lunes, 9 de junio de 2014

Personajes de nuestra época. Ricard Coronado, o del deseo de quedar bien y/o las limitaciones clínicas de un neuropediatra sobre el autismo


El doctor Ricard Coronado, recuerda el periodista Lluís Martínez, («Las personas no son autistas: tienen autismo». Punt Avui. Presència, 08-06-2014. Imartinez@presencia.cat) «es un neuropediatra especialista en autismo, un trastorno sobre el que existe un creciente interés, pero que también es un terreno abonado para los tópicos.»


Dr. Ricard Coronado
Interés y tópicos sobre el autismo
El periodista Lluís Martínez, diríase que sabe, a la manera que habitualmente saben los artistas pero en esta ocasión también lo que dice, y lo que dice es que «el autismo es un trastorno sobre el que existe un creciente interés, pero también es un terreno abonado para los tópicos». ¿Cuáles son los tópicos sobre el autismo? Algunos, no menores, son, curiosamente, los que en esa entrevista defiende el entrevistado, el doctor Ricard Coronado.

Cuando la ideología materialista y las limitaciones respecto a la constitución del sujeto humano reprimen la verdad sobre el autismo
No parece que haya evolucionado mucho y tampoco a mejor el pensamiento clínico del doctor Coronado respecto al del psiquiatra alemán Wilhelm Greisinger (1817-1868). En su obra fundamental, Die Pathologie und Therapie der psychischen Kranheiten, 1845, Greisinger se colocó a la cabecera de una renovada y contundente corriente organicista, reconocida en la sentencia «las enfermedades mentales son enfermedades del cerebro», aunque las enfermedades mentales no siempre las atribuyó a una lesión cerebral. Paradójicamente, Griesinger, influido por el psiquiatra belga y gran defensor de la condiciones sociales de las personas con trastornos mentales, Joseph Guislain (1797-186), y de las teorías asociacionistas del filósofo, psicólogo y pedagogo alemán Johann Friedrich Herbart (1776-1841), además de ser uno de los defensores del erróneo concepto de «psicosis única», fue asimismo uno de los críticos de las nosográficas y defendió el psicologismo de la medicina mental alemana de la segunda mitad del siglo XIX, la misma psiquiatría que otorgaba un papel de primer orden a los «conflictos internos» y a la «represión», factores etiológicos reformulados un poco después por Sigmund Freud (1856-1939).

Que Coronado esté anclado en la trasnochada corriente organicista, y que ni siquiera logre superar el psicologismo de la psiquiatría alemana del siglo XIX, se constata en su respuesta a la pregunta del periodista Luís Martínez, ¿Qué es al autismo?: «Es un grupo de síntomas y de signos que presentan unos pacientes afectados por un trastorno cerebral que comporta discapacidad de comunicación, adaptación y comunicación, y que, además, acostumbran a tener conductas repetitivas». Esta definición, además de fútil y ramplona, deja de lado muchas investigaciones sobre el autismo, y constituye un gravísimo atentado contra la epistemología.

Pero no contento aún con afirmar que el autismo es un trastorno de cerebro, -no especifica si se trata de un tumor, una isquemia, una cuestión de neurotransmisores, de algo genético…-, cualquier diría que lo único que le interesa al doctor Coronado es congraciarse con los padres de los autistas. Así es porque a la pregunta sobre la influencia de ambiente familiar, afirma: «El autismo no se explica por la manera con que los padres tratan a los hijos. Leo Karner expuso la teoría de las madres-frigorífico, pero después se retractó. Pero algunos todavía defienden esas teorías, que no curan y que en cambio culpabilizan a los padres.»

Leo Karner fue uno de los pioneros en el estudio del autismo, y no andaba del todo equivocado al referirse a las madres de los autistas. Pero del mismo modo que la fenomenología no es todo en la causa de los trastornos mentales, creo que si yo hablo, en relación al autismo, de las pulsiones, del estadio del espejo, del nudo borromeo (Simbólico, Imaginario y Real) en la configuración de la subjetividad, de la relación madre hijo en el ámbito del complejo de Edipo, o del lenguaje humano, el doctor Coronado ya no me seguirá y menos aun le importará un ápice lo que yo pueda explicar; y estoy convencido de que tampoco le interesará las experiencias institucionales, de las que también podría decir algunas cosas. Todo indica que el doctor Coronado trabajo en el Reino Unido, pero por sus afirmaciones no creo que lo hiciese en la Clínica Tavistock, y menos aún en la Escuela Experimental de Bonneuil sur Marne. 

El doctor Coronado no comprende que no se trata de culpabilizar o desculpabilizar a los padres, sino, en primer lugar, de la verdad, de qué ha ocurrido y cómo evitar que vuelva a suceder. La verdad sobre un determinado asunto es una exigencia de la ciencia, de la posibilidad, por tanto, de investigar cuanto atañe al autismo. La psicología desculpabilizadora ha hecho mucho daño, no sólo a los niños de todas las edades sino también a los padres y a los educadores. A estos últimos porque los culpabiliza y/o desorienta a la hora de establecer límites a las pulsiones, límites necesarios para la socialización, y que, sin embargo, algunos ideólogos postmodernos confunden, quizá por cuestiones personales y/o por identificaciones igualmente patógenas, con lo peor del autoritarismo.

Por otra parte, poco o nada tiene de científico y tampoco ofrece muchas esperanzas a los padres y a los autistas, opiniones como las del doctor Coronado, quien tras criticar solapadamente los procedimientos terapéuticos basados en la ciencia de la subjetividad, afirma y aconseja sin empacho: «No hay tratamientos curativos para el autismo, pero sí los que ayudan a mejorar, a disminuir la discapacidad y reducir los síntomas… Yo aconsejo a los padres que consigan un diagnóstico claro. Y después, hay que construir el futuro día a día.»


Blanes, 8 de junio de 2014.
José Miguel Pueyo
 
























«Pensar en positivo para superar el dolor produce 
el efecto contrario».

El psicólogo Giorgio Nardone en su libro Psicotrampas en el que analiza las principales causas del sufrimiento humano y presenta soluciones.



Giorgio Nardone cree que la Ley de la Atracción es un falso mito moderno

 | 24/04/2014| Última actualización: 25/04/2014 Viernes, 25 de abril 2014

Giorgio Nardone es cofundador del Centro de Terapia Estratégica de Arezzo

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Giorgio Nardone es el creador de la terapia breve estratégica, modelo centrado en la búsqueda de soluciones como base para entender cómo funciona el problema. El nuevo libro de Nardone, Psicotrampas, es el resultado de más de 30 años de estudios de soluciones terapéuticas ya que, según el autor, “la única manera de conocer bien el problema es a través de su solución”. Nardone categoriza en este libro las trampas mentales que el ser humano construye a través de sus mecanismos psicológicos y que, repetidas durante mucho tiempo, pueden acabar derivando en una psicopatología grave. 


Según el psicólogo, el ser humano se ha complicado la vida al aplicar unos mecanismos determinados sin preocuparse de los resultados o, dicho de otra forma, utilizando siempre la misma estrategia a la hora de afrontar problemas distintos. En el peor de los casos, estos mecanismos han acabado derivando en lo que él llama psicotrampas, ya que “la naturaleza no nos ayuda, pero la cultura tampoco nos ha salvado”. Nardone cree que la espontaneidad es sólo una ilusión, rechaza las teorías que aseguran que modelamos nuestras pautas de comportamiento durante nuestra infancia y se muestra crítico a la hora de hablar del pensamiento positivo y la Ley de la Atracción. Phillips, conocido autor de planteamientos freudianos concluye uno de sus libros afirmando: “Lo único que aprendemos de nuestros errores es que seguiremos repitiéndolos”. Este anatema para los seres humanos es el que Nardone quiere afrontar aplicando nuevas perspectivas y planes de acción en primera persona que permitan anular el efecto de estas “psicotrampas” de las que, según él, todos somos susceptibles a convertir en patología, especialmente aquellas personas menos flexibles.   

-Dice que todos somos novelistas de nuestra vida. ¿Nos gusta más el drama que la comedia?

-¡Nos encanta la tragedia! Como occidentales somos todos hijos de la tragedia, que es un género que supera a los dos que has nombrado (Sonríe). La tragedia siempre tiene un final terrible, y nuestra existencia también tiene un final trágico: la muerte.



-Llama la atención que, pudiendo elegir nuestra manera de vivir la vida, nos decantemos por complicárnosla

-La naturaleza no nos ayuda nada, ya que somos seres hechos para complicarnos la vida. Nuestra naturaleza nos impone el funcionamiento neurofisiológico de repetir aquellos parámetros que nos han funcionado anteriormente. Lo que sucede es que algo que haya podido funcionar en nuestro pasado no tiene por qué funcionar en el presente, y más cuando la tipología del problema también es distinta. Nuestra mente hace que elaboremos la misma estrategia con cualquier tipo de problema, y eso es erróneo ya que sólo nos lleva al fracaso.


-¿Esta es la base de cualquier psicotrampa?

-La base de cualquier piscotrampa reside, efectivamente, en repetir constantemente un parámetro que nos ha funcionado anteriormente. Nuestra naturaleza nos impone este mecanismo mental, pero la cultura tampoco nos salva ya que no nos ofrece una serie de herramientas que nos dejen elegir tranquilamente el modelo que necesitamos. Como occidentales, hemos sido todos educados en la racionalidad y la lógica; el problema es que tendemos a aplicar estos conceptos en momentos donde no se pueden aplicar. Muchas estrategias no nos funcionan porque están elaboradas sobre una lógica preconstituida en base de una teoría que no tiene en cuenta la realidad de los hechos.

-¿Por ejemplo?

Dos psicotrampas de pensamiento muy extendidas son la psicotrampa de la verdad definitiva y del razonamiento perfecto, y ambas son hijas de nuestro razonamiento racional. Creemos que este razonamiento nos salvará de cualquier problema, pero como se ha visto, por mucho que avanza la medicina moderna, algo que se plantea como conocimiento definitivo, aún no nos ha ayudado a combatir las infecciones más graves o el cáncer. Incluso te diré que el razonamiento lógicamente perfecto puede ser la base de las acciones más criminales.


-¿Definimos nuestros patrones conductuales en nuestra infancia?
-¡Esto es un mito! En el momento en el que tenemos capacidad de racionamiento, aproximadamente desde los 14 años, somos nosotros mismos los que construimos nuestra realidad. La realidad no es lo que nos han impuesto en nuestra infancia, sino lo que nosotros hacemos con los demás. Cada persona es responsable y artífice de su destino. La visión de que nosotros estamos moldeados o condenados por algo que nos sucedió durante nuestra infancia es un argumento obsoleto desde un punto de vista del psicoanálisis. Construimos la mayoría de problemas nosotros mismos a través de nuestras tentativas equivocadas a la hora de resolverlos. Si la estrategia no funciona e insistes, complicas más el problema en lugar de resolverlo.

-¿Cuál debe ser, entonces, la base de nuestro aprendizaje?
-Lo primero que tenemos que hacer es observar cuáles han sido nuestras tentativas de solución y, si no funcionan, cambiarlas y dejar de insistir, que es lo que solemos hacer espontáneamente. Es importante dejar de insistir en aplicar soluciones disfuncionales y saber cambiar la estrategia.

-Entiendo que las psicotrampas que nos solemos poner no son, en un inicio, una psicopatología que hay que tratar con ayuda de un especialista…

-Para nada. Son tentativas a la realidad que, hasta cierto punto, pueden llegar a funcionar. La trampa es cuando nos excedemos, como un medicamento que en sobredosis puede convertirse en algo nocivo. Ninguna de las psicotrampas es patológica en sí, lo es en el momento en el que exageramos su aplicación.


-¿Nuestra espontaneidad a la hora de buscar soluciones puede actuar como saboteadora?

-La espontaneidad no existe. La espontaneidad es el último aprendizaje que se ha convertido en una adquisición. Si repito algo un cierto número de veces luego acaba saliendo algo natural. La espontaneidad es otro de los falsos mitos modernos.

-Llevamos dos. ¿Cuáles son las psicotrampas más generalizadas?
-Hay dos grupos de psicotrampas: de acción y de pensamiento. Si hablamos de pensamiento, la más extendida es la psicotrampa del engaño de las expectativas. Esperar que los demás hagan exactamente lo mismo que yo haría en la misma situación. Hay que entender que cada persona es diferente y no hará lo mismo que yo.

-Vaya, que esperamos demasiado de los demás…
-Sí, especialmente de las personas que nos son más cercanas. Cada individuo tiene una percepción concreta de las cosas y nunca la podrá percibir como la otra persona; como no siente lo mismo, su comportamiento y su reacción será diferente. Si yo espero que hagas exactamente lo que yo haría, caeré en una psicontrampa porque me llevaré una desilusión.

-¿Qué estrategia tenemos que elaborar para afrontar esta situación?

-Empezar a aceptar que cada persona percibe la realidad desde diferentes puntos de vista y dejar de esperar de los otros que hagan lo que haríamos nosotros. Es importante aprender a ver la realidad con los ojos de los demás y tener previsto que ellos harán algo diferente. Con esto prevenimos desilusiones o sentirse herido por una expectativa falsa.

-Vamos a las de acción. ¿Cuál es la más recurrente?
-Insistir, insistir e insistir. Cuando un ser humano está convencido de que algo es justo o funciona insiste en ello hasta la saciedad. Por ejemplo, si estoy convencido de que mi pareja no me da suficientes atenciones y se lo digo constantemente, el resultado que voy a obtener es justamente el contrario. Otro ejemplo que tiene que ver con nosotros mismos: si hacemos algo y fracasamos,  muchas veces seguimos insistiendo y repitiendo lo mismo pensando que algún día en algún momento esto saldrá bien. Nos transformamos en el burro que quiere mover el árbol con la cabeza.

-¿Qué tenemos que hacer aquí para evitar rompernos la cabeza?
-Pensar que si una estrategia no ha funcionado en un tiempo, la única opción que nos queda es cambiarla; sustituir la rigidez por la flexibilidad. Al mismo tiempo, se suele decir que un hombre es fuerte cuando no se rinde y sigue insistiendo. Hay cierta presión social a seguir insistiendo y no desfallecer, pero eso es absurdo cuando la estrategia es equivocada de base o no sirve para ese problema concreto.

-Otro discurso que se ha consagrado es el del pensamiento positivo para atraer cosas buenas a tu vida. ¿Ahora también me dirá que eso es un falso mito?
-¡Por supuesto! Es un mito moderno que viene de esta filosofía americana del “piensa positivo y todo irá bien”. Esto es algo que ya se había propagado antes en la década de los sesenta con la beat generation o la new age, y ahora con las filosofías tibetanas y el “piensa y produce”. También está la absurda ley de las atracciones de la que se sigue hablando.

-Bien, se ha cargado cuatro de un solo párrafo. ¿Cuál es su punto de vista?

-Si le digo a una persona que está deprimida que piense en positivo lo único que obtendré es que se deprima aún más y tendrá un efecto contrario, como sucede con todos los problemas compulsivos. Pensar en positivo para superar el dolor produce el efecto contrario. ¿Cuándo funciona este tipo de pensamiento? ¡Cuando las cosas ya van bien! Entonces sí que puedes lograr que las cosas vayan aún mejor; pensar en positivo cuando hay cosas trágicas hace que eso vaya todavía a peor.

-¿Qué hay que decirle, entonces, a una persona que está triste o pasando por un momento doloroso?
-Depende del motivo de su tristeza. Si es porque algo va mal en su vida, se deben analizar sus tentativas de solución y mirar de cambiarlas. Ver qué psicotrampas aplica y encontrar una solución. Hay muchas personas que están tristes porque se esfuerzan en ser felices. A esta gente hay que enseñarle, al menos una vez al día, a darle un espacio a esta tristeza y hacerle concentrar en las cosas que le hacen sufrir para que tomen conciencia. El efecto puede ser doble: o pones toda tu tristeza en este espacio y luego quedas libre, o cuanto más intentas estar triste voluntariamente tu cabeza irá en dirección contraria. Con este efecto paradoxal bloqueas tu tristeza y reaccionas. Esta es “la técnica de la peor fantasía”, que es exactamente la opuesta al pensamiento positivo.


-¿El autoengaño tampoco funciona?

-Esta es una técnica de autoengaño voluntario, me pongo en la condición de estar más triste para salir de este estado. Este es un autoengaño terapéutico, mientras que pensar en positivo es un autoengaño que sólo funciona cuando no tienes un problema tan devastador. Si el problema es más grande, como los derivados de las psicopatologías, el pensamiento positivo no sólo no ayuda sino que te hunde más.

-¿El amor es la forma de autoengaño más sublime que existe?
-(Ríe). El amor es básicamente lo que nosotros ponemos a la otra persona, y no lo que verdaderamente hay en ellas. Cuando estamos enamorados, no vemos más que virtudes en la otra persona, mientras que sus defectos nos parecen virtudes ya que emitimos una luz positiva. La prueba es que, cuando ese amor se apaga, la frase más utilizada suele ser “no es la misma persona que antes”. Y es verdad, porque vuelve a ser lo que era sin lo que yo le he añadido.  


-Pues sí que me lo pone usted mal…

-¡De ninguna manera! Este es un autoengaño útil que nos sirve para vivir mejor. Está bien que las personas se enamoren, ellos no necesitan ayuda sólo por ello. Es un autoengaño funcional que nunca se debe extinguir.

-Me deja más tranquilo. ¿Han aparecido psicotrampas modernas en esta sociedad tan globalizada?

-Sí. La más extensible es la socialización de nuestras vidas, hasta las cosas más íntimas. Dos ejemplos muy claros son determinados programas como los reality shows o la tendencia de muchos adolescentes de contar toda su vida a través de las redes sociales. Esto tiene un efecto devastador porque las personas no construyen una propia identidad que sea diferente a la de los demás y, sobre todo, no aprenden a gestionar la responsabilidad de tener algún secreto. Hay cosas íntimas que un individuo tiene que guardar para sí mismo o hablarlas sólo con algunas personas escogidas.








Levedad epistemológica, ingenuidad clínica y deflación ética del neurocientífico Manuel Nieto Sampedro y del profesor de Psicobiología Vicente Simón.



Pocas cosas son imposibles para el ser humano. Así lo asegura el reputado neurocientífico y responsable del grupo de Plasticidad Neuronal del Instituto Ramón y Cajal del CSIC, Manuel Nieto Sampedro, y el doctor Vicente Simón, profesor de Psicobiología en la Universidad de Valencia.

 


La afirmación de estos prestigiosos científicos no puede sino reconfortar, sin duda al narcisismo, hoy quizá más herido que en otras épocas, de muchas personas. ¿Pero habrán sido escogidas esas palabras, ya sea inconscientemente, con un demagógico y persuasivo fin, amén de la jactancia epistemológica y clínica que revelan?

Fundamento teórico: la plasticidad del cerebro


¿Qué es lo que permite sostener a estos científicos esa arriesgada afirmación? El fundamento teórico de su tesis, o sea, que los seres humanos podemos conseguir buena parte de lo que nos proponemos, obedece a una sola razón: la plasticidad neuronal del cerebro.

¿Pero qué quiere decir que el cerebro humano tiene plasticidad, la cual, según se nos dice, es la que permite conseguir casi todo de lo que nos proponemos?
El término plasticidad es aquí una suerte de sinónimo de reversibilidad. Se trata de que nuestro cerebro es reversible y, por consiguiente, los pensamientos, deseos, pasiones y hábitos de una persona pueden ser modificados o si conviene suprimirlos.



No hay duda de que los humanos podemos conseguir muchas cosas, ciertamente no todas, de las que nos proponemos; y no es menos cierto que el cerebro es reversible, pero no siempre, pues la reversibilidad depende ‒no hace falta ser un genio para saberlo‒, de la categoría del daño, ya que un daño estructural puede ser, a diferencia de otros, irreversible. No obstante, esto sólo es uno entre los aspectos igualmente importantes que omiten los doctores Manuel Nieto y Vicente Simón.

El lector habrá advertido también que el fundamento teórico de la tesis que esgrimen no sólo es reduccionista, pues deja de lado a la cultura, la sociedad, la educación y la estructura edípica como determinantes de primer orden de la subjetividad, de lo que será el sujeto humano, sino que, además, es una tesis de Perogrullo, repetida por muchas personas que no han leído los libros que cabe suponer que han cultivado la mente de estos profesores.

¿Cómo se consigue cosa tan extraordinaria? La primera condición es la constancia
Persistir, tener tesón en lo que queremos conseguir es la primera y fundamental condición para verlo hecho realidad, aseguran estos científicos.
Mal, muy mal comienzo, y, como cabe suponer, la cosa acabara fatal. Es así porque Manuel Nieto y Vicente Simón ni siquiera advierten el flagrante error que cometen al poner como ejemplo de su aseveración el entrenamiento del deportista. Y es que del mismo modo que el entrenamiento mejora los resultados, la voluntad y la constancia no implica que el deportista vea cumplido su deseo de ganar, si ese es el caso. Este ejemplo es menor, ya que estos neurocientíficos aseguran, como acabo de indicar:

1. Que los humanos somos capaces de modificar y aun de erradicar los pensamientos recurrentes, hábitos, deseos y pasiones a nuestro antojo en virtud la plasticidad del cerebro;

2. y lo que incluso puede resultar más sorprendente es que afirmen sin empacho que el objetivo se consigue sin apenas esfuerzo, tan sólo es necesario voluntad y constancia;

3. y por si eso fuera poco, aseguran que el objetivo lo puede conseguir uno solo, sin necesidad de la ayuda de un experto.

En definitiva, como todo el mundo sabe, todo el mundo menos estos neurocientíficos, la constancia y la voluntad son necesarias en muchas actividades, necesarias también para tomar algunas decisiones, pero lejos están de funcionar en todas, sobremanera si uno insiste en la técnica o tratamiento equivocados.

¿Constancia pues pero en qué, en qué debemos tener constancia, en qué debemos perseverar para conseguir nuestros deseos? El milagro se encuentra en la meditación.

Todo parece un mal chiste o una tomadura de pelo, y sería para mondarse de risa de no estar hablando de algo tan serio y siempre lamentable como es la salud psíquica y el desarrollo intelectual.

Para reforzar el error epistemológico y clínico, estos investigadores de la mente humana tienen la osadía de recomendar focalizar la atención en una cosa y mantenerla, pues están convencidos de las bondades de concentrarse en ideas que aporten bienestar y desechar las que incomodan. Insisten, como es natural es casos semejantes, en estudios que hablan de la eficacia de esa técnica para apagar las áreas del cerebro relacionadas con soñar despierto, los pensamientos que disgustan y las divagaciones.

Muchas personas, por no decir todas las que pueblan nuestro planeta, saben que existe la palabra sugestión o persuasión, y tampoco desconocen lo que es la jactancia y la demagogia. Quizá lo que no se conoce tanto es que la meditación actúa fundamentalmente al modo que lo hace la sugestión y por la vía de convencer al otro, y que ambas cosas solucionan muy pocos problemas y en muchos casos los empeoran, y siempre, indefectiblemente, supone el estancamiento intelectual de la persona que se deja convencer por algunos expertos. La cuestión es que Manuel Nieto y Vicente Simón recomiendan esa técnica, la cual tiene efectos semejantes a los de las técnicas psicológicas de los consejos positivos o el PNL de la desterribilización (quitar hierro a un asunto traumático para una determinada persona, como se dice).

Estas técnicas tienen una muy limitada operatividad. Pero lo peor no es eso. Lo más lamentable no es sólo su operatividad en problemas ínfimos y que el paso del tiempo solucionaría mejor, sino el hecho de dejar lesivas secuelas en forma de trasnochadas y falsas ideas en las personas que en ellas depositan su confianza. Me permito recordar que Freud abandono la electroterapia, los fármacos, la hipnosis y la sugestión directa e indirecta una vez que hubo comprobado que tenían efectos rápidos pero de muy corta duración, y los abandonó también porque impedían que erradicar las trabas ideológicas, el engaño, la demagogia y la impostura que caracterizaba a algunos expertos que tenían la pretensión de ayudar a las personas. Esta vertiente ética y de desarrollo intelectual tampoco parece interesar a estos dos científicos. 

















De las limitaciones intelectuales, clínicas y aun éticas de la psicoterapeuta familiar sistémica Karin Schlanger

Dado que Karin Schlanger es considerada como una de las figuras más destacadas en la actualidad en psicoterapia de orientación sistémica, ni imaginar quiero como serán las que no reúnan esa categoría. Judía de 56 años con simpatías budistas, tal como ella misma se define, Schlanger trabaja en el Therapy Centers, del Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto (California)., y en España imparte cursos de terapia breve de resolución de problemas, de terapia familiar., etc. Pero lo más curioso es que explique lo que sabe, que n'hi ha per a llogar-hi cadires, en el Hospital de San Pau de Barcelona.

Problem-Solving Model Trainings | Karin Schlanger, MFT

Cuando el periodista Víctor-M, Amela pregunta a Schlanger (La Contra de La Vanguardia, jueves, 21 de agosto 2014) ¿Qué es la enfermedad mental? Esta terapeuta, ni corta ni perezosa, o quizá por las dos cosas, le responde «Una adaptación al entorno. Una adaptación al sistema en el que se inserta la persona.»





Si la enfermedad mental es una adaptación al entorno, como afirma esta terapeuta sistémica, un enfermo mental sería aquella persona que está adaptada al sistema en el que vive. (Por consiguiente, según la manera de ver la cosas de esta terapeuta, yo, y quizá usted, amigo lector, debemos ser enfermos mentales, pues de alguna manera estamos adaptados al sistema en que vivimos).

Esto o algo parecido debió pensar Víctor-M, Amela al escuchar la paradójica respuesta de Schlanger, ya que sorprendido le preguntó, ¿Ah, sí? La respuesta de Schlanger, el modo de argumentar de esta terapeuta es para morirse de risa si no se tratara de cuestiones que pueden afectar de manera muy negativa en las personas que sufren algún problema psíquico y, por supuesto, en las interesadas por estas cuestiones. Qué otra cosa cabe decir cuando Schlanger responde, «Cambia tu entorno o tu relación con él, ¡y solucionado!»

El error epistemológico y clínico sigue siendo en esta ocasión inconmensurable. Casi sin excepción las personas que sufren un malestar psíquico, e incluso las que apenas conocen los rudimentos de la psicología humana, saben que no es el entorno, lo exterior, lo que hay que cambiar, al menos no en todos los casos y sistemáticamente como pretende Schlanger, pues lo que hay que cambiar es en primer lugar y ante todo lo interno, esto es, los impedimentos psicológicos que distorsionan el modo de verse las personas y, por consiguiente, cómo ven el mundo y al prójimo. Me resultar extraño como una profesional de la salud psíquica caiga en semejante y peligroso error, siendo como es esta cuestión una de las primeras lecciones en todas las disciplinas que tratan de lo psíquico.

Pero sin duda el cenit del absurdo es afirmar «El arquitecto de tu propia realidad eres tú: ¡eres libre!». El error puede ir más allá del deseo de Schlanger de congraciarse con los lectores de la Contra de La Vanguardia, deseo que, por lo demás, no sería de recibo en tanto que presupone que las personas que leen esa conocida página tienen poca capacidad de discernir y limitados conocimientos Digo que puede ir más allá de ese deseo, porque afirmar que «El arquitecto de tu propia realidad eres tú: ¡eres libre!», no es sólo desconocer que somos lo que hizo de nosotros el Otro, el deseo del Otro que nos espera cuando nacemos, y que está encarnado en el deseo de nuestros padres y allegados. Decir que ¡eres libre! (somos libres) encubre y denuncia al mismo tiempo un horror ancestral, el horror del sujeto humano a la falta-en-ser, al vacío, a la incompletud, en suma, a la falta-castración. El pequeño o no tanto malestar que sentimos cotidianamente tiene en la falta-en-ser su causa, su origen. De ahí el deseo de suturarla, de taponar la falta con los paliativos que Freud presenta en esa joya psicosociológica que es El malestar en la cultura, 1930. Honores, fama, medallas, y cómo no, la perversa suposición del corrupto al pensar que con dinero taponará el malestar que genera la falta-en-ser, constituyen casos que el hombre de siempre, y más aun el de nuestros días, debería conocer, y no sólo intelectualmente, si lo que se desea es no arrastrar por el fango la dignidad y aun eludir verse entre rejas. 

Es claro que Schlanger nada conoce el respecto. Sabe, cómo no, dar consejos, singulares y sólo para personas en absoluto precavidas ¿Algún consejo final?, le pregunta Víctor-M, Amela, a lo que responde, «… si has intentado soluciones y no te han servido… ¡prueba algo diametralmente opuesto!». En fin, si ves que no te satisface el pescado, ya conoces la solución, prueba con la carne, vendría a decir la psicoterapeuta sistémica Karin Schlanger.