero sí del más riguroso juicio existencial de la historia del pensamiento. Descartes lo presentó como una proposición de naturaleza analítica, Cogito ergo sum («Yo pienso, luego yo existo»), ya que lo se formula en el predicado (je suis) está incluido necesariamente en el sujeto del enunciado (je pense). De tal suerte que decir Cogito ergo sum es afirmar en el predicado lo que ya está afirmado en el sujeto. En definitiva, el cogito encierra en sí mismo al sum, y de aquí que sea una proposición que no supone otra.

Mas la deplorable historia del reduccionismo del sujeto humano al pensamiento consciente, pese a tener a Descartes a su gestor más relevante, está lejos de agotarse en este filósofo.

Sujeto = yo-moi, consciencia, pensamiento consciente, si mismo, self

Filósofos e intelectuales de toda condición han hecho del pensamiento y el diálogo basado en la dimensión consciente del hombre un ideal.

Esa ideología, que pertenece al mundo de la imaginaria creencia, ignora o quiere ignorar que existe otro discurso, el psicoanalítico, que no se fundamenta en esa premisa, y que de aceptarlo en la singular experiencia que lo acoge, sin duda permitiría entendernos mejor en muchas facetas de la vida.

Algunas personas que no son ajenas a la realidad cotidiana suelen llamar la atención sobre el desfallecimiento del pensamiento, tanto más el riguroso y sosegado, como consecuencia, afirman habitualmente, de la identificación que sufren las personas a los ideales.

Atrévete a pensar
vs.  
Ud. no tiene derecho a pensar que…


Atrévete a pensar, de Josep-Maria Terricabras

Cuando el profesor Josep-Maria Terricabras (Calella de la Costa, 1946) convino en dar a la prensa, allá por el año 1999, su trabajo Atrévete a pensar (con el postmoderno subtítulo La utilidad del pensamiento riguroso en la vida cotidiana). ¿En qué estaría pensando en aquel momento y durante la elaboración de su libro este catedrático de filosofía contemporánea de la Universidad de Girona?


Atrévete a pensar - Josep Maria Terricabras | Planeta de Libros
 
A diez años de ese evento, y si debemos creer a Terricabras su deseo era «estimular a pensar». Todo en la línea de ofrecer algo deseable al otro, aunque sólo fuese el estímulo a pensar, que no parece ser poca cosa. Pero el deseo no se confunde con la voluntad consciente. Indico así el motivo más evidente de una diferencia que no se me antoja trivial en un libro sobre el pensamiento, como es:

Pensamiento consciente (yo-moi, sujeto del enunciado, dicho)
vs.
Pensamiento inconsciente (yo-je,
sujeto de la enunciación, decir)

Este asunto merece otro tratamiento, más profundo, riguroso y ameno, pues no es aconsejable la ambigüedad que advertimos en el trabajo que se pretende, quiero pensarlo así, divulgativo y esclarecedor de un asunto tan interesante como es el pensamiento en su dimensión práctica y social.

Al elegir al azar algunos aspectos del libro sigo el consejo que recoge la cita elegida por profesor Terricabras para dar entrada a su libro, «Aquello que el lector puede hacer, deja que lo haga», tanto más porque el espíritu de estas palabras del filósofo y lingüista austriaco Ludwing Wittgenstein  (Viena, Austria, 26 de abril de 1889-Cambridge, Reino Unido, 29 de abril de 1951), forma parte del acervo de uno de los griegos más sobresalientes de todas las épocas, Aristóteles (Estagira, Macedonia, 384 a.C.-Calcis Eubea, Grecia, 322 a.C.), con las que el mismo Terricabras finaliza trabajo, «He dicho, habéis escuchado, poseéis los argumentos, juzgar.»

Pensar, no son pocas personas que lo hacen, aunque por lo que dicen cualquiera podría suponer que se abstienen de ello. (O quizá se trata de ese Ello que algún que otro profesor confunde con el Inconsciente).


Indiferencia epistemológica

El escritor Javier Cercas, en «Milagro en Madrid». El País Semanal. Nº 1727. Domingo, 1 de noviembre de 2009. p. 8, quiso recordar que «… Descartes nació en el seno de una familia de abogados, comerciantes y médicos. Fue el tercer hijo del jurista Joaquín Descartes y de Jeanne Brochard. Aunque René pensaba que su madre murió al nacer él, lo cierto es que murió un año después, durante el parto de un hermano que tampoco sobrevivió. Tras la muerte de su madre, él y sus hermanos fueron educados por su abuela, pues su padre, consejero del Parlamento de Bretaña, debía ausentarse por largas temporadas. Fue alumno de los jesuitas en el colegio de La Flèche (1606-1614). La educación en La Flèche le proporcionó, durante los cinco primeros años, una sólida introducción a la cultura clásica, habiendo aprendido latín y griego en la lectura de autores como Cicerón, Horacio y Virgilio, por un lado, y Homero, Píndaro y Platón, por el otro. El resto de la enseñanza estaba allí muy basada en textos de Aristóteles, acompañados básicamente por comentarios de jesuitas (Suárez, Fonseca, Toledo) y otros autores españoles (Cayetano, quizá Vitoria). Conviene destacar que Aristóteles era entonces el autor de referencia para el estudio, tanto de la física, como de la biología. El plan de estudios incluía también una introducción a las matemáticas (Clavius), tanto puras como aplicadas: astronomía, música, arquitectura. Siguiendo una extendida práctica medieval y clásica, en esta escuela los estudiantes se ejercitaban constantemente en la discusión (disputatio). A su egreso del Colegio a los 18 años, Descartes ingresó en la Universidad de Poitiers para estudiar». 

Javier Cercas: "En nombre del bien se han cometido las mayores ...
Javier Cercas

Datos biográficos por demás conocidos, y nada, absolutamente nada, sobre la diferencia entre el sujeto cartesiano (agotado en la conciencia) y el sujeto que descubre Freud (cuyo pensamiento, acto y decir está determinado por la «otra escena», en palabras de Freud, o sea, por el pensamiento inconsciente, pensamiento no-sabido por el Yo-consciencia).

Filósofos, pedagogos, poetas (quienes expresan, como dice Lacan, aspectos importantes del sujeto humano, pero no saben la importancia de lo que relatan). Baste recordar en ese sentido a Jean-Paul Richter, que enunciaba la despersonalización de la siguiente manera, Una mañana me vino del cielo una idea: Yo (je) soy un yo (moi) que desde ese momento no me dejó más; mi yo se había visto él mismo y para siempre. San Agustín afirmaba Si enim fallor, sum, (Si me engaño, existo). Nietzsche hablaba del Ello como campo pulsional; en un sentido lacaniano diría que es más fácil romper una pierna que una palabra. Schopenhauer, conocía que el infierno está en uno mismo. Herbart se refería a conflictos psíquicos, a luchas internas en el yo. Spinoza sostenía que la conciencia es inconsciente de sus actos. Leibnitz se refiere al inteligible como experiencia interna. Maine de Biran advirtió que El hombre doble, y Rimbaud que El yo es un otro. Mientras que A. Silesius fue más allá de Descartes al decir Pienso, luego soy pensado por mí.

Santander – San Sebastián, agosto de 2010

José Miguel Pueyo







Limitaciones intelectuales de un filósofo sobre el lenguaje, la naturaleza y las producciones humanas

En «Amb la llengua ens fem; sense la llegua, ens desfem» (Conferencia inaugural del curs de l’Escola Oficial d’Idiomes de Girona, 3 d’octubre de 2012) Josep-Maria Terricabras no muestra otra cosa. La fórmula «Amb la llengua ens fem; sense la llegua, ens desfem», no es suya. El antecedente político en España, que no nombra Terricabras, es el malogrado socialista Ernest Lluc.


Josep-Maria Terricabras
El 3 de junio de 1999, durante la campaña de las elecciones forales y municipales en Euskal Herria, en plena tregua de ETA, Ernest Lluch, daba un discurso en la plaza de la Constitución de Donostia apoyando al alcalde, candidato y su amigo Odón Elorza. La plaza estaba llena de miembros de la izquierda abertzale y simpatizantes de ETA, boicoteando a Ernest Lluch, pero él les respondió magistralmente. Lluch dijo: «Qué alegría, llegar a esta plaza y ver que los que ahora gritan antes mataban y ahora no matan. Qué alegría, no saben que han cambiado las cosas, no saben que han llegado la libertad y la democracia a este país; que no se enteran. Gritar (sic) más, que gritáis poco. Gritar, porque mientras gritáis no mataréis y es buena señal, porque estas son las primeras elecciones en las que no va a ser asesinado nadie y este es un mensaje de alegría para este país que nos hemos ganado a pulso.»

Sin embargo, que Terricabras no sea original es un mal menor. Sin duda es más grave, por venir de un profesor, que no sepa la limitación académica que implica afirmar sin más «Que ningú s’estranyi, doncs, que no hi hagi pactes abans d’enraonar». Si Terricabras hubiese leído, y comprendido, Tótem y tabú, 1913, sabría que Freud advirtió que «En el principio fue el Acto». ¿Qué acto? El acto criminal, el parricidio primordial del padre de la horda primitiva (urvater) a manos de sus hijos, los mismos que idearon un complot con ese fin criminal en razón de que aquel tiránico, perverso y despiadado padre que les prohibía todos los goces, particularmente el de las mujeres de la horda. En ese momento fue el goce sexual lo que motivo el acto criminal y, posteriormente, el pacto social de prohibirse repetir la tiranía y el goce del padre. En fin, los hijos asesinos instauraron el pacto social de no-todas para el goce que inaugura el primer esbozo de la democracia y la cultura misma. Se comprende entonces que este catedrático de la Universitat de Girona afirme que «La distinció “natura / cultura” és molt difícil.»
 
L'exeurodiputat Terricabras: "La Unió Europea no existeix"A Terricabras, declarado independentista catalán, no sólo le es difícil comprender la distinción y el pasaje del Estado de Naturaleza (horda primitiva) a la Cultura (inaugurada por el pacto social: Ley primordial del incesto-prohibición de gozar de lo que gozaba el protopadre), pues todo lo que dice permite señalar que no comprende más el origen y el sentido de las producciones del sujeto humano, o sea, de lo que demostró Freud en El Malestar en la cultura, 1930. Para apercibirse del sentido de esta afirmación recomiendo leer el trabajo del psicoanalista gironí Josep Miguel Pueyo, «Disquisición filosòfiques sobre el malestar en la civilització. Notas sobre els paratextos de la traducción de Josep-Maria Terricabras». (Lathouses. Psicoanàlisi i Cultura des de Girna. Núm. 4. Primavera-estiu, 2009.) Terricabras no va más allá de preguntarse «És “natural” anar vestit pel carrer? És “cultural” fabricar paraigües o matar animals per menjar-se’ls? Els significats de les paraules, ¿són rígids?»

Que Terricabras acuda a Nietzsche, a René Magritte y a Umberto Eco, y no al psicoanalista Jacques Lacan, le impide hacer la diferencia entre significante y palabra, pero también, y esto sin duda produce incluso más estupor, entre la lengua y el lenguaje; y de ahí también el goce de las pequeñas diferencias que acompaña su trabajo, y que en esta ocasión se constata en la articulación de lo social y la política en el lenguaje. Terricabras no se equivoca, empero, cuando afirma que «…som éssers que parlem. Això destaca l’extraordinària importància del llenguatge per a nosaltres. Perquè, amb el llenguatge, no solament a) parlem de la realitat, sinó que també b) en creem». Es decir, el significante, como decía Lacan, hace la realidad, siempre semblante, al matar la cosa (Real). En otras palabras, lo Real de lo cosa deja serlo al ser nombrada (creada) por el lenguaje, por el significante que desde ese momento la simboliza.

Por esto último también, no podemos reconocer en Terricabras siquiera a un intelectual que se congratule con la ética del deseo (falta-a-ser, imposibilidad). Es así entre otros aspectos, porque su pensamiento procede según la clásica ética filosófica de los ideales (potencia-transgresión vs. impotencia-inhibición), o sea, la ética que no permite sostener por más que él lo diga que «La llengua ens fa ser humans. Les llengües ens fan ser dúctils, comprensius, adaptables, ens ajuden a abandonar els dogmatismes i les rigideses»; y es que del mismo modo que el morboso, ideológico y narcisista goce se trata con el lenguaje, lo que hay que tener siempre presente es que la pedagogía falla, o sea, que la vía intelectual, tanto más si excluye el paso por el diván, es impotente contra el goce.

Girona, 20 de mayo de 2014
José Miguel Pueyo





Personajes de nuestra época. El malestar en la civilització de Freud,

segons el professor Josep-Maria Terricabras

Estem convençuts que Freud (1856-1939) es retorçaria en la seva urna de Golden Green, el cementiri dels afores de Londres, en rebre notícies sobre algunes disquisicions filosòfiques al voltant d’El malestar en la cultura, 1930.

Josep-Maria Terricabras

Que afecti la salut i que no sigui menys lesiu per a la intel·ligència dels qui s’apropen a la psicoanàlisi i/o hi estan interessats, no només per la cultura sinó el que és molt més important, per saber què és la cultura, hauria de fer pensar, sens dubte més en consonància amb l’epistemologia i l’ètica, als qui profereixen inexactituds sobre Freud i la psicoanàlisi, per emprar aquí un més que hiperbòlic eufemisme. Uns i altres s’equivocarien en pensar «que ha desaparegut la comunitat d’oients», segons la màxima de Walter Benjamin (1892-1940), o que s’ha extingit la veu a la polis. I com no assentir amb la idea de Jorge Luis Borges (1899-1986) que un text que no tingui un contratext és un text incomplet.

Els paratextos que avui ens proposem comentar, si bé succintament, no admeten dubtes que la moderna tecnologia que des de fa anys disposen les nostres universitats per a una millor formació de l’estudiant i la documentació dels fons de les biblioteques públiques i privades no ha contribuït, d’haver estat consultats, sinó a deslluir Freud i, així doncs, a desorientar els qui desitgen saber alguna cosa certa de la psicoanàlisi.

Funció fallida dels paratextos en la traducció al català d’El malestar en la civilització de Josep-Maria Terricabras
L’agradable sensació que corprèn l’àvid lector en advertir a les taules de la seva llibreria habitual una traducció del que s’ha convingut a denominar un clàssic, sol ser correlativa a la gratitud que aquest lector dispensa a qui està convençut que li permetrà experimentar, una vegada més, el singular i intimista plaer de la lectura. D’altra banda, no són pocs els problemes que comporta la traducció dels treballs d’alguns psicoanalistes, però en aquesta ocasió ens centrarem en alguns aspectes d’aquest mil·lenari plaer. Jacques Lacan (1901-1981) va tenir a bé esbrossar el camí perquè entenguéssim de quina pasta estava fet el desig de Freud (1856-1939). En un primer moment ens va donar una eina eficaç, el significant, i alhora va renovar l’interès per l’escolta de la veritat del desig-de-l’Altre (nom lacanià de l’inconscient) que habita al comú dels mortals i que es dóna a llegir en cadascun dels actes d’aquest subjecte-a-l’Altre. Aquesta clau, el significant, que permet advertir de quina manera un acte, un somni, una pel·lícula, una obra artística, etc., pot ser només el semblant d’una altra cosa, aliena també a la intencionalitat de l’autor, estava a totes les pàgines de la producció de Freud, però com la famosa Carta robada del nord-americà Edgar Allan Poe (1809-1849), cap expert no se n’havia adonat.

Lacan, a més, va poder reconèixer el buit del Real i les seves extraordinàries implicacions clíniques, epistemològiques i ètiques. N’hi ha prou d’indicar que a la prioritat del significant li segueix la importància crucial del gaudi en l’economia psíquica, aspecte que comença a reconèixer-se en el Seminari X, L’angoixa, 1962-1963, i sobretot a Lituraterre, 1971, ja que contràriament a l’esperança del neuròtic de poder omplir la falta de l’Altre que l’habita (al desig insatisfet del subjecte histèric, lògicament, sempre li fa falta alguna cosa, ja sigui amor, reconeixement o afecte; mentre que el desig impossible de l’obsessiu li fa postergar allò que demanda; i en l’amor sempre plana fer de Dos, Un), en la perspectiva del gaudi del que es tracta per part del psicoanalista és de preservar el buit del Real, ja que és des del reconeixement d’aquest buit que l’analitzant podrà construir una realitat més digna per al desig.
La religió en sentit estricte però també no pocs dels discursos que conformen el que es coneix com cultura constitueixen respostes que tenen la seva causa en aquest buit (un dels noms del qual és l’infortuni estructural o dèficit constitucional del subjecte humà), discursos i tècniques que pretenen una redempció del mal (repressió de les pulsions agressives i incestuoses encarnades en el dimoni cristià o en l’Ananké grec, per exemple) i l’obtenció de la felicitat (que implica evitar el dolor i experimentar intenses sensacions de plaer). Tampoc podia faltar una de les fórmules que vaig presentar en el seminari sobre la lectura (1997), que malgrat la seva senzillesa ha demostrat el seu gran valor operatiu, «llegeixin amb odi, no s’identifiquin amb l’autor i el text, i interroguin-los sobre les qüestions que plantegen». Per últim, la dificultat de llegir Freud i psicoanàlisi en general no és raó suficient per disculpar els autors dels paratextos d’El malestar en la civilització, llibre publicat per Accent editorial; primera edició: novembre de 2008, prologat i traduït pel catedràtic de filosofia de la Universitat de Girona (UDG), Josep-Maria Terricabras (Calella de la Costa, 1946).

Interrogant el text íntegre
El teòric francès de literatura Gérard Genette (París, 1930) sostenia a Palimpsestes (París: Éditions du Seuil, 1981) que el pròleg és un paratext, com qualsevol altre escrit, situat a la perifèria de l’obra (subtítol, lema, dedicatòria, solapa, epíleg, etc.). Si el pròleg és un text que parla d’un altre text i destinat a presentar les claus per a la interpretació d’una obra, s’entendrà, més encara per la fórmula apuntada, que preguntem a l’autor de la solapa i la contraportada (paratextos suposadament signats pel responsable de l’edició) i a l’autor del pròleg, que com acabem d’indicar és el professor Josep-Maria Terricabras, què ens ofereixen respecte als conceptes, la contextualització i les tesis que presenta Freud en aquesta obra? Si posem l’accent en l’anàlisi dels paratextos és pel superflu que és incidir en la traducció (n’existeixen d’altres, i la de Terricabras no ajudarà a un millor coneixement d’aquesta obra de Freud, i molt menys de la psicoanàlisi); mentre que els paratextos, sent com són una excel·lent oportunitat per parlar del que aquesta obra representa en el camp sociocultural i clínic, així com de la vigència de les tesis de Freud, són en aquesta ocasió absolutament fallits.

Limitacions, omissions i errors dels textos addicionals
1. De la solapa (o quan un comentarista presenta un Freud que no és).
       a) El més càndid dels lectors se sorprendria en llegir la presentació que fa de Freud el comentarista: «Neuròleg, psiquiatra i filòsof austríac». Sabíem que Freud era metge, que es va especialitzar i va treballar un temps en el camp de la histologia animal i humana, però qualificar-lo de filòsof és tan improcedent com afirmar que estem davant d’un psiquiatra. El cert és que Freud es va allunyar de tota concepció filosòfica del món (Weltanschauung). N’hi hagués hagut prou d’indicar-ho, i així mateix no exigim al comentarista senyalar que la raó d’aquest allunyament és que el psicoanalista, a diferència del filòsof i de molts psicoterapeutes, no pot imposar a l’analizant la seva visió del món, ja que fer-ho seria introduir la impostura i la ideologia en el tractament, pel que la psicoanàlisi perdria el seu caràcter inquietant i també ètic. I tampoc no exigim al comentarista saber que Freud va abandonar la psiquiatria en adonar-se que els seus procediments eren mers pal·liatius i, a més, perquè el saber sobre la ment de la psiquiatria de la seva època (no menys que l’actual) era imaginari per estar basat en mètodes, potser científics, però equivocats per no ser els adequats per al seu objecte d’estudi. No obstant això, és summament greu que el comentarista desconegui o tal vegada vulgui ignorar i fer ignorar que Freud va ser un psicoanalista, el primer psicoanalista. I si no és així, quina raó s’imposa a qui hem de suposar que es troba en l’àmbit de la cultura per escamotejar el significant psicoanàlisi i amb ell una pràctica clínica com és la psicoanalítica?

      b) El comentarista omet aspectes bàsics i recapitula en l’error quan afirma que Freud únicament «… va desenvolupar la teoria psicoanalítica com a mètode de curació…». Freud no només va ser el primer a desenvolupar la teoria del subjecte escindit entre la consciència i l’inconscient, ja que es mereix l’honor de ser el descobridor de la dehiscència o escissió constitutiva de l’ésser humà, !, (subjecte barrat en l’àlgebra lacaniana), així com la de ser el fundador de la clínica i el tractament psicoanalítics. Però, quin obscur motiu impedeix apuntar almenys les aportacions de Freud a la religió, a l’art, a la política, a l’antropologia o a la pedagogia?

      c) L’error tampoc no és menor quan sosté que Freud «… va desenvolupar la teoria psicoanalítica com a mètode de curació mitjançant la verbalització…». Les limitacions d’espai sens dubte imposaven al comentarista el rigor en la utilització de les idees i paraules. Però quan falta l’un i les altres, els errors no poden ser sinó majúsculs. Potser podríem limitar una mica el greu atemptat a la veritat indicant que si bé el tractament psicoanalític té com únic mitjà d’investigació i de tractament la paraula, cau en l’equívoc quan es diu que té «com a mètode de curació (…) la verbalització». Parlar, verbalitzar, esbravar-se, el que es coneix com ‘llibertat d’expressió’ res no té a veure amb la psicoanàlisi, i més quan la llibertat d’expressió no cura. (Hi ha bojos que parlen moltíssim i per això no deixen de patir el gaudi mortificant en el cos i/o en la ment). En conseqüència, aquesta reivindicació i llibertària acció res no té a veure amb la pràctica psicoanalítica, amb el tractament de la ‘llibertat de paraula’ com sinònim d’«associació lliure», mentre que la interpretació psicoanalítica, això és, el denominat acte psicoanalític per ser el fonamental del psicoanalista, no és equiparable a l’accepció literària d’aquest terme.

      d) S’equivoca també quan sosté que Freud «… va desenvolupar la teoria psicoanalítica com a (...) descoberta dels continguts de l’inconscient». Les reformulacions teòriques del psicoanalista vienès, fet habitual en el terreny científic, responen al que la pràctica clínica li ensenyava i, per tant, són alienes a les elucubracions que ens té acostumats el discurs filosòfic. Així va ser des del descobriment i formulació de les lleis de l’inconscient, lleis del significant que no deixen res a l’atzar, que regeixen tots i cadascun dels actes del que abans de Freud se suposava amo en la seva casa, el jo-moi, i que per aquest descobriment es va situar en el lloc que li corresponia: esclau de l’Altre. (D’aquesta ferida al narcisisme procedeix bona part de l’oprobi a Freud i a la psicoanàlisi). Així mateix és un error parlar de «continguts de l’inconscient». L’inconscient no és un lloc substancial o ontològic, raó per la qual no té res a veure amb un dipòsit en què descansarien símbols mandales imaginats per Carl Jung (1875-1961), o bé pulsions o desitjos reprimits pel jo-moi, ja que aquest lloc només podria ser identificat amb el «continent in-negro (...), res pura i simplement» al que es referia Lacan a Posició de l’inconscient, 1966. Què és llavors l’inconscient? Un lloc on es transforma la veritat reprimida pels processos metaforico-metonímics (lleis del significant).

2. De la contraportada
      a) Establert que res en un llibre no és marginal o aleatori, no admetria disculpes obviar les primeres línies de la contraportada, i més encara quan s’afirma que «L’any 1929, a l’edat de 73 anys, Sigmund Freud escriu un llibre que serà com un gran epíleg de tota la seva teoria psicoanalítica (...). El malestar en la civilització l’han convertit en una de les obres més influents i llegides de Freud». Tals consideracions, que semblen estar orientades als habituals fins del màrqueting, condueixen a una considerable desorientació del lector que desitja conèixer certeses de Freud i de la psicoanàlisi. El gran epíleg de l’obra freudiana és lluny de ser-ho. No hi ha cap obra de Freud, excepte el Compendi de la psicoanàlisi, 1938 [1940], i en part Els orígens de la psicoanàlisi, 1887-1902 [1950], al qual es pugui atribuir aquesta característica. Tampoc no és un dels treballs més llegits de Freud i són altres d’anteriors els que permeten donar les claus per a la seva lectura, claus que estarien en la pregunta sobre la naturalesa de l’home (bo o dolent?) i en les solucions que proposen els diferents discursos per a beatificar les pulsions. Sense aquestes claus res no es pot esperar respecte a l’origen de la subjectivitat dels joves d’una època que com la nostra es caracteritza per la declinació de l’Altre de la llei i per l’auge del gaudi pulsional immediat. Raó per la qual Lacan sosté que El malestar en la civilització és repensar el mal advertint que es troba radicalment modificat per l’absència de Déu.

      b) La contaminació dels discursos filosòfics i sociològics en la lectura del text de Freud és evident quan es llegeix que «Aquesta obra (…) revela la cara fosca del procés de civilització humana, les tensions entre individu i societat». És erroni entendre que el malestar del subjecte procedeix únicament de fora, de «les tensions són entre individu i societat». I per descomptat res no diu el comentarista de la impossibilitat d’aïllar-se de la subjectivitat individual i de les idees del món i pretendre arribar a la felicitat mitjançant un idealitzat retorn a l’estat de natura. Emili, o de l’educació (1762) i El contracte social, del filòsof Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), tenen amb l’obra de Freud alguna similitud, però res més.

       c) La conceptualització psicoanalítica del comentarista és grotesca: «…el domini que la cultura exerceix sobre el primer, en forma de control dels seus impulsos instintius, eròtics i agressius». Els impulsos són pulsions, mai instints; allò eròtic és sexual i, sobretot, incestuós, i allò agressiu, bé, deixem-ho així. Qualsevol diria que aquestes arbitrarietats en la conceptualització d’una disciplina (que posseeix diversos diccionaris, alguns d’ells francament bons) estan disposades per a ser objecte d’un judici reprovatori.

      d) L’elisió és absoluta respecte a la tímida esperança de Freud en els avenços de la ciència sobre la naturalesa pulsional de l’home i els mitjans de beatificar-la per aconseguir l’harmonia social i la felicitat individual. És a dir, a diferència dels qui postulen que els progressos científics i tecnològics van en detriment dels avatars que propicia el narcisisme de les petites diferències i de les pulsions agressives, Freud no s’equivocava en assenyalar que la cohesió social dels grups està fundada en l’existència dels qui identifiquem com diferents a nosaltres, i que l’aliança entre la necessitat i la raó, com proposaven els marxistes, té el seu límit en la pulsió de mort, en una força originària que impel·leix el subjecte a no desitjar el seu bé, a tornar a allò inanimat, al confortable silenci del claustre matern, així com en la fam desmesurada de nous objectes, fam que constitueix el sosteniment del capitalisme. Aquests errors i elisions no permeten disculpar a qui no ha tingut la deferència de consultar qui és Freud, què és la psicoanàlisi i El malestar en la civilització (i si ho ha fet no ha comprès res). És obvi que aquestes limitacions perjudiquen en gran mesura a un llibre en català, a la cultura del mateix nom i, no cal dir, al qui cerca una mica de rigor sobre aquests temes. Es diria que l’autor d’aquests comentaris viu en un món en el qual tot està permès; i en exposar-se tan esportivament a la crítica ens permet conjecturar que és d’aquelles persones que cerquen orientar-se en el món mitjançant la sanció.

El malestar en la civilització vist pel professor Josep-Maria Terricabras
Es tractaria de presentar ara el que donen de si les 16 pàgines (de la 7 a la 22) que aquest catedràtic de filosofia dedica a prologar la seva traducció d’El malestar en la civilització. Procedirem, amb finalitats didàctiques, comentant els apartats que presenta, tot i que l’últim que duu per títol Sobre aquesta edició, de més urgència per tractar la diferència entre cultura i civilització, serà el primer que considerem.

En el pròleg del professor Terricabras hem advertit una lògica que va des d’una presentació de ‘Freud com un geni entre altres genis’ a un altre Freud, concretament al ‘Freud vingut a menys per l’adveniment de la ciència’, per concloure amb una mena de ‘desgreuge a Freud’. (Tal vegada, al «pare» com garant de la llei primordial).

1. «Sobre aquesta edició».
       a) Puntualització innecessària i omissions. Terricabras creu necessari ressaltar que la seva traducció parteix de l’original alemany publicat en el volum 14 dels Gesammelte Werke de Freud (18 volums i un apèndix; Imago Publishing Co., 1940-1952 i Frankfurt del Main, 1968), així com que ha tingut en compte les petites correccions que figuren en el volum 9 de Studienausgabe. Tampoc no hagués estat de més esmentar al doctor Artur Quintana i Font (Barcelona, 1936), professor del curs de llengua i literatura catalanes a la Universitat de Heidelberg, qui va traduir al català, ja a l’any 1984, l’obra de Freud (Escrits de crítica de la cultura. Barcelona: Laia, 1984, que conté El futur d’una il·lusió (1927); El malestar en la cultura (1930) i Moisès i el monoteisme (1939). Ed., de Clara Bardón i Eugenio Trías). Eludeix aquesta referència en el seu pròleg, però no en algunes de les seves compareixences públiques, encara que en aquestes ocasions el recupera de la memòria per ressaltar que la seva traducció supera a aquella en tot; però això no significa que el seu pròleg i en certa manera la seva traducció facin honor a Freud, als seus descobriments i a la psicoanàlisi en general.

      b) Notes a peu de pàgina d’escàs valor. Ni aclareixen el text ni el contextualitzen adequadament. Gairebé no hi ha notícies dels conceptes que hi apareixen. El lector buscarà en va una presentació actual de la psicoanàlisi a partir, per exemple, de la relació i diferència entre instint (instinct, força preestablerta genèticament i sàvia respecte al seu objecte per satisfer-se i anul·lar l’excitació) i pulsió (trieb, excitació endògena que no té objecte predeterminat); sobre els desitjos edípics i la seva relació amb la culpabilitat i el perdó, de l’extracció del gaudi pulsional-mortificant del camp de l’Altre del llenguatge que ens habita per la Funció-del-Pare (funció coneguda també com Metàfora Paterna o castració simbòlica); dels límits estructurals de la Funció-del-Pare i la seva relació amb les institucions en les quals descansa la cultura; així com la declinació d’aquest mateixa funció i la seva repercussió en la falta d’honor, el gaudi autista, el desinterès per la cultura, l’increment de la impulsivitat i del risc, l’anorèxia i la bulímia, la drogoaddicció, la desorientació en el món, la violència gratuïta, en fi, d’aquests i d’altres símptomes del subjecte postmodern. 


A més, Terricabras no ha pogut reconèixer/llegir en el text de Freud res que no tingués a veure amb qüestions com què és la cultura, quina és la seva funció, quines idees han ocupat el lloc del denominats grans relats (feixisme, comunisme, nacional-socialisme, anarquisme...) que ja no aglutinen a ningú i que tampoc no són balises per orientar-se en el món actual. Sembla ser que tot l’interès d’aquest prologuista i traductor hagi estat escurçar (en el sentit de puntuar) les frases de Freud, en ocasions massa llargues, i modificar petites notes, així com canviar libidinós per libidinal, i mort del pare per occisió (mort violenta, per exemple).

      c) Accentuació supèrflua de ‘civilització’ en detriment de ‘cultura’. Entén Terricabras que «traduir –civilització per cultura– té a favor seu la recomanació reiterada del mateix Freud». En realitat, repeteix el que diu el psicoanalista vienès a El futur, d’una il·lusió, 1927, i que no és exactament això sinó el contrari «…menyspreo establir entre els conceptes de cultura i civilització cap mena de separació». Més aviat el que fa el traductor és assumir la idea de la psicoanalista anglesa i traductora a l’anglès d’aquesta obra, Joan Rivière (Brighton, 1883-Londres, 1962), que va intitular Civilitzation and Its Discontents, 1930 (La civilització i els seus malestars) per a la seva traducció.

(Deixarem per una altra ocasió el que veurà la llum com un llibre, es a dir, entre altres coses les reflexions d’Edward Burnett Tylor, Max Weber i Oswald Spengler sobre la diferencia i analogia dels conceptes de cultura i civilització). Tanmateix, no podem deixar d’indicar que el malestar no és infelicitat. Malestar és mal-estar i concerneix a una sensació, en ocasions més àmplia que la infelicitat per tractar-se del desassossec, la intranquil·litat, ansietat, incertesa o angoixa que, sense un motiu definit, pot patir una persona. Però sense necessitat d’entrar en aquesta qüestió tan rellevant, hagués estat suficient d’apuntar, com en realitat així apareix, que «la millor manera d’expressar cultura en català és civilització.»

2. Freud, un geni més entre altres genis.
      a) Freud és un geni. Sí, un geni, però entre altres genis. Comparable al matemàtic Galileu Galilei (1564-1642), i al biòleg britànic Charles Robert Darwin (1809-1882); després a Karl Marx (1818-1883) i a Friedrich Nietzsche (1844-1900). Aquest professor de filosofia ha desaprofitat una gran oportunitat de diferenciar el subjecte escindit entre el conscient i l’inconscient de Freud, !, del subjecte dividuum entre la mort de Déu i la moral-religió de Nietzsche. Nega també al lector la relació entre la «mala consciència» nietzscheana i el superjó freudià, essent aquella només la part moral d’aquest; omet a més que per al filòsof alemany la malaltia de l’home és la moralitat i el nihilisme, i que com a única sortida proposa el superhome, és a dir, la subversió de tots els valors que, per això mateix, desestima la singularitat del subjecte a favor d’allò general. En d’altres paraules, el superhome és l’amo que s’autoritza a si mateix en l’època que Déu ha mort i en la de la inconsistència de la llei primordial del pare. Què quedaria llavors? Més enllà del nihilisme, el Real. Però en el capitalisme tardà, en l’època de la declinació del pare, no hi ha ni amo, ni heroi perquè no es donen les condicions (època moderna i tragèdia) que precisen. Només queda la burocràcia i la diplomàcia, i com a conseqüència també del defalliment de la Funció-del-Pare, el lloc del discurs de l’amo l’ocupa el discurs universitari (tot a la nostra societat és saber, explicació, consell).

Tampoc no ha cregut necessari parlar de la impossibilitat d’arribar a la felicitat com ‘terme mitjà’ aristotèlic entre la transgressió i la inhibició, i sempre referida en Aristòtil (384-322 aC), a l’home lliure, ja que hi havia una moral de l’amo i una altra de l’esclau. I tampoc no va convenir a contraposar la pretensió de la moral laica del filòsof alemany Immanuel Kant (1724-1804), el «tu has de» per a tots igual de l’imperatiu categòric («Obra només de manera que puguis desitjar que la màxima de la teva acció es converteixi en una llei universal»), destinada a lluitar contra allò que s’oposés a la cultura, en definitiva contra el phatos i les seves passions mitjançant aquesta fórmula de la raó pràctica, amb el descobriment freudià que el subjecte pot, fins i tot, gaudir en la renúncia pulsional i, per això mateix, que el circuit de la pulsió i la gola del superjó (ja que com hereu del complex d’Èdip defineix el que Lacan denomina père-version: amor al pare com respecte a la llei de la castració, però també com impulsió al gaudi més enllà d’aquesta llei) avorten la virtut kantiana.

      b) Un professor de filosofia aliè al rigor universitari. Pot entendre’s així perquè copia sense esmentar la font. És a dir, s’apropia d’una frase sense indicar que és de Freud, «Si hagués d’assenyalar tres noms que, els darrers cinc-cents anys, hagin canviat decisivament la manera que tenim els humans de veure’ns a nosaltres mateixos en el món, no em costaria gaire d’esmentar Galileu, Darwin i Freud». En veritat, això és el que diu Freud (a excepció que no es tracta de Galileu sinó de Copèrnic) en un petit gran estudi de l’any 1917, Una dificultat de la psicoanàlisi. Què li ocorreria a un alumne que procedís en els seus treballs a la manera que ho fa aquest catedràtic en ser descobert pel seu professor?

3. Freud, un geni vingut a menys a causa de la filosofia i de la ciència
      a) Freud, fins aquest moment presentat com un geni entre altres genis, deixa de ser-ho. Com si es tractés d’un text de l’ESO, apareix en el pròleg l’expressió «escola de la sospita», de Paul Ricoeur (1913-2005), això és, els «mestres destructors de certeses i seguretats falses» que van ser Marx, Nietzsche i Freud. Més lamentable encara és que se serveix de Thomas Mann (1875-1955), un premi Nobel de literatura, i de Karl Popper (1902-1955), el gran epistemòleg marxista, el qui pel que sembla tindria l’última paraula sobre el que és ciència i el que no ho és, segons sembla, contra Freud. Qui ignora que el que es pot predir, el que és exacte i el determinisme lineal com criteris científics de Popper s’han demostrat obsolets per causa dels sistemes estocàstics i catastròfics, i que fins i tot en les ciències denominades dures hi ha lloc per a la incertesa? Però sembla ser que alguns entenen que Freud «no era savi però sí llest», i per això veient potser el que li queia a sobre, va apel·lar a un «coneixement obert» amb la finalitat d’eludir els postulats de la ciència i de la filosofia. Freud no és un més d’aquests sospitosos personatges, i no ho és perquè posa en dubte la bondat de la producció de Thomas Mann (llegeixi’s Lou Andreas–Salomé; Sigmud Freud. Correspondència. Carta de Freud datada a Schneewinkl el 28 de juliol de 1929). El prologuista no diu res al respecte, i al seu col·lega francès Ricoeur també li va passar per alt, de la mateixa manera que mai no va saber què és la interpretació en psicoanàlisi, a pesar d’escriure’n centenars de pàgines.

      b) El perniciós descobriment de Freud. Així es pot entendre en tant que Terricabras afirma que les tesis de Galileu, Darwin i Freud «han resituat els humans d’una manera tan dràstica, tan forta, que molts han quedat personalment i moralment descol·locats». Encara que aquesta manera d’expressar-se («descol·locats») la trobem improcedent en un professor, el destacable és que si es refereix que els avenços científics propiciats per aquells han descol·locat moralment a moltes persones, mostra amb això (sens dubte quelcom desconegut per a ell) com és la inclinació per un discurs narcicista-patològic, el del Jo-consciència cartesià.

      c) Evitacions significatives. Sens dubte ho són atès que en les 16 pàgines del pròleg no apareix ni una sola vegada el concepte d’‘inconscient’. Terricabras parla del jo i no ho fa del tot malament però evita allò que implica el descobriment de l’inconscient respecte al Jo-consciència del filòsof René Descartes (1596-1650), i per descomptat omet l’escissió del subjecte respecte als procediments terapèutics que esgoten el subjecte en la consciència i basats en un mètode tan ideològic i inoperant com és la persuasió. Esmenta el terme ‘psicoanàlisi’ en 3 ocasions; en canvi és prolix respecte a la paraula ‘ciència’, ‘científic’ i ‘ciències’ (18 ocasions, cap d’elles atribuïda a la psicoanàlisi), i en més de deu menciona ‘filòsof’ o ‘filosofia’. Conegut és que la funció de la repressió (elisió) és evitar el displaer del gaudi. ¿Serà per això que el primer comentarista i gairebé al mateix nivell Terricabras eviten-reprimeixen el significant psicoanàlisi? Però és conegut també que la repressió de la veritat del desig no és sense retorn (en ocasions amb les disfresses que li imposa la censura) en el símptoma.

Del pròleg a la presentació pública. (O del saber del filosof)
Però n’hi ha més. Saber de què es tracta implica deixar per un instant el pròleg i dirigir-nos a les sales en les quals el professor Terricabras va presentar la seva traducció. En podem parlar de dues, l’Ateneu Barcelonès, on va actuar d’amfitrió el també professor de filosofia de la UdG, Ramon Alcoberro, dimarts, 2 de desembre de 2008; i la del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya-Girona (COPC-Girona), dijous, 18 de desembre del 2008, on el llibre va ser presentat per la Sra. Liliana Montanaro (coordinadora del Grup de Treball en Psicoanàlisi del COPC-Girona), i per Oriol Ponsatí-Murlà (Accent Editorial).

1. Limitacions i omissions en la presentació.
La presentadora, Sra. Montanaro, es va limitar a llegir uns papers sobre aspectes coneguts d’El Malestar en la civilització, i el que sens dubte és més lamentable, no va plantejar cap qüestió rellevant ni a la traducció ni als paratextos. És conegut que en casos semblants el mínim rigor implica atendre les idees que presenta l’obra i en algunes ocasions no està de més intervenir per plantejar qüestions, crítiques o mèrits, a vegades com habitualment succeeix, després de la intervenció de l’autor. Llegir coses conegudes sobre l’obra que un ha de presentar i sobretot ometre els paratextos i les qüestions que afecten la traducció d’un text de psicoanàlisi denota falta de rigor intel·lectual i en el millor dels casos esdevé la falta coneguda de prendre «el text com pretext». Amb més raó és així perquè amb el que va dir el traductor i prologuista a la presentació i el que havia deixat escrit en el pròleg n’hi hauria per escriure un llibre, com se sol dir. Quant a Oriol Ponsatí-Murlà a penes va superar les lloances i agraïments al catedràtic de filosofia. Les coses no van ser diferents, encara que amb altres personatges, a l’Ateneu Barcelonès.

2. «Freud, comparat amb Nietzsche, és un aprenent».
Per sorpresa d’uns i altres, Terricabras va basar el seu argument en l’estil escriptural. Va enaltir Nietzsche contra Freud per veure en el filòsof bavarès al príncep de la metàfora, a més d’un escriptor segur i brillant. En resum, va reduir la relació Nietzsche-Freud a fer de l’abús de l’adjectivació una virtut literària en contra del primer psicoanalista. Va ometre que el periodista «roig» del cristianisme no va poder anar molt més allà de l’exabrupte contra la moral socràtica i cristiana. Tampoc no va dir que Nietzsche, tal vegada per ser això menys conegut, va afegir una resposta ideològica més a les ja existents contra la insuportable falta, contra la ferida narcisista del subjecte: el superhome. És a dir, una part considerable del mèrit que se li ha de reconèixer és perquè va proposar la instauració d’una nova moral, entre anarquista i egòlatra, com a solució a la infelicitat del subjecte, però, entre d’altres coses, desconeixia que l’incest és antisocial com deia Freud. Terricabras no planteja la relació i diferència entre les idees de Nietzsche i les de Freud. Les idees de Freud no són revolucionàries sinó subversives, i això en la mesura que subverteixen la concepció del subjecte. Subversiu vol dir que va contra l’intent d’assimilació burocràtica del descobriment freudià per part del discurs Universitari prioritari els nostres dies, discurs que intenta temperar el gaudi amb l’explicació persuasiva i els agents del qual adopten, habitualment, la manera de fer de l’amo clàssic contra la veritat del discurs Psicoanalític.


Freud no és un ideòleg, ni un filòsof, sinó un clínic. Va ser la clínica de l’escolta de l’Altre la qual va fer d’ell el descobridor de l’origen de les malalties psíquiques; el descobridor també de la manera que cal predicar la normalitat d’un subjecte; el descobridor de la decisiva importància de la Funció-del-Pare en la vida de la criatura humana; el descobridor d’una nova manera de veure la religió, els llaços socials, l’amor, la guerra, la cultura, etc., etc; així com l’inventor d’un dispositiu clínic i d’una professió (aliena a la impostura i a l’engany) que desvetlla els paranys de les ideologies, avorta el gaudi mortificant del símptoma i denuncia les aprofitades respostes imaginàries al malestar en la civilització.

3. Escarn de Nietzsche a la religió vs. el descobriment de Freud de la religió com una il·lusió.
Potser per la seva ponderació, Freud va ser presentat com «un aprenent de Nietzsche». L’interès de Freud no era criticar la religió sinó demostrar que era una il·lusió, a més de la més excelsa resposta a l’infortuni humà, ja que es tracta del discurs que dóna sentit a la vida donant-lo a la mort. En aquesta ocasió va ser la clínica de la neurosi obsessiva la que li va permetre concloure que Déu era el pare. És a dir, la nostàlgia del pare fa que el fill situï Déu, el tirà i/o els ideals en un lloc de manament superjoic (figures distorsionades del pare), en resum, en el lloc privilegiat des del qual aquestes idees han triturat a cossos i a mentalitats de totes les èpoques.

4. Sobre l’estil de Freud.
Ja en el pròleg es llegeix «l’estil de Freud no és còmode ni enlairat». Encara que fos així, a pesar que no compartim aquest judici, per què escamotejar al lector que Freud va obtenir, quan tenia 17 anys, un premi de redacció. En el seu últim examen oral i escrit (Matura) que donava accés a qualsevol facultat de la universitat, va ser reconegut amb la qualificació de Summa cum laude. Per ironies del destí va haver de traduir un passatge de trenta-tres versos d’Èdip Rei, de Sòfocles (Colon, Atenes, 496-406 aC), del grec a l’alemany. Una altra part de la prova consistia en una redacció en alemany relativa a les «Consideracions sobre l’elecció de professió» que, per a la seva satisfacció, va ser mereixedora d’excel·lent, juntament amb els elogis de l’examinador, que el va felicitar pel seu estil a la vegada personal, precís i elegant. Molts anys després, al 1930, llavors amb 74 anys d’edat, la ciutat de Frankfurt li concedia el Premi Goethe, encara que no només pel seu estil literari. Terricabras sembla ser d’aquelles persones que, amb raó o sense, defensen els seus, en aquesta ocasió un filòsof com Nietzsche, més potser pel fet que ha prologat i traduït Ecce Homo, 1888. (Accent editorial. Primera edició: desembre de 2007).

5. Sobre Marx.
Aquest «pensador de l’escola de la sospita» només és anomenat en el pròleg. El pròleg no informa el lector que Marx va descobrir l’estructura del símptoma i que això ho coneixem per Lacan; però que a més de descobrir el símptoma va establir una nova religió en la qual el proletari és el Messies. El marxisme, econòmic i polític, ha passat a millor vida. Contràriament, l’inconscient i la raó estructural de les respostes imaginàries, antigues i postmodernes, per eludir o esmorteir el dolor d’existir i el sofriment neuròtic i psicòtic, es presumeixen vigents fins a la desaparició del subjecte-a-l’Altre, d’aquest subjecte que no deixen de voler clausurar les ideologies. D’aquí que es pugui afirmar que la cultura ofereix pal·liatius contra la cultura psicoanalítica.

6. «Freud, com deia el filòsof austríac Ludwig Wittgenstein (1889-1951), era llest però no savi».

Heus aquí una altra de les tesis que el prologuista i traductor va presentar en el COPC-Girona. Intuïm que el pal de paller de l’argument és presentar Freud contra Freud (una mica així com Heads I win, tails you lose) mitjançant una carta d’aquest a Einstein.

Per a nosaltres que el «coneixement intel·lectual sigui obert» fa referència que Freud va descobrir l’any 1898, molt abans que Wittgenstein escrivís el Tractatus Logico-Philosophicus, 1921, i divuit anys abans que veiés la llum el Curs de lingüística general, 1916, amb el qual Ferdinand de Saussure (1857-1913) inaugurava la lingüística moderna, el «melic del somni», el valor primordial del significant (no del significat) en l’economia psíquica, fins a l’extrem de ser la característica essencial del llenguatge humà, allò que el distingeix del llenguatge-codi dels animals i dels codis artificials.

7. «Admeto les crítiques».
Això és el que va puntualitzar Terricabras al COPC-Girona. El fet és que Oriol Pi de Cabanyes, a Fuera ‘cultura’. «La Vanguardia». Dilluns, 15 de desembre de 2008, havia escrit «El cambiazo del título (…) por el bueno de Terricabras (…) puede servir felizmente y más en estos momentos de crisis general del consumo, para capturar algunas ventas adicionales del libro por parte de quienes crean suponer que nos encontramos ante alguna obra inédita de Freud». No jutjarem les sarcàstiques respostes del traductor, malgrat considerar-les desproporcionades amb la crítica: «... no tinc res a dir-li perquè no ha entès res (…). Em pensava que ell sí que tenia, no més civilització, sinó més cultura (…). I entre altres perles, perdoneu-me, aquesta em sembla tan terrible que és que no li he pogut ni contestar, pobre, perquè el “matxacaria” (...). Devia d’estar begut quan escrivia tot l’article, i això l’excusa (...). En franquesa, em sap molt greu per l’Oriol que s’ha fet més vell que jo més de pressa i ho fa molt malament (...). I la gent obre la boca i ensenya les dents, i cadascú ensenya les dents que té, i si no té dents no pot clavar queixalades. Doncs no té dents.» 
Del que ensenya la psicoanàlisi sobre l’infortuni de l’home i de les seves respostes-solucions
Se’ns permetrà una digressió per a presentar altres qüestions cardinals errònies i/o omeses pels autors dels paratextos. Encara que la distància que separa la psicoanàlisi d’altres discursos que s’ocupen de la cultura i del sofriment psíquic i del malestar de l’home és molt notable, quasi res no es va dir al respecte. Es va censurar també el que separa la psicoanàlisi de la ideologia, i això que n’hi hagués hagut prou amb remetre el lector als quatre discursos que va presentar Lacan en el Seminari XVII El revers de la psicoanàlisi, dictat durant 1969-1970 a la facultat de dret a la plaça del Panteó, de París (discurs de l’Amo, discurs Universitari, discurs Histèric i discurs del Psicoanalista) i que configuren els diferents tipus de vincle social. És cert que aquesta recomanació delataria que el que la fa coneix que és Lacan qui permet llegir el Freud freudià, això és, el Freud psicoanalista, la qual cosa no sembla que en aquesta ocasió sigui així.

1. De la falta a-ser i la gran sort del subjecte.
Sort és sens dubte que algú sigui agraciat amb el primer premi de la primitiva. I si toca i per desgràcia aquesta persona està malalta? Bé, es dirà, els diners sempre ajuden. Sense necessitat de la malaltia, el sofriment ens amenaça per tres costats: pel cos, condemnat com està a la decrepitud; pel món, amb les seves forces destructores; i per les relacions amb els nostres congèneres, sempre problemàtiques. És cert que haver abandonat l’estat primordial de naturalesa (urzustand) i la mateixa renúncia pulsional (triebverzicht) ens ha comportat un descontentament estructural (unbehagen), però no es concep que puguem viure fora de l’àmbit de la civilització sense patir penúries majors que les que la mateixa civilització ens ofereix, i més per la nostra deficient constitució. Sigui com sigui, els sofriments, les penúries i les decepcions poden ser suportables si el cap funciona, com habitualment es diu; però allò psíquic no només influeix en el cos sinó que el subjecte humà no es comprèn sense la interrelació d’aquests dos ordres.

La psicoanàlisi ha descobert alguna cosa ben curiosa al respecte, encara que, en realitat, els seus descobriments sempre tenen aquesta singular característica. Ha descobert, en primer lloc, que la gran sort del subjecte humà és estar en falta (falta que queda representada en el subjecte barrat, !). Això vol dir que per la falta (a-ser) es pot predicar la normalitat d’una persona. Allò que li falta al subjecte amb el qual ens creuem pel carrer és un objecte que de tenir-lo, lògicament, el completaria, atès que aquest objecte vindria a omplir, a completar, a obturar la seva falta i, per això mateix, en faria un subjecte ple. Aquest objecte que li falta a aquest subjecte és el que en l’àlgebra lacaniana es coneix com objecte a; i ara podem afegir que aquest objecte és un objecte perdut per sempre i que per estar-ho es va constituir en objecte causa del desig. En resum, el desig, allò que fa que cada dia ens aixequem del llit, és sempre d’una falta i la seva causa és l’objecte perdut per sempre, un objecte que el subjecte suposat-normal mai no podrà trobar.

¿Quan vam perdre aquest objecte que per ser absolutament perdut es constitueix en causa del nostre desig? En la més tendra infància, moment de completesa que respon al nom de narcisisme primari. El problema és que, d’aquest moment mític, algunes persones, per una raó que succintament exposarem, no han pogut sortir, com és el cas del psicòtic. És a dir, conseqüència de la falta absoluta de vacüitat de l’objecte del cos i de la ment, o sigui, de la no extracció radical de l’objecte a de l’ésser del subjecte, és la dissort del psicòtic i, per això mateix, aquesta malaltia denuncia que la falta (la necessària falta per la qual una persona és un subjecte suposat-normal) arriba a faltar. El psicòtic, per dir-ho en dues paraules, ja no és a-ser, ja no es troba en falta sinó que és ple: a + A = S. (Li falta la falta; i li sobre el gaudi mortificant).

2. Gaudi versus plaer.
Allò que el psicòtic no ha perdut (el gaudi) és el que l’ancora al narcisisme primari. Els darrers psicofàrmacs reprimeixen el seu patiment, sense altra pretensió curativa. Però, què cal entendre per gaudi? Un excés d’excitació que s’inscriu i s’experimenta de diferents maneres en el cos i/o la ment, i que per ser-ho sempre és mortificant, a diferència del plaer que és parcial i plaent.

3. De l’extracció de l’objecte del gaudi del camp de l’Altre.
Es tractaria, doncs, d’extreure aquest gaudi que inquieta, que atordeix, que maltracta de moltes maneres. Com aconseguir-ho? En primer lloc, la falta (manque à être del subjecte) que impedeix al subjecte suposat-normal sofrir els turments del gaudi Altre que fàl·lic (expressió que significa que el gaudi no està regit per la castració simbòlica), en ocasions produeix a aquest mateix subjecte una inseguretat major de la necessària, així com desassossec, intranquil·litat, angoixa, insatisfacció, etc., (que recullen expressions com «És com si un mai no pogués estar bé del tot», «Tampoc no és això el que jo desitjo», «Res no m’omple», «És com si em faltés alguna cosa», encara que aquestes frases poden ser enganyoses perquè és precisament la falta la que garanteix la tranquil·litat d’ànim i la salut del cos). La qüestió és que aquests i altres malestars i símptomes que pot sofrir una persona no necessàriament neuròtica responen al fet que l’extracció del gaudi (sempre femení, sempre matern, perquè va més enllà del fal·lus, més enllà del gaudi regit per la castració i, per tant, és sempre d’ordre infinit, d’aquí també que les dones siguin propenses a patir-lo en el cos i els homes en el pensament) no va ser absoluta, com tampoc no va ser absoluta la repressió en l’infans (en llatí el que encara no parla; l’oh inch of nature shakespearià) de les pulsions agressives i incestuoses.

4. L’àngel caigut i la Funció-del-Pare. (Límit estructural i contingència).
L’àngel caigut de la psicoanàlisi és l’objecte a, un objecte separat de l’Altre per la Funció-del-Pare en l’operació de constitució del subjecte; però essent l’objecte a la marca de l’èxit d’aquesta funció en denuncia també la seva inconsistència, ja que aquesta funció no anomena l’objecte, així com la seva contingència. En termes clàssics ¿qui extreu el gaudi del cos mortificant i reprimeix les pulsions agressives i incestuoses de l’infans, qui ha d’operar la castració simbòlica que socialitza el cadell humà? La Funció-del-Pare. Aquesta operació resignifica la primera pèrdua que és la de la cosa pel llenguatge: el llenguatge mata la cosa i des de llavors el cadell humà haurà de fer-se entendre, passar el seu desig pel congost de les paraules amb el que això implica de pèrdua del gaudi. En d’altres paraules, així és com el subjecte esdevé castrat, o sigui en falta, ja que la Funció-del-Pare el separa de l’alienació-capritx de la mare. (Fins aquest moment l’infans era l’objecte que omplia la falta de l’Altre, mare, i el mateix infans esdevenia també per això un ésser ple).


Només hi ha un problema. Aquesta funció no és absoluta i, a més, es contingent. En el millor dels casos la Funció-del-Pare té una deficiència, un límit o vici estructural que determina que fins i tot el subjecte suposat-normal pugui sofrir en algun moment de la seva vida el malestar del gaudi en el cos o en el pensament (infortuni ordinari), o bé es vegi impel·lit a manifestar les seves pulsions agressives i incestuoses (perverses), i més si les circumstàncies ho permeten (guerra, poder, escenaris de masses o anònims, etc.); i tot això per sorpresa dels qui consideraven aquesta mateixa persona com un model de salut, moralitat i civisme. (D’aquí que del subjecte humà només puguem predicar una suposada-normalitat). Són, amb tot, les mancances de la Funció-del-Pare (contingència com allò oposat a necessari, ja que aquesta funció pot succeir o no succeir, suplir-se o, fins i tot, se’n pot prescindir) les que determinen els símptomes del subjecte suposat-normal, del neuròtic i del psicòtic. S’entendrà llavors que el pare sigui un símptoma per dues raons. En primer lloc, perquè la seva funció és reprimir, i de la repressió, com és propi de l’estructura del símptoma, retorna allò reprimit (disfressat) en el mateix símptoma, per exemple, en la suposada-normalitat d’un subjecte; i en segon lloc, és símptoma perquè és el que «no funciona» en el sentit que la seva operació té una deficiència estructural i, a més, pot no funcionar en absolut (contingent).

5. Solucions a la mancança de la Funció-del-Pare.
Des de temps immemorials, homes considerats savis i fins i tot sants han establert solucions-respostes per calmar el dolor d’existir i el sofriment psíquic i somàtic, o sigui per a assolir el que es coneix com felicitat. En realitat, fins i tot els lenitius (Sorgenbrecher) són necessaris per al subjecte suposat-normal, ja que aquest subjecte no deixa per això de cridar a l’Altre que l’habita (a l’Altre del llenguatge) perquè li doni allò del que manca, o sigui, perquè l’ompli. (El desig és d’una falta i el subjecte intenta omplir-la). El que ocorre és que el subjecte truca a una mala porta, ja que l’Altre també és troba mancat, o sigui, com el subjecte també l’Altre és en falta, s(2). És per això que el desig evoca sempre la manca d’ésser (a-ésser) sota tres presències del buit, les quals són el rerefons de la demanda d’amor, l’odi que nega l’ésser de l’altre i, per últim, allò que s’ignora en la demanda a l’altre.

La qüestió aquí és que les respostes-solució contra el malestar del subjecte en la cultura no van més enllà de desfer els passos, o sigui, de retornar a l’abraçada materna, al moment en el qual el subjecte era un ésser sens falta. Quan Freud parla de «sentiment oceànic» es refereix a un sentiment d’eternitat del subjecte, a una mena de necessitat de dissolució del Jo en el Tot que revela la seva tendència a la tornada a l’època del Jo primordial, infantil per indiferenciat de l’Altre matern. Les solucions proposades des d’antic són imaginàries i permeten afirmar que el subjecte humà, a més de no ser molt intel·ligent, no vol el seu bé, atès que sabem que el psicòtic ho és per ser un subjecte sens falta, sense la falta necessària per abandonar el narcisisme primari a favor del narcisisme secundari que permet un vincle social no regit per la suspicàcia i la certesa paranoica.

Si bé omplir el buit del Real és impossible (l’objecte a, l’objecte causa del desig està perdut per sempre, tant és així que l’a, com figura d’un forat en l’Altre, (no es especular), l’home no ha deixat per això d’intentar omplir-lo amb objectes imaginaris, i(a), els quals li procuren un plus-de-gaudi, una plusvàlua del gaudi que mai no podrà assolir. Aquests són els objectes imaginaris (metonímia de l’objecte a) que apareixen en el que denominem el fantasma que, per això mateix, constitueix el suport del desig, !,a. En fi, la història ens recorda aquesta innegable veritat, que l’home no pot viure sense respostes imaginàries per pal·liar en el que sigui possible el seu malestar. Ara bé, el que el discurs universitari ens diu i, alhora encara demostra menys, és que la majoria de les respostes al patiment i infelicitat són intents neuròtics de curació, a més d’una denúncia dels límits del principi del plaer. El desconeixement d’aquest descobriment psicoanalític és el que permet procedir en el millor dels casos des de la intuïció. El que ningú no ignora és que en no poques ocasions les respostes a l’infortuni humà han estat instrumentalitzades per indesitjables personatges. Però el que caldria subratllar és que va ser Freud el primer que denuncia des d’una perspectiva no ideològica els intents neuròtics de curació, les il·lusòries solucions-respostes que condueixen el subjecte al pitjor, el qual res no té a veure amb l’arravatament de Nietzsche contra la moral tradicional, per exemple.

Altres respostes imaginàries per a protegir-se de la deficiència constitucional, de la precarietat, del malestar ordinari i del sofriment psíquic són els sedants i la intoxicació química, que eviten el dolor, procuren una tranquil·litat momentània i desvien l’atenció de l’objecte que ens fa patir; la cultura ofereix altres satisfaccions com, per exemple, l’art, que permet evadir-nos de les preocupacions i, en ocasions, ens proporciona intensos moments de plaer; el treball és una altra forma subliminar de modificació de l’economia libidinal; es pot optar per l’aïllament voluntari, la cura narcisista del cos, l’addicció a les compres que suposadament omplen el buit estructural. Els gadgets, com la TV, Internet, el mòbil, els videojocs, etc., són també objectes imaginaris de l’a, objectes l’èxit dels quals obeeix al fet que permeten assolir-recuperar l’enyorat gaudi evitant la relació cara a cara, tot i això els gadgets i l’individualisme cínic que es troba a l’ordre del dia només deterioren el vincle social quan se’n fa un ús excessiu o exclusiu.

Igualment imaginàries són les respostes que conformen el saber i els manaments de la religió en sentit estricte. El precepte «estimaràs el proïsme com a tu mateix», de què parla Freud a El malestar en la civilització, i que el professor Terricabras omet, indica l’estratègia de l’home de crear un Déu a la mesura del seu gaudi. Tant és així que la sentència «nosaltres perdonem els nostres deutors» (o sigui, estima el teu proïsme encara que sigui el teu enemic) constitueix el desig de crear un Déu-Pare que ens perdona, que perdona el fill de l’home per haver-lo assassinat (desitjos edípics agressius), i per més fortuna aquest Déu bondadós redimeix els seus fills de la ferida narcisista (pèrdua de l’objecte del seu desig encarnat en la mare, també per a la nena en un primer moment) fins a l’extrem de permetre-li arribar a l’estat del gaudi absolut i la vida eterna. (Això és el que dóna nom a la Divina Providència).


Tot i que encara són molts els qui necessiten de la religió per a protegir-se del desemparament infantil no superat i per la necessitat de l’autoritat del pare, en la nostra societat de consum cada vegada són menys els qui aspiren a aquesta solució tradicional (renegament de la mort en la immortalitat o la reencarnació en la metempsicosi de les religions panteistes), essent reemplaçada per l’anhel d’experimentar el gaudi de forma directa i a ser possible sense dilacions. Aquelles deficiències al costat de la immemorial fam de nous objectes de la criatura humana (que té la seva causa com hem indicat en l’objecte perdut) es focalitza avui en ideologies orientals, atès que es presenten embolcallades (forma del símptoma) amb una mítica i original puresa. És així en la cultura psiconàutica (navegant de la consciència), una resposta al buit del Real que té la pretensió d’experimentar-lo i aconseguir la pau interior com un atuïment del desig, ja no tant amb substàncies psicoactives i psicodèliques (psychedelic, o sigui, el que fa manifestar la consciència), sinó mitjançant el ioga i la meditació. Els ensenyaments del filòsof presocràtic Parmènides d’Elea (510-450 aC), sobre el buit són anteriors als dels filòsofs indis Nāgārjuna i Aśvaghoşa (segle II de la nostra era), fundadors de la tradició Madhyamaka (camí del mig) del budisme Mahayana, així com a les de l’un dels majors representants de l’Escola del Buit (Kong Zong) a Xina, Dajian Huineng (o Wei Lang, 638-713) sisè patriarca del budisme Chan i Zen, fundador de l’Escola Zen del Sud, i, per descomptat, de les del venerable Gueshe Kelsang Gyatso, fundador de la branca Kadampa del budisme Mahayana; només la dimensió espiritual de la meditació és en aquests original. Potser la connotació antinarcisista que suposa la falta a-ser va motivar l’evitació del buit (el Śūnyatā oriental) i la inclinació a satisfer-lo per aquestes tècniques i discursos. Santa Teresa de Jesús (1515-1582) i San Juan de la Cruz (1542-1591), entre els nostres místics, no pretenien tant la purificació i l’obliteració del desig mitjançant la meditació, com es proposa l’orientació zen, sinó experimentar el buit com un gaudi viu i últim de l’èxtasi espiritual que implica l’abraçada amb Déu. Algú podria pensar que Plató parlava del buit i que era el garant de la impossibilitat d’arribar al Real (com el nom filosòfic dels Universals). El que passa és que per al director de l’Acadèmia el buit estava ple, replet d’Universals i, d’altra banda, la seva existència dictava, mitjançant l’aristos, el que era moral i el patró mateix del que era bell i just com a sinònim de felicitat.

Quant al discurs científic (que com és conegut es vol aliè, encara que cada vegada menys, del subjecte que parla, en tant que no concedeix la importància que deuria a la història i a les relacions que determinen la seva manera d’ésser i els seus símptomes), a partir de la versió moderna que s’inicia en el segle XVII amb René Descartes (i el seu dubte metòdic respecte a tots els sabers establerts, especialment el metafísic; però sense qüestionar mai el jo–moi), i més amb el gir tecnològic a principis del segle XX, intenta també obturar el buit del Real, no aconseguint sinó fer del descobriment-invent-progrés una mena de condemna com la que van patir les filles de Dánao, les quals a l’Hades omplien un barril sense fons com a càstig per haver assassinat els fills d’Egipte al llit nupcial. I per si això no fos poc, la malaltia pot ser un refugi per resoldre l’infortuni estructural del subjecte.

En aquests i altres objectes, tècniques i discursos, l’home de totes les èpoques ha recuperat una mica del gaudi absolut i perdut en la més tendra infantesa (recupera el plus-de-gaudi per ser la plusvàlua d’aquell), no fent amb això altra cosa que renovar la pena i el desconeixement que el condiciona. Es comprendrà que el deteriorament epistemològic d’alguns discursos comporti la seva més radical falta d’ètica. A fi de mitigar en la mesura del possible aquesta deficiència potser caldria recordar que el superjó cultural, encarnat en les institucions en les quals descansa la cultura (les normes del dret, els manaments de la religió i els preceptes de l’ètica), no està menys determinat per la deficiència estructural de la Funció-del-Pare que els lenitius esmentats, i que aquestes institucions, com és ben conegut, treballen amb els seus mètodes persuasius i ideològics contra el gaudi pulsional.

6. Infelicitat i paradoxes de la subjectivitat.
Aquesta qüestió es pot resumir en quatre punts. 1. La subjectivitat s’imposa a allò extern. Si bé l’home busca la felicitat (com recorden tots el savis del món) hi ha quelcom intern, no extern, que li ho impedeix, com va descobrir Freud. 2. El plaer és efímer. La felicitat quan s’aconsegueix només és temporal. 3. El subjecte no vol el seu bé. No succeeix sempre però sens dubte moltes vegades en virtut de la pulsió de mort. 4. L’amor no protegeix contra la felicitat. Com bé deia Freud «Mai no estem menys protegits contra les dissorts que quan estimem: mai més dissortats i desvalguts que quan hem perdut l’objecte estimat o el seu amor.»

 7. Joyce, el saint homme.
No són molts els qui pertanyen al conjunt de James Joyce (1882-1941), d’aquell saint homme, com l’anomena Lacan, a causa que va rebutjar tota solució imaginària per inventar una nova manera de fer-amb-el-símptoma, un nou fer amb l’escriptura per a una millor reorganització del seu gaudi mortificant. 

L’ego fonamentat en l’escriptura va donar lloc a un sinthome, això és una suplència de la fallida Funció-del-Pare, un quart nus per lligar l’estructura (Imaginari, Simbòlic i Real) davant la impotència de qui li corresponia fer-ho.

8. De la nostra pràctica.
Està destinada a fer que un adverteixi de quina manera és víctima (i de vegades còmplice, gairebé sempre sense saber-ho, la qual cosa no el fa menys responsable) dels discursos que han quedat inscrits en el seu fur intern i que comanden la seva atzarosa vida a la manera de significants amos, tractament que permet viure l’infortuni sense el gaudi que mortifica el cos i l’esperit i el desig de forma digna.

De la presentació pública al pròleg
1. Desgreuge i desubjectivitat de l’obra de Freud.
L’estructura del pròleg dóna a entendre aquest desig de tarannà prometeic per part del professor Terricabras, «La seva aportació ha estat decisiva (…) Freud no pot deixar indiferent a ningú. La lectura de la seva obra és un desafiament i un estímul: el desafiament del malestar que ens provoca la civilització; l’estímul per continuar lluitant, tot sabent que la victòria no serà mai definitiva». Massa bonic per a ser veritat: «Freud no fa referència a l’angoixa de la castració, quan en canvi se subratlla molt la pulsió de mort.»

Aquesta sorpresa de Terricabras indica que li ha passat per alt que la falta, la castració de l’Altre, 2, i del subjecte barrat, !, a més de ser insuportables, son un carrer sense sortida per a la convivència pacífica dels homes i de les comunitats. Els grups humans no es mantenen per les necessitats, ben al contrari, és en virtut de la falta (d’allò que només imaginàriament falta a la dona, i que els homes només presumptament tenen, el fal·lus) que s’organitzen i perpetuen les societats, ja que si hi ha quelcom a satisfer és la justificació del grup davant d’altres grups. D’altra banda, mai no se subratllarà suficientment que la paraula és el recurs humà per antonomàsia contra la violència.

Però si haguéssim d’indicar un tret que travessa el pròleg d’aquest professor seria la no discriminació de les aportacions de Freud i la incapacitat per reconèixer una diferència que no sigui la literària entre Freud i Nietzsche, Wittgenstein, Darwin, Marx, i les elucubracions de sentit comú del filòsof Jean-Jacques Rousseau (el contracte social necessari per viure en societat, i la tornada a la naturalesa com resposta al malestar que produeix la ciutat i el desenvolupament), «el procés civilitzador (…) consta d’un pas decisiu: la substitució del poder de l’individu pel de la comunitat». Aquesta lectura contractual pot induir a pensar que Freud és un dels pensadors que van apuntar l’obvietat que la repressió ve de fora (de la cultura). El conflicte o discòrdia primordial no és entre cultura i individu, sinó entre sexualitat (pulsions incestuoses) i el pare (Funció-del-Pare), ja que el pare és el garant de la civilització, essent aquesta la conseqüència que el pare hagi reprimit, com sabem en la mesura de les seves possibilitats, les pulsions agressives i incestuoses de la seva progènie.

La lectura que Terricabras fa de Freud és antiquada i a vegades incorrecta. Sabem que sap algun acudit, ja que en va explicar un de quan era estudiant a Alemanya, i també sabem, perquè ho va dir a la presentació de la seva traducció, que va estar amb pobles indígenes a la selva de Colòmbia; òbviament la seva experiència allà res no té a veure amb la de l’antropòleg francès i amic de Lacan, Claude Lévi-Strauss. Sabem també que és dels que pensen que a l’hora de viure o de saber viure no s’ha de ser ni massa pessimista ni massa optimista; que al pessimista li recomana que es prengui un got de whisky (i si cal dos) i a l’optimista que la vida ja li donarà un disgust; i que pensa que el que cal és ser lúcid. Però aquest home tan viatjat i de consells tan desconcertants, no estableix en el seu pròleg un plantejament tan bàsic i tan d’acord amb el que diu Freud com és el següent: 1. Quines són les patologies socials actuals? Més enllà de les causes, cal presentar almenys el problema del terrorisme, el genocidi, l’abús de poder, la prevaricació, assetjament de gènere, el segrest, el narcotràfic, la màfia, la incidència de la perversió de l’Estat en el cos i en l’esperit del desvalgut subjecte, el desemparament de l’home degut a un estat desertor de les seves funcions jurídiques i socials, la letargia de l’Estat del benestar, etc., etc.

2. Com afecten individualment i col·lectiva aquestes patologies? Cal preguntar-se pel canvi i la repercussió de la llei, els valors i les creences en una època, la del capitalisme tardà, en la qual les persones cada cop són més alienes als endevins que pronostiquen el futur llegint les estrelles (fins i tot seguint-les), essent les tendències, totalment desacralitzades i velles només de néixer, l’únic que sembla interessar. I per últim, 3. Les pràctiques individuals i socials contra aquests malestars en la cultura. Aquí caldria presentar les respostes actuals, públiques i privades, per a aquests malestars en les societats capitalistes i en aquelles que segueixen un model econòmic i polític diferent, sense oblidar, en cap cas, el pes ideològic d’unes i altres i la seva repercussió en la forma d’actuar de la gent.

El pròleg no ens diu si Terricabras s’ha preguntat ¿quin nou Déu vindrà a omplir el buit existencial del subjecte, quin nou amo (ideologia, ciència, tècnica, passió, esport, moda, passatemps…), en fi, quina nova aparença enganyosa haurà d’inventar que l’animi a seguir vivint? I, per descomptat ¿com viu l’analizant la pulsió a la fi de l’anàlisi, això és, una vegada que ha travessat totes i cadascuna de les identificacions patògenes que l’ancoraven al gaudi mortificant, i ja no és, per això mateix, un individu dels quals el narcisisme no els fa recomanables ni per a ells mateixos? Aquestes i altres deficiències treuen valor a una idea certa i no reconeguda per molts crítics de Freud, com és que «En les seves obres, Freud no deixa traspuar qüestions personals». Serveixi tan sols com exemple que ni les catàstrofes de la Primera Guerra Mundial, tampoc la mort de la seva filla Sophie el 1920, abans de complir vint-i-set anys, i del seu nét Heinele, de quatre anys, el 1923, ni el seu càncer de mandíbula no van influir en Freud a l’hora de reconèixer en l’ésser humà la pulsió de mort.

3. De la veritat.
Com deia Lacan, la veritat no és sempre bella. I no s’equivoca tampoc qui sosté que no hi ha res cert o fals abans de la paraula. A vegades, i aquesta no sembla que sigui l’excepció, el que pretén parlar de tu a tu amb Freud, és a dir el prologuista i/o traductor que amb tant d’atreviment s’ha llançat a crear, per dir-ho així, un Freud no freudià, sol acabar, com en l’experiència de l’aprenent de bruixot, assassinat per la seva pròpia creació.
Girona, dicienbre de 2009
José Miguel Pueyo










La universidad, la mamá olvidada,
según el profesor de filosofía Norbert Bilbeny

El éxito es ir de fracaso en fracaso sin desesperarte”Recién comenzado el curso académico 2016-17, el catedrático de Ética en la Universidad de Barcelona (UB), Norbert Bilbeny, afirmaba en La Vanguardia (19 setiembre de 2016), «Hay que hablar de la universidad: nuestra madre olvidada.» Según este barcelonés de 62 años de edad, que cree en el Tao y en los Evangelios, la universidad es «el alma máter, nos formó, abrió horizontes y nos autorizó para ejercer una profesión. Pero luego ya no pensamos más en ella. Es un defecto endémico de nuestro país, como la impuntualidad o el miedo a hablar en inglés. Entonces, algo va mal. Si la universidad ha sido la mamá de nuestra alma o inteligencia adulta, ¿por qué no somos más agradecidos con ella?

Difícil es encontrar una generalización más amplia. No forma a los psicoanalistas la universidad, hecho que no implica incompatibilidad alguna entre esa magna institución y el psicoanálisis. Me permito recordar que el plano teorético del psicoanálisis es susceptible de ser conocido en la universidad. Tampoco fue ese mi caso, aunque en aquellos días había una asignatura optativa denominada Principios de psicoanálisis. Lo subrayable es que no existe formación psicoanalítica que no sea la de las formaciones del inconsciente del futuro psicoanalista, esto es, de los síntomas, entre los que se encuentra el deseo de ser psicoanalista, y que tiene como conditio sine qua non el análisis del futuro psicoanalista con un psicoanalista (psicoanálisis en intensión). En cuanto al conocimiento de la teoría psicoanalítica la contemplo más que como el aprendizaje de un saber cómo una transmisión de la teoría de las disciplinas afines al psicoanálisis (psicoanálisis en extensión), disciplinas y saberes a los que el psicoanálisis puede aportar su singular visión merced a lo que la clínica psicoanalítica ha enseñado y sigue enseñado a los psicoanalistas. El psicoanálisis no es una disciplina entre otras en el campo de la cultura. No lo es al menos porque a diferencia de lo que acabo de indicar siempre esperamos que otras disciplinas aporten alguna idea al psicoanálisis. Pese a todo, nuestro agradecimiento no es menor a las disciplinas y saberes por sus préstamos conceptuales y andamiajes intelectuales. Por lo demás, la enseñanza teórica del psiconálisis está presidida por la pasión del lazo transferencial maestro-alumno. Pero a diferencia también del lazo clásico maestro-alunmo, en la transmisión de los descubrimientos del psicoanálisis ese lazo debe ser analizado, lo que no quiere decir que obligatoriamente tenga que romperse, y menos aún romperse por el narcisismo del alumno que adolece del juicio necesario para comprender que «Es de bien nacido el ser agradecido». Ninguna gratitud pues a la universidad. Tal es mi caso. Aunque debo reconocer que la universidad me permitió hacer la diferencia entre lo que allí se enseñaba y el psicoanálisis. La universidad no me abrió ningún horizonte, y menos aún me autorizó para ejercer una profesión, como sería, por decirlo así, del psicoanálisis. Más que madre existe un padre en lo que soy y hago, padre diferente al reproductor por ser el que me hizo ver la crucial diferencia entre la ética de los ideales y la del bien decir del síntoma, ética está última que siendo ajena al engaño y la impostura no desatiende al modo en el que el analizante puede estar implicado en lo que se queja. En esto también existe una diferencia radical entre el filósofo y/o intelectual y el psicoanalista. 

Entrevista a Norbert Bilbeny, filòsof, que acaba de publicar l ...En el mismo artículo afirma el profesor Bilbeny que «Los estudiantes y sus familias sostienen con su esfuerzo y sus impuestos la universidad pública. Sin este apoyo no habría universidad. Pero se necesita la segunda parte: el interés por la universidad en sí misma. Para que la universidad siga como un servicio público por la educación superior, la formación profesional y la responsabilidad cívica de las personas. Lo cual trasciende al individuo y tiene una importancia social.»

No incidiré en la estremecedora y no siempre engañosa consideración de que «La universidad es una fábrica de parados,» de desorientados parados, sostienen algunas personas, y no sólo estudiantes. Pero ahora, más bien desde hace tiempo, el título, la licenciatura, por ejemplo, no legitima para optar a un puesto de trabajo, pues el opositor sabe que tiene que hacer algún máster y más de un cursillo si quiere estar en las mismas condiciones que aquellos que pretenden el mismo puesto de trabajo que él. Sinvergüenzas, corruptos y terroristas, los hay que no saben escribir pero tienen dos carreras y hablan cuatro idiomas, por lo que la responsabilidad cívica de las personas que garantiza la universidad está lejos de ser una realidad. El psicoanálisis, no me queda otra elección que recordarlo, está ahí donde la educación falla.

Bilbeny se encuentra en el grupo de personas que, como él mismo afirma, «No queremos un país basado en el turismo, los bajos índices de lectura y Telecinco como espectáculo preferido. Hay que centrarlo en la industria y el conocimiento; en la madurez ciudadana y la juventud creativa. La universidad es clave para este objetivo. Pero la universidad no está ni en la opinión pública ni en la agenda de la política. Estamos a la cola de Europa, aunque las universidades catalanas sean las primeras en el Estado español… La universidad no es del Gobierno; es de la sociedad. Es esta la que tiene que darse cuenta de que invertir en educación superior es hacerlo para ella misma… Hubo una vez, con Joan Rigol, un pacto nacional por la cultura en Catalunya. Debería haberlo ahora por la universidad. Esta no puede depender de una reglamentación inflada y centralista, sino de una agencia nacional que confíe de verdad en la autonomía universitaria y distribuya los recursos según las necesidades y la aportación real de cada centro. Tenemos que hablar.»

Sabe este profesor lo que es barrer para casa, así es en la constatación de que «las universidades catalanas son las primeras del Estado español». Pero todo indica que ignora que nuestro país no es Alemania, tampoco Noruega o Suecia. El clima, los parajes, las costas no son lo de menos; y lejos de reprender al turismo habría que entender que de lo que se trata es de tener un turismo de calidad, como exigible es tener un excelente en todo lo que tiene que ver con la restauración. La endogamia y otros vicios de la universidad cabría mencionarlos al lado de lo que Michel Foucault denominaba Poder pastoral, que junto al Sujeto comunicacional hacen sujetos, esto es subjetividades para mayor goce del Estado que se pretende criticar.

 
Girona, 30 de setiembre
José Miguel Pueyo

 





























Enrique Lynch


Es licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y obtuvo el doctorado en Filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona. También ha realizado estudios de posgrado en la Universidad de París I, Pantheón-Sorbonne y dictado cursos y conferencias en numerosas universidades e institutos de investigación de Europa, España y América Latina. Actualmente se desempeña como profesor titular de Estética en el Departamento de Historia de la Filosofía, Estética y Filosofía de la Cultura en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona. Tradujo más de veinte títulos de filosofía contemporánea y ha dirigido colecciones de filosofía y ensayo en distintas editoriales. Es colaborador habitual de la prensa española y de América Latina.

 ENRIQUE LYNCH


Entre sus obras se cuentan: La lección de Sheherezade. Filosofía y narración (1987); El merodeador. Tentativas sobre filosofía y literatura (1990); Dioniso dormido sobre un tigre. A través de Nietzsche y su teoría del lenguaje (1993); Prosa y circunstancia (1997); y Sobre la belleza (1999).



Fondo de Cultura Económica ha publicado In-moral. Historia, identidad, literatura (2003) y Filosofía y/o literatura. Identidad y/o diferencia (2007).






TRIBUNA: ENRIQUE LYNCH

Revanchismo de género

EL PAÍS      

Jueves, 19/11/2009

Por la ventanilla del metro de Barcelona alcanzo a ver una valla concebida por el Ministerio de la Igualdad, creado por el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero. En primer plano, una mujer joven y atractiva llamada Angie Cepeda luce unos preciosos pendientes de plata. Su mirada es diáfana y la complementa con una sonrisa displicente, quizá un punto altanera. El lema de la valla reza: "De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo".

Este feminismo resentido es más claro en las letras de las canciones. En un primer momento esta consigna cargada de insinuaciones y connotaciones -cosa lógica, si no, no sería tal- despierta mi alarma. Primero, parece afirmar que una mujer española contemporánea tiene (mejor dicho, el eslogan implica que ha de tener) muchos hombres; o da por sentado que ya los ha tenido, afirmación que, cuando menos, resulta discutible. Segundo, la redacción adultera un cliché, puesto que lo normal sería dar la sintaxis en pasado. Según los principios igualitaristas lo correcto habría sido: "De todos los hombres que hubo en mi vida ninguno fue más que yo".

Redactada así, la afirmación habría sido consistente y hasta neutral pero, claro, no serviría al anhelo de revancha, que parece inevitable en cualquier referencia actual a la condición femenina. Por curiosidad busco en Internet la campaña y compruebo que el eslogan en boca de hombres no sugiere lo mismo. O sea que hay evidentes matices "de género". ¿Qué es lo que resulta chocante aquí? Que parece jalear la guerra de sexos, como desde hace décadas hace el feminismo mal encarado, según la pauta de lo que Nietzsche llamaba "moral de la víctima". He ahí la razón de mi alarma: la sola presunción de que un hombre pretenda ser más que una mujer; o que una mujer se declare superior a un hombre, es lo que este ministerio debería combatir sin dar lugar a equívocos.

Incurrir en feminismos implícitos de cualquier índole es una contradicción flagrante de la función para la que este Gobierno concibió el Ministerio de la Igualdad. Ninguna repartición pública debería alentar subrepticiamente a las mujeres a ser más que los hombres y, en este caso, parece claro que la consigna no sugiere la igualdad de los sexos sino que viene a recomendar que "ningún hombre ha de ser más que una mujer"; pero, como en semejante jerarquía elemental si no "eres más" necesariamente "eres menos", las mujeres no tienen más remedio que pensar que Angie Cepeda, erigida en portavoz del Ministerio de la Igualdad, les aconseja imponerse a sus futuros hombres.

Ahora bien, las aberraciones de esta valla no son sólo sintácticas o connotativas o adverbiales. Se supone que estimula a las mujeres a no dejarse avasallar por sus hombres, pero lo que en verdad hace es recordar aquella escena memorable con que comienza la película Magnolia, en la que un espléndido Tom Cruise interpreta a un conferenciante que dicta lecciones llenas de entusiasmo y beligerancia ante un auditorio de "machos humillados" y los arenga con un:"Respect the cock!". O sea: "¡Un respeto por la polla!", que Cruise clama delante del enfebrecido grupo de hombrones que aplaude y vitorea todas y cada una de sus ocurrencias machistas.

No recuerdo mejor parodia y merecida trivialización del feminismo de revancha, realizada por un procedimiento muy simple: poner en boca de los odiados machistas los argumentos más tontos de las feministas.

El revanchismo "de género" es lo que ahora se airea y se difunde por innumerables medios públicos y privados y que, en un país vergonzantemente árabe y misógino como es España, no sólo bastardiza una cuestión -la relación entre hombres y mujeres- que es de una enorme complejidad, sino que subsidiariamente no ha hecho sino aumentar de forma alarmante la tasa anual de actos de violencia machista al lanzar a las mujeres al choque con machos ignorantes y brutales, hombres que -nunca olvidemos esto- han sido gestados, amamantados, criados y formados por mujeres. Bestias educadas por féminas, bárbaros que, más tarde o más temprano, caerán sobre ellas de forma implacable.

(Pongo "género" deliberadamente entre comillas porque después de leer lo que observa V.O. Quine a propósito del concepto en su Quiddities: An Intermitently Philosophical Dictionary [Cambridge, Mass.; Harvard University Press, 1989] no me atrevo a usar ese término sin las debidas reservas lógicas y de vocabulario).

El revanchismo "de género" (o sea, el resentimiento femenino) es un mal que se extiende imparable por todas partes. En el cine, por ejemplo, hace tiempo que está implantado: ¿qué otra cosa si no explica el éxito de aquella parábola semipublicitaria -como el resto de la filmografía de Ridley Scott- que fue Thelma y Louise?

Pero donde ese carácter resentido es más claro y elocuente es en las letras y en los videoclips de las canciones populares actuales. En este contexto el contraste con los antiguos modelos "de género" es harto evidente. Antaño, ante una ruptura o un desengaño los hombres solían -y aún suelen- llorar el amor fracasado, se emborrachaban para mitigar sus penas, se autocastigaban y se autodenigraban por sus faltas, su estupidez o su deslealtad y cantaban en tono elegiaco por la hembra perdida. Así ocurre en los tangos, en los boleros y las rancheras y en las conmovedoras canciones de Frank Sinatra o Billie Holliday.

Sin embargo, ante circunstancias parecidas, las mujeres actuales, que tan a menudo se identifican con una masculinidad imaginaria, no emulan la melancolía de los hombres sino que se calzan unas botas de caña alta, se atizan un atuendo de perdularia al estilo Madonna o un traje de leopardo y se retratan basureando sin piedad a potenciales amantes o pretendientes. Ni lloran ni piden perdón.

Hay ejemplos significativos en algunos videoclips de la frondosa discografía popular contemporánea: Shania Twain en That don't impress me much, en pose de femme fatale, toda ella leopardo; Shakira, en una canción titulada significativamente La tortura, donde despacha las excusas del golfo Alejandro Sanz con un A otro perro con ese hueso; y en una tonadilla pegadiza de Julieta Venegas: Me voy..., donde la mexicana arroja a su ex enamorado al vacío mientras levanta vuelo en un globo y tararea en tono angelical: "Qué lástima, pero adiós, me despido de ti y me voy...".

¿Tienes problemas con tu hombre? Escupe sobre él, maldice sus muertos, cámbialo ya mismo por otro, acaba con él; y si es preciso, tíralo por la ventana. No te cortes, que estás en tu derecho.

Lo dicho, tres nuevas canciones de esta guisa y la tasa mensual de asesinatos de mujeres acabará por triplicarse.
(¿No será este revanchismo resentido lo que ven venir con temor esos bárbaros islámicos..?).


COMENTARIOS:
No se si este hombre tendrá hijas, a las que habá educado en la sumisión y demás barbaridades escritas en este artículo.Recordando el nombre de este sujeto para no comprar nunca un libro de el y hacer apología de su grave insensatez. Artículos e ideas como estas fomentan la violencia." El pais " no debería consentir este tipo de artículos

El feminismo moderno ya no se trata de igualdad, se trata de venganza. Pero las feministas malignas siguen haciéndose las víctimas para que los hombres las sigan protegiendo a brazo partido (si los hombres no protegen a las mujeres no habría feminismo) y aun así se estafan a si mismas creyendo que son iguales. Bueno, hay que para a ese movimiento mentiroso y maligno.

Ahora hasta se pide la cabeza del autor, veo que mejoramos por momentos. Hagamos un sencillo ejercicio de cambio de dirección: "De todas las mujeres que haya en mi vida ninguna será más que yo". ¿Qué tal queda? bonito, ¿no? En el ámbito interpersonal, de parejas, o amigos, por ejemplo, no quiero estar por debajo ni tampoco por encima, pero también espero y doy por asumido que la otra parte desea lo mismo que yo conmigo. Si no así no me interesa. Y me da igual quien es la parte masculina o femenina de todo eso. Como personas deberíamos dar lo mejor de nosotros mismos, si no lo damos ahí que podemos esperar del mundo entonces.

Muy acertado el análisis del artículo. En nuestros días, no se estimula la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, sino una actitud de confrontación que, efectivamente, solo traerá más desgracias.

Sinceramente creo que al limitar su entendimiento del mensaje a una relación de pareja y nó a todos los hombres que pueden pasar por la vida de una mujer ( papá, hermanos, colegas, etc.), el autor erró totalmente en el análisis de su ártículo. Que le indigne más las posibilidades de un revanchismo que la realidad de la violencia contra las mujeres lo pone a la altura de cualquier machito de cuarta categoría. Este tipo de actitudes bien justifcan frases como "Si el hombre fuera el que abortara, el derecho a hacerlo estaría escrito desde los diez mandamientos". La violencia contra las mujeres es una realidad abrumadora, que la gente pensante se centre en encontrar la manera de resolverla, que los contados casos de hombres abusados por mujeres se lo dejen a las anécdotas de cantina.

Este artículo es apología de la violencia de género. Cuando asesinen a otra mujer Lynch dirá : ya os lo dije ...y el que avisa no es traidor... esas fotos... esas canciones... que es eso de querer tener derechos? a matarla!! Ya os lo dije " lo dicho, tres nuevas canciones de esta guisa y la tasa mensual de asesinatos de mujeres acabará por triplicarse" Esto es apología de la violencia de género
Tanto miedo le damos... tanto le molesta que después de siglos intentemos tener los mismos derechos que tiene el hombre... ¿ Tanto teme compartir los suyos?

Creo que 69 adriana es de las poquitas (personas) que está escribiendo algo con dos dedos de frente. Por cierto, para verguenza el concepto "discriminación positiva". Lamentable...

En México convivir con el machismo es cosa de todos los días y no sólo con opiniones baratonas (no veo una investigación eso es más que obvio), jamás pensé encontrarme esto en un periódico europeo qué decepción. Por favor pidan su cabeza promover este pensamiento, si quiera darle un espacio es como volver a 30 años en el tiempo. Además creo que su novia lo echó por eso anda resentido.
Prefiero creer que no he entendido bien este artículo. Entender que el anuncio cuando dice " Ningún hombre de mi vida será más que yo" se refieran a una pareja, que yo sepa hay muchos hombre en mi vida: mi pareja, mis hermanos, mis tios, mis amigos, mi jefe, etc. ¿Cómo alguien al que le dan el honor de escribir un artículo en un prestigioso periódico puede entender que solo se refieran a tu marido, y creer que por intentar establecer medidas para la igualdad de genero los hombres van a matar más a las mujeres, está claro que el anuncio no es muy bueno, pero no ser más que alguien no significa ser menos, también existe la opción ser iguales (por si el autor de este artículo no lo conoce). Y ser iguales no implica que los hombre y las mujeres seamos diferentes, y que cada persona es diferente de las otras, bien sabemos que nos referimos a la igualdad de oportunidades, a la igualdad ante la ley, a la igualdad de derechos ... creo que este artículo no debería haberse publicado.

El artículo es tan "impresentable" y francamente mal escrito que no merece la pena polemizar con estas opiniones.Lo mejor es pasar total...
Los hombres que tiene una mujer no sólo están en su cama, son su padre, sus hermanos, vecinos, jefes..... y no es una revancha de género, es una lucha por los derechos humanos de más de la mitad de la población mundial: las mujeres. Más que rabia o indignación-que también- este artículo me da vergüenza



Yo soy mujer y tampoco toleraré que ningún hombre de mi vida sea más que yo por el simple hecho de ser hombre, puede ser más que yo en conocimientos, más que yo en capacidad de trabajo, pero no admitiré a ningún que pretenda ser más que yo como persona, pero tampoco aceptaré a ninguno que sea menos que yo. En las relaciones entre personas, todos somos iguales (o deberïamos serlo). Ahora parece que somos muy modernos y lo "correcto" es demonizar al hombre, pero si todos reflexionáramos un poquito, si observamos a las personas nos hartamos de ver mujeres que humillan a los hombres en público con frases como, bah! este, que no se entera de nada. O: es que no sirve para nada. Anda, deja, deja, que ya lo hago yo, si no lo remata con un inútil, y los hombres simulan que no se enteran de esas vejaciones. Ahora intentemos imaginar la misma situación a la inversa. ¿Cuánto tardaría la mujer y cualquier persona que lo oyera de tacharlo de machista?. Queremos ser muy feministas y mezclamos cosas. Feminista no es aquella que necesita depender siempre económicamente de un hombre y cuya mayor aspiración en esta vida es encontrar a un buen macho que "la retire" (oído literalmente). ¿Quien da más?



Plantear que este presunto revanchismo postfeminista triplicará las agresiones de género me recuerda a aquellos años ochenta en los que se preguntaba a la mujer violada: "¿iba usted vestida provocativamente?" Por otro lado, el argumento maniqueo de "conmigo o contra mí" pensaba que también estaba en vías de ser superado: "que ningún hombre sea más que yo", no excluye que pueda significar que: "en toda relación laboral, familiar o personal, todo hombre será igual que yo". El tiempo convertirá este tipo de análisis en algo caduco y vergonzoso, como aquellas teorías del atuendo provocativo. Tiempo al tiempo.


Patético y demagógico escrito. A lo mejor más de uno está asustado ante la idea de que las mujeres no lloren a los hombres que las han tratado mal. Lo de las canciones me ha parecido tan facilongo...

Excelente análisis y artículo! Aunque haya personas, seguramente féminas, que lo critiquen, el autor retrata con toda objetividad la situación. Es realmente patético el extremo al que ha llegado el supuesto "feminismo" en algunos países. Lo que no ven tales personas es que tal actitud, la Revancha de género, lo único que provoca es reducir las posibilidades de sana convivencia de pareja, familar y social. Gracias al autor por una excelente y necesaria reflexión!


Esto se le está yendo de las manos al gobierno. Es una especie de caza de brujas contra el hombre. Es imposible conseguir la igualdad con leyes discriminatorias. Que se castigue la violencia de género sin contemplaciones, pero venga de donde venga, ya sea la víctima mujer u hombre. Y que se castigue de igual modo sin contemplaciones a quien denuncia falsamente y a sus abogados cómplices. Pues se ha creado un negocio del maltrato que mueve mucho dinero. NO A LOS MALOS TRATOS... NO A LAS FALSAS DENUNCIAS... NO AL S.A.P.... SI A LA CUSTODIA COMPARTIDA... Y SOBRE TODO SI A LA IGUALDAD!!!

Slogan: "De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo". Lo que yo entiendo (y también otras personas que aquí lo han manifestado): De todos los hombres que haya (desde el nacimiento hasta que muera) en mi vida (padre, hermanos, abuelos, tios, amigos, compañeros de trabajo, primos, vecinos, jefes, novios, maridos...) ninguno será más que yo. Cada uno entiende e interpreta las cosas en función de su experiencia o bagaje personal... Parece que el autor interpreta este slogan únicamente desde el punto de vista sexual... "Aberrantes" son las absurdas connotaciones que el autor ve en el slogan.

Quienes juran y perjuran que los lemas de la campaña son equilibrados, ¿estarían de acuerdo en que se intercambiasen? ¿Aceptarían que los hombres dijeran "ninguna mujer será más que yo" y las mujeres "ningún hombre será menos que yo"?

Pues a mí esta campaña también me ha sugerido revanchismo. Sintácticamente la publicidad (el eslogan) está mal construida ya que da lugar a equívocos. ¿O no os parece?Que una mujer diga: "...ningún hombre será más que yo"; mientras que los hombres no dicen ninguna mujer será más que yo; sino "niguna mujer será menos que yo" (lo que implica que existe un riesgo de denigración por parte del hombre) implica posturas implícitas en el mensaje. Estas posturas son, evidentemente, de poder, elemento que pudre la igualdad en cualquier relación. Y yo creo que de lo que se trata es de igualdad, no de asumir que un@s denigran, y otr@s parten de una posición inferior. Lo siento, es una campaña que no me gusta porque de lo que se trata es de eliminar clichés y confrontación, no de presuponerlos. Me pregunto hacia donde va todo este maltrato interior al que se somete el articulista que presume de culto, me hace reflexionar sobre nuestro antiguo refran..."dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".Carecer de respeto,evolución,autoestima, profundidad,empatía y ganas de vivir lo mejor del genero humano es no aportar nada y mantener la confusión sobre la que se instala nuestro sistema que es el patriarcal, R.M.Rilke decía que habría que pasar por la masculinización de la mujer hasta que llegaramos a ser" personas " y entonces aparecería el amor como signo evolutivo. Propongo paciencia....y sentido del humor ya que el sentido comun ,compruebo por ahora,que no lo es a tod@s.

Vergüenza, indignación, ofendidos, violentados... señores y señoras, un poco de tranquilidad. Parece que por estos lares no podemos "comunicarnos" sin descalificar, sin recurrir al exabrupto y sin prejuzgar personalmente. Sería más interesante -argumentar- sobre las ideas y no sobre el que las expresa, y asumir alguna vez que el que piensa diferente no tiene porqué encajar en una de las etiquetas que usamos tanto para desprestigiar.

Vamos a ver amigo, escritor. Yo no sé si es que estoy volviendo loca, si es que me falla la cabeza... si es que es necesario que retomemos los libros de la antigua EGB (por ejemplo el maravilloso Senda).. para que seamo capaces de leer y entender lo que leamos. Que maldita manía tenemos en esta nación de interpretar a nuestra conviencia todo lo que leemos... El anuncio no puede ser más claro y por claro que es, no entiendo como ha podido este señor irse por los cerros Úbeda de esta manera..... Vamos a ver, yo soy mujer, estoy casada, pero podía no estarlo... en mi vida han habido, hay y habrán muchos más hombres que mi marido: mis abuelos, mi padre, mi hermano, mis tíos, mis primos, mis profesores, mis amigos, mis vecinos, mis cantantes, mis actores, mis escritores, mis directores, mis pintores, etc... todos esos hombres han sido, son y serán mi vida. Y ninguno de estos MIS HOMBRES puede ser más que yo. Y con ello nos referimos a esa superioridad machista que supone la falta de respeto, la misoginia, el desprecio, el maltrato físico y psicológico, el abuso, el daño, etc... Por favor, un poco de respeto hacia la simplicidad que siempre es el mejor camino. En la lucha contra el machismo no hay una segunda lectura. Las mujeres no queremos ser como los hombres, queremos se mujeres con las mismas oportunidades que ese otro ser humano que es el hombre. Y caminar de la mano y construir junt@s.

Javier - 20-11-2009

BASTA YA de abusos, basta ya de victimismos falsos, de falsas denuncias, de meter a todos los ombres en el mismo saco, si a la igualdad laboral, política Y FAMILAR!!!!!!!!!!!! CUSTODIA COMPARTIDA PARA TODOS YA!!!!!!!!!!!!

Hay gente que el propio resentimiento que critican lo hacen tan, pero tan público que su opinion es imposible de leer en serio. Este caballero nos intenta convencer de que es el feminismo el que está resentido (y no luchando por nuestros derechos y libertades como ha hecho siempre) al contrario de él mismo, el autor de este texto, que PARA NADA está resentido CON NADA, en ningun momento se siente amenazado por mujeres con poder y fé en sí mismas, y se ve obligado a aludir a 1)formas sintácticas que en su cabeza sugieren algo, y b)los comportamientos auténticos, humanos, correctos, de los hombres ante el duelo y luego encima criticar a las mujeres por no imitarlos. Me parece de maravilla que este señor se declare un machista de tomo y lomo, pero a mí el prejuicio escondido que no me lo pasen por tolerancia.










Maruja Torres

Nacimiento marzo de 1943

España, Barcelona

Nacionalidad española

Ocupación Escritora, Periodista, Guionista


Le dan la del pulpo a la ordinaria Maruja Torres por insultar a un ... 
María-Dolors Torres Manzanera, más conocida como Maruja Torres (16 de marzo de 1943, Barcelona) es una escritora y periodista española, ganadora de los premios Planeta y Nadal.

Nacida en el barrio barcelonés del Raval y de familia murciana, se dedica al periodismo desde los 21 años, pese a no tener formación académica en dicho campo. Comenzó su carrera periodística de la mano de la escritora Carmen Kurtz como secretaria de redacción en el diario La Prensa, tras realizar un curso de taquigrafía y mecanografía. Más adelante colaboró en diversas publicaciones, como el semanario Garbo, las revistas Fotogramas y Por Favor. Escribe artículos en el diario El País.

En 1989 fue guionista de la película El rey del mambo, dirigida por Carles Mira.

Últimamente vive la mayor parte del tiempo en Beirut.

Polémicas  [editar]Maruja Torres firmó en 1984 el "Manifiesto contra la exposición Tintín y Hergé" y por extensión la línea clara.[1]

Maruja Torres desató también una importante polémica en 2005 al llamar "hijos de puta" a los votantes del PP en una entrevista publicada en el Diario del Barcelonés.[2] En 2007 en una columna del diario El País afirmó que el PP no quería el fin de ETA ya que eso no le aportaría ventajas electorales y que las palabras del PP le daban tanto miedo como las de ETA.[3] Posteriormente, en su artículo "Neocona" de El País afirma, refiriéndose a Esperanza Aguirre que "Deberían sedarla/ los en el hospital de Leganés".[4] Hay que recordar que el "asunto de las sedaciones" en este hospital se hizo famoso siendo director de Urgencias el Dr. Montes, cuando se le acusó de ser el responsable de una elevada tasa de muertes por sedación, lo cual provocó una denuncia, posteriormente sobreseída.

Maruja Torres amenizó otra polémica en 2006 con la publicación de su artículo "Sugerencia" publicado en El País, en el que comparaba a algunos políticos israelíes con los nazis y afirmó que Israel "es gobernado por George W. Bush". El entonces embajador de Israel en España, Víctor Harel, le respondió a Maruja Torres a través de un artículo también publicado en el Diario El País, titulado "Antisemitismo", en el que acusó a la periodista de ser "antisemita". Maruja Torres le respondió con un nuevo artículo titulado "Antisionista" publicado en el mismo periódico, en el que se declaró abiertamente antisionista, a través de las siguientes palabras: "... no soy antisemita... Soy antisionista. Antisionista, antisionista, antisionista".








Jane Goodall, o cuando el amor a los chimpancés
no deja ver al hombre
 
Las primeras primatólogas I: Jane Goodall, maravillada ante los ...Invitada por la Cátedra Ferrater Mora de la Universidad de Girona, la primatóloga inglesa Jane Goodall no ha proporcionado otra cosa, en su conferencia del día 27 de mayo en el Palacio de Congresos de Girona, que su deseo de sensibilizar a los oyentes sobre la necesidad de «ayudar a las personas, a los animales y al medioambiente». En realidad, esto ya es algo habitual en esta famosa investigadora por sus estudios sobre chimpancés en Tanzania.

«Lo que aprendía de los chimpancés» fue el título de la conferencia en Girona. Y a juzgar por lo que dijo, lo que aprendió esta etóloga fue poco, nada, en realidad, relativo a lo que Freud descubrió hace ya más de un siglo, esto es, que el orden Simbólico diferencia radicalmente al sujeto humano del resto de los animales.

Jane Goodall, a sus 82 años, está interesada desde hace varios años en cuestiones sociales y medioambientales, y recorre el mundo llevando mensajes que pocas personas dejarían de suscribir. Pero nada más, ninguna aportación a cuanto concierne al conocimiento de lo humano. Su amor a la etología es analizable en tanto que la conmina a afirmar algo tan erróneo como que «Es arrogante pensar que somos diferentes de los chimpancés.»