Ante todo, muchas gracias
por los comentarios recibidos. De la política se ha dicho que es la ciencia de
hacer posible lo imposible; sobre esta suerte de alquimia, hoy no me permito
imaginar -aunque de lo contrario ganas no me faltan- que al menos por aquí, en
palabras de don Pedro Calderón de la Barca, sea también el gran teatro del
mundo.
De los ponentes. Lo cierto es que la xerrada
del día 27 de noviembre podría haber ido mucho mejor. En realidad, fue un
fracaso. Lo fue, entre otras cosas, porque el Sr. Alfons López Tena se decantó
por un discurso propio de un mitin más que de una conferencia debate académica,
además de trasnochado y ajeno al espíritu crítico.
Como viene siendo
habitual en algunos ámbitos de la política, el líder de Solidaritat Catalana
per la Indepèndencia, omitió, entre otras cuestiones fundamentales para el
debate, ¿qué país queremos? Por lo mismo, dejó de lado los tratados de la UE y
de la OTAN en el caso de que un territorio de un Estado miembro decida
independizarse; y pasó por alto las diferencias entre Escocia, el Quebec y
Catalunya, esto es, lo que se ha dado en llamar independentismo romántico. Nada
dijo el Sr. Tena de la columna de humo o estrategia de distracción de los
graves problemas de todo tipo que puede suponer el permanente debate
soberanista. Me refiero a la tinta, palabras, incluso arengas y, por supuesto,
al dinero público, no siempre acordado para los fines que algunos no desean,
como es separarse de España, y, en fin, a las pocas ganas de debatir sobre
"ustedes tienen un problema y se llama 3 por ciento", que el entonces
president de la Generalitat de Catalunya, espetó, en el Parlament, al lider de
la oposición y president de Convergencia i Unió, Arthur Mas. Y en ese mismo
sentido, nulo fue el interés del Sr. Tena para entrar en el análisis de otra de
mis afirmaciones, quizá más contundente, ya que expuse que algunos diputados
del Parlament de Catalunya, pero también otros que ya no están en esa sede de
la soberanía del pueblo, merecerían por sus deleznables y siempre hipócritas
modos de proceder que fueran desposeídos de todos sus inmerecidos privilegios y
honores, y, por supuesto, que la justicia les obligase a devolver todo lo había
robado al erario público, y que los libros los recuerden por el engaño
continuado a la democracia y a la ciudadanía catalana y a la española en
general. Contrariamente, al Sr. Tena pareció no interesarle siquiera la
cuestión de unas elecciones anticipadas y/o plebiscitarias en el caso de que no
pueda celebrarse la consulta sobre la independencia. Su interés fue aun menor
respecto a lo que podría decir el presidente de España, el Sr. Mariano Rajoy,
acerca de una consulta sobre la independencia de Catalunya, -que se presume que
no será aplaudida por algunos líderes catalanes-; y tampoco consideró oportuno
discutir sobre un hipótetico pacto de las dos fuerzas políticas mayoritarias
del país, PP y PSOE, a la hora de reformar la Constitución, y cómo quedaría
respecto a los intereses de Catalunya. (Lo frecuente de omisiones análogas por
algunos políticos puede hacer pensar que con tan despreocupado y aun interesado
proceder pretendieran hacer creer que esos asuntos son únicamente para
iniciados o incluso que carecen de interés).
Tampoco las aportaciones de
Jacques Lacan y el psicoanálisis en general a la política, así como a la
condición humana y su repercusión en lo sociopolítico, fueron para el Sr. López
Tena algo necesario a tener en cuenta, circunstancia, entre otras, que auguraba
que no tenía otro deseo que hacer un mitin político en su periclitada línea de
aseveraciones. Y así fue. A mi juicio lo que dijo sobre el Procés Polític a
Catalunya lo podría haber dicho un estudiante de primero de ESO, y no de los
mejores.
Esa conocida deriva de los políticos
de viejo cuño y algunos de los tocados por la razón postmoderna,
quienes para dar consistencia imaginaria al Otro social recurren a la
cosa familiar para mejor enardecer los sentimientos, y que dejan de lado
los problemas no menores de la democracia, constituyó un agravio para
los organizadores y, lo que es peor, para no pocos asistentes al acto.
El hecho es que se había establecido -tal como lo recogía la propaganda
del evento en diferentes medios-, que los ponentes incidirían en las
aportaciones de la cultura, la filosofía y el psicoanálisis a la
política y al procés polític a Catalunya, en particular. Los ponentes
esbozaron una sonrisa cuando planteé que Catalunya tenía la oportunidad
de regenerar la general degradación de la democracia y la desafeccion de
la gente con los políticos, sin duda porque no contemplaban siquiera
esos aspectos en la nueva Catalunya. En resumen, tuve que aparcar una
parte esencial de mi exposición porque las disquisiciones políticas y
aun ideas destroyer del sr. López Tena, iba in crescendo, y no había
quien lo parase en su anhelo de dejarse oír y de capitalizar el evento.
En cuanto al profesor de filosofía Antoni Defez, no
ayudó a aminorar el mitín de su predecesor en el acto, todo lo
contrario. Baste indicar que tampoco mencionó a ningún filósofo o
politicólogo, así como a otras
personas que han aportado ideas al procés polític a Catalunya,
limitándose a conjeturar sobre cuántos individuos conforman un pueblo, y
otros aspectos de igual índole.
El Sr. Defez, por tanto, elidió la
posible aportación de la filosofía política al proceso soberanista,
aportación que los organizadores del acto entendíamos que él, por ser
profesor de filosofía, le correspondía, al menos en parte, presentar. En
realidad, su presencia en el acto respondía a esa razón, y así hubo de
leerlo, creo, en la propaganda de la Casa de la Cultura. Mas
sorprendente aun es que a imitación del Sr. López Tena, el Sr. Defez no
juzgó necesario articular la condición humana y la subjetividad con la
política. Para él, y así hubo de expresarlo, se trataba de dos planos
separados y su relación no era pertinente para el procés polític a
Catalunya. En resumen, para este profesor de filosofía y especialista en
Ludwig Wittgenstein, la incidencia de la subjetividad y de los
distintos discursos en lo político no merecían la pena ser tratados.
(¡Horror a la naturaleza humana; desinterés por la historia de los
hechos sociopolíticos, y por la relación de la subjetividad y el poder;
suposición de que la condición humana no admite cambio, y, por lo mismo,
asunción de la pesimista y errónea tesis según la cual sólo las leyes y
los modelos políticos pueden cambiar la vida en sociedad. !Vaya usted a
saber!). Conclusión: el sujeto humano y sus producciones estaban en el
debate, para el político y para el filósofo, pese a lo acordado, de más.
(¡Tanta era la ideología y el desinterés por la cultura! Sí, e incluso
un poco más).
DE LOS ASISTENTES
Algunos asumieron de
buena gana las ideas políticas del Sr. López Tena, tal vez porque ya lo
tenían claro, o sea, porque la transferencia (en la vertiente de
suposión de un saber al otro) ya estaba establecida de antemano, como
suele decirse; y la incidencia de la condición humana en la política era
para ellos algo marginal en comparación con la secesión sí o sí.
No
faltaron al acto estudiantes de filosofía y políticos. Y por extraño que parezca no
tuve la impresión de que reconociesen siquiera, a imitación de los
primeros, un aspecto tan básico, fundamental y esencial para el asunto
que nos convocaba como es la incidencia de la subjetividad y de la ética
en los proyectos humanos, y, por lo mismo, en la Catalunya que todos
queremos, sin duda la mejor.
A otras personas, quizá por idénticos
motivos, parecía que les daba igual que el destino de Catalunya lo
dirigiera un loco, un bolchevique, un fascista, un monje de Monserrat,
el Sr. Millet, o un émulo de Jordan Belfort, el llamado lobo de Wall
Street. Nadie creía en la fórmula idealizante propuesta y conseguida por
el abogado catalán Manel Ortínez, burgés y liberal, en la época de
Adolfo Suárez y Josep Tarradellas: "La monarquía reconoce a la
Generalitat y Catalunya reconoce a la monarquía". Es más, haciendo bueno
un obsoleto pensamiento ideológico, algunos de los asistentes estaban
convencidos de que la única consideración valida y razonable de ser
tratada era la de derrotar por cualquier medio al Estado Español. Fue
así hasta el extremo que parecía que las instituciones españolas se les
antojaba la encarnación del todopoderoso, tiránico, caprichoso, iracundo
y sanguinario padre (urvater) de la horda primitiva. El Sr. López Tena
recordó que el Sr. Millet no estaba en la cárcel, a diferencia de muchos
personajes españoles; mientras que el profesor Defez sostuvo que en una
Catalunya independiente habría buenos y malos, chorizos y corruptos.
Ideas de Perogrullo, dijo un oyente. Y, en realidad, esas fueron algunas
de sus aportaciones, casi diría yo las fundamentales, al acto. Quizá todo
se deba al "narcisismo de las pequeñas diferencias" del que hablaba
Freud, donde las diferencias son pequeñas, aunque la fenomenología haga
creer que no es así, diferencias que se dirimen en base al común
narcisismo de las partes, lo que lleva a la lucha de muerte Yo a Yo. (Al
extremo que el orgullo hace sostener, "Yo pago a los de casa aunque me
roben, con tal de no dar la razón a los que me roban desde fuera."
La transgresora e imaginaria reflexión política de la que se hacía gala
como la
mejor aportación/respuesta al procés polític a Catalunya, hizo pensar
que alguien pretendía hacerse un nombre para su/la historia; pero
también que se pretendía tapar, por ignorancia y/o ideología, el afaire
de algunos políticos catalanes, que me merecen, como lo he expresado en
repetidas ocasiones, la más absoluta reprobación.
En
realidad, aquella tarde se escucharon cosas que habitualmente se
organizan para la reafirmación de la identidad, que al mismo tiempo que
da consistencia imaginaria al Otro que habita al sujeto (nombre
lacaniano de lo inconsciente freudiano), denuncia un anhelo narcisista.
Por otra parte, en pleno auge de la globalización, en un momento en que
si alguien no lo remedia la historia de las ideas, también las
políticas, con sus más de dos mil años de existencia, en España está a
punto de ser despachada, y porque nos encontramos a un paso de una
suerte de declive social y político (léase, Ley de Seguridad Ciudadana,
ley que parece ir más allá de ese factor común en las sociedades
democráticas que es la pérdida de libertad a favor de la seguridad), las
tesis del clasicismo revolucionario e ir a la cárcel por saltarse la
ley no parecen las mejores opciones para poner fin a la corrupción
imperante en todos los estamentos de poder, así como a los abusos de
todo tipo de los poderosos y, en fin, a la más que nunca necesaria
regeneración de la democracia.
He sabido que entre las
personas que asistieron al acto -que como he apuntado estuvo huérfano de una
argumentación políticamente rigurosa y no libre de afecto sobre la
soberanía catalana-, no eran pocos los que pensaron que el deseo de
obviar los problemas de la democracia y la incidencia de lo humano en la
política, más que un anhelo legítimo de libertad y de alcanzar cotas
más altas en lo económico, moral, político y cultural para Catalunya,
denunciaba la malsana estrategia política del paso del tiempo. Y hay
quien pensó en una identificación/asunción de aspectos no del todo
santos del Estado Español. ¿Quien sabe si entre los que defiende la
soberanía están los impelidos por un obsceno e incestuoso afán de gozar
de lo que ellos piensan que posee y goza el urvater-Estado Español).
Adelantaré que esas consideraciones tal vez que no pueden aplicarse a
aquellos otros catalanes que se perpetuan en otra vertiente morbosa del
goce como es el masoquismo moral. Este masoquismo es el que
caracterizaría al hijo bueno, demasiado bueno, "Bon jan i amb seny", y
cuyo comportamiento está frecuentemente determinado por un sentimiento
de culpabilidad inconsciente, o si se desea por tener mala conciencia
para oponerse al padre-Estado Español, según una expresión común.
Sea como fuere, el alegato a la libertad y el horror a que el Yo no sea
amo en su propia casa, quizá responda y encubra al mismo tiempo la pena
que genera la estructural herida narcisística del ser y, por ende, el
deseo de repararla, deseo que, no hay que olvidar, tiende al goce, a la
completud que supuestamente resolvería toda insatisfacción, duda y
malestar. La denominada erótica del poder, o si se prefiere, la libido
puesta al servicio de lo político, constituye una suerte de consolación
de lo Real del goce, esto es, del goce absoluto e imposible para el
sujeto humano.
Pero entonces ¿cómo viven la pulsión oral, escópica,
invocante y/o genital, los poderosos y los que no lo son? Las caras del
goce son muchas y paradójicas; y es igualmente conocido que para bien o
para mal la democracia permite gozar de muchos de los objetos que hace
apenas 40 años sólo podían gozar los ricos y los poderosos. Ahora bien,
el capitalismo salvaje, y su sugestivo y no pocas veces engañoso
mercado, juega en ese asunto un papel crucial. Piénsese en China, en
Japon, en..., donde a una multitud que crece por momentos se les ha
hecho creer que pueden sofocar su insatisfacción y sus síntomas con la
intromisión superyoica en sus vidas de internet y/o twitter. Sea como
fuere, el morboso y aprovechado deseo del discurso Capitalista, que da
lugar habitualmente a la degración intelectual y ética de la gente, no
debe hacernos olvidar que si bien el Otro social es malo, el sujeto
postmoderno no es por ello menos responsable de lo que el mercado
sugestivamente le ofrece para que olvide su malestar.
EL OBJETO PETIT a, EL DESEO, EL GOCE, LOS DISTINTOS MODOS DE GOZAR Y LA CULPA
Plantearé una de las cuestiones que quería presentar aquella tarde. Se
trata de si los conceptos psicoanalíticos de objeto petit a, deseo, goce
y culpa inconsciente pueden aportar alguna luz a la idiosincrasia del
pueblo catalán y, por extensión, a uno de los aspectos del procés
polític a Catalunya. Una introducción a esta cuestión requiere pequeño
andamiaje teórico, sobremanera para las personas que no están
familiarizadas con el psicoanálisis.
¿Qué hay que entender por
objeto petit a? El objeto petit a constituye una de las grandes
aportaciones de Lacan al psicoanálisis. La primera característica a
destacar es que es algo así como el agalma para los antiguos griegos y,
por lo mismo, se trata del objeto más preciado para el sujeto humano; y,
por otra parte, cabe destacar que no es un objeto de la realidad.
Lacan lo incorporó a los elementos que conforman su álgebra. Es más, el
objeto petit a (o simplemente objeto a minúscula) es una de las siglas
con las que este renombrado psicoanalista francés intentó reducir a la
mínima expresión lo imaginario y, por lo tanto, los equívocos que el
lenguaje introduce en muchos asuntos, también en la disciplina
psicoanálitica. En realidad, lo que hace Lacan es formalizar con el
objeto a un conocimiento freudiano, algo que sabía Freud, como es el
goce que experimenta el cachorro humano en brazos de su madre, saber
clínico al que el primer psicoanalista se refiere con la expresión
"primera experiencia de satisfacción". Lacan, como acabo de apuntar, se
propuso con la formulación de tan gozosa experiencia infantil disipar
malentendidos y aclarar algunos descubrimientos psicoanalíticos y de
otras disciplinas. (Es un hecho constatable que la formulación y
matematización lacaniana ha demostrado una extraordinaria potencia al
dar una nueva y original luz a muchas cuestiones fenomenológicas, que,
de no haber sido por esa formalización, estarían sujetas a arbitrarias
suposiciones).
Interesaría saber ¿dónde se encuentra el objeto
a? El objeto a, como he indicado, no pertenece a la realidad, no es,
como decimos los psicoanalistas, especularizable. De ahí la pregunta por
su existencia. Sí, existió. Ahora bien, existió en tanto que el objeto a
designa un goce primigenio y mítico, el goce de "la primera experiencia
de satisfacción". Experiencia narcisista donde las haya, de completud
absoluta, donde uno (infans) era parte y pertenecía al otro (mamá). Se
trata de una relación/vinculación que agrada tanto como es añorada por
los filósofos panteístas, los budistas y los terapéutas cuánticos, entre
otros individuos que desconocen los fundamentos subjetivos de sus
disciplinas. El goce, en fin, es el una relación tan especial como fue
aquella en la dos eran Uno, donde el infans y la mamá se
confundían/disolvían en un acogedor abrazo, en el que uno fue acariciado
por una dulce voz, y, por supuesto, en la que se renovaba el deleite
que de la fuente de toda satisfacción para la pulsión oral que era una
parte de mamá: su dulce y reconfortante pecho.
Del mismo modo
que el objeto a designa un goce mítico y primigenio, ese objeto y su
goce, relativo a la "primera experiencia de satisfacción", están para
muchas personas perdidos para siempre. (Objeto en tanto que es primer
paternaire del sujeto humano, o sea, del infans, del niño que todavía no
habla).
Se impone entonces una pregunta, ¿por qué razón ese
objeto de máximo goce y, por ende, la relación con el otro primigenio,
lo perdimos para siempre? La persona de la que dependió por entero
nuestra vida, a la que estábamos felizmente alienados, la perdimos
merced a una función que la extrajo del Otro -el Otro con mayúscula es
el nombre lacaniano de lo Inconsciente freudiano-, o si se prefiere la
perdimos gracias a la operación separadora, normativizante y
socializadora que en psicoanálisis responde al nombre de
Función-del-Padre.
¿Y qué se nos ofreció a cambio, o sea, que
implica la Función-del-Padre, función que es necesario que ejerza el
padre o quien lo represente, más alla del sexo biológico? La
Función-del-Padre nos castra simbólicamente. Castrar simbólicamente
quiere decir que separa nuestra libido (energía del deseo) del objeto de
goce que es el objeto a que encarnó nuestra madre. ¿Y después qué?
Gracias a esa función podemos acceder a los objetos del deseo. Es decir,
por la Función-del-Padre salimos del ámbito del goce (somos desde
entonces menos-goce) y creemos/accedemos en/a otra mujer como objeto de
deseo, por ejemplo. (El psicoanálisis diferencia pues el goce del
deseo. El deseo sólo puede gozar de los objetos imaginarios del goce, o
sea, de una suerte de plus-de-goce del objeto de goce).
Todo
indica que perder el objeto a no es algo de lo que tengamos que
arrepentirnos. Efectivamente. Perder el objeto a es necesario, aunque
sin duda esa pérdida es dolorosa. Se trata de una pérdida necesaria
porque estar apegados/alienados/atrapados/ a él nos haría menos
autónomos. Pero, además, las personas que no han perdido el objeto a
sufren los síntomas de las neurosis, desde la angustia hasta las
adicciones pasando los trastornos llamados de la alimentación; y cuando
esa necesaria castración/falta llega a faltar totalmente, acontece la
desorientación, la despersonalización, el delirio y las alucinaciones
que caracterizan a las psicosis. Dicho de otra manera, cuando la falta
(del objeto a) llega a faltar (no ha sido extraido del Otro que nos
habita) aparece el miedo paranoicos, se apelmazan las palabras o surgen
en irrefrenable cascada, uno es presa de todo tipo de cábalas y
susceptibilidades y/o se agarrota el cuerpo. (La pérdida del objeto
primario de la pulsión y del amor que es el objeto a fue uno de los
grandes descubrimientos etiológicos de Freud, y su pérdida/extracción
del Otro que nos habita merced a la Función-del-Padre en la temprana
edad del complejo de Edipo, y en mucho menor medida a la genética, los
neurotransmisores y la educación, es la condición fundamental y esencial
de la salud psíquica).
Pero ya de entrada, también en este
asunto, existe un problema. Así es porque la necesaria pérdida del
objeto a en ningún caso es absoluta: el padre (o quien ejerza la función
de castración simbólica/separación del objeto a), nunca opera
absolutamente esa función que tiene encomenda desde los orígenes de la
cultura.
¿Mas que implica que el padre sea estructuralmente
impotente respecto a su función respecto al deseo y al goce. Que la
Función-del-Padre no sea absoluta implica que el sepultamiento en la
psique de los hijos de la aspiración a encontrar/poseer/gozar del objeto
a tampoco es absoluta, y dado que no es absoluta hace creer que ese
objeto existe en la realidad e impele a buscarlo. Así pues, la
consecuencia fundamental de la impotencia estructural de la
Función-del-Padre es la de dejar la puerta abierta al morboso anhelo de
encontrar el objeto de goce. En definitiva, incluso en el mejor de los
casos, el hijo del hombre anhela el goce mítico que perdió en su primera
infancia, goce al que Freud se refería con la mencionada expresión
"primera experiencia de satisfacción". (La auténtica y genuina
aspiración del hombre es recuperar el erotismo del abrazo materno y la
narcisística omnipotencia de cuando era un infans).
He ahí la
razón por la que el sujeto humano es un ser esencialmente añorante -y no
hay motivos para pensar que el político sea diferente, más bien la
historia nos habla de todo lo contrario-. Pero ¿qué añora? Sin duda no
pocos el goce-Todo, lo que quiere decir que añoran también la
omnipotencia del niño de teta, como habitualmente se dice.
Los
humanos no sólo somos seres añorantes, sino también un poco estúpidos.
Lo somos, al menos, porque deseamos lo imposible. Desear lo imposible no
es algo realista, contrariamente a lo que daban a leer algunos eslogáns
en el Mayo del 68; una idea y/o sentimiento que hizo suyo el presidente
de la CUP, David Fernàndez, en la investidura de Artur Mas como
president del Parlament Catalán, el 23 de diciembre de 2010. Así es
porque el objeto a, la mamá (La mujer, la primera de todas), como he
apuntado, está perdida/prohibida para quien el padre ha cumplido la
función que tiene encomendada desde los orígenes de la civilización).
Esa primera y gran pérdida/prohibición es la causa del insaciable hambre
de nuevos objetos que caracteriza al sujeto humano. (Es evidente que
hay algo en el deseo que interesa al capitalismo).
En efecto,
¿qué podemos encontrar si el objeto a y el goce-Todo que le es inherente
están perdidos para siempre? Únicamente podemos encontrar suplencias,
gadgets y letosas, en palabras de Lacan, del objeto a. ¿Dónde? La
cultura es el gran mercado de suplencias del objeto a, de suplencias
creadas por los hombres de todas la épocas con el intento inconsciente
de reparar el dolor por el perdido objeto de goce, de un goce, que, como
he recordado, experimentamos en la primera infancia y del que nuestros
malestares cotidianos nos recuerdan/hacen creer que realmente existió.
En resumen, los objetos que oferta el mercado de la cultura, desde el
móvil hasta el deporte pasando por los principios y propuestas de muchas
disciplinas académicas, obviamente las religiones y la ética
filosófica, tanto como el dinero, el poder y la fama, no son otra cosa
que objetos imaginarios del deseo, suplencias del mítico objeto de
goce-Todo. Esto es algo que desconocen muchos eruditos (El
Otro/Inconsciente con el apoyo del sugestivo Otro social, por depender
del primero, da a pensar que el objeto a existe a quien no se quiere
incauto). Algunas personas, a veces de un modo desesperado, intentan
encontrar el objeto a, y no son pocas las imputadas o ya entre rejas por
haber pensado que lo habían localizado en un objeto real o imaginado.
El deseo desea el goce perdido, que es tanto como decir que la pérdida
que pone a trabajar al hombre. ¿Qué habría que decir entonces de la
creación, del acto creativo? Las producciones culturales son la
consecuencia lógica de lo que acabo de apuntar, y, además, una
consecuencia siempre fallida respecto al objeto de máximo goce. Dicho de
otro modo: las producciones/creaciones que conforman una parte no menor
de la cultura constituyen intentos imaginarios de los hombres de todas
la época de curar la insatisfacción que produce la pérdida del objeto a:
a → i(a). Freud habló de esta cuestión en textos como El malestar en la
cultura, 1930, por lo que recomiendo su lectura, aunque se puede caer
en una interpretación sociológica y trivial de ese texto sino se
disponen de los conceptos adecuados para su lectura. Resumiendo, la
pérdida del objeto a produce malestar y lo perentorio del deseo tiene
entre sus objetivos fundamentales paliar ese malestar-insatisfacción;
mientras que lo encontrado, esto es, la cura de la insatisfacción del
deseo mediante las suplencias del objeto a, i(a), no sofoca casi nunca
el malestar-insatisfacción que produjo la pérdida del goce infantil, y
cuando lo hace es en no pocas ocasiones a cargo de la inteligencia, la
moral y aun la dignidad de las personas.
Tal es la razón de la
vorágine del deseo, la causa de la repetición sintomática, el origen
del incesante "neguit" y, en fin, de la perpetua insatisfacción del ser
humano. Y es que como acabo de decir, desde el instante de la pérdida
del objeto a, este objeto nos pone a trabajar contra el malestar que él
mismo genera; y la curación mediante lo que el mercado nos ofrece suele
ser incluso peor que la enfermedad, como habitualmente se dice.
Somos seres carentes de goce, valga decir en menos goce, una
consecuencia, si se prefiere, del goce perdido. Ligados para siempre al
deseo, a la culpa, a la inhibición y a la transgresión, siendo en este
último caso donde el "hacerse el hombre" resulta más evidente. Así es en
los agraciados por la castración simbólica ejercida en la primera
infancia por la Función-del-Padre. Y es que con ese menos goce, hacemos
lo que podemos. En realidad, lo que hacemos son síntomas, o sea,
malestar, cultura, política..., que son los más generalizado.
¿Y el psicoanálisis, es también un síntoma? Sí, en efecto, es un
síntoma, pero un síntoma de la cultura en general, o sea, de lo que no
va en la cultura respecto a la salud psíquica y de otros aspectos que la
dignidad del sujeto humano se merece.
Pero si es así ¿qué
desconoce el sujeto humano, o mejor, qué es lo de lo que no desea ni oír
hablar? Se constató en el acto que estoy comentando que pocos de los
asistentes nada querían saber de lo que explicita el mito de las
Danaides y aún la maldición de Sísifo: No se puede llenar el vacío de la
fundamental ausencia. Pero los hombres de todas las épocas y condición
han querido imaginar el objeto a encarnado en objetos de la realidad o
transcendentes, objetos que van desde la causa incausada, el demiurgo o
el Grial, hasta el sacrifical comportamiento que exigen los dioses de
las religiones del Libro, pasando por la comunión mística con el Otro,
la unicidad de los acólitos del budismo, lo cuántico y lo espiritual;
mientras que a los individuos de la postmoderna ciudad espectáculo se
les antoja encarnado en la fama, el dinero, el poder, pero también en un
modelo político. Ocurrió con el marxismo y el maoísmo, y después con
esa suerte de cura imaginaria para los abusos totalitarios de esas
ideologías que fue el neoliberalismo, un proyecto político del que el
politicólogo estadounidense Francis Fukuyama ve lo mejor que nos ha
podido ocurrir, hasta el extremo que afirma que no hay que buscar un
proyecto de reemplazo por ser el neoliberalismo el mejor de cuantos de
pudiesen concebir. Disciplinas, proyectos políticos e ideologías,
fundamentadas en la ética del Bien Supermo y en los Ideales, no son sino
curas imaginarias para el sujeto-en-menos-goce. El goce adulterado que
ofrecen lo denuncian conceptos y expresiones como completud, absoluto,
unicidad, emancipación. Estos y otros conceptos y expresiones pretenden
encubrir la morbosa aspiración de un número no menor de discursos que
conforman lo que se llama cultura, y cuyos agentes se presentan casi sin
excepción con la pátina del más afable y conciliador de los humanistas.
Cierto es que algunos de esos individuos nada saben de lo que se treen
entre manos, mas la ignorancia de su deseo inconsciente, también en esta
ocasión, no disculpa sus ilusorias y habitualmente lesivas ideas.
Resumiendo, dado que el objeto a está perdido para siempre, la añoranza
eterna del sujeto humano únicamente puede tener como recompensa el
placer que proporciona un objeto de la realidad y/o a una idea (ideal). Y
por otra parte, ese goce, o más exactamente el plus-de-goce -lo que al
sujeto humano le está permitido gozar- puede experimentarse de muy
diferentes maneras. Tanto es así que el goce puede experimentarse con el
dolor propio, así como al provocar dolor al prójimo; y es conocido que
algunos individuos gozan de lo que para otros sería obsceno, abyecto y
displacentero. Evidencia de lo cual es el masoquismo sexual, así como el
masoquismo moral y, en suma, gozar transgrediendo las leyes y o en la
sumisión a las mismas. Es obvio que hombre común y el político pueden
ser más o menos infantiles, y gozar siendo sádicos y/o masoquistas, y
esto en muy diferentes grados. Por consiguiente, habría que preguntarse
cuánto hay de goce y de qué tipo en la corrupción, en los abusos de
poder, en la transgresión de las leyes y las posturas sumisas, y, por
ende, en todas las actitudes y comportamientos que degradan la
democracia, por ejemplo.
EL OBJETO a, EL DESEO, EL GOCE Y LA CULPA EN LA POLÍTICA
Deseo presentar ahora una introducción -sin entrar en mayores
especificaciones, que dejó para otra ocasión- sobre el objeto a, el
deseo, el goce, la culpa y la inhibición respecto al procés polític a
Catalunya. Como he mencionado, aquella tarde quería debatir dos
cuestiones que intentaré esbozar:
1º) Los motivos
inconscientes por los que algunos catalanes no desean la independencia,
así como las causas igualmente inconscientes que impelen a otras
personas a desearla. Por consiguiente, quería introducir en el debate
sobre una posible Catalunya independiente la aludida nostalgia del
sujeto humano por el goce perdido, y su relación con la culpa
inconsciente. Creo aún que esta idea, entre otros aspectos igualmente
interesantes, da luz a las diferentes maneras de gozar de las personas
implicadas en el procés.
2º) Estaba igualmente interesado en
plantear algunas cuestiones concernientes a un asunto que entendía
crucial: ¿La independencia de Catalunya es para cambiarlo todo o sólo se
trata de un maquillaje para el disfrute de los semblantes del objeto a
por unos pocos? Es decir, en la nueva Catalunya se tendría en cuenta
tres de los factores que consideró fundamentales:
a) Sin duda todos
desearían un país mejor en lo económico, social, cultural y político.
Ahora bien, en ese país ¿la oligarquía de partidos quedaría reducida a
su mínima expresión, y las listas abiertas y la participación ciudadana,
merced a lo que la era tecnológica permite, serían un hecho tan
habitual como necesario?
b) ¿En el nuevo país se analizarían los
modelos políticos que proponen los eruditos de la filosofía política,
pero también lo que el psicoanálisis plantea en ese sentido?
c) Y,
por último, pero siempre en primer lugar, ¿en ese país se tendría
presente la condición humana y los diferentes modos de gozar de las
personas?
En primer lugar, las posiciones políticas parecen
estar claras. Pero quizá las razones que las determinan no lo estén
tanto. Yo no puedo hablar sino desde lo que la clínica psicoanalítica
enseña, razón por la que entiendo que las posiciones políticas
encontradas sobre el procés polític a Catalunya tienen que ver con el
goce, o más exactamente con las maneras de gozar de las personas
implicadas en el mismo.
Veamos. En Catalunya hay personas que desean independizarse sí o sí del Estado
Español; otras, como también es conocido, rechazan esa opción, o sea, quieren que Catalunya
permanezca como está, aunque desean otro encaje y un mejor trato por
parte del Estado Español; mientras que otras personas, como los votantes
del PSC, desean cambiar la Constitución para hacer de España un estado
federal. (Tampoco estaba excluido del debate el posible pacto entre las
dos fuerzas políticas mayoritarias de España, PP y PSOE, para cambiar la
Constitución con el fin -según dicen algunos críticos- de acallar de
una vez y para siempre toda reivindicación independentista).
¿Qué puede decir el psicoananálisis de esas actitudes sobre el procés
polític a Catalunya? Puede decir muchas cosas, pero yo solo haré un
esbozo de lo que atañe al deseo y el goce, pues creo que da luz a las
diferencias subjetivas respecto a la soberania. Esta perspectiva permite
mantener que en Catalunya hay personas que se oponen, si bien en
diferentes grados y quizá por distintos motivos, a alcanzar el objeto a,
lo Real del goce. Estas personas, que algunos tildan de inmovilistas en
tanto que se oponen a la secesión, serían los votantes del PPC., los de
Ciutadans., así como los partidarios de la denominada tercera vía,
comandada por Josep Antoni Duran i Lleida, secretario general de
Convergència i Unió y líder de Unió Democràtica de Catalunya, (aunque
últimamente ha dado su apoyo a Convergència); y aquellos que abrazan las
tesis federalistas del PSC.
En cuanto a los que quieren
independizarse del Estado Español, todo parece indicar que,
contrariamente a los llamados inmovilistas, desean el objeto de goce del
que suponen que disfruta el padre-Estado Estado. Podría ser así en
ERC., ICV-EUiA., CUP., en algunos de los votantes de CiU, y en los
simpatizantes de la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural
(organizaciones socioculturales que, según algunos medios, están
judicializando a los partidos políticos soberanistas con su hoja de
ruta). Estos
independentistas podrían afirmar también que los que no quieren
independizarse del Estado Español son personas inhibidas y
sumisas. Y en esa misma lógica quizá convendrían que los inmovilistas
tienen mala conciencia moral, y por ello retroceden ante la posibilidad
de arrebatarle al padre-Estado Español su objeto de goce. Los
soberanistas podrían sostener asimismo que los inmovilistas, con su
sumisión, gozan de una superioridad moral que sólo es imaginaria, pues
encubre un goce masoquista y, además, falta de valor moral; mientras que
de otros catalanes, los mismos soberanistas podrían afirmar que gozan
al ser meros esquiroles. Dando un pequeño paso más:
- Aquellas
personas que no se arredran a la hora de transgredir las leyes del padre
muerto (leyes encarnadas en la Constitución Española), estarían sujetas
a la cara del Superyó que incita al goce, ¡goza, goza! (como recoge la
sentencia clásica mata al padre-tirano que detenta el goce-Todo, y posee
a tu madre-objeto de máximo goce), siendo así en los partidarios de las
tesis de ERC., ICV-EUiA., CUP., y en buena medida CiU.
-
Mientras que la actitud de los que acatan las leyes del padre muerto
(Constitución Española), los llamados catalanes buenos, inmovilistas e
inhibidos, estaría determinada por un imperativo superyoico que les
soplaría al oído algo así como "olvida el deseo de matar al padre y no
te quemarás en lo Real del goce por transgredir la ley que prohibe
acostarte con mamá"); sería así en los partidarios del proyecto del
PPC., Ciutadans., UDC., y PSC. (Los llamados inmovilistas siguirían así
la tradición de las más antigua e importante de las civilizaciones, la
egipcia, una cultura que a partir de la segunda mitad del III milenio
antes de nuestra era se propuso algo que consiguió: No ir más allá del
padre).
Sabemos que las personas gozan de muy distintas
maneras. Ello trae a colación una idea de Freud, quien, como se conoce,
incluía a la política entre las tres profesiones imposibles, idea que
recoge la expresión "narcisismo de las pequeñas diferencias", pero
también la lógica del no-Todo goce en Lacan. Los
inmovilistas serían los que oponen a la lógica de lo ilimitado del
goce, a la lógica del Todo. Pues la lógica del Todo, del goce-Todo, es
la que parecen seguir los que desean obturar con un objeto o un
ideal la carencia ontológica del ser. En otros términos y dando un
pequeño paso en esa dirección, las personas que no quieren una Catalunya
independiente, son las que gozarían del No-Todo goce, que tal como lo
contemplamos los psicoanalistas, estaría del lado de lo femenino, pues
no desean luchar contra el padre sino, por el contrario, en muchos casos
el amor del padre. (Sin embargo, quizá en su fuero interno, al menos en
algunas de las personas que no desean matar al padre, esperan mejor
oportunidad para poder gozar de lo que se supone que él goza, y mientras
tanto gozan de la sumisión). Estas personas serían también las que se
complacen/gozan “Haciendo la puta y la Ramoneta”, al demorarse en el “Sí
pero no”, o en el “Sólo un poquito nada más, solamente un poquito”, o
bien "al marear la perdiz". En fin, los llamados catalanes buenos, que
postergan como el neurótico obsesivo la culminación del deseo, que ponen
palos a las ruedas al anhelo independentista, serían personas que
pueden tener valores loables pero que les falta valor. Una variante de
estas personas, serían los que afirman querer gestionar de otra manera,
no traumática, la relación con el padre-Estado Español, actitud que a
los ojos de los valientes transgresores, denunciaría también un espíritu
masoquista y aun sacrifical ante la omnipotencia tiránica del padre.
(Me permito recordar que ante el poder omnímodo del padre-urvater, el
hijo tiene algunas salidas: hacerse el tonto, con lo que imagina que no
será devorado por el urvater; adoptar una actitud masoquista, siendo la
sumisión un conjuro contra el furor y el capricho del padre; la
vigilancia perpetua y el estrés que comporta el miedo paranoico; o
escapar del poder del padre poniendo pies en polvorosa, como
habitualmente se dice).
En resumen, una de las ideas que
quería plantear sobre el procés polític a Catalunya concierne a un
aspecto común y una diferencia respecto al deseo y al goce
inconscientes. Se trata de que entre los llamados catalanes buenos e
inhibidos, como acabo de indicar, quizá habrá quien espere mejor ocasión
para matar al padre y/o hacerse con lo que supone que goza. Mientras
que otros vendrían a demostrar con su determinación, para algunos
errática, la diversidad de los modos de gozar, y que el deseo no es
imposible, como parece que quiere demostrar los inmovilistas. Y, en
realidad, el sujeto humano puede gozar haciéndose "el ronso" a la hora
de romper con Castilla, y, por lo mismo, de abandonar a su suerte el
padre-Estado español. Que eso sea signo de alguna patología, es algo que
sólo el diván lo diría.
Es innegable que algunas ideas
expresadas aquella noche por parte de los partidarios de la ruptura sí o
sí con el padre-Estado Español, hicieron pensar a más de uno que aquel
deseo apuntaba a ocupar el lugar que ocupa el padre. En fin, pasar de la
impotencia a la potencia que está en el origen de todas las contiendas,
de todas las luchas Yo a Yo y presididas, por tanto, por el narcisismo.
Mientras que otros asistentes al acto, según leo en los correos que he
recibido, pensaron que la insulsa y masoquista consideración de “Mejor
que te jodan los de casa que los de fuera”, sólo la pueden sostener
personajes despistados en la urbe con marcados rasgos masoquistas y una
descomunal carga ideológica. Alguien dijo que habría que preguntar a
aquel que se queda en la calle porque su hermano se ha quedado con el
piso y el dinero de sus padres; en tales casos, como en otros parecidos,
hay pleitos y, en ocasiones, tiros, como suele decirse. Y tampoco es
mejor la consideración de "Que te robe uno es mejor que te roben dos",
ya que, entre otras cosas, el uno te puede robar por partida doble.
Casi sin excepción se nos ha reprochado, a Lluís a mí, haber sido
demasiado laxos en el dejar hacer. Haber permitido, llevados por una
excesiva prudencia dada nuestra calidad de anfitriones, que el político
transgresor y el reservado filósofo, gozasen de sus trivialidades, y
gozasen, por lo mismo, del público que asistió al acto. Esa laxitud,
ciertamente, fue en detrimento de los asistentes al acto, de aquellos
que esperaban algo más y mejor que un mitin político a la vieja usanza.
(Llena la sala, con gente de pie y sentada en el suelo…, sólo cabe pedir
disculpas).
No obstante, y pese a que no pude desarrollar la
segunda parte de mi exposición (esto es, la relación de los proyectos
emancipadores de la filosofía política con la propuesta lacaniana para
la política y con el procés polític a Catalunya; así como las fórmulas
de Lacan “El inconsciente es la política”, “La revolución es aquello que
siempre va al mismo lugar”, el concepto de imposibilidad en el marco de
la lógica del No-Todo, lógica que supera y deja obsoleto al binomio
impotencia – potencia de la política clásica; y el “discurso
Capitalista”); creo que quedó clara al menos una idea como es la
importancia de la condición psíquica de las personas respecto al deseo,
al goce y, por ende, en la toma de decisiones y en el modo de hacer
política. Lo pude plantear al referirme a las personas con
responsabilidad política, ya que sus decisiones no son ajenas a la
subjetividad, la cual es notorio en las leyes, la economía, lo social y
en la cultura de un país, y tanto más lo puede ser cuando los líderes
tienen mayoría absoluta en las cámaras. En resumen y ya para concluir
este breve apunte, creo que pude presentar mi criterio de la posibilidad
de excluir en la medida de lo posible la sumisión masoquista y la
oposición radical por cuestiones partidistas; y, por otra parte, que en
el ámbito de la cultura es exigible algo más y diferente a la xarrameca
ideológica y aprovechada, aspecto éste que siendo cada día más
frecuentes, son también cada vez más lesivos para la inteligencia y para
la ética de los estudiantes y de cuantas personas se interesan o les
afectan las cuestiones que ese día nos convocaban.
Recién el
día 12 de diciembre de este año hemos conocido que CiU, ERC, Iniciativa y
CUP (que suman 88 diputados de 135) han pactado el texto de una doble
pregunta que prevén hacer a los catalanes en la llamada consulta
soberanista -pregunta que pretenden inclusiva, esto es, que no deje de
lado ningúna fuerza política, y que aunque puede ser así está lejos de
ser clara y binaria-, cuya fecha fijan para el 9 de noviembre de 2014:
"¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado?", dice la primera. En caso
afirmativo, "¿Quiere que sea un Estado independiente?"
La pregunta y la fecha no cambia nada de lo que he presentado hasta
aquí. Por diferentes razones, el deseo, el goce, la ética y la culpa, factores
comunes y de un peso no menor en la vida social y política, serán convocados a nuevos debates, y sin duda más
allá del 9 de noviembre de 2014.
Con mis más cordiales saludos, José Miguel Pueyo.
Girona, 29 de noviembre de 2013.
Marta Ferrusola Lladós.
(O de la impotencia de Dios-Padre ante la condición humana)
Entre las metáforas y
códigos secretos con los que los canallas y/o ignorantes de sí han pretendido
ocultar sus ignominiosos deseos desde épocas inmemoriales, es dable destacar
hoy, 8 de mayo de 2017, las metáforas que, según las informaciones que nos
llegan, salieron de la pluma de la que por más de dos décadas fue la primera
dama de Catalunya, Marta Ferrusola i Lladós. He aquí la ingeniosa creación: Reverend
Mosen, soc la mare superiora de la Congregació, desitjaria que traspases dos
misals de la meva biblioteca a la biblioteca del capella de la parroquia, ell
ja li dirà a on s'ha de colocar. Molt agraida. Marta.
Este párrafo manuscrito,
que acompañaba al documento bancario, con fecha del 19 de diciembre de 1995, en
el que la mujer de Jordi Pujol i Soley comunica (traspases dos misals, esto es,
dos millones, de la meva biblioteca, o sea, de su cuenta bancaria, a la
biblioteca del capella de la parroquia, es decir, a la cuenta de su
primogénito, Jordi Pujol Ferrusola) al responsable de la Banca Reig, de
Andorra, lo entregó recién Higini Cierco, expropietario de la Banca Privada de
Andorra, al jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix.
Tan sorprendente misiva
–más aún conociendo que los Pujol-Ferrusola son gente de misa de seis- da pie
para atribuir a la antigua alumna del centro escolar catalanista Virgen de
Montserrat de Virtèlia, y quizá de tal suerte agente activo por décadas de
proselitismo de las bondades cristianas por los barrios humildes de la ciudad
Condal, hipocresía, doble moral, desfachatez, falta de ética, desvergüenza,
cinismo, agravio a la fe de los creyentes, y cómo no irreverencia en grado
superlativo. Pero el uso y aún abuso de estos calificativos, para no pocas
personas más que merecidos, lejos están de ser suficientes por cuanto que pasan
por alto lo fundamental y esencial de este bochornoso asunto.
Quien conozca el sentido de
la palabra griega «tyche», reconocerá que se refiere a un encuentro, bueno o no
tanto, y que puede relacionarse con otro término asimismo esclarecedor,
«kairós», esto es, la oportunidad. El hecho es que el encuentro (tyche) con la
oportunidad (kairós) puede hacer ladrón al que ya lo era, o más exactamente,
puede convertir en ladrón a quien la cara obscena y abyecta del superyó lo
incita a poseer algo más de lo tiene y, en ese mismo plano, no es menor el
descubrimiento freudiano de los delincuentes por sentimiento de culpa, personas
a las que habría que evitar porque lo decisivo para ellas no es el botín sino
ser apresadas a fin de redimir una culpa inconsciente.
Por otra parte, la tyche
comanda de ordinario el automatón. Es decir, la tyche pone en marcha la
repetición que, en el caso de Marta Ferrusola y, por ende, en algunos de sus
familiares, ha sido el continuado (automatón) fraude. Indico así que no hay
freno para el mal encuentro con lo Real. No lo hay, tanto más por ser siempre
un encuentro fallido. Si entendemos aquí por Real la primera experiencia de
satisfacción que cada uno de nosotros tiene con el otro, otro que encarna
habitualmente la mamá en la primera infancia, lo Real es imposible, como
acertadamente indicaba Lacan. Mas siendo imposible lo Real –imposible de
reencontrar el goce de la infancia–, el sujeto humano no deja de insistir
(automatón), obstinadamente se empecina en lograr aquel pretérito goce,
imaginado o no, pero perdido para siempre. De aquí que la nostalgia del goce de
la infancia persiga y, por tanto, determine cuanto hace, piensa y desea el
sujeto humano. (Aunque de diferentes maneras ¡a Dios gracias!, o más bien las
gracias habría que dárselas a la Función-del-Padre).
¿De qué habla la religión?
La religión, tanto más la cristiana, no habla de otra cosa que no sea de la
impotencia de Dios-Padre respecto a la malsana tendencia del ser humano al
goce-Todo o, como habitualmente se dice, denuncia y al mismo tiempo falla
respecto a la condición humana, a hacer del hombre un ser mejor de lo que en
ocasiones es. Cierto es asimismo que la religión habla de todo ello mediante
sublimes metáforas, metáforas que, a los comentaristas cristianos, a los
cabalistas judíos y a otros reconocidos exégetas les ha sido imposible
encontrar el deseo que encierran. Lo que se conoce es que los hombres, en otros
tiempos, mataban por la fe –estaba pensando, discúlpenme, únicamente en los
cristianos–, pues la búsqueda del Santo Grial, por ejemplo, no se cobró pocas
vidas. Hoy la soberbia que anida y corroe al hombre es otra que la que impulsó
a construir la Torre de Babel, y antes de la singular hazaña de aquellos
esforzados individuos la Biblia hebrea nos recuerda a Eva, a la mujer que se
atrevió a transgredir el deseo del dios de Abraham al comer el fruto prohibido
del árbol de la ciencia del bien y del mal, fruto que convertía en dioses a la
raza humana, a ella la primera, a falta de saborear el manjar del árbol de la
vida, que los haría seres inmortales.
Es otra hoy la soberbia,
más sólo en lo fenoménico, pues el sujeto humano, no pocos al menos, siguen
erre que erre con su obstinado deseo de lograr lo Real con el fin de obturar su
falta-a-ser, para suturar, por consiguiente, la corrosiva herida al narcisismo
del Yo. Así es, más si cabe y esencialmente, cuando en la estructura familiar
no ha operado adecuadamente la Función-del-Padre, función coercitiva de la
malsana tendencia al goce. Es más, esa necesaria prohibición, el No del padre,
o de quien opere esa función, hace que el sujeto no se quede entrampado en la
narcisista dimensión del objeto petit a (JA: goce perdido para siempre y por
ello causa del deseo) y, por lo mismo, permite nuevos y mejores lazos sociales,
en suma nos socializa al desviar las pulsiones hacia fines culturales y
morales, utilizando palabras de Freud.
Que Dios haya muerto, como
gustaba repetir al iconoclasta y genial bávaro Friedrich Nietzsche, indica que
dios es inconsciente, pero no sólo en el sentido que advirtió François
Regnault, pues en ese ámbito rige la lógica del goce-Todo tanto como la
inmortalidad. Siendo así, ¿qué impediría chancearse de los sacrosantos
mandamientos de la religión cristiana? Así hubo de pensar el Otro, –nombre
lacaniano del inconsciente freudiano– de Marta Ferrusola. Cierto es que la
esposa del exhonorable expresidente de la Generalitat de Catalunya concede a
Freud el mérito de haber demostrado la impotencia de Dios Padre respecto a la
condición humana, pero es igualmente destacable que Marta Ferrusola ignora
también que el padre, o más exactamente la necesaria Función-del-Padre en el
temprano tiempo del complejo de Edipo, no fue menos impotente en su caso a
juzgar por las degradantes páginas que ha dejado para la historia.
Tal vez lo más lamentable
de la saga de los Pujol-Ferrusola sea la herencia. Mas no me refiero en esta
ocasión a la deixa (supuesto legado) de don Florenci Pujol i Brugat, sino a la
herencia psíquica y, por ende, sociocultural, que este matrimonio, que parece
que no ha cambiado nunca los muebles del comedor, ha dejado a sus hijos.
En un mundo en el que Dios
no habla, tenemos el deber ético de subsanar esa omisión, cosa con la que los
tiranos y corruptos, exuberantes de narcisismo y rodeados de ingenuos y/o
aprovechados palmeros, sin duda no contaban.
Girona, 8 de mayo de 2017
José Miguel Pueyo
Marta Ferrusola Lladós.
(O de la impotencia de Dios-Padre ante la condición humana. II)
Marta Ferrusola se llamaba
"madre superiora" en clave. Entre las metáforas y códigos secretos
con los que los canallas y/o ignorantes de sí han pretendido ocultar sus
ignominiosos deseos desde épocas inmemoriales, es dable destacar hoy, 8 de mayo
de 2017, las metáforas que, según las informaciones que nos llegan, salieron de
la pluma de la que por más de dos décadas fue la primera dama de Catalunya,
Marta Ferrusola i Lladós. He aquí la ingeniosa creación: Reverend Mosen, soc la
mare superiora de la Congregació, desitjaria que traspases dos misals de la
meva biblioteca a la biblioteca del capella de la parroquia, ell ja li dirà a
on s'ha de colocar. Molt agraida. Marta.
Este párrafo manuscrito,
que acompañaba al documento bancario, con fecha del 19 de diciembre de 1995, en
el que la mujer de Jordi Pujol i Soley comunica (traspases dos misals, esto es,
dos millones, de la meva biblioteca, o sea, de su cuenta bancaria, a la
biblioteca del capella de la parroquia, es decir, a la cuenta de su
primogénito, Jordi Pujol Ferrusola) al responsable de la Banca Reig, de
Andorra, lo entregó recién Higini Cierco, expropietario de la Banca Privada de
Andorra, al jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix.
Tan sorprendente misiva
–más aún conociendo que los Pujol-Ferrusola son gente de misa de seis- da pie
para atribuir a la antigua alumna del centro escolar catalanista Virgen de
Montserrat de Virtèlia, y quizá de tal suerte agente activo por décadas de
proselitismo de las bondades cristianas por los barrios humildes de la ciudad
Condal, hipocresía, doble moral, desfachatez, falta de ética, desvergüenza,
cinismo, agravio a la fe de los creyentes, y cómo no irreverencia en grado
superlativo. Pero el uso y aún abuso de estos calificativos, para no pocas
personas más que merecidos, lejos están de ser suficientes por cuanto que pasan
por alto lo fundamental y esencial de este bochornoso asunto.
Quien conozca el sentido de
la palabra griega «tyche», reconocerá que se refiere a un encuentro, bueno o no
tanto, y que puede relacionarse con otro término asimismo esclarecedor,
«kairós», esto es, la oportunidad. El hecho es que el encuentro (tyche) con la
oportunidad (kairós) puede hacer ladrón al que ya lo era, o más exactamente,
puede convertir en ladrón a quien la cara obscena y abyecta del superyó lo
incita a poseer algo más de lo tiene y, en ese mismo plano, no es menor el
descubrimiento freudiano de los delincuentes por sentimiento de culpa, personas
a las que habría que evitar porque lo decisivo para ellas no es el botín sino
ser apresadas a fin de redimir una culpa inconsciente.
Por otra parte, la tyche
comanda de ordinario el automatón. Es decir, la tyche pone en marcha la
repetición que, en el caso de Marta Ferrusola y, por ende, en algunos de sus
familiares, ha sido el continuado (automatón) fraude. Indico así que no hay
freno para el mal encuentro con lo Real. No lo hay, tanto más por ser siempre
un encuentro fallido. Si entendemos aquí por Real la primera experiencia de
satisfacción que cada uno de nosotros tiene con el otro, otro que encarna
habitualmente la mamá en la primera infancia, lo Real es imposible, como
acertadamente indicaba Lacan. Mas siendo imposible lo Real –imposible de
reencontrar el goce de la infancia–, el sujeto humano no deja de insistir
(automatón), obstinadamente se empecina en lograr aquel pretérito goce,
imaginado o no, pero perdido para siempre. De aquí que la nostalgia del goce de
la infancia persiga y, por tanto, determine cuanto hace, piensa y desea el
sujeto humano. (Aunque de diferentes maneras ¡a Dios gracias!, o más bien las
gracias habría que dárselas a la Función-del-Padre).
¿De qué habla la religión?
La religión, tanto más la cristiana, no habla de otra cosa que no sea de la
impotencia de Dios-Padre respecto a la malsana tendencia del ser humano al
goce-Todo o, como habitualmente se dice, denuncia y al mismo tiempo falla
respecto a la condición humana, a hacer del hombre un ser mejor de lo que en
ocasiones es. Cierto es asimismo que la religión habla de todo ello mediante
sublimes metáforas, metáforas que, a los comentaristas cristianos, a los
cabalistas judíos y a otros reconocidos exégetas les ha sido imposible
encontrar el deseo que encierran. Lo que se conoce es que los hombres, en otros
tiempos, mataban por la fe –estaba pensando, discúlpenme, únicamente en los
cristianos–, pues la búsqueda del Santo Grial, por ejemplo, no se cobró pocas
vidas. Hoy la soberbia que anida y corroe al hombre es otra que la que impulsó
a construir la Torre de Babel, y antes de la singular hazaña de aquellos
esforzados individuos la Biblia hebrea nos recuerda a Eva, a la mujer que se
atrevió a transgredir el deseo del dios de Abraham al comer el fruto prohibido
del árbol de la ciencia del bien y del mal, fruto que convertía en dioses a la
raza humana, a ella la primera, a falta de saborear el manjar del árbol de la
vida, que los haría seres inmortales.
Es otra hoy la soberbia,
más sólo en lo fenoménico, pues el sujeto humano, no pocos al menos, siguen
erre que erre con su obstinado deseo de lograr lo Real con el fin de obturar su
falta-a-ser, para suturar, por consiguiente, la corrosiva herida al narcisismo
del Yo. Así es, más si cabe y esencialmente, cuando en la estructura familiar
no ha operado adecuadamente la Función-del-Padre, función coercitiva de la
malsana tendencia al goce. Es más, esa necesaria prohibición, el No del padre,
o de quien opere esa función, hace que el sujeto no se quede entrampado en la
narcisista dimensión del objeto petit a (JA: goce perdido para siempre y por
ello causa del deseo) y, por lo mismo, permite nuevos y mejores lazos sociales,
en suma nos socializa al desviar las pulsiones hacia fines culturales y
morales, utilizando palabras de Freud.
Que Dios haya muerto, como
gustaba repetir al iconoclasta y genial bávaro Friedrich Nietzsche, indica que
dios es inconsciente, pero no sólo en el sentido que advirtió François
Regnault, pues en ese ámbito rige la lógica del goce-Todo tanto como la
inmortalidad. Siendo así, ¿qué impediría chancearse de los sacrosantos
mandamientos de la religión cristiana? Así hubo de pensar el Otro, –nombre
lacaniano del inconsciente freudiano– de Marta Ferrusola. Cierto es que la
esposa del exhonorable expresidente de la Generalitat de Catalunya concede a
Freud el mérito de haber demostrado la impotencia de Dios Padre respecto a la
condición humana, pero es igualmente destacable que Marta Ferrusola ignora
también que el padre, o más exactamente la necesaria Función-del-Padre en el
temprano tiempo del complejo de Edipo, no fue menos impotente en su caso a
juzgar por las degradantes páginas que ha dejado para la historia.
Tal vez lo más lamentable
de la saga de los Pujol-Ferrusola sea la herencia. Mas no me refiero en esta
ocasión a la deixa (supuesto legado) de don Florenci Pujol i Brugat, sino a la
herencia psíquica y, por ende, sociocultural, que este matrimonio, que parece
que no ha cambiado nunca los muebles del comedor, ha dejado a sus hijos.
En un mundo en el que Dios
no habla, tenemos el deber ético de subsanar esa omisión, cosa con la que los
tiranos y corruptos, exuberantes de narcisismo y rodeados de ingenuos y/o
aprovechados palmeros, sin duda no contaban.
Girona, 8 de mayo de 2017
José Miquel Pueyo
LA DIMISIÓN NO
DISCULPA
La hoy exministra Carmen
Montón pretendió zafarse de la que se le venía encima eludiendo la verdad:
1º) Porque quiso hacer
creer que las notas de su master no se habían manipulado a su favor.
2º) Porque nada dijo de su
plagio en el trabajo fin de master.
3º) Y por su rotunda y
precipitada afirmación, «No todos somos iguales», cuando, como es conocido, no
estaba fuera del conjunto de los políticos que cometen irregularidades o
simplemente son corruptos.
No disculpa a Carmen Montón
haber dimitido de su cargo político.
1º) Porque cabe pensar que
la manipulación de las notas del master a su favor así como la
irresponsabilidad que implica el plagio universitario, hubiesen pasado
desapercibidos para propios y extraños, esto es, para todos los ciudadanos, de
no haber sido investigada por un magnífico grupo de profesionales del
periodismo en virtud del alto cargo que ocupaba en tanto que era ministra del
gobierno de España.
2º) Pero existe algo mucho
más importante. Carmen Montón ha dimitido, sí, pero habría que preguntarse si
la dimisión supone para ella algo en relación a lo que Jacques Lacan llamaba
«rectificación subjetiva de la culpa». Esta expresión del psicoanalista
parisino no hay que entenderla como una asunción masoquista de la acción
criminal, ya que tal asunción bien podría no estar destinada sino a resguardar
el narcisismo del sujeto criminal y, por tanto, éste estaría nuevamente a
merced del Otro para repetir-insistir en sus actos perversos. Del mismo modo
que la ética psicoanalítica no tiene pretensión universalista, ajena, al
orthos lógos o principio racional del universo y a toda cosmovisión, la
«rectificación subjetiva de la culpa» concierne a una pregunta que debe hacerse
quien ha cometido la infracción, ¿Qué parte tengo yo en aquello de lo que me
quejo? El sujeto debe reconocerse en lo que hizo, tanto como lo que los otros
hicieron de él, por tanto, le corresponde sintomatizar la acción criminal y la
verdad en la causa de la misma. Conseguir eso fuera del psicoanálisis es casi
un imposible.
No quiero obviar que hay
muchas personas inclinadas al plagio, quizá también al copyfight, que
han sido más renuentes a la hora de reconocer su desfachatez y/o dimitir de sus
cargos, como fue el caso de Mauren Dowd, columnista del The New York Times
y premio Pulitzer en 1999, o los escritores Manuel Vázquez Montalbán, Quin
Monzó, Ana Rosa Quintana y Luis Racionero. Mención igual sea para los que su
constitución subjetiva y la ocasión, como dice el proverbio, los ha abocado a
falsear su currículo.
En casos parecidos a los de
la exministra Carmen Montón, la culpa, la primera de todas, es de los
profesores, unos más que otros, y cuantos han permitido tan grave afrenta a una
de las instituciones que merece el mayor de los reconocimientos, la
Universidad.
Girona, 12 de setiembre de
2018
José Miguel Pueyo
Acerca de Enric Juliana
El miércoles 19 de marzo
tuvo lugar en el salón Real del Casino de Madrid, la presentación del ensayo
del periodista catalán Enric Juliana Ricart, (Badalona, 1957), España en el
diván. De la euforia a la desorientación, retrato de una década decisiva (2004-2014).
Ediciones RBA. Barcelona: 2014. Lejos de
ser una presentación convencional de un libro, el acto fue un singular
encuentro (incluso reencuentro) de muchas personas e ideas. El autor estuvo
acompañado por Màrius Carol, director de La Vanguardia, y por la periodista
Montserrat Domínguez, quienes, en calidad de moderadores del evento, glosaron
en términos muy elogiosos al autor y su obra.

Conocedor de lo que se ha
dado en llamar «madrileñidad», Enric Juliana no omitió la tensa relación entre
el Estado Español y Catalunya. Y lo hizo ante un público heterogéneo y muy
numeroso (alrededor de trescientas personas), y sin duda excepcional para un
acto de esa naturaleza. Entre los asistentes se encontraban los ministros Jorge
Fernández Díaz y José Manuel García-Margallo; tres secretarios de Estado, José
María Lassalle, José Luis Ayllón y Carmen Martínez de Castro; el presidente del
Congreso de los Diputados, Jesús Posada; los embajadores de Italia, México,
Colombia, entre otros; políticos como el hombre de CiU en Madrid, Josep Antoni
Durán Lleida, Ramón Jauregui (PSOE), Irene Lozano (UPyD), Jordi Xuclá (CiU) o
Eddy Sánchez (IU); así como Javier Godó, conde de Godó, y su hija, Ana Godó; y
tampoco faltaron, Javier Ayuso, jefe de prensa de la Casa Real, Manuel Campo
Vidal, Soledad Gallego-Díaz, Rafael Ansón y Carles Casajuana, y otras
personalidades igualmente conocidas.
Dos o más observaciones
La primera concierne a la
aludida «madrileñidad». Sin duda este significante, «madrileñidad», hace pensar
en un conocimiento de lo que acontece en Madrid respecto a Catalunya, y
viceversa, conocimiento que sin duda Enric Juliana posee. Más eso no es
suficiente. Me pregunto yo sobre la posible relación política entre los
gobiernos de Aznar (Partido Popular) y los del Sr. Puyol, y también de los de
Felipe González (PSOE) y los del Sr. Puyol, me pregunto yo por una relación,
quizá no ajena a asuntos tan graves como los de Banca Catalana, asunto que, a
juzgar por las noticias aparecidas en su día, eran de tipo económicofiscal. Tal
vez estas cuestiones, que en algunas personas insinuaron como «compra de votos
y favores mutuos», vean la luz algún día para el mejor hacer y credibilidad de
nuestra democracia, y con ello, también, para que la ciudadanía, de Madrid y la
de Catalunya, me permito expresarse así, vean de qué modo el semblante, o sea,
la ética con la que se llevan la boca algunos políticos es eso, puro y en esta
ocasión deleznable semblante.
La segunda observación es
de menor calibre que la primera, y tiene que ver con la consideración de Màrius
Carol sobre Procés Polític a Catalunya, y de la que me atrevo a decir que Enric
Juliana no le pondría ninguna objeción: «De poco sirve el catálogo del miedo,
si no hay propuestas desde el afecto». Del catálogo del miedo se ha dicho, al
menos en Catalunya, que es «una fábrica de hacer independentistas». Pero del
mismo modo que la política del miedo podría producir nuevos soberanistas, quizá
sea así cuando el miedo no se materializa, como recuerda un amigo mío en un
agradable y distendido almuerzo. Y es que este amigo es de los que piensan que
no es fácil saber qué ocurriría si al miedo lo acompañase la «fuerza», sea
económica y/o política.
Por otra parte, en la
oración subordinada («si no hay propuestas desde el afecto»), cabe destacar la
palabra «afecto». Entiende mi amigo que conviene hacerlo así al menos porque no
todos los partidarios de la secesión de Catalunya del Estado Español lo son por
motivos económicos. Cierto es que hay quien no se cansan de repetir que «España
les roba», pero hoy más que nunca un afecto contenido durante décadas, incluso
siglos, conmueve a muchos catalanes contra lo español. Explica mi amigo, –en el mismo almuerzo–, que
lo de la «pela es la pela» y el «pactismo» han dejado hoy su lugar al retorno
de lo reprimido en un afecto común. Sobre la cuestión del afecto, mi amigo
entiende que tiene en común con la ideología la impotencia de las razones para
torcerlo, tanto más si las razones caen del lado de las racionalizaciones, que
por serlo constituyen coartadas que refuerzan y/o ocultan el afecto que las
determina.
La segunda observación
atañe al título del ensayo, España en el diván. Los lectores de Enric Juliana
conocen que este periodista catalán reconoce la realidad desde la óptica
histórica, sociológica y política; y tampoco ignoran que como en sus anteriores
libros, el autor de España en el diván desvela en éste asuntos de esa
naturaleza que conciernen al ámbito del poder. Siendo ese el carácter de los
análisis que Enric Juliana presenta en sus trabajos, opinó con mi amigo que dan
a leer relaciones sociopolíticas complejas e incluso ocultas y/o
distorsionadas, y es admisible concluir, por tanto, que este periodista, como
suele acontecer en el ensayo periodístico, apela en no pocas ocasiones a la necesidad
de entendimiento y regeneración política por esa vía.
España en el diván no es un
psicoanálisis aplicado a España, o para decirlo en términos de otros tiempos,
no es un psicoanálisis de España. Me referí a ello al señalar que la realidad
es vista por Enric Juliana desde la óptica histórica, sociológica y política,
por ejemplo. ¿Qué podría hacer un psicoanalista respecto a las cuestiones que
ocupan a Enric Juliana y a otros periodistas? Un psicoanalista podría tratar el
procés polític a Catalunya desde la apuntada perspectiva, podría, por lo mismo,
aplicar conocimientos e ideas, suyas o ajenas, a fin de dar luz a la llamada
Cuestión catalana. Pero desde su perspectiva teórica y por haber pasado por el
diván, el resultado debería ser distinto. Es esta segunda singular
circunstancia la que introduce una diferencia crucial entre los diferentes
tipos de análisis. El psicoanalista no puede obviar lo que la experiencia
psicoanalítica le ha enseñado durante los años que ha asociado en el diván,
básicamente que su deseo (ideología, voluntades) no deben interferir en el
análisis de una situación y/o de una persona. Por consiguiente, lo que se
conoce como «deseo de un psicoanalista» es aconsejable que quede al margen a
favor del «deseo del analista», donde «del analista» atañe a la ética del
deseo, ética diferente a la de «un psicoanalista» pero habitualmente también a
la de un periodista, un politólogo, un filósofo, etc., etc., ya que la ética
del psicoanálisis nada tiene que ver con la tradicional ética de los ideales
y/o de los bienes.
De la corrupción
No se puede estar más de
acuerdo con quien advierte que la corrupción, en las diferentes facetas que
caracteriza a lo público y lo privado, no se soluciona con los consejos de la
ética de los ideales, los mandamientos de la religión, las normas de la
pedagogía, la separación de poderes y/o los cambios legislativos.
Esas estrategias, si bien
necesarias, –como acertadamente comenta mi amigo–, se han relevado
insuficientes. La historia recuerda que poco o nada pueden esas medidas contra
los avatares de los fallos de la Función-del-Padre en el tiempo del complejo de
Edipo, es decir, frente a los fallos de esa función que conforma la
subjetividad de cada uno de nosotros, que es tanto como decir nuestra manera de
ser en el mundo y la elección de objeto sexual.
Pese a esa evidencia,
algunos intelectuales y políticos, versados en no sé cuántas materias y
hablando varios idiomas, sobremanera en nuestro país, ignoran absolutamente las
claves de la conformación de lo humano y el sentido de los objetos que pueblan
el mundo; mientras que los mismos y algunos docentes entienden poco y por lo
general mal qué es el psicoanálisis, y no que decir tiene del método clínico
que, por ser congruente con la condición humana, puede cercenar la malsana
inclinación del sujeto humano a traspasar el principio del placer en su
inveterada añoranza del goce-Todo, ya sea en la renuncia más pueril y
masoquista o en la transgresión de la ley.
Se conocen las hazañas de
los émulos de Julián Muñoz y Juan Antonio Roca (en la operación Malaya),
Francisco Correa y Luis Millet (en la operación Gürtel) Fèlix Millet, Bernard
Madoff (estafador de Wall Street), Magdalena Álvarez (ministra española de Fomento
de 2004 a 2009; diputada en el Parlamento Europeo desde las elecciones del 7 de
junio de 2009 hasta su nombramiento como vicepresidenta del Banco Europeo de
Inversiones; y diputada del PSOE en el Congreso de los Diputados por la
provincia de Málaga y Consejera de Economía de la Junta de Andalucía), Lance
Armstrong (seis veces campeón de Tour de Francia, casi siempre gracias al
dopaje), etc., etc. Quizá estos y otros individuos no hubiesen cometido sus
fechorías, verían las rejas desde la calle y no habrían sido desposeídos de un
poco al menos de lo que indebidamente se apropiaron, si hubieran hablado en el
diván del psicoanalista. No fueron los genes, y tampoco el ambiente, sino el
Otro (con mayúscula, nombre lacaniano del inconsciente) el que inclinó a Albert
Fish, a Fèlix Millet, a Bernard Madoff o a Lance Armstrong a cometer sus
crímenes, común al narcisismo que a diario arruina vidas y reputación. ¿Y los
políticos, qué cabe decir de los políticos? Recuerdas al dueño del blanco y
magnífico Imperioso, –añade mi amigo–, me refiero, –prosigue– a aquel hombre
que le sobraban no sólo kilos, pues era conocido por su sibilino vocabulario,
el populismo y por ser tan desaprensivo como pendenciero. (Tal era el antiguo
alcalde de Marbella, el difunto Gil y Gil. ¿Mas qué decir del ex banquero Mario
Conde, y, cómo no, del mencionado ex tesorero del Partido Popular Luís
Bárcenas, o del ex presidente de la Patronal del Trabajo, Gerardo Díaz Ferrán,
o de la también mencionada Magdalena Álvarez? Vaya patas para un banco, agrega
mi amigo con gesto de disgusto.
Antes dimitirá el diablo
que un político, al menos en este país
Así es, y por avieso que
fuese su delito, –enfatiza mi amigo–. Algunos de ellos –le respondo– están en
la cárcel, y allí quizá piensan que lo podrían haber hecho mejor, sin duda para
que los pillasen; y no se conoce menos que los poderosos pueden demorar esa
imprevista vicisitud. Sin embargo, mi amigo tiende a recordar a Maria Miller,
ministra de cultura británica, quien dimitió por facturar gastas parlamentarias
por valor de 7000 euros para su casa, y ello a pesar de que la investigación
concluyó que no hubo mala intención. Y antes lo hizo el ministro de Defensa
alemán, Karl Theodor zu Guttenberg, 39 años, por haber plagiado algunos
párrafos en su tesis doctoral.
Aquí, en España, la
tentación de engordar los currículos con títulos inexistentes no es inhabitual.
Sonado fue el caso de Luis Roldán, quien se atribuyó la condición de economista
cuando fue nombrado director general de la Guardia Civil, en 1986; y esa
mentira no fue la menor. En la biografía de otro político, Tomás Burgos
Gallego, exsecretario de Estado de la Seguridad Social, que figuraba en el año
2012 en la página web del Congreso de los Diputados, se leía «Medicina y
Cirugía. Universidad de Valladolid», que podía ser interpretado como que este
señor estaba licenciado en medicina y cirugía por la Universidad de Valladolid,
cuando no era médico, aunque él no lo desmintiera. En cuanto a la
vicepresidenta del Govern de la Generalitat, Joana Ortega, nadie le dijo nada
cuando se vio obligada a retirar de su currículum el título de psicóloga, y a
diferencia de los que ocurre en otros países y parlamentos, lejos de dimitir
sólo pidió disculpas en sede parlamentaria, en facebook, en twitter y en su
blog personal. Del diplomático Francesc Vendrell se dijo que aparentaba tener
estudios en Teología, quizá porque así lo pensaba por haber pasado fugazmente
por el seminario; mientras que la exminista socialista Carmen Chacón, se
atribuía un doctorado en Derecho, cuando sólo era licenciada. Mi amigo,
haciendo gala de una memoria singular, recuerda que en una Conferencia-Coloquio
organizada por el Centre d’Estudis Freudians de Girona, un miércoles, 27 de
noviembre de 2013, sobre El procés polític a Catalunya. Cultura, filosofia i
psicoanàlisi, uno de los ponentes, el Sr. Defez, profesor de filosofía en la
UdG (Universitat de Girona), espetó sin empacho que «prefería que le robasen
los de casa que los de fuera», haciendo referencia así a la no menos prejuiciada
afirmación de las personas en Catalunya arguyen que «España les roba», y el
mismo profesor de la UdG no se abstuvo de la boutade «en una Catalunya
independiente habría ladrones y corruptos». Tales enconados sentimientos privan
de todo discernimiento, entre los que no faltan personas con responsabilidades
políticas, y siempre a los que no tienen otra guía para sus vidas que la
ideología y, por lo mismo, se muestran ajenos a los descubrimientos
epistemológicos y a la ética del psicoanálisis.
Una pequeña aclaración para
ser justos. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) citó a
declarar, como imputado, al diputado de Ciutadans Jordi Cañas, quien había
asumido su compromiso de renunciar a su escaño en el Parlamento Catalán si eso
ocurría. Tras conocer la decisión del tribunal, Cañas ha anunciado en rueda de
prensa en la cámara que abandona su escaño. El 15 de mayo declarará por un
presunto delito de fraude a Hacienda. Cañas es el primer parlamentario catalán
que dimite tras ser imputado por la justicia tienen en sus filas cada uno a dos
diputados imputados pero, pese a ello, se mantienen en sus escaños. La postura
de Ciutadans contrasta con la de Convergencia i Unió (CiU) y el Partido
Socialista de Catalunya (PSC) que han permitido a sus diputados imputados
permanecer en la cámara. Se trata de los convergentes Oriol Pujol y Xavier
Crespo (CiU) y de los socialistas Daniel Fernández y Cristófol Gimeno. CiU y
PSC defienden al unísono que un político debe dimitir si acaba siendo juzgado,
pero no antes. Artur Mas, presidente de la Generalitat, y Pere Navarro, líder
del PSC, comparten la medida, recogida incluso en el caso de los socialistas en
un documento elaborado por la fundación del partido.
Enric Juliana, ¿un moderado
periodista?
¿Y de serlo, sería algo
reprobable? Enric Juliana subraya «que una corriente sociopolítica es fuerte
cuando tiene diversas intensidades, y que eso es hoy la fuerza del
catalanismo.»
Estoy con mi amigo en que
este periodista catalán conoce las intensidades, fluctuaciones de sensibilidades,
y puntos de vista en el catalanismo, y que conoce también que el catalanismo
está hoy representado por diferentes partidos políticos en el arco
parlamentario catalán, entidades sociales y culturales, y por muchos catalanes
de distinto signo político y condición social; que sabe también que un punto
común es el derecho a decidir y la secesión; mientras que no son menos
catalanes los que en Catalunya no están a favor de la consulta y/o referéndum y
del soberanismo. So muchos los que saben que Cataluña es plural, que no existe
unanimidad respecto al derecho a votar y en la secesión.
¿Pero hay catalanistas y
catalanes (o sea, los otros catalanes, como dice mi amigo)? Enric Juliana
pregunta a sus críticos que «cuando un periodista catalán presenta un libro
delante de 300 personas en el viejo Casino de Madrid, con una presencia
significativa del PP, pero también de otros partidos políticos españoles, y
afirma que Catalunya es una nación y que todo pacto habrá de construirse sobre
ese reconocimiento, ¿es un moderado en fuera de juego, un miedoso que procura
que no le hagan mal?»
Del supuesto comedimiento a
la separación
La defensa de Enric
Juliana, de ser tal, –asiento con mi amigo–, es innecesaria; por otra parte, yo
soy de los que creen que la moderación no es un vicio deleznable. Ocurre, según
mi amigo, que para algunos sectores del catalanismo (quién sabe sin excepción),
la moderación en el derecho a decidir y en la secesión es un signo de
colaboracionismo con el Estado Español. (Y a esos individuos se les apoda
«botiflers», recordando a los partidarios de los felipistas o borbónicos, o
sea, los partidarios de Felipe V durante la Guerra de Sucesión Española).
(Mi amigo me invita a dejar
la mesa, por lo que retomaremos este punto, sin duda, en otro momento).