A
los 82 años de la muerte del descubridor de las leyes psíquicas que rigen
nuestra vida
La anexión nacionalsocialista de Austria no dejó indiferentes a algunas personalidades de la época respecto a la suerte que podía correr Freud, y merced a su ayuda el genio vienes pudo pasar sus últimos días, concretamente hasta el 23 de setiembre de 1939, fecha de su óbito, en el número 20 Maresfield Gardens, en Londres.
Antes
de la partida al exilio doloroso, la Gestapo requirió de Freud la firma de un
documento en el que aseguraba que el régimen nazi lo había tratado «con todo el
respeto y consideración debido a su reputación científica y que podía vivir y
trabajar en plena libertad». Antes de partir hacia la capital londinense, el
primer psicoanalista agregó al documento la irónica frase «Recomiendo
encarecidamente la Gestapo a todos». Al parecer a los nazis les pareció
gracioso el chascarrillo.