Juan José H: Es físico, mental y espiritual. Como la anorexia, la bulimia, la vigorexia, la ludopatía, la sexopatía, el alcoholismo... ¡Variantes todas de un mal más profundo!
Y ninguna aclaración tampoco respecto a la aseveración de que la compulsión a comer, como la anorexia, la bulimia, la vigorexia, la ludopatía, la sexopatía, el alcoholismo son ¡variantes todas de un mal más profundo!
Juan José H., ha afirmado que era un trastorno físico, mental y espiritual, y cuando Víctor-M. Amela le pregunta, Vistas sus adicciones, ¿nació usted con un temperamento adictivo? Juan José H., responde: De niño me lo comía todo, y mi madre me halagaba por eso. ¡Era un campeón! No deberíamos convertir la comida en materia moral, en premio o castigo.
La entrevista resulta también en este punto vacía de sentido. Y ajena a todo lo que tenga que ver con subrayar lo esencial, dejará asimismo al lector vacío de toda idea crucial sobre el asunto que se pretende ilustrar.
Víctor-M. Amela: ¿Y cómo definiría ese mal? Juan José H: Un vacío emocional, una sensación de no pertenencia al mundo, de infelicidad... Y esas conductas son puntas de este iceberg. Antes de ser comedor compulsivo, yo fui alcohólico, y drogadicto. Superé la adicción a las drogas, superé la adicción al alcohol, superé también la adicción al tabaco...
Vacío existencial. Se refiere Juan Jose H., sin saberlo, a la carencia ontología del ser humano, carencia por el hecho de ser humano, o sea, por ser un parlêtre, un sujeto al Otro del lenguaje, en fin, un ser hablante y de goce. Y de ahí su eterna añoranza, el anhelo que desde siempre ha tenido el hombre de suturar la herida narcisista del goce-Todo perdido en la primera infancia. ¿Cómo? Con las drogas, la adicción al alcohol, al tabaco, al dinero, la fama, el sexo, la fama, el arte... Pero como magníficamente explica Freud en El malestar en la cultura, 1929., ninguno de los paliativos creados por el hombre lo pueden hacer feliz.
¿A QUIEN MATA EL COMEDOR IMPULSIVO?
Juan José H: Vives para comer, no comes para vivir. Conviertes la comida en tu único placer y aliciente en la vida, y comes tan desordenadamente que... ¡es un suicidio enmascarado! […] Es una conducta muy agresiva contra uno mismo. Los comedores compulsivos que conozco han tenido fantasías de suicidio.
Más bien el comedor impulsivo quiere tapar comiendo a paladas la aludida falta-en-ser; y si se trata de matar a alguien sería al otro (en ocasiones a su madre) en él mismo, o sea, lo que hay en él del caprichoso y aun perverso deseo de la madre.
LA SOLUCIÓN (IMAGINARIA POR DEMÁS) ¿O DE CÓMO SE CONSIGUE DEJAR DE SER COMEDOR IMPULSIVO?
UN FINAL QUE NO SUELE SER FELIZ. O DEL ILUSORIO ENCUENTRO CON EL OBJETO AÑORADO EN OTRA COSA
Como era evidente que ocurriese, todo acaba con una ilusión. Con una ilusión porque de la ignorancia sobre este y otros asuntos se nutre el síntoma, ya sea intelectual, ideológico y/o moral. Me refiero a su insistencia, a la repetición del síntoma o bien al cambio que corresponde a su modo de presentación, y que suele ser habitualmente a peor. Juan José H., alude a ese cambio del síntoma cuando dice «puedes dejar de fumar, puedes dejar de beber alcohol, pero... ¡no puedes dejar de comer! Así que debes aprender a estar en paz contigo mismo... ¡y luego aprender a comer, a comer correctamente! Ideal tan difícil de conseguir como peligroso para quien que lo logra, más si cabe por la vía que Juan José H., propone.
Girona-Barcelona, 20 octubre de 2013
Victoria Baras: "He curado depresiones solamente arreglando los intestinos"
La terapeuta y naturópata publica el libro 'Antiaging natural', en el que incluye un programa, (por demás mítico), para regenerar el cuerpo y revitalizar la mente.
Salud | 19/09/2012
La nutricionista Victoria Varas nos detalla algunos de los puntos que trata en su libro Antiaging Natural para regenerar el cuerpo y revitalizar la mente
Barcelona Periodista
Lo sufrió y vivió en primera persona y, desde entonces, su vida ha
experimentado un giro radical. Victoria Baras era una mujer de
éxito, tenía su propia empresa y compaginaba como podía su vida profesional con
su maternidad. Hasta que su cuerpo dijo basta y la obligó a hacer una
introspección a partir de la cual decidió cambiar su vida. Con 46 años se puso
a estudiar y decidió tomar contacto con un ámbito que le apasionaba, el de la
salud, interesándose especialmente por la nutrición y el
concepto de antiaging natural, disciplina que utiliza
nutrientes de gran poder regenerativo para tratar y prevenir los efectos del
envejecimiento. Ahora, ha querido compartir sus conocimientos en un libro en el
que muestra cómo entrar con energía y salud en la edad de la madurez, lo que
ella llama el Segundo Tiempo de nuestra vida. Cree que los 50
años son motivo de celebración y nos anima a todos a desintoxicar nuestro
cuerpo, también de las emociones negativas.
-Permítame que empiece con algo más personal. Cuando cumplió 46 años
decidió hacer un cambio de vida radical. ¿Por qué?
-Tenemos que hablar entonces del cerebro femenino.
-Neurología. Acepto.
-He leído bastantes libros que hablan sobre la naturaleza del cerebro femenino.
Hasta ahora, el ser humano era sólo el hombre. Hoy en día el modelo masculino
ya no es el único. También se sabe que el cerebro femenino tiene sus
peculiaridades. Durante todo el desarrollo, nuestro cerebro está completamente
bañado en hormonas, incluso en el feto de la madre ya hay hormonas que bañan el
cerebro constantemente. Estas hormonas, en diferentes proporciones, hacen que
nuestra bioquímica nos lleve a actuar de una manera que hace que seamos mucho
más animales de lo que creemos. En el cerebro femenino tenemos, por ‘mandato
genético’, una etapa en la que todo nos lleva al ‘busca un macho y
reprodúcete’.
-Y hay quién no está para muchos mandatos genéticos.
-Sí, pero lo tenemos igualmente. Cuando la mujer queda embarazada, sube otra
hormona que hace que todo gire alrededor de ese embarazo. ¡Hormonas! Cuando ha
superado esta fase, pasa por otro descalabro hormonal y el mandato que recibe
es “sube a tus hijos”. Esta es una etapa que dura mucho tiempo. Cuando todo
esto acaba, se iluminan unas áreas del cerebro que tienen otros intereses y que
empiezan por un “¿y yo qué?”. “¿Estoy contenta con mi vida?” “¿Estoy haciendo
lo que realmente quiero?” “¿Qué voy a hacer el resto de mi vida?”
-Cuantas preguntas. ¿Usted se rebeló contra las órdenes genéticas?
-No. Durante toda mi vida he trabajado, he tenido hijos y he formado una
familia. Llegué a ser madre y empresaria al mismo tiempo. Hay muchas mujeres
que seríamos sólo madres y con mucho gusto, pero que también queremos llevar
una carrera profesional al mismo tiempo, y esto genera ciertas tensiones y hace
que acabemos exhaustas. Eso sí, lo hacemos.
-¿Se rebelan contra un mandato genético o contra una presión social de
base machista?
-Contra las dos cosas. La presión social te dice que si sólo te quedas como
madre corres el peligro de que, una vez cambie esta situación familiar, te
quedes a expensas de lo que quiera darte tu pareja.
-Entiendo que no quiso asumir riesgos.
-Mi mandato genético me recordaba que ya había sido madre, había criado los
hijos y que necesitaba dar un siguiente paso. Muchas veces no nos damos cuenta
y atribuimos esta fase a determinadas cosas: una depresión, tener el síndrome
de Burnout, estás cansada, la competencia es fuerte, etc. Todo esto lo podemos
ir superando y la mayoría de la gente lo hace y sigue adelante. Pero si esta
fase va acompañada de una insatisfacción personal y ves que todo es más de lo
mismo, es que tienes que cambiar algo.
-Y usted lo hizo a lo grande.
-En esta sociedad en la que vivimos parece algo raro. Recuerdo que lo primero
que me dijo mi familia y mis amigos fue que estaba loca por quererlo dejar todo
en un momento en que estaba muy bien posicionada y era una persona conocida.
Pero yo no quería seguir con esa vida.
-¿Qué quería, Victoria?
-El cuerpo me pedía que parara y que hiciera lo que realmente quería: saber
hasta dónde podía llegar mi potencial de comunicación pero dirigiéndolo hacia
otro ámbito. Un ámbito que me gustaba mucho es el de la salud.
-¿Estaba estresada?
-Mucho. Cuando empecé a tener síntomas de estrés acudí al médico y me recetaron
pastillas para el estrés y la ansiedad. Veía los prospectos y quedaba alarmada
por los efectos secundarios y la dependencia de estas pastillas. Así que me
negué a tomarlas porque confiaba en que hubiera algo más. Me puse a investigar
y a estudiar, por lo que me tomé tres meses de vacaciones y me fui a Mallorca a
serenarme.
-Buen lugar para hacerlo, no se lo niego.
-Sí. Cuando vamos muy estresados la vibración energética que desprendemos es
disarmónica, por ello cuando vamos al campo o estamos en contacto con los
animales nos sosegamos de golpe.
-¿De qué se dio cuenta en Mallorca?
-Primero de todo encontré paz y pude meditar largas horas. Lo primero que hice
fue investigar qué se podía hacer para que una persona que estuviera cansada,
desvitalizada, desmotivada y debilitada como yo tuviera alternativas a lo que
ofrecía la medicina convencional.
-¿Las encontró?
-Sí, en la medicina natural. Estudié naturopatía y en esta especialidad me
encontré muy cómoda. A los 46 años empecé a estudiar y me hice mis tres años de
curso que ya te digo que no es lo mismo que a los 20 años. Además, por las
mañanas iba a la empresa porque quería dejarla en marcha y bien posicionada para
que el equipo pudiera seguir. Hacía los deberes por la noche, y recuerdo que
mis hijos colgaban en la nevera el dibujo del esqueleto humano con el nombre de
los huesos y me preguntaban la lección (Sonríe).
-¿Alguna materia de la que se enamoró?
-Me gustaban mucho la bioquímica y la física cuántica, pero lo que me chifló
fue la nutrición. Fue un momento en el que empezaban a llegar a España
laboratorios de nutrición ortomolecular que hasta entonces no se sabía qué era.
La formación en ese momento, principios de siglo, no estaba ni autorizada.
-Estados Unidos nos ha importado un nuevo concepto: el antiaging. ¿En
qué consiste esta especialidad?
-Hay un doble Premio Nobel, Linus Pauling, que predicó la
potencia, la fortaleza y el poder de las vitaminas tomadas de una forma
determinada, no como carencia sino como si fueran medicamentos. De ahí viene la
palabra “orto”, que en griego quiere decir “en su justa medida”. Él estuvo
utilizando la vitamina C y para entonces, ya se postulaba que había tres
razones por las cuales se envejecía: la oxidación, una bajada
en la efectividad de las mitocondrias y la tercera, que es la que está de moda ahora
mismo, es el acortamiento de los telómeros.
-¿Disculpe?
-Cada vez que el genoma se replica, la fotocopia va quedando más borrosa y
acortada, eso quiere decir que la vida se va cortando y tienes menos
expectativas. Para las tres razones del envejecimiento tenemos en este momento
respuestas. Pauling dijo que la vitamina C evitaba la oxidación. Él vivió más
de 90 años y estuvo tomando dosis altísimas de vitamina C y luego de vitamina
E, de la que descubrió sus efectos beneficiosos más tarde. Aseguró que era una
lástima que no se empezara a tomar vitamina E desde los 20 años. Desde
entonces, hay una escuela que ha estado investigando que una cosa es enfermar
por falta de vitamina C y otra es que la vitamina C utilizada en dosis justas
puede ser usada como medicamento. Por ejemplo, una persona que fuma está mucho
más oxidada que una persona que no fuma. Un fumador debería tomar, como mínimo,
tres gramos de vitamina C al día, cuando las dosis recomendadas son 60mg.
-¿Por qué dice que hay celebrar que uno cumple 50 años?
-Para nuestros ancestros, los ritos de paso fueron siempre muy importantes.
¿Qué nos queda ahora mismo? La boda. Los 50 años son la adolescencia de nuestro
Segundo Tiempo, y hay que celebrarlo.
-Hay mucha gente que ya llega a este segundo tiempo falta de
motivación, de ganas de vivir, incluso.
-Hay que positivizar este segundo tiempo de nuestra vida porque tiene múltiples
ventajas que tenemos que descubrir. Normalmente, a partir de los 50 años los
hijos ya han crecido y no vas de cabeza con ellos. Es el momento de vivir de
una forma plena porque ya no te debe importar lo que esperan de ti ni la mirada
del otro. Llegar a los 50 años es una celebración. Primero porque estamos
empezando la segunda fase. También porque te has librado del infarto, de la
muerte, hasta la fecha.
-Visto así, podríamos celebrar que llegamos a casa cada día.
-Sí, pero insisto en que empezamos una nueva etapa e invito a hacer una
introspección para preguntarnos qué queremos ser de mayores. “¿Cómo quiero vivir
esta segunda etapa?” Lo peor de todo es la desesperación. Yo me encontré
realmente mal cuando me di cuenta de que me podía morir de éxito. Me rebelé
contra la presión social. Lo que hice fue obedecer a mi mandato genético, que
me decía que pensara en mí.
-¿Cree que hay personas que llegan a ese segundo tiempo mayores de los
que indica su DNI?
-Claro que sí. Son personas que sólo ven lo negativo y están cansadas. Puedes
hacer muchos cambios en tu vida y es bueno que te los propongas, pero ya
veremos cuándo empiezas el viaje. Lo que es importante es saber si quieres ir a
algún sitio y trazar un mapa. La desesperanza es lo peor que hay, porque es la
antítesis de la libertad. Lo que sucede es que esta vida trepidante que
llevamos nos agota y es importante alimentarse bien.
-Habla de alimentación viva, en su libro. ¿Qué tipo de alimentación es
esta?
-¿Qué hay en un piñón?
-¿En un piñón? ¿Proteínas y vitaminas?
-Algún hidrato de carbono y un poco de grasa. Pero lo más importante de todo es
que el piñón tiene en su interior la información de “conviértete en pino”. Los
alimentos vivos son aquellos que si tú los plantas van a crecer. Esta
información es un ADN, así que te están aportando a ti su vida. Cuando digo
“tome alimentos vivos”, son alimentos que están llenos de energía y que te la
transmiten también a ti. Estamos en el modelo cuántico de campos de
información.
-¿La gente que utiliza la cirugía o la cosmética para sentirse joven se
está engañando?
-No. Es una vía más, por supuesto. Muchas veces, si las personas hacen un
trabajo preparatorio, la piel está más oxigenada, con lo cual, cuando el
cirujano haga su trabajo ésta responderá mejor, por poner un ejemplo. Así que
se pueden complementar. El antiaging es, sobre todo, un estilo de vida, es
hacer la reflexión de celebrar, cuando llegas a los 50, que estás vivo y que
todavía tienes muchas cosas que hacer. Si te encuentras mal cuando intentas
hacer cosas es que has gastado más de lo que tenías, que vas en reserva. El
organismo tiene un mecanismo de defensa que es el agotamiento.
-¿Qué complementos recomienda para alguien que se encuentra así de
cansado?
-Primero, que no tome antidepresivos. El decaimiento no se va a curar con un
antidepresivo. No hablo de depresión, sino de agotamiento. El problema es que
muchas veces se trata como depresión lo que no es más que falta de energía. Si
hablamos de complementos alimenticios recomiendo, ante todo, tomar alimentos
vivos y luego siempre aconsejo un multivitamínico. Hay que tomar grandísimas
dosis de vitamina B y luego hay que pensar que si estás desmotivado significa
que te has cargado tus neurotransmisores. Hay un neurotransmisor que se llama
dopamina que has agotado y lo único que crece con el tiempo es el cortisol,
que es la hormona del estrés.
-¿Qué hay que hacer para tener serotonina, otro de los grandes
neurotransmisores?
-Tener unos intestinos en perfecto estado, porque el 70% de la serotonina se
fabrica en los intestinos. Si hemos tomado antibióticos, si vamos con diarrea,
si los nervios no nos dejan comer bien, el intestino se va erosionando y hay
que hacer una cura intestinal. Hay que darle glutamina, un aminoácido y, sobre
todo, hay que tomar flora intestinal para que puedas volver a generar tu
cantidad de serotonina, y eso va a repercutir en tu estado de ánimo. He curado
depresiones solamente arreglando los intestinos.
-¿Solemos descuidar nuestra libido al aceptar que en ese segundo tiempo
es normal y natural que esté más baja?
-Gran error. Que sea natural no significa que sea deseable y que lo tengamos
que aceptar.
-¿Qué hay que hacer para mantenerla alta?
-Recuperar energía, comiendo alimentos vivos, descansado adecuadamente,
gestionando muy bien el estrés, mirando que el pH no sea ácido y manteniendo
una actividad física. Pensamos que la fuerza y la energía nos la da el
alimento, y el alimento nos da un porcentaje de un 20% o un 30% de la energía.
La otra energía la generamos moviéndonos. Si eres hombre, te recomiendo el Tríbulus
terrestres, que es una planta fácil de encontrar y que es
precursora de la testosterona, y si eres mujer te aconsejo ésta o la arginina y
una planta andina que se llama maca. Cuando te sientes más vital te crece el
cabello, ves mejor y la libido sube a los tres meses. Es una pena que pensemos
que, con los años, sexualmente tenemos que rendirnos ante la evidencia. A mí el
sexo me interesa más que nunca, y tengo mis años.
-Hablemos de los aceleradores de envejecimiento. ¿Cuáles son los que
hay tener más en cuenta?
-El distrés, estrés continuado, es el factor que provoca más envejecimiento.
Después estaría la oxidación, el sedentarismo, la obesidad y los tóxicos.