SIN DIVÁN
Variaciones de lo imaginario
en la inteliguentsia
postmoderna
Inopinado sería para mí que lo que
sigue pudiera conmover, siquiera un poco, el mito psicológico y político-social
de la imaginaria unidad del ser mediante el objeto. Dicho de otra manera:
P + a y -1 significante = Sujeto
(completo, egocéntrico, cartesiano)
La narcisista oferta del discurso hegemónico
en la postmodernidad, se asemeja a cuantas propuestas pretenden suturar, con un
objeto y/o idea, la spaltung que nos caracteriza, que caracteriza, por
tanto, al sujeto humano.
De ahí que no espere nada mejor de las
nuevas formas de comunismo a las que son proclives algunos intelectuales no del
todo ajenos al psicoanálisis, como es el caso del crítico cultural esloveno Slavoj
Žižek. Pero menos aún comparto la idea de quienes ven a Jacques-Alain Miller,
el por muchas razones controvertido yerno de Lacan, el continuador, el único
continuador, subrayan sus acólitos, de la enseñanza de Jacques Lacan -París, 13 de abril de 1901-9 de septiembre de 1981-. (La llamada «Escuela Úna», como los millenarios
reconocen en las escuelas que agrupa la A.M.P., (Asociación Mundial de Psicoanálisis),
es un significante, entre otros, que denuncia del anhelo de preeminencia del
grupo).
Escasas han sido, por otro lado, las
aproximaciones al desvelamiento de las prácticas basadas en la persuasión por
parte de los agentes de la estirpe del gorro de dormir en nuestro país, limitándose,
por lo general, a criticar el discurso del Amo mientras les pasaba por alto la subversión
del sujeto operada por Sigmund Freud: P.
Imposible obviar el acierto del
psicoanalista que se adelantó en tantas e importantes cuestiones. Me refiero,
claro está, a Lacan, quien explicaba, clase tras clase, lo que debe ser el acto
del psicoanalista, así como la política del mismo nombre, tanto más en la época
postmoderna.
Cómo no reconocer a quienes dejan,
siquiera por un momento, el confort de la consulta y se exponen a los debates de
la polis, tanto más por su contribución a la transferencia de trabajo y, por consiguiente,
al «psicoanálisis en extensión». Y, en realidad, se trata de no eludir el
maltrato al psicoanálisis por la opinión pública e incluso por algunos
psicoanalistas. También cabe evitar lecciones de Perogrullo, como «la tecnología
no es buena ni mala», como manifiesta algún psicoanalista, y denunciar a
aquellos miserables que, si detectan que no le haces al caldo gordo a su patrón,
esto es, a Miller, te aseguras una mala pasada cuando los tienes en algún
tribunal institucional. Tal vez quepa recordar que el psicoanalista responde en
el ágora no por otro, como pudiera ser Freud o Lacan.
El legado de Freud, demanda, como advirtió
Lacan, su puesta al día, también de los aspectos, en ocasiones controvertidos, a
los que puede aportar luz el psicoanálisis, como los de orden social y/o
político.
La dejación abre la puerta al extravío
ético y clínico, al auge de un Freud no freudiano. Lacan irrumpió en el
panorama psicoanalítico demostrando hasta qué punto era necesario volver a los
principios establecidos por el primer psicoanalista por haberse comprobados adecuados
respecto a la palabra acuñada para ellos: psicoanálisis. Entrevistado por el
filósofo Paolo Caruso a raíz de la aparición de sus Escrits en Francia, era el año 1966, Lacan respondía sobre su insistencia
en el ‘retorno a Freud’, «Mi ‘retorno a Freud’ significa simplemente que los
lectores se preocupen por saber efectivamente y de primera mano qué es lo que
Freud dice y qué quiere decir, y la primera condición para ello es que lo lean
con seriedad. Eso requiere un trabajo de reacomodación previo, pues resulta que
una buena parte de la educación secundaria y superior consiste paradójicamente
en impedir que la gente sepa leer, con lo que es necesario todo un proceso reeducativo
que permita aprender a leer de nuevo un texto. Hay que reconocerlo, antes no se
sabía hacer otra cosa, pero al menos se hacía bien; en cambio, actualmente tampoco
podemos decir que sabemos hacer otras cosas, aunque estamos convencidos de
ello; no basta con hablar de... método experimental, por ejemplo, para saber
practicar eso de que se habla. Sentado esto, saber leer un texto y comprender
lo que quiere decir, darse cuenta en qué «modo» está escrito (en sentido
musical), en qué registro, implica muchas otras cosas y, sobre todo, penetrar
en la lógica interna del texto en cuestión. Se trata de un género de crítica
que no soy el único que la práctica de una manera específica; basta abrir un libro
de Lévi-Strauss para darse cuenta de ello. La mejor manera de practicar la
crítica sobre textos metodológicos o sistemáticos es la de aplicar al texto en
cuestión el método crítico que él mismo preconiza. Y así, al aplicar la crítica
freudiana a los textos de Freud, se llegan a descubrir muchas cosas.»
Retornar
a la ética freudiana como fundamento de la clínica
En esa etapa clásica de su enseñanza, conocida
como la del primer Lacan, desde Función y
campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, 1953, hasta el Seminario
X, La angustia, 1963, aproximadamente,
Lacan entendió, como acabo de decir, que había que «volver a Freud.»
Se trataba de recuperar los singulares e
importantísimos descubrimientos del psicoanalista vienés. Tarea necesaria porque
sus hallazgos e invenciones habían sido erradicados por quienes a los ojos del
mundo eran sus albaceas: los miembros de la I.P.A (International Psychoanalytical Association).
Nada más ajeno a Lacan que el culto a
la personalidad. Si había que dar a conocer a Freud, era, entre otros aspectos
igualmente destacables, porque el primer psicoanalista había descubierto la decisiva
importancia de la dimensión discursiva del sujeto humano y los efectos de la «otra
escena», a la que él se refería cuando hablaba de lo inconsciente, así como la
naturaleza del deseo y del goce otro que fálico (un goce ajeno a la necesaria castración
del narcisista goce-Todo), las dos caras del síntoma, la paradoja de Superyó, la
inclinación del sujeto al goce-Todo, entre otros aspectos igualmente destacables.
Lo Simbólico pone al
descubierto un ser, el humano, avasallado por el lenguaje, esto es, avasallado por
el discurso del Otro que espera al infans (en niño-ser que todavía no
habla) desde siempre. Aludo así al lenguaje denominado materno, el cual se
inscribe en una dimensión más amplia, la del Otro social, cultural y político.
Otro, nombre lacaniano de lo inconsciente, que no procede solo mientras dormimos.
Lejos, pues, de ser solo el trabajo el que avasalla al sujeto humano.
El lenguaje nos tiraniza, sí, pero constituye
también la primera y siempre necesaria castración. Así es en tanto que nos aleja
del primer objeto de satisfacción, que habitualmente encarna la madre. El
lenguaje, como demostró Freud en el «juego del carretel» que presenció en uno
de sus nietos, permite perder ese objeto (castración simbólica), objeto que,
por perdido para siempre merced a la castración simbólica, se constituye en
causa del deseo, causa, por consiguiente, de los objetos de la realidad (de la
otra mujer, &, así como de la fama o el dinero). La realidad resulta,
por tanto, fantasmática, siendo los objetos del deseo una suplencia imaginaria
del objeto perdido. Este aspecto remite a la compulsión de repetición y, por
ende, al fracaso de la misma. Queda así expresado en la fórmula del fantasma
fundamental (Sujeto escindido, rombo, losange como deseo de, objeto
causa del deseo):
P 4 a
La «otra escena» que nos determina para
lo bueno y lo que no lo es tanto, es decir, el otro-saber, el saber-no-sabido
para el Yo que es el pensamiento inconsciente, cuyas leyes presentó Freud en La
interpretación de los sueños, 1898 [1900], y por haber demostrado también que
los padecimientos psíquicos son hechos del lenguaje, en nada equiparable a los
códigos artificiales y al lenguaje de otros animales, solo por esto el genio
vienés merece el reconocimiento de la ciencia.
¿Por qué era necesario el «retorno a
Freud»? Lacan dio a conocer la distorsión epistemológica, clínica y ética que
había sufrido el psicoanálisis, hecho que no venía solo del exterior, sino también
de la misma comunidad psicoanalítica. El sujeto escindido entre la conciencia y
el inconsciente (P, sujeto tachado, sujeto en falta de su primer objeto
de satisfacción, objeto petit a, según la notación del álgebra lacaniana),
las consecuencias de la pulsión de muerte, la malsana tendencia de los humanos
de ir hacia lo peor, cualquier diría que por un sentimiento de culpa que se
dispone a pagar, habían sido cercenados del panorama psicoanalítico por los
agentes de la Ego Psychology, por
los representantes de la doctrina dominante en la I.P.A. En otros términos, todo
lo auténticamente freudiano había sido borrado en favor del «Freud no freudiano».
La condescendencia de los notables de la
I.P.A., International
Psychoanalytical Association, -los mismos que establecían qué había descubierto Freud y quién podía
ser psicoanalista, con la american way of life a fines de penetración
del psicoanálisis en los EE.UU.- no
los disculpa. El extravío teórico y, por ende, clínico, de la Ego Psychology, no permitió hacer la necesaria
diferencia respecto de las escuelas surgidas en el campo psicoanalítico, como es
el caso de la escuela inglesa, la escuela adleriana o jungiana, la organoterapia
de Wilhelm Reich, la psicología humanística, la Gestalt, etc., etc.
Todas y cada una de esas escuelas, como
decía Lacan a Pierre Daix, el 26 de noviembre de 1966, No hay nada por lo
cual los psicoanalistas de hoy tengan más aversión que por el inconsciente,
pues no saben dónde meterlo. Esto es comprensible, él no pertenece al ‘espacio euclidiano’,
es preciso construirle un espacio propio, y esto es lo que yo hago hoy.
La degradación de la clínica por parte
de los agentes Ego Psychology se reconoce asimismo en la transformación
de la ética del deseo en una mera moral de los ideales filosóficos, religiosos y/o
políticos. El cercenamiento de la regla de la abstinencia, precedente del deseo
del analista como garante de una clínica digna del nombre de psicoanálisis, dio
lugar a la adaptación a la realidad del sujeto en razón de la manera de ver el
mundo un psicoanalista.
El sujeto humano tuvo entonces una
nueva razón para creerse agotado en el ego,
en el sí mismo, en el self, en el moi, es decir, en el ser
henchido de narcisismo de la época prefreudiana, tanto más por su horror al
vacío.
Ese revival cartesiano tomó impulso
con la psicología cognitivo conductual, le dio nuevos bríos merced,
paradójicamente, a una cohorte de psicoanalista posicionados a favor del Yo que
Freud había subvertido al descubrir que era esclavo en su propia casa. La ignorancia
lectora sobre la fórmula freudiana Wo
Es war, soll Ich werden, (Donde Ello
era, Yo debo advenir) impidió leer «Allí donde la cosa estaba, yo [je]
debo advenir.»
Que
el inconsciente lejos de resistirse insiste es correlativo a las resistencias ideológicas
(ignorancia y poder institucional) y afectivas (narcisismo yoico herido). No
cabe extrañarse que Lacan, con el estilo mordaz que utilizaba en ocasiones,
apodase a la I.P.A. como SAMCDA, en su texto Televisión, 1973, A la Sociedad- llamada internacional, aunque sea un poco
ficticio, pues el asunto se ha reducido desde hace tiempo a ser familiar-, la
conocí aún en manos de la descendencia directa y adoptiva de Freud. Si me
atreviese- pero advierto que aquí soy juez y parte, por lo tanto, partidario- , diría que es actualmente una sociedad de
asistencia mutua contra el discurso analítico (SAMCDA).
Ejemplo de la dañina influencia de algunos
de los psicoanalistas exiliados a Norteamérica, al lado de ideas de carácter místico-filosófico,
resonaron en la conferencia-debate, en la intervine con una ponencia titulada «Del
sufrimiento a la felicidad. Respuestas de la ciencia, el budismo y el psicoanálisis»,
celebrada en el Museu Darder. Espai d’Interpretació de l’Estany, de
Banyoles, (Girona), el 2 de octubre de 2009).
De los profesores Xavier Serra Narciso
y Francesc Xavier Casamitjana Vila
El profesor Xavier Serra Narciso, que en
aquella fecha era profesor de filosofía en el Institut d'Ensenyament
Secundari Pla de L’Estany, de Banyoles, y del curso de Filosofía de Asia, en
la Universitat
de Girona (UdG), en la mencionada conferencia-debate tuvo la osadía de
afirmar, sin aportar ninguna razón, que el sujeto freudiano estaba acabado, y
que si el sujeto humano fuese tal como lo describe Freud, esto es, -un sujeto efecto del significante, por tanto, un sujeto-al-Otro,
un sujeto en falta, por tanto, castrado por faltarle un significante, -1
significante y un objeto, el de la primera experiencia de satisfacción (objet
petit a), según el álgebra lacaniana-, tal como hube de presentado en mí ponencia, constituiría para él una gran
decepción.
Xavier Serra Narciso |
Es evidente que aquella decepción era respecto
a la castración, circunstancia insoportable el profesor de filosofía, quien ignoraba,
además, todo acerca del concepto de castración en psicoanálisis, nada más pero
también nada menos, que la castración alude a una falta necesaria, ya que se
trata de la aludida pérdida, paradójicamente dolorosa, que implica dejar de ser
el objet petit a (objeto agalmático, por tanto, el más preciado), romper,
por tanto, el maligno abrazo-dupla narcisista con el primer gran Otro, que
suele encarnar la madre. Esa ‘Separación’, luego de la necesaria ‘Alienación’
al primer gran Otro, constituye el factor fundamental y esencial de la salud
psíquica.
Mas no satisfecho con ese dislate, el
profesor Serra aseguró que en el mundo de la psíquico existían ideas tan
validas como las de Freud. Se refirió, en ese sentido, a la psicología humanista
del filósofo Erich Fromm (1900-1980), y tras la candidez del autor del Arte de amar, puso, como ejemplo de
cordura y buen hacer clínico, a la sexual organoterapia de Wilhelm Reich.
Se comprende que el profesor Serra, tanto
más por la magra suerte de haber asumido, ignoro en razón de que lamentable
influencia, las ideas de esos autores, así como a la hermenéutica de Mircea Eliade,
la psicología transpersonal de Ken Wilber, la epistemología del Sâmkhya-yoga,
el Vedanta advaita de Shankara, y el pensamiento budista de la Escuela de
Kyoto, en fin, bajo el influjo de tan imaginarios discursos, no hubiera
entendido lo básico y elemental que un profesor de filosofía debería conocer sobre
el ser humano, como es, por ejemplo, que la castración simbólica que opera la Función-del-Padre en
temprana época del complejo de Edipo (al hijo: «como el padre no puedes ser
respecto a la madre», «como el padre puedes ser respecto a otra persona, por
ejemplo, otra mujer que la madre»; y el No del padre respecto a la madre: «no
reintegrarás tu producto»), es la condición de la falta a-ser, falta que es la condición
de la salud psíquica. Merced a esa separación-castración, el sujeto humano deja
de estar avasallado por el goce mortificante en las variantes que van desde la
angustia hasta la depresión, pasando por las psicosis, la inhibición, la permanente
insatisfacción, así como de la tendencia a la violencia o la corrupción. La falta
del objet petit a es asimismo la condición que permite que nos levantemos
de la cama con ánimos de emprender un nuevo día con la alegría de saber que, entre
lo que podemos hacer, se encuentra combatir la ideología, el engaño y la impostura
de los discursos postmodernos y de los que no lo son tanto.
Respecto al segundo de los ponentes de la
misma conferencia-debate, Francesc Xavier Casamitjana Vila, catedrático de
física de la Universitat
de Girona (UdG), poco cabe señalar en razón de lo que dijo. Aunque en ese poco
sobraba el chiste fácil y siempre inoportuno cuando se habla de la salud
referido a que todo vale, desde las pastillas al cognitivismo-conductual y el
psicoanálisis. Para el catedrático de física ninguna diferencia existe entre
estas disciplinas; y respecto al psicoanálisis quedó claro que apenas conocía
el nombre.
Francecs Xavier Casamitjana |
El narcisismo herido se mostró, una vez
más, en las ideas de los ponentes mencionados, narcisismo que se pretendían
resguardar con presupuestos de las ideologías de la conciencia y con los procedimientos
técnicos basados en la sugestión y la moral de los ideales.
Las
lecturas de estos dos profesores no fueron cuestionadas por los agentes de la
I.P.A., por los prohombres de la institución que debía velar por los descubrimientos
de Freud. La I.P.A., apeó al psicoanálisis de la cultura y de la clínica por
más de cincuenta años, y todavía hoy, en algunos ámbitos se advierte su negativa
impronta.
Algo
parecido a las ideas de los ponentes de la conferencia-debate que aludo, aconteció
en la presentación del libro sobre los sueños de la periodista Inka Martí Keimann,
(Cuadernos de noche. Editorial Atalanta. 2013), presentación que fue a cargo
de su marido, el editor Jacobo Siruela. A Siruela le pregunte sobre Freud y
Lacan acerca de los procesos oníricos, pero el editor solo se le ocurrió decir que
veía en Lacan a un autor «mantequilla, mantequilloso.»
Jacobo Siruela e Inka Martí |
El psicoanálisis, cabe recordar, no
está interesado en el pasado, sino en aquel pasado que se hace presente merced
a la compulsión de repetición.
De la excomunión mayor de Lacan
La I.P.A., ha abierto la puerta a muchos
prejuicios sobre el sujeto humano, y algunas de las ideas que se ofertan en el mercado
de la salud, las cuales pretenden, como decía Lacan, haber superado al psicoanálisis,
se jactan de superar lo que ignoran.
Tal fue la insidia (DRAE: Ignorante que
no sabe lo que podía o debía saber) de Anna Freud, presidenta honoraria de la I.P.A., desde 1973 hasta su
muerte en 1982, así como del biógrafo oficial de Freud, Ernest Jones
(1879-1958), no menos que la imputable al doctor Leon Rangell, presidente de la I.P.A., en aquella época. Lacan,
al operar una transformación radical de esa ideológica, ponía las cosas en el
lugar epistemológico y ético que correspondía al psicoanálisis: el pago fue la
excomunión mayor de esa institución, a semejanza de lo acontecido a Baruch
Spinoza, el año 1656, por la comunidad judía.
Ernest Jones |
La segregación intelectual del discurso
Psicoanalítico no solo es imputable a algunos psicoanalistas, pues a ese
deplorable conjunto pertenecen quienes de una u otra manera defiende el empirismo
decimonónico y la universalización de lo particular de las nomenclaturas nosológicas,
por consiguiente, al hombre máquina agotado en el yo-consciente.
Características
fundamentales del retorno al sujeto descubierto por Freud y a los principios de
la cura psicoanalítica
El «retorno a Freud» que proclamaba
Lacan no era un retorno al sentido, «un retorno a las fuentes que podría aquí,
tanto como en cualquier otro sitio, no significar sino una regresión», como el mismo
él mismo decía en «De un designio», 1954.
Jacques Lacan |
No lo era porque ese retorno requería de una nueva lectura de Freud, lectura como trabajo crítico, epistemológico y testimonial de lo que el psicoanalista hace en la práctica, y de lo que esta disciplina tiene de azarosa (psicoanálisis en intensión) y también en la cultura (psicoanálisis en extensión). Quien no desee eludir la desorientación de no pocos psicoanalistas, psicólogos, psiquiatras y filósofos que han asumido ideas prefreudianas, debe saber que el «retorno a Freud» que demandaba Lacan implica:
1º. Desalojar del espacio analítico
todo tipo de ideología, ya sea médica, neurobiológica, humanista o psicológica.
Ya que Apenas cree el psicoanalista saber algo de psicología, comienza ya su
perdición por la sencilla razón que en psicología nadie sabe gran cosa salvo
que la psicología misma es un error de perspectiva sobre el ser humano,
como dice Lacan en el Seminario I, Los escritos técnicos de Freud, 1954.
2º.
Devolver el psicoanálisis al ámbito del que jamás debería haber sido
alejado: el del significante.
3º. Demostrar que psicoanálisis es la práctica
de lo Real mediante lo Simbólico, y que, por lo mismo, sólo tiene un medio de investigación
y tratamiento, la palabra, lo que en modo alguno significa que el psicoanálisis
sea lingüística aplicada.
4º. Dar cuenta de lo que esta práctica
tiene de azarosa y de las razones de las resistencias dentro y fuera del ámbito
de la cura.
5º. Que devenir psicoanalista no está
determinado por criterios atinentes a la idiosincrasia y las costumbres y menos
aún por la licenciatura que, en el caso de los profesionales de la salud psíquica,
avala la correcta dirección de la cura. Pues como dice Lacan en «Función y
campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis», 1953, …nada podría extraviar
más al psicoanalista que querer guiarse por un pretendido contacto
experimentado de la realidad del sujeto.
6º. Implica asimismo un análisis pormenorizado
de la obra de Freud, para el que estos criterios pueden servir de ayuda
inestimable.
7º. Que como el mismo Lacan precisa en
la entrevista concedida a Pierre Daix, el 26 de noviembre de 1966, … la
formación médica no era, y nunca lo fue, con sus intereses y su tradición,
digamos, humanista, la más apropiada para introducir a la dimensión del
psicoanálisis. Si lingüistas y lógicos se encuentran más al alcance de
entenderlo, esto no indica suficientemente en qué sentido debería completarse
la formación médica.
8º. Y, por último, pero siempre en
primer lugar, que no hay clínica sin ética. Es decir, que la curación en
psicoanálisis tiene por condición el deseo del psicoanalista, la
exclusión de la impostura, del engaño y de todo prejuicio ideológico
Siendo estos aspectos fundamentales del
hecho de ser lacanianos, como se dice, es igualmente cierto que falta un
estudio serio y pormenorizado acerca de esta afirmación y de las escisiones acontecidas
del grupo lacaniano pretendidamente hegemónico, esto es, de la antedicha A.M.P.,
(Asociación Mundial de Psicoanálisis).
Lacan insistió en lo que los educadores,
filósofos y sociólogos vienen constatado: que el sujeto postmoderno está interesado
poco o nada en la lectura, y que algunas ideas pueden ocasionar un declive de
la inteligencia y aun de la ética, …pues resulta -dice Lacan- que una buena parte de la educación secundaria y superior
consiste paradójicamente en impedir que la gente sepa leer, con lo que es necesario
todo un proceso reeducativo que permita aprender a leer de nuevo un texto. Hay
que reconocerlo, antes no se sabía hacer otra cosa, pero al menos se hacía bien;
en cambio, actualmente tampoco podemos decir que sabemos hacer otras cosas, aunque
estamos convencidos de ello.
Freud requiere de Lacan
Grande es la dificultad de comprender a
Freud sin Lacan. El psicoanalista francés ofrece las claves imprescindibles
para la lectura de los textos de Freud, por tanto, del valor del significante, o
el vacío-agujero imposible de obturar de lo Real (objet petit a) por lo
Imaginario del fantasma: P4a.
Algunas personas que no soportan al
padre, muestran, sin saberlo, el deseo de ocupar su lugar, de sustituirlo con
la ilusión de mantenerse al lado del objeto primario de deseo (primer gran
Otro, habitualmente la madre). Y tampoco es infrecuente el perpetuo duelo a
partir de la muerte de la madre, circunstancia que deja expedito el camino a la
misoginia, no menos que a la llamada violencia de género, como respuesta a ese
necesario abandono afectivo.
Quienes
se jactan de lo que desconocen
De una cosa (ideología) a otra (petulancia
narcisista) sólo hay un paso, y pueden ir juntas. Baste indicar que el discurso
del Psicoanalista es el envés del discurso del Amo, también el envés del
discurso Capitalista, ya que este último rechaza la castración (falta-a-ser) y demanda
un goce absoluto y sin demora.
El catedrático de filosofía de la UdG (Universitat
de Girona) Josep Maria Terricabras, afirma que Freud es «un aprendiz del
filósofo bávaro Friedrich Nietzsche». Todo indica que este profesor gusta más
del agresivo estilo literario del autor de Ecce
Homo, 1889, que de los importantísimos descubrimientos de Freud. Entre las grandes
ideas de Josep Maria Terricabras se encuentra la de traducir ‘cultura’ por
‘civilización’ en lo que se refiere al título de El malestar en la cultura, 1929 [1930] de Freud, que el mismo hubo de
llevar al catalán. Sin duda no hubiese sido superfluo mencionar en el prólogo
de la traducción a la Función-del-Padre
y su relación con los lenitivos que el hombre hace servir contra los malestares
que le produce la cultura, así como el retorno de esa función en las instituciones
en las que descansa la misma cultura: leyes del derecho, preceptos de la moral,
y mandamientos de la religión.
Josep-Maria Terricabras |
Foráneo también del rigor clínico y abrazando el argumentum ad hominen, además de citar en su apoyo a comentaristas de muy dudoso conocimiento del psicoanálisis, más aún por estar en el polo opuesto de la experiencia clínica del sujeto-al-inconsciente, son las consideraciones de Ramón Alcoberro i Pericay. Este profesor de Ética ve en Freud a un «personatge tèrbol, mig filòsof, mig endeví; un fals profeta de l’època del cinema en blanc i negre…, que com un vell rabí, ho explica tot i res alhora»; todo ello a imitación de las opiniones, ajenas a la verdad de los hechos clínicos, de personajes como Mikkel Borch-Jacoben o Catherine Meyer.
Más cercano a la actualidad periodística
se encuentra otro profesor, en este caso de Historia de las ideas estéticas de
la UdG (Universitat de Girona), Xavier Antich Valero.
Apunta Antich al yerno de Lacan y presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Jacques-Alain Miller, y a quien considera uno de sus seguidores, el filósofo esloveno Slavoj Žižek. No se arredra al incluir a los dos, y creo no equivocarme, en el conjunto de los nuevos impostores, al lado de la republicana estadounidense Sarah Palin, el expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el arzobispo Antonio María Rouco Varela. Antich, a imitación de sus colegas de universidad no destaca en originalidad. Cómo no ver que la impostura que denuncia sigue la huella del físico estadounidense y profesor en la Universidad de Nueva York, Alan David Sokal, autor, con Jean Bricmont, de Impostures Intellectuelles, 1977. (Un libro ajeno a la epistemología que nada aportó a la clínica ni a la conceptualización del sujeto descubierto por Freud).
Xavier Antich Valero |
Apunta Antich al yerno de Lacan y presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Jacques-Alain Miller, y a quien considera uno de sus seguidores, el filósofo esloveno Slavoj Žižek. No se arredra al incluir a los dos, y creo no equivocarme, en el conjunto de los nuevos impostores, al lado de la republicana estadounidense Sarah Palin, el expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el arzobispo Antonio María Rouco Varela. Antich, a imitación de sus colegas de universidad no destaca en originalidad. Cómo no ver que la impostura que denuncia sigue la huella del físico estadounidense y profesor en la Universidad de Nueva York, Alan David Sokal, autor, con Jean Bricmont, de Impostures Intellectuelles, 1977. (Un libro ajeno a la epistemología que nada aportó a la clínica ni a la conceptualización del sujeto descubierto por Freud).
El
psicoanálisis: acorde con la subjetividad de la época sin renunciar a los
principios fundamentales
La ciencia de la subjetividad que es el
psicoanálisis no es sin los cambios que la época impone. Los textos de Freud y la
enseñanza de Lacan, no se reconocen en lo que es común al discurso religioso, o
sea, en el inmovilismo dogmático. El budismo, por ser una filosofía como otra
cualquiera, a pesar de ser sin dios, ha evolucionado. Pero lo ha hecho sin desmarcarse
de la moral de os ideales, circunstancia radicalmente diferente a la consigna
lacaniana: Mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad
de la época.
Sólo por haber explicitado de qué
manera el discurso Psicoanalítico es el envés del discurso del Amo (impositivo)
y la salida del discurso Capitalista (que consume al sujeto postmoderno en el
consumo, lo que denuncia la fuerza del marketing), además del desvelamiento de
la lógica del discurso del Amo, del discurso Universitario, del discurso Histérico
y del seudodiscurso Capitalista, Lacan es merecedor del más alto reconocimiento
clínico y cultural.
Quizá sirva esta diferencia a aquellos que
quieren trabajar en la ética que merece el serhablante,
así como a los que intuyen la importancia de presentar en la plaza pública que
el psicoanálisis desmonta los saberes que, asistidos por la moral de los ideales,
no pueden sino ahogar las mentalidades y promover el extravío intelectual. Se
reconoce así en las respuestas a lo imposible de lo Real que propaga el budismo
zen, la psicología de la conciencia o la psiquiatría humanística y biológica,
tanto más por la priorizar la dimensión imaginaria del sujeto y las técnicas que
intentan poner en forma el cuerpo, pero de ordinario con el apoyo decidido de la
sugestión que caracteriza a las creencias.
Vivimos en la época del descreimiento
en el Otro. No es de otra manera en las ciudades de una aldea que, lejos de ser
global en todo, se caracteriza por el eclipse de los modelos identificatorios
perdurables y la prestancia de los objetos científico-técnicos, que, siendo fetiches
de la mercancía (gadgets y latosas), inundan los escaparates.
La herida narcisista y el malestar correlativo
tiene su causa en la pérdida del goce absoluto, circunstancia que debe
acontecer en nuestra más tierna infancia, pues, paradójicamente, esa pérdida nos
aleja de la enfermedad. Merced a la Función-del-Padre, el goce-Todo queda prohibido
para el sujeto, y como tal ha sido reprimido. Fue en la infancia cuando
aconteció la pérdida de la «Cosa en sí» del filósofo, tiempo en que lo Simbólico
debe operar un agujero imposible de llevar en lo Real.
¿Qué promete el capitalismo? Oferta objetos
de consumo como plus-de-goce, esto es, como plusvalía y suerte de suplencia
reparadora del agalma, del perdido objeto
a. He aquí, ciertamente, una de las
funciones principales de las ideologías, no únicamente del capitalismo. El capitalismo
tardío, en perfecta connivencia con las ciencias reductoras del sujeto al
yo-conciencia, pretende suturar la división-castración del sujeto, P, que, si bien existe desde siempre, fue, como he
apuntado, descubierto por Freud, y aun anestesiar el malestar en la cultura,
hecho notorio en la persuasión de los libros de autoayuda.
En el mejor de los casos el sujeto recupera
en lo imaginario del fantasma, P4a, algo del goce
perdido. Pero la confusión que produce esa plusvalía del goce hace del sujeto un
ser perdido en la urbe, devorado como sujeto por los medios de comunicación de
masas. El papa Ratzinger se equivocaba cuando sugería que el sujeto postmoderno
estaba perdido porque le faltaba la dirección de la Iglesia.
Hacer la diferencia
Nuestra época ha propiciado factores no
del todo ajenos al sujeto que los sufre. También por este motivo no está de más
recordar lo imposible de obturar el agujero de lo Real mediante los artificios
de la maquinaria capitalista, de pretender colmarlo con el poder, la religión,
la mística, la fama, el sexo, el deporte o el dinero.
El psicoanálisis es la cura del saber ideológico
por partida doble: del saber que uno imaginaba y asigna al otro. Cura del saber
imaginario y del goce inconsciente que goza del sujeto al mismo tiempo que el sujeto
goza de su inconsciente. De ahí que la cura reclame al psicoanalista ir más
allá de las identificaciones (Imaginario-Simbólicas) hasta el goce (Real,
mortificante, y que concierne a la letra y no al significante por no tener par simbólico,
o sea, por no remitir a otro significante).
Nos compete que el sujeto advierta el estrago
del Otro, así como el goce que lo goza como impostura del saber y capricho del
Otro. La disolución de la identificación-síntoma y, por otra parte, la evacuación
del objeto del goce (Real), se efectúa en el único ámbito en el que la palabra muestra
la singular verdad del sujeto-del-inconsciente. Se espera así de la experiencia
psicoanalítica, destinada como está a que de la nueva posición del sujeto
respecto a lo Real devenga una identificación-síntoma menos idiota. Incumbe al
psicoanálisis desmontar lo que de ordinario oferta la psicología, el saber filosófico
y el religioso, por ejemplo. El psicoanalista puede gestionar desde otra
perspectiva aquello que a los agentes de esos saberes les está vetado en tanto
que sólo disponen de dos discursos, el discurso Universitario (básicamente el
consejo) y el discurso del Amo (la imposición). A eso se reduce el saber y aun la
técnica de esas disciplinas, las cuales les está asimismo vetado la táctica en
el necesario manejo de los discursos (discurso Universitario, discurso del Amo,
discurso Histérico y discurso Psicoanalítico) y la acción adecuada al caso y al
momento del tratamiento.
El psicoanalista permite que escuche
quien antes únicamente oía (los signos de las identificaciones, las insignias
del narcisismo y el patetismo del goce, en suma, que escuche en lo que estaba
entrampado).
No son pocos los que no han perdonado
al psicoanálisis su poder de revelar los factores que están en la causa de lo
que se conoce como realidad. Es decir, no se perdona al psicoanálisis la pertinaz
inclinación de ir a las últimas causas del devenir. Se le ha imputado también el
calificativo, al lado del marxismo, de saber no refutable. A los ojos de Karl
Popper (Viena, 28 de julio de 1902-Londres, 17 de septiembre de 1994), dejaba
de ser ciencia en tanto que la característica esencial de las ciencias no es
generar nuevas leyes sino descartar aquellas que contradicen la experiencia, a lo
que este epistemólogo denominó «criterio de falsación».
Las ideas de este coterráneo de Freud, ubican a Popper entre ajenos a los descubrimientos del psicoanálisis. Su error, en todo semejante a los del epistemólogo argentino Mario Bunge, han empeorado la vulnerabilidad del sujeto postmoderno ante la seducción de prácticas imaginarias, ritos persuasivos, así como a las drogas, legales o no, que prometen la felicidad.
Es obvio que agregan al síntoma inicial el síntoma del procedimiento con el que se pretende erradicarlo:
Karl Popper |
Las ideas de este coterráneo de Freud, ubican a Popper entre ajenos a los descubrimientos del psicoanálisis. Su error, en todo semejante a los del epistemólogo argentino Mario Bunge, han empeorado la vulnerabilidad del sujeto postmoderno ante la seducción de prácticas imaginarias, ritos persuasivos, así como a las drogas, legales o no, que prometen la felicidad.
Mario Bunge |
Es obvio que agregan al síntoma inicial el síntoma del procedimiento con el que se pretende erradicarlo:
Síntoma
originario + procedimiento persuasivo =
Permanencia del
síntoma + desconocimiento exponencial
La encarnación en un mismo sujeto del
saber y el poder, no por ser patrimonio de los fascismos, no se advierte menos en
nuestro mundo globalizado.
Discurso del Amo
= saber + poder → pensamiento único
Tampoco entra en el orden de lo
deseable olvidar la potencia destructiva de nuevas mentalidades que implica la transgresión
hermenéutica de la psicología cognitivo-conductual, así como la imaginaria y aditiva
panacea de los ansiolíticos y antidepresivos, amén del insulso y siempre
ideológico consejo de la psiquiatría humanística, factores que, al lado de la
sugestiva terapia de los olores de Bach o el moderno electrochoc -terapia de estimulación magnética- operan en detrimento del óptimo desarrollo de la
subjetividad y a favor del invalidante síntoma. Pero cabe recordar con Lacan,
en Radio & Televisión, 1973, que El psicoanálisis le permitirá esperar que
el inconsciente del cual usted es sujeto pueda ser traído a la luz, pero todo
el mundo sabe que no aliento a nadie a ello, a nadie cuyo deseo no esté decidido.
EL sujeto y la clínica
Somos algo más que yo-conciencia, siendo
esta verdad la que aflige a los que no quieren otro sujeto que el prefreudiano,
el sujeto cartesiano por antonomasia y el de las raíces biológicas en la
denegación de la incidencia del/os Otro/s los. Es norma en el academicismo hacer
lo indecible a favor del ego.
Yo-consciencia
vs.
Sujeto-del-inconsciente
Síntomas del Otro, sujetos determinados
por el inconsciente que nos habita: modo de ser en el mundo y elección de
objeto sexual.
Estos dos aspectos, que definen a la subjetividad,
hacen del hombre un síntoma histórico. Su destino es ser hijo de unos padres que
no fueron menos sujetos a una realidad histórico-social (ontogenia y filogenia).
Sin embargo, la psicogénesis no es aplicable al sujeto humano porque lo que es,
lo que somos, tiene en la estructura del complejo de Edipo (madre, padre, falo)
su condición, una estructura cuyos tiempos lejos de ser diacrónicos son lógicos,
y en cuyo centro y como eje del destino del sujeto (el modo de ser en el mundo
y la elección de paternaire) se encuentra el No funda-mental, la
interdicción (complejo de castración) de la Función-del-Padre.
Cada vida es un mundo, y es igualmente
cierto que el hombre es susceptible de presentar una amplia variedad de síntomas;
pero las estructuras clínicas que determina esos síntomas se cuentan con los
dedos de una mano: neurosis, psicosis y perversiones. Básicamente: síntomas en
las neurosis; delirio y alucinación en las psicosis; actos en las perversiones.
Que no hay trasvase de estructuras
clínicas se cuenta también entre los descubrimientos psicoanalíticos, aunque,
obviamente, existe el empeoramiento de los síntomas; por otro lado, algunos de los
síntomas que caracterizan a una psicosis, por ejemplo, pueden manifestarse en
otras estructuras clínicas (neurosis o perversiones) sin por eso venir a definirlas.
El sujeto humano es sintomático sin necesidad
de sufrir ninguna enfermedad. Así es en tanto que el carácter y la elección de
objeto sexual, lejos de ser de orden natural, no son per se, por estar determinados
por circunstancias históricas.
Tal es una de las diferencias básicas y
fundamentales del hombre respecto a los otros animales cuyo comportamiento está
regido por la naturalidad del instinto. El hombre es a-natural, histórico
y deficitario, aun en lo que se conoce como normalidad. Así es por la pérdida
de lo que nunca tuvo o temió perder, déficit imaginario que llama a la
suplencia fálica (todos y cada uno de los síntomas conocidos, desde el
narcisismo a la inhibición pasando por los que describe la psicopatología clásica)
y que denuncia, en el caso de las neurosis y las perversiones), que el sujeto
tuvo la suerte de poner distancia respecto a la inquietud que caracteriza a lo
Real, distancia respecto a la obscenidad primigenia en favor de la realidad-semblante
que, en la cultura, articula lo Real (imposible) a lo Imaginario (sentido) y lo Simbólico (incompleto).
Naturalidad
instintiva y código lingüístico versus sujeto humano: pulsión y lenguaje
Estas tres dimensiones constitutivas
del ser son opacas para el sujeto, quien no puede sino soportar aquello que lo define.
De ahí que Jacques Lacan (París, 13 de abril de 1901-9 de septiembre de 1981),
en el Seminario XXI, Les non-dupes errent,
1973-74, representara el mencionado el instrumento de tortura de la Santa Inquisición que es tripalium (tres palos) a las tres dimensiones
de la alienación del sujeto. Sean los desconocimientos funda-mentales del
sujeto:
• La causa de lo que piensa, dice y
hace. En otros términos: los significantes y el goce que rige su existencia.
• Y que la normalidad solo es supuesta.
El sujeto desconoce las características
de su estructura psíquica (estructura inconsciente), y desconoce también cuándo
y de qué modo se manifestará el fallo de esa estructura.
La aparición del síntoma no es por azar.
Pues no es loco el que quiere sino el que puede, quien puede por una razón de
estructura, esto es, por un fallo en la estructura psíquica que se configuró en
la primera infancia: la tyché en
tanto mal encuentro, y que como desencadenante de los síntomas corresponde a la
caída del fantasma como sostén del deseo en las neurosis.
Los síntomas no son sin deseo, al menos
en las neurosis. Desde Freud sabemos de la relación deseo-síntoma, y la clínica
ratifica que el síntoma es el retorno disfrazado por las leyes del inconsciente
(procesos metafórico-metonímicos) de un deseo reprimido.
Deseo → represión
del deseo por el Yo
→ retorno disfrazado
del deseo
por las leyes de
lo inconsciente en el síntoma
El deseo es impropio por ser del Otro
(deseo del Otro que nos habita). Del deseo solo conocemos la punta consciente
del mismo que es la voluntad. No es de otro modo por más que la filosofía y la
psicología de la conciencia se empecinen en afirmar lo contrario, no denunciando
con ello sino el talante narcisista que embarga a sus agentes tanto más por
sostener que las personas saben lo que dicen. Si obtusa es la psicología y la
psiquiatría es ese aspecto tan importante de la clínica más incluso lo es
respecto al sufrimiento. El descubrimiento psicoanalítico aquí es que el síntoma
no es sólo displacer. Y no se trata de que alguien pueda gozar en el sufrimiento,
como se entiende que sería en el caso del masoquismo y aun la hipocondría, sino
que siempre, indefectiblemente, hay un goce en lo que la persona se queja, en
la angustia, la inhibición, la inseguridad, la depresión o en la insatisfacción,
por ejemplo; y, por otro parte, el goce inconsciente del síntoma hace de obstáculo
a la curación (R.T.N., reacción terapéutica negativa), a diferencia de la cara
displacer o sufrimiento del mismo que propicia la demanda de curación.
Sufrimiento Cara consciente del síntoma
–––––– ––––––––––
Goce
Cara inconsciente del síntoma
Lo que descubre el psicoanálisis en el
síntoma sobrepasa al hecho de que se trata de sufrimiento, de malestar
subjetivo, algo que se repite e insiste, y que por lo general el sujeto no sabe
cuál es su verdadera causa.
En aras a la disolución del síntoma y el
cese del sufrimiento que suele acompañarlo no cabe descuidar que la disolución
es correlativa a abortar el goce que le es inherente y, en ese sentido, que la
escala del termómetro de la cura marca lo que el sujeto se debe dejar de gozar
en el sufrimiento del que se queja.
De la cura psicoanalítica
El tratamiento psicoanalítico, desde el
inicio de la experiencia de liberación de ese goce que no es sino mortificante
(invalidante y opaco al sujeto pese a no dejar de sentirlo), se propone la
eclosión del goce sintomático. Así es desde la elección de analizante por parte
del psicoanalista, y no al revés como ocurre en todas las prácticas clínicas, en
lo que se conoce como «entrevistas preliminares». El síntoma de la demanda de
curación que nos presenta una persona con el nombre de la nomenclatura médico-psiquiátrica
(angustia, depresión, fibromialgia, anorexia, insatisfacción, adicción, ataque
de pánico…) se debe transformar en síntoma psicoanalítico por el acto psicoanalítico,
acto ético que permite a ese sujeto que demanda curación implicarse en lo que
se queja y preguntar por la causa de su malestar.
Citar a Freud es convocar a una singular
respuesta a la oscuridad intelectual, al narcisismo yoico y al malestar en
cualquiera de sus formas, mas no sólo porque su respuesta es rigorosa y acorde
con la estructura de esos asuntos, pues la respuesta es también y aun
fundamentalmente ética. Pero al indicarlo así nos alejamos, en este punto
también, de las éticas conocidas. Nacida en el ámbito del malestar en la
cultura que son las enfermedades psíquicas, la ética psicoanalítica (Wo Es
war, soll Ich werden: donde Ello era, donde el goce mortificante gozaba en
el síntoma, yo, como sujeto al deseo, debo advenir) es singular por no reconocerse
en el amplio conjunto de la moral de los ideales, de todas y cada una de las
éticas y concepciones del mundo que no permiten al sujeto reconocer el deseo que
lo embarga y que todo está dispuesto para que asuma lo que dicen que es el Bien
Supremo.
¿A qué responde que algunas personas,
no foráneas siempre a círculos académicos, se vean impedidas a comprender
aspectos por demás sencillos y no logren superar los juicios de valor, lel
argumento ad hominem, traspasar lo imaginario, que se resistan, en suma,
a apear de si la creencia y la ideología? En absoluto obedece, al menos
únicamente, a una resistencia afectiva por el descubrimiento del inconsciente. Es
decir, las críticas al psicoanálisis y el oprobio a la disciplina clínica que inaugura
el vienés universal no responden sólo al descubrimiento de la auténtica naturaleza
del hombre, tampoco, por tanto, por haber erosionado la autoestima al presentar
la tercera y mayor herida al narcisismo del rey de la creación y antes del
primer psicoanalista autónomo y sabedor del sentido de cuanto decía y hacía.
(Copérnico: la Tierra
no es el centro del Universo; Darwin: el hombre procede de los primates; Freud:
el Yo no es amo en su propia casa). La razón de la resistencia ideológica no
menos que afectiva al discurso psicoanalítico, aquella que está en el origen
del sufrimiento psíquico y de la en ocasiones difícil y aun imposible
recuperación del extravío intelectual que soportan muchas personas, tiene en la
desorientación intelectual a uno de sus factores más importantes. Se trata de
una desorientación por falta de cuestionamiento e inducida por la asunción de
imaginarias y obsoletas ideas. Así es en las personas que han sucumbido al
poder sugestivo de la ideología y las creencias no sin patina científica. Víctimas
de la vertiente imaginaria de la transferencia, o sea, la delegación de poderes
al otro y el aprovechamiento de esos poderes por parte del profesor, por
ejemplo, lo que produce habitualmente graves daños a ambos, al profesor y a
quienes están en posición de querer-saber, ya que les será complicado salir por
sí solos del marco de la creencia, y si lo hacen no por eso habrán pagado un
precio, no sólo en tiempo, no despreciable. El algoritmo de la escritura de la
transferencia, establecida por Lacan en la «Proposición del 9 de octubre de
1967 sobre el psicoanálisis de la
Escuela», muestra en su parte inferior que hay un saber
inherente a las asociaciones libres del analizante, así como a lo que se da a
leer en cualquiera de sus modos de presentación: el Otro-saber, el saber sin
sujeto que es el del inconsciente.
ST → Sq
–––––––––––––––
s (S1,
S2.., Sn)
El sentido (s) que
puede suponer el sujeto
–en tanto yo (moi)–
está descentrado
respecto al Otro
saber (S1, S2.., Sn)
La regla fundamental del psicoanálisis
(la llamada «asociación libre», que es menos libre por estar determinada por el
Otro), advierte al analizante que el deseo no es propio, no es del sujeto por
ser del Otro (inconsciente), deseo-del-Otro que lo habita. Lacan apuntaba en
ese sentido que El psicoanálisis es una técnica bastante precisa que juega
sobre esta regla que no le da al analizante de decir todo lo que se le ocurra.
Naturalmente, uno lo orienta un poco hacia lo que podría ser interesante, se
enseña a ir un poco más allá de lo que comporta o que se llama confesión. Se le
dice que es mejor que no se detenga por nada, incluso por cosas que pueden parecerles
indiferentes o de mala educación.
De ahí, se comprende, el saber no lo posee
el psicoanalista: el saber está fuera de él puesto que pertenece al Otro,
aunque el psicoanalista forma parte del inconsciente. El garante del Otro-saber
es el psicoanalista, pero siempre que el psicoanalista ocupe el lugar que le encomienda
la cura psicoanalítica, que excluye el engaño, la persuasión y la impostura.
En las resistencias al discurso psicoanalítico
no se trata únicamente de que se lea poco, mal endémico en la postmodernidad,
como algún profesor evocará en descargo de su función. El problema radica en no
saber leer, y escoger mal las lecturas. Como en tantas otras facetas de la
vida, leer mucho, a tontas y a locas, como se dice, puede afectar negativamente
a las conexiones neuronales. Y siendo la elección de las lecturas algo
fundamental, lo esencial, empero, es saber leer, pues saber leer nos permite
leer cualquier cosa, por mala que sea, desde un lugar más adecuado para
reconocer cuestiones que seguirían opacas e incomprensibles.
A diferencia de los que retrocedieron
ante el intelectualismo de la sexualidad freudiana y aquellos que denegaron la
pulsión de muerte, habría que asentir con el Lacan de «La dirección de la cura
y los principios de su poder», 1958, que la fidelidad a Freud puede reducirse a
los principios que están en la base de la ética del bien decir del síntoma en
tanto que constituye una depuración del deseo que exige al psicoanalista obviar
todo intento de impostura, Freud reconoció en seguida que ése era el
principio de su poder, en lo cual no se distinguía de la sugestión, pero
también que ese poder no le daba la salida del problema sino a condición
de no utilizarlo, pues era entonces cuando tomaba todo su desarrollo la
transferencia... Hay entre la transferencia y sugestión, éste es el
descubrimiento de Freud, una relación, y es que la transferencia es también
sugestión; pero una sugestión que no se ejerce sino a partir de la demanda de
amor, que no es demanda de ninguna necesidad. Y concluye: Ya se pretenda
frustrante o gratificante, toda respuesta a la demanda en el análisis reduce en
él la transferencia a la sugestión.
Las críticas al psicoanálisis, en
nuestro país, no son sin la asunción de la psiquiatría española de postguerra
de:
• Las clasificaciones taxonómicas
ideadas para otras disciplinas.
• Y del pensamiento neurológico de las
enfermedades psíquicas.
• Mientras que el síntoma fue leído al
margen de la estructura, de cuanto individual, familiar y socialmente pudiera
contravenir la etiología moral-organicista establecida para la enfermedad.
Tales paradigmas sirvieron de coartada científica
a la política sanitaria fascista. Se entiende que el psicoanálisis, por poner,
en su origen, el acento etiológico en la moral sexual burguesa y el orden
social del mismo nombre, fuese repudiado a favor de las bases neurobiológicas
de la conducta humana. Los fundamentos neurobiológicos podrían funcionar en otras
especialidades médicas ajenas a lo psíquico, pero al español de la época (más de
la mitad de país analfabeta) asumió que un fallo del cuerpo era la causa de una
enfermedad de los nervios, según el lenguaje al uso. De aquí a la
psiquiatrización de la población fue el agosto para la industria farmacéutica
sin necesidad del disease mongering (invención de enfermedades).
De una polémica campaña sobre la violencia
de género
La polémica suscitada por la campaña de
noviembre de 2009 y primera de la Secretaría General Iberoamericana y la Organización
Iberoamericana de Juventud (OIJ), destinada a concienciar a
los jóvenes inmigrantes de Latinoamérica de la lacra del maltrato machista de
la mujer, se presta al comentario. Respaldada por el Ministerio de Igualdad y
financiada por la Agencia Española
de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en la campaña han
colaborado, además de la periodista María Escario, que actúo de presentadora, el
actor Javier Cámara, el cantante y actor Dani Martin, la también cantante Chenoa,
la realizadora y directora de cine Cristina Andreu, la actriz colombiana Angie
Cepeda, el futbolista del Atlético de Madrid Diego Forlán y la coreógrafa
brasileña Flavia-N, al lado de voces anónimas.
Chenoa |
El lema de la campaña era el siguiente,
«De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo. De todas
las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo».
La polémica se centra, no obstante, en
la primera parte del eslogan, en el que en las vallas publicitarias y al lado
de Angie Cepeda, dice:
«De todos los
hombres que hay en mi vida,
ninguno será más
que yo»
En realidad, ese eslogan presenta dos
aspectos fundamentales de la violencia de género. El primer aspecto concierne a
las dos interpretaciones que el eslogan ha suscitado y que son defendidas por
dos bandos conformados.
El segundo aspecto concierne al aspecto
nodal de la violencia de género, a la estructura misma de este delicado asunto.
El hecho es que algunas personas implicadas en la polémica, entienden, aunque
de desigual manera, que la trágica dimensión que ha tomado el maltrato machista
reclama conocer sus mecanismos subjetivos con vistas a su prevención. Es en
este aspecto donde se apela al psicoanálisis.
El
interesado mito contra el psicoanálisis
Pocas personas desconocen la diferencia
entre apelar a una clínica, en este caso al psicoanálisis, para que aclare las
causas de la violencia de género y facilite pautas para combatirla, otra muy
distinta atribuir a esa disciplina tópicos absurdos. Sin embargo, algunos de
los agentes de la polémica aludida parecen vanagloriarse de la difusión en los
medios de comunicación del error intelectual, no menos que del deplorable perjuicio
ideológico que implica.
Fue Ortega y Gasset (1883-1955), como
es conocido, el primer intelectual español que leyó lo que hasta el año 1911 se
había publicado sobre Freud.
En esa fecha la revista argentina La Lectura publicó su artículo «La Psicoanálisis, ciencia problemática», y aunque este filósofo madrileño otorgó al psicoanálisis el carácter de mito, no por eso dejó de alentar a José-Ruiz Castillo, editor de Biblioteca Nueva, para que publicase los trabajos del primer psicoanalista. Ese deseo se hizo realidad, y España contó con la primera edición mundial de los textos de Freud en Obras Completas, traducidas, con algunas deficiencias, por el emérito don Luís López-Ballesteros y de Torres para esa editorial, hecho que ocurrió el año 1922 (entre esta fecha y 1934 aparecieron 17 volúmenes). La cuestión, la primera de una larga serie, es que muy pocos intelectuales y clínicos de nuestro país leyeron a Freud, y menos aún, obviamente, intuyeron de qué se trataba.
Ortega y Gasset |
En esa fecha la revista argentina La Lectura publicó su artículo «La Psicoanálisis, ciencia problemática», y aunque este filósofo madrileño otorgó al psicoanálisis el carácter de mito, no por eso dejó de alentar a José-Ruiz Castillo, editor de Biblioteca Nueva, para que publicase los trabajos del primer psicoanalista. Ese deseo se hizo realidad, y España contó con la primera edición mundial de los textos de Freud en Obras Completas, traducidas, con algunas deficiencias, por el emérito don Luís López-Ballesteros y de Torres para esa editorial, hecho que ocurrió el año 1922 (entre esta fecha y 1934 aparecieron 17 volúmenes). La cuestión, la primera de una larga serie, es que muy pocos intelectuales y clínicos de nuestro país leyeron a Freud, y menos aún, obviamente, intuyeron de qué se trataba.
Luis López-Ballesteros y de Torres |
Causas morales, intelectuales y políticas se reconocen en el demérito a la ciencia de la subjetividad que el psicoanálisis y, en consecuencia, gravísimo fue el perjuicio que produjo en las mentalidades leer a Freud desde posiciones filosóficas, morales y políticas. Estos factores impidieron comprender siquiera algo de la experiencia clínica y del trabajo de elaboración teórica del psicoanalista vienés. En el cenit de la desfachatez académica se presentaba al psicoanálisis como una rama de la psicología o la psiquiatría, e indefectiblemente como apoyo terapéutico a lo que de verdad curaba, la psicofarmacología.
Los agentes de la iglesia católica
apostólica romana no fueron, contrariamente a lo que cabría suponer, la primera
institución en señalar la dirección a tomar respecto a Freud, y tampoco la primera
que cargó contra el psicoanálisis por haber mostrado en qué medida la
sexualidad burguesa estaba el origen del malestar de la vida cotidiana, así
como de las neurosis. Fueron los médicos, como el psiquiatra Miguel Gayarre
Espinel (1866-1936), ya en el año 1909, en «La génesis sexual del histerismo y
de las neurosis en general», Revista
Clínica de Madrid, y el psiquiatra madrileño y presidente de la Liga de Higiene Mental, Enrique
Fernández Sanz (1872-1959), en 1914, en «El psicoanálisis», dos de los prohombres
que criticaron con más dureza la preeminencia que Freud concedía a esa etiología.
Enrique Fernández Sanz |
Muchos otros individuos con iguales y/o
distintos estudios universitarios, se chancearon de Freud, y sus descubrimientos
dejaron de existir para aquellos que leían a esos autores creyendo que se
trataba de una opinión certera acerca del psicoanálisis.
La impostura del discurso universitario
fue presentar al psicoanálisis como un saber acabado en la «Teoría traumática».
Es decir, concluido en la primera teoría de la neurosis, una teoría que Freud
deshecho al descubrir la importancia del complejo de Edipo en el devenir de las
personas, y que desde entonces se conoce como «Teoría de la fantasía». El discurso
universitario fue asimismo obtuso respecto al sujeto que habiendo existido
siempre fue descubierto por Freud, un sujeto que subvertía al de la filosofía que
se agotaba en el yo-conciencia. Los profesores tampoco advirtieron la
singularidad de la ética del psicoanálisis, y el freudismo se popularizo en términos
de hedonismo genital y, por supuesto, nada dijeron acerca del déficit de la Función-del-Padre en
el origen de las instituciones en las que, desde sus antiquísimos orígenes, descansa
la cultura:
Mandamientos de la religión,
preceptos de la
moral,
y leyes del
derecho
La resignificación de la desfachatez
intelectual estuvo a cargo del padre Agostino Gemelli (1878-1959) y el padre
Moore, tanto más por impulsar una campaña atroz contra lo que intencionalmente
divulgaron como pansexualismo freudiano, subrayando, en la presentación de la
obra de Freud, que debía ser interpretada con sentido cristiano.
Agostino Gemelli |
La guerra civil eclipsó lo poco acertado que se había dicho de Freud durante la II República, entre otras cosas porque el psicoanálisis acababa de nacer, como quien dice. Es remarcable que la ley de 2 de marzo de 1932, que recoge el artículo 43 de la Constitución Española de 1931, que establecía por vez primera el divorcio en España, y que constituye la realización más importante dentro de la legislación matrimonial de la II República, estuvo redactada por el profesor de derecho penal en la Universidad de Madrid (actual Universidad Complutense de Madrid) Luis Jiménez de Asúa (1889-1970), muy influido por los descubrimientos de Freud. El psiquiatra José María Villaverde (1888-1936) fue asesinado recién comenzada la contienda, y el socialista José Sanchís Banús (1890-1932) y César Juarros (1879-1924) no tuvieron tiempo para seguir los descubrimientos de Freud. Cuando algunos quisieron remontar el vuelo, aquellos que podían hacerlo, como el psiquiatra bilbaíno Ángel Garma (1904-1993), aterrizaron, por causas políticas, en Berlín, y más tarde en Buenos Aires, mientras que los que se quedaron en la España, siempre dividida y más ignorante que nunca, procuraron hacerse un lugar en la Universidad o reafirmarse en el que poseían rechazando cuanto pudiera afectar a sus aspiraciones en el fascismo español, aunque la izquierda radical tampoco supo que hacer con Freud, como fue el caso de Castilla del Pino (1922-2009), por ejemplo. En cuanto a Gregorio Marañón (1887-1960), baste indicar que los prejuicios religiosos lo dejaron al margen de la experiencia psicoanalítica.
Castilla del Pino |
Quienes sí entraron al trapo, como se dice, y con la vehemencia del picador de toros fueron psiquiatras tan conocidos en la Villa y Corte como Juan Antonio Vallejo-Nájera (1889-1960), primer catedrático numerario de Psiquiatría en la Universidad española y, de manera incluso más exaltada, el psiquiatra por antonomasia del régimen franquista Juan José López-Ibor Aliño (1906-1991).
Juan José López-Ibor y Juan Antonio Vallejo-Nájera |
El rechazo a la clínica psicoanalítica fue distinto, aunque no menor por parte de otro catedrático de psiquiatría, en esta ocasión de la Ciudad Condal, Ramón Sarró Burbano (1900-1994).
Ramón Sarró Burbano |
El joven Sarró, que presentaba maneras intelectuales en su juventud, con el paso del tiempo y tal vez por la afrenta de que Freud rechazase su petición de análisis y lo derivase a Helene Deutsche (1884-1982), –psicoanalista de Ernest Kris de 1924 a 1927– fue esparciendo en sus conferencias toda una serie de ideas disparatadas, amén de mostrarse en público con la carta que le envió Freud, y en el mismo acto criticar las ideas de éste sobre la psicosis. Sarró no dejó nunca de repetir que Freud se había equivocado al relacionar las psicosis con la homosexualidad, que no era cierto que las psicosis fueran una defensa contra la homosexualidad, tal como Freud lo recordaba en la Lección XX. La vida sexual humana, de Lecciones Introductorias al Psicoanálisis, 1915-1917 [1916-1917], «Con respecto a cierta afección que no podemos ya incluir en las neurosis de trasferencia –la psicosis paranoica–, llegamos incluso a averiguar que es siempre consecuencia de una defensa contra impulsos homosexuales de extrema intensidad.»
En esa cuestión, eminentemente clínica,
el psiquiatra catalán no pudo advertir que la salida homosexual puede ser, y de
hecho es así en muchas ocasiones, un punto de estabilización de las psicosis,
estabilización a la que se refería Lacan cuando hablaba del «empuje a la mujer»
del psicótico (feminización de Paul Schreber: ser la mujer que le falta a los
hombres). Sarró, además, sostenía, contra Lacan, que no había observado en su
nieta nada semejante al júbilo del niño en la fase del espejo que mencionaba el
psicoanalista francés. Pese a todos sus errores de Sarró, no fue él sino otro
catedrático, en esta ocasión de psicología en la Universidad de Valencia,
el bilbaíno José Luis Pinillos Díaz (1919-2013), uno de los primeros en
popularizar que el psicoanálisis no era psicología científica, a diferencia,
por ejemplo, del modelo factorialista del psicólogo especializado en el estudio
de la personalidad Hans Jürgen Eysenck (1916-1997), y el
cognitivismo-conductual.
José Luis Pinillos |
No es posible obviar el fervor que mostraron aun algunos intelectuales y profesores, salvo excepciones como Alberto Cardín, Federico Jiménez Losantos, Alejandro Sáez o Eugenio Trías, entre otros, por el movimiento que se origina con la llegada de Buenos Aires de Oscar Masotta (1930-1979) y la fundación de la Biblioteca Freudiana de Barcelona y de otros grupos que toman la enseñanza de Lacan en su «retorno a Freud» como orientación de estudio y desarrollo de la disciplina que se inaugura con Freud.
No desconozco el quantum de narcisismo que abruma a muchos profesores, tampoco la endogamia,
la prepotencia y la exclusión por motivos morales e ideológicos de la ciencia
de la subjetividad en favor de la «psicología etológica, llamada jocosamente del
ratón» en algunas facultades de nuestro país, con el grave perjuicio que ello comporta
para el estudiante y para el prestigio de la propia Universidad.
Maruja
Torres no está sola contra Enrique Lynch
La escritora y periodista María-Dolors
Torres Manzanera, más conocida como Maruja Torres, tiene ideas sobre la ciencia
ideológicamente excluida casi por completo de nuestras universidades. Apunta la
periodista que entre los tontus sapiens del país se encuentra y aun
sobresale el profesor titular de Estética en la Universidad de
Barcelona, desde junio de 1993, Enrique Adolfo Juan Lynch Frigerio.
Quizá la también guionista no sólo
pretenda que se reconozca así al leer su artículo «Los ‘tontus sapiens’» (en su
habitual sección Perdonen que no me levante. El País Semanal. Nº 1.732.
Domingo, 6/12/2009., pág. 8), dado que explica que «al sexagenario profesor
Lynch… le asusta el feminismo con fusta y botas altas…», y porque considera que
el escritor bonaerense afincado en nuestro país hace mal en «lucir públicamente
la foto en la que aparece cuarentón y con cierto aire de Leonard Cohen… pues -según la articulista- es más digno poner las fotos al día.» (El profesor
Lynch nació en la capital de la República Argentina el 31 de mayo de 1948).
¿Qué origen para tales improperios?
Lynch habría dado la vuelta con malas artes a las reivindicaciones de igualdad
de las mujeres, feministas a la cabeza, en su artículo «Revanchismo de género»
(Tribuna. El País. Jueves, 19/11/2009), y además de recriminar las
formas pocos femeninas, digámoslo así, para lograr sus objetivos, olvidó el
mensaje de apoyo a las mujeres que sufren, no pocas hasta la muerte, la
vejación machista.
Sin embargo, Maruja Torres no ofrece en
su artículo un análisis pormenorizado de este delicado asunto, y al limitarse a
criticar al para muchas/os misógino autor de Filosofía y/o literatura:
Identidad y/o diferencia: Cuatro lecciones. (Pamplona: Cuadernos de la Cátedra Jorge Oteiza.
Universidad Pública de Navarra, 2006), priva al lector de los elementos que
estructuran el debate, lo que me permite presentar aquellos que entiendo
cruciales.
Si el profesor Lynch deseaba hacerse un
nombre, como acostumbra quien tiene algún déficit por un fallo de la Función-del-Padre,
acertó en ese anhelo narcisista, tanto más por el tema de la discordia. Pero si
pretendía abordar, aunque sólo fuese medianamente bien, un asunto tan espinoso
como es la violencia de género, sin duda no tuvo en cuenta siquiera el primer y
general aspecto de toda polémica, esto es, el poder discrecional del lector, en
esta ocasión, la manera de ver las cosas las víctimas (que no padecen el
llamado «síndrome de Estocolmo»), y haber dejado al margen las razones de la ruindad
del machismo.
Pero ¿con qué parte de la cuestión
Lynch no está de acuerdo? En primer lugar, con el eslogan del Ministerio de la
Igualdad creado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Es el eslogan lo que permite
a este profesor de Estética una serie de consideraciones a cuál más inoportunas
(estéticamente hablando o «políticamente incorrectas», como se dice de un
tiempo a esta parte). ¿Por qué no está de acuerdo con el eslogan? Entiende-interpreta
que incurre en feminismos implícitos que constituyen una contradicción flagrante
de la función para la que este Gobierno concibió el Ministerio de la Igualdad. (Tal vez
convenga aclarar que la campaña fue impulsada por la Secretaría General
Iberoamericana y la Organización Iberoamericana de Juventud, y que
contó con el apoyo de la
Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo y el Ministerio de Igualdad). En definitiva, Lynch abomina del lema
que dan a leer los carteles publicitarios, lema reforzado por la sonrisa de la
joven y «atractiva», según el profesor, Angie Cepeda.
«De todos los hombres
que haya en mi vida,
ninguno será más
que yo»
Es más, nos dice que «despertó mi
alarma». ¿A qué alarma se refiere Lynch? A la que se deriva de que «la sola
presunción de que un hombre pretenda ser más que una mujer; o que una mujer se
declare superior a un hombre, es lo que este ministerio debería combatir sin
dar lugar a equívocos.»
Hasta aquí el primer nivel de la interpretación-crítica
de Lynch en cuanto al eslogan: al Ministerio de la Igualdad por incurrir en
una flagrante contradicción respecto a sus fines, pues lejos de promover la
igualdad y vigilar todo mensaje en contra, habría dejado pasar el equívoco
(ningún hombre será más que yo), viene a decir Lynch.
Y, en verdad, un poco equívoco sí que
es el eslogan, y a primera vista peca de agresivo para el delicado asunto que
trata.
¿Qué se reprochan algunos al profesor
Lynch? Que no sepa leer, ante todo. Bueno, alguien podría argüir en su
descargo, «no son pocos los profesores que leen desde la ideología, que
trasmiten desiguales y aun absurdos contenidos coloreados de suposiciones y
creencias religiosas y/o políticas. Y no pasa nada, nada de nada». Y, en
realidad, así se reconoce en quienes sin sonrojo gozan de lo mediático. Ofuscación
intelectual y atavismo ideológico es lo que advierten muchas mujeres y algunos
varones en el profesor de Estética de la UB, quien no habría visto en el eslogan
del Ministerio de la Igualdad
(«De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo») sino la
expresión de un feminismo resentido y revanchista.
Pocos pueden imaginar que Lynch no este
al corriente de las vejaciones que han sufrido y sufren las mujeres. Pero sus
críticos están convencidos que de ese sufrimiento solo ha deducido el
resentimiento, la sed de venganza del feminismo, el revanchismo que recoge el
eslogan del Ministerio de la
Igualdad.
Lynch, dicen, no escucha. Interpreta el
eslogan desde el más rancio machismo, malsana inclinación que oscurece su
entendimiento y le impulsa contra las legítimas reivindicaciones de las feministas.
Se le reprocha, en suma, que lejos de ver en el eslogan una llamada a la
legítima igualdad que debe presidir todas y cada una de las facetas de la vida
entre varones y mujeres, señale que jadea la guerra de los sexos.
Contrariamente a esa consideración de los
críticos, el profesor Lynch no dice que el eslogan jadee la guerra de sexos. Escribe
que «parece jadear la guerra de sexos», y agrega «como desde hace décadas hace
el feminismo mal encarado, según la pauta de la Nietzsche llamaba ‘moral
de la víctima’.»
El «parece», nada asevera, más bien denuncia
que Lynch, en un primer momento de sus consideraciones, advierte una suerte de
ambigüedad en el eslogan. En cuanto a los críticos, aunque no es difícil leer
ese «parece», debemos suponer, para quienes les pasó por alto o para aquellos
que directamente afirman lo contrario un efecto ideológico en su lectura.
El
País en la picota: de la recriminación a la libertad de
expresión
Lectoras y asociaciones de mujeres
recriminan a El País haber publicado el artículo de Enrique Lynch, un
artículo que entienden que culpa a las mujeres de la violencia machista.
Como dice Milagros Pérez Oliva,
defensora del lector de El País «El artículo de Enrique Lynch,
Revanchismo de género… ha roto… cualquier precedente en la expresión de
malestar» («¿Quién teme al feminismo?», El País, 25/11/2009). Pero añade
que como defensora del lector debe procurar que los contenidos respeten las
leyes y el Libro de estilo de El País, y que sabe que todos los autores
están amparados por la libertad de expresión.
Enrique Lynch |
Trátase pues de género, pero sin duda también de color político quizá mal entendido, lo que hace decir a Maruja Torres que Lynch pertenece al grupo de «retrógrados ilustrados… que no se cortan cuando les tocan su punto débil: los maricones, los marimachos, los cafres negros, los bárbaros árabes, las feministas. Como si su intelecto les diera patente de corso para los bajos instintos, las frustraciones». No son otras impresiones, que yo sepa, las que la determina a echar mano de la ironía al preguntar como «¿Un hombre dotado de semejante clarividencia… ya que dice haber leído a Wittgenstein, Descartes, Nietzsche, Lévi-Strauss, Paul de Man, Hegel, entre otro muchos…, ¿puede producir un panfleto tan bobo?» Un hombre, ¡Vaya, vaya! Lynch, ¿dotado de qué? de clarividencia. (¡Ay, Señor, Señor¡ que frases para un periódico, y sobremanera para un asunto que, como veremos, no va de clarividencia (o sí), el lector juzgará. Pero para el que lo quiera de otro modo la misma conocida barcelonesa ofrece otra respuesta, «No es que los sapiens sean siempre tontus aunque ello también puede darse. Sólo lo son cuando conviene a sus prejuicios, su egoísmo, su vanidad, su pedantería o su profunda desilusión.»
Desconozco yo si Maruja Torres tiene
bajos instintos o si arrastra graves frustraciones, pero todo indica que no es
poca su vanidad, y aunque al respecto puede equivocarme, no creo andar errado
al aseverar su ignorancia, al menos en aquello que pretende saber en el
artículo que estoy comentando, y que no es sino de psicoanálisis. Mas que esta periodista
ignore qué cosa es el psicoanálisis no es lo fundamental. El problema es que
pontifica en un periódico que leen más de tres, en un período no cualquiera y
por el que tengo una gran consideración.
Acerca
de la «discriminación positiva»
Las políticas públicas conocidas con el
nombre de «discriminación positiva» por estar destinadas a favorecer a
determinados grupos minoritarios, se suelen encuadrar dentro de las llamadas «políticas
del multiculturalismo o de la diferencia» (cfr. Wieviorka, 2004).
Es en el marco de estas políticas
públicas encaminadas al reconocimiento de las diferencias culturales de los
grupos minoritarios y de sus expresiones identitarias, que será abordada una
forma de discriminación en este artículo.
Con todo, resulta preciso dejar
constancia desde un principio que la discriminación positiva no apunta
necesariamente a la consecución de objetivos fijados en términos culturales o identitarios.
Su práctica se enmarcaría, más bien, dentro de un proyecto político destinado a
configurar una sociedad más justa y equitativa. Con todas las salvedades que
uno quiera formular, la plena integración de los grupos sociales desfavorecidos
sigue constituyendo en teoría uno de los puntos más destacados de la agenda
política de los gobiernos de casi todo el mundo
Los esfuerzos deliberados por corregir
los tratos discriminatorios a las minorías raciales, los grupos étnicos y las
mujeres se tradujeron en políticas y leyes concretas diseñadas para igualar las
oportunidades de trabajar, votar e instruirse. Tales políticas públicas y
normativas legales fueron el resultado de importantes movilizaciones
reivindicativas, pero escasos años después, ya en la década de los ochenta,
fueron puestos en la diana y muchos programas fueron interrumpidos, estrictamente
limitados o burocráticamente saboteados.
Entre las diversas iniciativas
encaminadas a hacer efectivo el principio de igualdad, así como a erradicar las
expresiones de discriminación social, destacan aquellas medidas que otorgan un
tratamiento preferencial en el reparto de ciertos recursos básicos a los miembros
de los grupos que han estado sometidos en el pasado a un régimen
discriminatorio. Se trata de programas diseñados específicamente para compensar
a dichos individuos, así como para eliminar aquellos efectos derivados de esta
situación de desventaja que de otro modo se perpetuarían. Los primeros
programas conformados con tales criterios se idearon a mediados del siglo XX en
los Estados Unidos, momento en el que se empezaron a implementar una serie de
medidas legales en favor de minorías tradicionalmente marginadas que recibieron
el nombre de acción positiva (affirmative
action), etiqueta que corresponde a lo que en otros lugares se conoce como
discriminación positiva o discriminación a la inversa.
De la homosexualidad
En la Lección XX. La vida
sexual humana, de Lecciones Introductorias al Psicoanálisis, 1915-1917 [1916-1917],
Freud afirma, Nos vemos precisados a considerar la elección de objeto dentro
del mismo sexo como una ramificación regular (regelmássige Abzwegung) de la
vida amorosa, ni más ni menos, y cada vez más aprendemos a concederle
particular importancia.
En el año 1935 respondía por la carta a
la angustiada madre de un homosexual, Indudablemente, la homosexualidad no
representa ninguna ventaja, pero no es algo de lo que haya que avergonzarse, ni
un vicio, ni una degradación, no puede clasificársela como una enfermedad; la
consideramos una variante de la función sexual... Al preguntarme si puedo
ayudarla, supongo que quiere decir si puedo abolir la homosexualidad y hacer
que la heterosexualidad ocupe su lugar. Lo que el análisis pueda hacer por su hijo
va por otro camino. Si es desdichado, neurótico, si se halla atormentado por
los conflictos e inhibido en su vida social, el análisis puede proporcionarle
armonía, paz mental y eficacia plena, tanto si permanece homosexual como si
cambia.
De manera similar, en 1920, Freud decía
de una joven paciente lesbiana que no era una enferma y que la empresa de
mudar a un homosexual declarado en un heterosexual no es mucho más promisoria
que la inversa, sólo que a esta última jamás se la intenta cambiar, por buenas
razones prácticas.
La imaginaria deriva de la
periodista Maruja Torres
Se me antoja que la deriva intelectual
de Maruja Torres tiene a la formación de la periodista por causa. Ella misma alude
a ese aspecto en «Arquitectura escolar». El
País semanal, Nº 1.738. Domingo, 17/1/2009., pág, 6, y agrega que aprender
de ese modo es Hacerlo con la piel, con la carne, con los sentidos.
Aprendemos como si hacerlo fuera amar, y en realidad lo es. Se trata del único
acto de amor en el que cuanto damos se nos devuelve aumentado con creces,
multiplicado, fértil hasta la muerte. Es una forma de entrar en el saber que,
aunque poco académica, me parece bastante simpática.
Maruja Torres |
Tal vez lo de «creces» sobraría,
también la alusión a la «muerte» no por escatológica, sino sencillamente
por incomprensible; en cuanto a lo de «simpática», qué quieren que les
diga. Y, en fin, sin duda lo que le dice Lacan a Paolo Caruso le serviría a esta
periodista para su incursión en el ámbito que muestra desconocer.
España iletrada, aunque no sólo por
lo que se desconoce
«España es una sociedad de
iletrados, de ignorantes ufanos de su ignorancia, de primitivos duchos en
tecnología», escribe Javier Marías en
La Zona Fantasma.
El País Semanal, domingo 29/11/2009.
Javier Marías |
¿Quiénes son los responsables de la
desidia intelectual, de que vivamos en uno de los países de Europa con más
fracaso escolar y que la lectura este en mínimos?
El miembro Real Academia Española de la Lengua apunta a «los
responsables de Educación –gubernamentales y autonómicos– … y a un buen número
de progenitores que en las últimas dos o tres décadas se han dedicado a exigir
a los docentes que enseñen a sus vástagos ‘cosas prácticas’, que les sirvan
para ganarse la vida en el futuro, y no pierdan el tiempo con lo ‘irrelevante’.
No recoge Marías toda la verdad:
nuestros estudiantes fallan en humanidades en grado semejante que lo hacen en
las llamadas ciencias exactas.
¿Qué saberes son irrelevantes? Los no
prácticos y que no sirven para ganarse la vida. Los responsables de Educación y
un buen número de progenitores, entienden, según Javier Marías, que se trata
del latín, la gramática, la historia, el arte… Marías ironiza poniendo en su
pluma la opinión de aquellos (gobernantes y progenitores) al respecto. «¿Sirve
de algo el latín, una lengua cadáver? ¿Sirven las matemáticas, cuando tenemos
calculadoras que nos dan el resultado de cualquier operación en el acto?
¿Sirven la gramática, la sintaxis y la ortografía, si da lo mismo cómo se hable
y se escriba? ¿Sirve conocer la historia, si basta con buscar en Internet para
averiguar al instante quién fue tal personaje o qué pasó tal año? ¿Sirve la
geografía, si cogemos aviones que nos trasladan a cualquier sitio en unas horas
y nos trae sin cuidado el trayecto? ¿Sirve algo de algo? ¿Y qué es, pues, ‘lo
práctico’? Tal vez sólo aprender a manejar el ordenador y la calculadora. En realidad,
¿para qué es necesario ir a la escuela? ¿Para tener una idea del mundo, del pasado
de la humanidad, de la historia del arte y de las religiones, de la evolución
de las ciencias, de nuestra anatomía, de los textos que se han escrito, de la
multiplicación y la división y la suma y la resta, del círculo y el triángulo?
Nada de eso es ‘práctico’ ni ayuda a ganarse la vida, no digamos a ser Reina
Hispanoamericana. Y sin embargo …»
Marías llega, desde la ironía, a la
crítica directa, «La educación no son sólo conocimientos y datos. Es parte
esencial de lo que solía llamarse ‘formación’, esto es, la conversión de los
individuos en personas, no en seres animalescos que caen en el mundo sin tener noción
de lo que hubo antes que ellos, incapaces de asociar dos hechos, de distinguir
entre causa y efecto, de articular dos frases inteligibles, de pensar y
razonar, de comprender un texto simple. Esta es la clase de ser que cada día
abunda más en nuestra sociedad intelectualmente rudimentaria. El problema es
que, por algún misterio, a la postre esos seres no resultan ‘prácticos’ ni se
pueden ganar la vida, la vieja aspiración de sus ya embrutecidos padres. No es
raro ver en la televisión a jóvenes y no tan jóvenes que dicen en estos tiempos
de crisis: "Yo no quiero estudiar, lo que quiero es que me den un trabajo
para ganar dinero". A menudo tienen tal pinta de cabestros que me descubro
pensando con pena: ‘Pero, hombre de Dios, ¿cómo te va a dar nadie un trabajo si
es obvio que no te han enseñado nada y que aún no sirves ni para pegar un
sello? Si yo fuera un empresario, no te contrataría’. Me temo que los que lo
sean pensarán otro tanto: ‘No necesito a un animal tecnológico, que sepa darles
a las teclas según se le ordene, pero sin tener ni idea de lo que hace. No necesito
a una persona incompleta. Tráiganme a alguien civilizado, de los que permiten
desenvolverse en el mundo’.
Marías, tan acertado en tantas cosas,
descuida lo fundamental y esencial.
Del
«atrévete a pensar» (de un profesor de filosofía: Josep-MariaTerricabras) al
«usted no tiene derecho a pensar que…» (de un escritor: Javier Cercas)
Los mayores del
lugar no recordaban una noche igual a aquella de enero de 1628. En realidad, las
regiones de mar del Norte no son lo que se dice cálidas, y de su visita,
incluso en la canícula, más de uno recuerda la trémula sensación al ponerse el
Sol. Pero quizá no sepamos nunca si exageraban los que dijeron que fue en la
serena blancura de la noche cuando monsieur René Descartes (1596-1650), oriundo
de La Haye, en la
provincia de La Turena,
cerca de Poitiers, Francia, que se encontraba en Ámsterdam huido del bullicio
de París, cayó en la cuenta de que en la medida que pensaba existía.
¡Eureka! («lo
descubrí»). Unos años antes de que el físico y también filósofo, en este caso
inglés, Isaac Newton (1643-1727), celebrase de esa manera tan poco acorde con
su taciturno carácter el descubrimiento de la ley de la gravitación universal;
el más célebre de los alumnos del colegio jesuita de la Flèche, enfermizo y tímido
en sus años de juventud, podía asimismo saltar de júbilo sin temor a quebrar su
salud, que tampoco en ese momento era demasiado buena, y dar rienda suelta a la
expresión que los historiadores adjudicaron a su colega. Y, en realidad, no era
para menos por dar al mundo sino el primero sí del más riguroso juicio
existencial de la historia del pensamiento. Descartes lo presentó como una
proposición de naturaleza analítica, Cogito
ergo sum («Yo pienso, luego yo existo»), ya que lo se formula en el predicado (je suis) está incluido necesariamente en
el sujeto del enunciado (je pense).
De tal suerte que decir Cogito ergo sum
es afirmar en el predicado lo que ya está afirmado en el sujeto. En definitiva,
el cogito encierra en sí mismo al sum, y de aquí que sea una proposición
que no supone otra.
Mas la
deplorable historia del reduccionismo del sujeto humano al pensamiento
consciente, pese a tener a Descartes a su gestor más relevante, está lejos de
agotarse en este filósofo.
Sujeto = yo-moi, consciencia, pensamiento
consciente, si mismo, self
Filósofos e
intelectuales de toda condición han hecho del pensamiento y el diálogo basado
en la dimensión consciente del hombre un ideal.
Esa ideología,
que pertenece al mundo de la imaginaria creencia, ignora o quiere ignorar que
existe otro discurso, el psicoanalítico, que no se fundamenta en esa premisa, y
que de aceptarlo en la singular experiencia que lo acoge, sin duda permitiría
entendernos mejor en muchas facetas de la vida.
Algunas personas
que no son ajenas a la realidad cotidiana suelen llamar la atención sobre el
desfallecimiento del pensamiento, tanto más el riguroso y sosegado, como
consecuencia, afirman habitualmente, de la identificación que sufren las
personas a los ideales.
Atrévete a pensar
vs.
Ud. no tiene derecho a pensar que…
Atrévete
a pensar, de Josep-Maria
Terricabras
Cuando el
profesor Josep-Maria Terricabras (Calella de la Costa, 1946) convino en dar
a la prensa, allá por el año 1999, su trabajo Atrévete a pensar (con el postmoderno subtítulo La utilidad del pensamiento riguroso en la vida cotidiana). ¿En
qué estaría pensando en aquel momento y durante la elaboración de su libro este catedrático de filosofía contemporánea
de la Universidad
de Girona?
A diez años de ese evento, y si debemos
creer a Terricabras su deseo era «estimular a pensar». Todo en la línea de
ofrecer algo deseable al otro, aunque sólo fuese el estímulo a pensar, que no
parece ser poca cosa. Pero el deseo no se confunde con la voluntad consciente.
Indico así el motivo más evidente de una diferencia que no se me antoja trivial
en un libro sobre el pensamiento, como es:
Pensamiento
consciente (yo-moi, sujeto del
enunciado, dicho)
vs.
Pensamiento
inconsciente (yo-je,
sujeto de la
enunciación, decir)
Este asunto merece otro tratamiento, más
profundo, riguroso y ameno, pues no es aconsejable la ambigüedad que advertimos
en el trabajo que se pretende, quiero pensarlo así, divulgativo y esclarecedor
de un asunto tan interesante como es el pensamiento en su dimensión práctica y
social.
Al elegir al azar algunos aspectos del
libro sigo el consejo que recoge la cita elegida por profesor Terricabras para
dar entrada a su libro, «Aquello que el lector puede hacer, deja que lo haga»,
tanto más porque el espíritu de estas palabras del filósofo y lingüista
austriaco Ludwing Wittgenstein (Viena,
Austria, 26 de abril de 1889-Cambridge, Reino Unido, 29 de abril de 1951), forma
parte del acervo de uno de los griegos más sobresalientes de todas las épocas,
Aristóteles (Estagira, Macedonia, 384
a.C.-Calcis Eubea, Grecia, 322 a.C.), con las que el
mismo Terricabras finaliza trabajo, «He dicho, habéis escuchado, poseéis los
argumentos, juzgar.»
Pensar, no
son pocas personas que lo hacen, aunque por lo que dicen cualquiera podría
suponer que se abstienen de ello. (O quizá se trata de ese Ello que algún que otro
profesor confunde con el Inconsciente).
Indiferencia epistemológica
El escritor Javier
Cercas, en «Milagro en Madrid». El País Semanal. Nº 1727. Domingo, 1 de noviembre
de 2009. p. 8, quiso recordar que «… Descartes nació en el seno de una familia
de abogados, comerciantes y médicos. Fue el tercer hijo del jurista Joaquín
Descartes y de Jeanne Brochard. Aunque René pensaba que su madre murió al nacer
él, lo cierto es que murió un año después, durante el parto de un hermano que
tampoco sobrevivió. Tras la muerte de su madre, él y sus hermanos fueron
educados por su abuela, pues su padre, consejero del Parlamento de Bretaña,
debía ausentarse por largas temporadas. Fue alumno de los jesuitas en el
colegio de La Flèche
(1606-1614). La educación en La
Flèche le proporcionó, durante los cinco primeros años, una
sólida introducción a la cultura clásica, habiendo aprendido latín y griego en
la lectura de autores como Cicerón, Horacio y Virgilio, por un lado, y Homero,
Píndaro y Platón, por el otro. El resto de la enseñanza estaba allí muy basada
en textos de Aristóteles, acompañados básicamente por comentarios de jesuitas
(Suárez, Fonseca, Toledo) y otros autores españoles (Cayetano, quizá Vitoria).
Conviene destacar que Aristóteles era entonces el autor de referencia para el
estudio, tanto de la física, como de la biología. El plan de estudios incluía
también una introducción a las matemáticas (Clavius), tanto puras como aplicadas:
astronomía, música, arquitectura. Siguiendo una extendida práctica medieval y
clásica, en esta escuela los estudiantes se ejercitaban constantemente en la
discusión (disputatio). A su egreso
del Colegio a los 18 años, Descartes ingresó en la Universidad de
Poitiers para estudiar».
Javier Cercas |
Datos biográficos
por demás conocidos, y nada, absolutamente nada, sobre la diferencia entre el
sujeto cartesiano (agotado en la conciencia) y el sujeto que descubre Freud
(cuyo pensamiento, acto y decir está determinado por la «otra escena», en palabras
de Freud, o sea, por el pensamiento inconsciente, pensamiento no-sabido por el
Yo-consciencia).
Filósofos,
pedagogos, poetas (quienes expresan, como dice Lacan, aspectos importantes del
sujeto humano, pero no saben la importancia de lo que relatan). Baste recordar
en ese sentido a Jean-Paul Richter, que enunciaba la despersonalización de la
siguiente manera, Una mañana me vino del cielo una idea: Yo (je) soy un yo
(moi) que desde ese momento no me dejó más; mi yo se había visto él mismo y
para siempre. San Agustín afirmaba Si enim fallor, sum, (Si me
engaño, existo). Nietzsche hablaba del Ello como campo pulsional; en un sentido
lacaniano diría que es más fácil romper una pierna que una palabra.
Schopenhauer, conocía que el infierno está en uno mismo. Herbart se refería a
conflictos psíquicos, a luchas internas en el yo. Spinoza sostenía que la
conciencia es inconsciente de sus actos. Leibnitz se refiere al inteligible
como experiencia interna. Maine de Biran advirtió que El hombre doble, y
Rimbaud que El yo es un otro. Mientras que A. Silesius fue más allá de
Descartes al decir Pienso, luego soy pensado por mí.
Santander – San Sebastián, agosto de 2010
José Miguel Pueyo
Limitaciones intelectuales de un filósofo sobre el
lenguaje, la naturaleza y las producciones humanas
En «Amb la llengua ens fem; sense la llegua, ens
desfem» (Conferencia inaugural del curs de l’Escola Oficial d’Idiomes de
Girona, 3 d’octubre de 2012) Josep-Maria Terricabras no muestra otra cosa. La
fórmula «Amb la llengua ens fem; sense la llegua, ens desfem», no es suya. El
antecedente político en España, que no nombra Terricabras, es el malogrado
socialista Ernest Lluc.
Josep-Maria Terricabras |
Sin embargo, que Terricabras no sea original es un mal
menor. Sin duda es más grave, por venir de un profesor, que no sepa la
limitación académica que implica afirmar sin más «Que ningú s’estranyi, doncs,
que no hi hagi pactes abans d’enraonar». Si Terricabras hubiese leído, y
comprendido, Tótem y tabú, 1913, sabría que Freud advirtió que «En el principio
fue el Acto». ¿Qué acto? El acto criminal, el parricidio primordial del padre
de la horda primitiva (urvater) a manos de sus hijos, los mismos que idearon un
complot con ese fin criminal en razón de que aquel tiránico, perverso y
despiadado padre que les prohibía todos los goces, particularmente el de las
mujeres de la horda. En ese momento fue el goce sexual lo que motivo el acto
criminal y, posteriormente, el pacto social de prohibirse repetir la tiranía y
el goce del padre. En fin, los hijos asesinos instauraron el pacto social de
no-todas para el goce que inaugura el primer esbozo de la democracia y la
cultura misma. Se comprende entonces que este catedrático de la Universitat de
Girona afirme que «La distinció “natura / cultura” és molt difícil.»
A Terricabras, declarado independentista catalán, no sólo le es difícil comprender la distinción y el pasaje del Estado de Naturaleza (horda primitiva) a la Cultura (inaugurada por el pacto social: Ley primordial del incesto-prohibición de gozar de lo que gozaba el protopadre), pues todo lo que dice permite señalar que no comprende más el origen y el sentido de las producciones del sujeto humano, o sea, de lo que demostró Freud en El Malestar en la cultura, 1930. Para apercibirse del sentido de esta afirmación recomiendo leer el trabajo del psicoanalista gironí Josep Miguel Pueyo, «Disquisición filosòfiques sobre el malestar en la civilització. Notas sobre els paratextos de la traducción de Josep-Maria Terricabras». (Lathouses. Psicoanàlisi i Cultura des de Girna. Núm. 4. Primavera-estiu, 2009.) Terricabras no va más allá de preguntarse «És “natural” anar vestit pel carrer? És “cultural” fabricar paraigües o matar animals per menjar-se’ls? Els significats de les paraules, ¿són rígids?»
A Terricabras, declarado independentista catalán, no sólo le es difícil comprender la distinción y el pasaje del Estado de Naturaleza (horda primitiva) a la Cultura (inaugurada por el pacto social: Ley primordial del incesto-prohibición de gozar de lo que gozaba el protopadre), pues todo lo que dice permite señalar que no comprende más el origen y el sentido de las producciones del sujeto humano, o sea, de lo que demostró Freud en El Malestar en la cultura, 1930. Para apercibirse del sentido de esta afirmación recomiendo leer el trabajo del psicoanalista gironí Josep Miguel Pueyo, «Disquisición filosòfiques sobre el malestar en la civilització. Notas sobre els paratextos de la traducción de Josep-Maria Terricabras». (Lathouses. Psicoanàlisi i Cultura des de Girna. Núm. 4. Primavera-estiu, 2009.) Terricabras no va más allá de preguntarse «És “natural” anar vestit pel carrer? És “cultural” fabricar paraigües o matar animals per menjar-se’ls? Els significats de les paraules, ¿són rígids?»
Que Terricabras acuda a Nietzsche, a René Magritte y a
Umberto Eco, y no al psicoanalista Jacques Lacan, le impide hacer la diferencia
entre significante y palabra, pero también, y esto sin duda produce incluso más
estupor, entre la lengua y el lenguaje; y de ahí también el goce de las
pequeñas diferencias que acompaña su trabajo, y que en esta ocasión se constata
en la articulación de lo social y la política en el lenguaje. Terricabras no se
equivoca, empero, cuando afirma que «…som éssers que parlem. Això destaca
l’extraordinària importància del llenguatge per a nosaltres. Perquè, amb el
llenguatge, no solament a) parlem de la realitat, sinó que també b) en creem».
Es decir, el significante, como decía Lacan, hace la realidad, siempre
semblante, al matar la cosa (Real). En otras palabras, lo Real de lo cosa deja
serlo al ser nombrada (creada) por el lenguaje, por el significante que desde
ese momento la simboliza.
Por esto último también, no podemos reconocer en
Terricabras siquiera a un intelectual que se congratule con la ética del deseo
(falta-a-ser, imposibilidad). Es así entre otros aspectos, porque su
pensamiento procede según la clásica ética filosófica de los ideales (potencia-transgresión
vs. impotencia-inhibición), o sea, la ética que no permite sostener por más que
él lo diga que «La llengua ens fa ser humans. Les llengües ens fan ser dúctils,
comprensius, adaptables, ens ajuden a abandonar els dogmatismes i les rigideses»;
y es que del mismo modo que el morboso, ideológico y narcisista goce se trata
con el lenguaje, lo que hay que tener siempre presente es que la pedagogía
falla, o sea, que la vía intelectual, tanto más si excluye el paso por el
diván, es impotente contra el goce.
Girona, 20 de mayo de 2014
José Miguel Pueyo
Personajes de nuestra época. El malestar en la civilització de Freud,
segons el professor Josep-Maria Terricabras
Estem
convençuts que Freud (1856-1939) es retorçaria en la seva urna de
Golden Green, el cementiri dels afores de Londres, en rebre notícies
sobre algunes disquisicions filosòfiques al voltant d’El malestar en la cultura, 1930.
Josep-Maria Terricabras |
Que
afecti la salut i que no sigui menys lesiu per a la intel·ligència dels
qui s’apropen a la psicoanàlisi i/o hi estan interessats, no només per
la cultura sinó el que és molt més important, per saber què és la
cultura, hauria de fer pensar, sens dubte més en consonància amb
l’epistemologia i l’ètica, als qui profereixen inexactituds sobre Freud i
la psicoanàlisi, per emprar aquí un més que hiperbòlic eufemisme. Uns i
altres s’equivocarien en pensar «que ha desaparegut la comunitat
d’oients», segons la màxima de Walter Benjamin (1892-1940), o que s’ha
extingit la veu a la polis. I com no assentir amb la idea de Jorge Luis
Borges (1899-1986) que un text que no tingui un contratext és un text
incomplet.
Els
paratextos que avui ens proposem comentar, si bé succintament, no
admeten dubtes que la moderna tecnologia que des de fa anys disposen les
nostres universitats per a una millor formació de l’estudiant i la
documentació dels fons de les biblioteques públiques i privades no ha
contribuït, d’haver estat consultats, sinó a deslluir Freud i, així
doncs, a desorientar els qui desitgen saber alguna cosa certa de la
psicoanàlisi.
Funció fallida dels paratextos en la traducció al català d’El malestar en la civilització de Josep-Maria Terricabras
L’agradable
sensació que corprèn l’àvid lector en advertir a les taules de la seva
llibreria habitual una traducció del que s’ha convingut a denominar un
clàssic, sol ser correlativa a la gratitud que aquest lector dispensa a
qui està convençut que li permetrà experimentar, una vegada més, el
singular i intimista plaer de la lectura. D’altra banda, no són pocs els
problemes que comporta la traducció dels treballs d’alguns
psicoanalistes, però en aquesta ocasió ens centrarem en alguns aspectes
d’aquest mil·lenari plaer. Jacques Lacan (1901-1981) va tenir a bé
esbrossar el camí perquè entenguéssim de quina pasta estava fet el desig
de Freud (1856-1939). En un primer moment ens va donar una eina eficaç,
el significant, i alhora va renovar l’interès per l’escolta de la
veritat del desig-de-l’Altre (nom lacanià de l’inconscient) que habita
al comú dels mortals i que es dóna a llegir en cadascun dels actes
d’aquest subjecte-a-l’Altre. Aquesta clau, el significant, que permet
advertir de quina manera un acte, un somni, una pel·lícula, una obra
artística, etc., pot ser només el semblant d’una altra cosa, aliena
també a la intencionalitat de l’autor, estava a totes les pàgines de la
producció de Freud, però com la famosa Carta robada del nord-americà
Edgar Allan Poe (1809-1849), cap expert no se n’havia adonat.
Lacan, a més, va poder reconèixer el buit del Real i les seves extraordinàries implicacions clíniques, epistemològiques i ètiques. N’hi ha prou d’indicar que a la prioritat del significant li segueix la importància crucial del gaudi en l’economia psíquica, aspecte que comença a reconèixer-se en el Seminari X, L’angoixa, 1962-1963, i sobretot a Lituraterre, 1971, ja que contràriament a l’esperança del neuròtic de poder omplir la falta de l’Altre que l’habita (al desig insatisfet del subjecte histèric, lògicament, sempre li fa falta alguna cosa, ja sigui amor, reconeixement o afecte; mentre que el desig impossible de l’obsessiu li fa postergar allò que demanda; i en l’amor sempre plana fer de Dos, Un), en la perspectiva del gaudi del que es tracta per part del psicoanalista és de preservar el buit del Real, ja que és des del reconeixement d’aquest buit que l’analitzant podrà construir una realitat més digna per al desig.
Lacan, a més, va poder reconèixer el buit del Real i les seves extraordinàries implicacions clíniques, epistemològiques i ètiques. N’hi ha prou d’indicar que a la prioritat del significant li segueix la importància crucial del gaudi en l’economia psíquica, aspecte que comença a reconèixer-se en el Seminari X, L’angoixa, 1962-1963, i sobretot a Lituraterre, 1971, ja que contràriament a l’esperança del neuròtic de poder omplir la falta de l’Altre que l’habita (al desig insatisfet del subjecte histèric, lògicament, sempre li fa falta alguna cosa, ja sigui amor, reconeixement o afecte; mentre que el desig impossible de l’obsessiu li fa postergar allò que demanda; i en l’amor sempre plana fer de Dos, Un), en la perspectiva del gaudi del que es tracta per part del psicoanalista és de preservar el buit del Real, ja que és des del reconeixement d’aquest buit que l’analitzant podrà construir una realitat més digna per al desig.
La
religió en sentit estricte però també no pocs dels discursos que
conformen el que es coneix com cultura constitueixen respostes que tenen
la seva causa en aquest buit (un dels noms del qual és l’infortuni
estructural o dèficit constitucional del subjecte humà), discursos i
tècniques que pretenen una redempció del mal (repressió de les pulsions
agressives i incestuoses encarnades en el dimoni cristià o en l’Ananké
grec, per exemple) i l’obtenció de la felicitat (que implica evitar el
dolor i experimentar intenses sensacions de plaer). Tampoc podia faltar
una de les fórmules que vaig presentar en el seminari sobre la lectura
(1997), que malgrat la seva senzillesa ha demostrat el seu gran valor
operatiu, «llegeixin amb odi, no s’identifiquin amb l’autor i el text, i
interroguin-los sobre les qüestions que plantegen». Per últim, la
dificultat de llegir Freud i psicoanàlisi en general no és raó suficient
per disculpar els autors dels paratextos d’El malestar en la civilització,
llibre publicat per Accent editorial; primera edició: novembre de 2008,
prologat i traduït pel catedràtic de filosofia de la Universitat de
Girona (UDG), Josep-Maria Terricabras (Calella de la Costa, 1946).
Interrogant el text íntegre
El teòric francès de literatura Gérard Genette (París, 1930) sostenia a Palimpsestes
(París: Éditions du Seuil, 1981) que el pròleg és un paratext, com
qualsevol altre escrit, situat a la perifèria de l’obra (subtítol, lema,
dedicatòria, solapa, epíleg, etc.). Si el pròleg és un text que parla
d’un altre text i destinat a presentar les claus per a la interpretació
d’una obra, s’entendrà, més encara per la fórmula apuntada, que
preguntem a l’autor de la solapa i la contraportada (paratextos
suposadament signats pel responsable de l’edició) i a l’autor del
pròleg, que com acabem d’indicar és el professor Josep-Maria
Terricabras, què ens ofereixen respecte als conceptes, la
contextualització i les tesis que presenta Freud en aquesta obra? Si
posem l’accent en l’anàlisi dels paratextos és pel superflu que és
incidir en la traducció (n’existeixen d’altres, i la de Terricabras no
ajudarà a un millor coneixement d’aquesta obra de Freud, i molt menys de
la psicoanàlisi); mentre que els paratextos, sent com són una
excel·lent oportunitat per parlar del que aquesta obra representa en el
camp sociocultural i clínic, així com de la vigència de les tesis de
Freud, són en aquesta ocasió absolutament fallits.
Limitacions, omissions i errors dels textos addicionals
1. De la solapa (o quan un comentarista presenta un Freud que no és).
a)
El més càndid dels lectors se sorprendria en llegir la presentació que
fa de Freud el comentarista: «Neuròleg, psiquiatra i filòsof austríac».
Sabíem que Freud era metge, que es va especialitzar i va treballar un
temps en el camp de la histologia animal i humana, però qualificar-lo de
filòsof és tan improcedent com afirmar que estem davant d’un
psiquiatra. El cert és que Freud es va allunyar de tota concepció
filosòfica del món (Weltanschauung). N’hi hagués hagut prou
d’indicar-ho, i així mateix no exigim al comentarista senyalar que la
raó d’aquest allunyament és que el psicoanalista, a diferència del
filòsof i de molts psicoterapeutes, no pot imposar a l’analizant la seva
visió del món, ja que fer-ho seria introduir la impostura i la
ideologia en el tractament, pel que la psicoanàlisi perdria el seu
caràcter inquietant i també ètic. I tampoc no exigim al comentarista
saber que Freud va abandonar la psiquiatria en adonar-se que els seus
procediments eren mers pal·liatius i, a més, perquè el saber sobre la
ment de la psiquiatria de la seva època (no menys que l’actual) era
imaginari per estar basat en mètodes, potser científics, però equivocats
per no ser els adequats per al seu objecte d’estudi. No obstant això,
és summament greu que el comentarista desconegui o tal vegada vulgui
ignorar i fer ignorar que Freud va ser un psicoanalista, el primer
psicoanalista. I si no és així, quina raó s’imposa a qui hem de suposar
que es troba en l’àmbit de la cultura per escamotejar el significant
psicoanàlisi i amb ell una pràctica clínica com és la psicoanalítica?
b)
El comentarista omet aspectes bàsics i recapitula en l’error quan
afirma que Freud únicament «… va desenvolupar la teoria psicoanalítica
com a mètode de curació…». Freud no només va ser el primer a
desenvolupar la teoria del subjecte escindit entre la consciència i
l’inconscient, ja que es mereix l’honor de ser el descobridor de la
dehiscència o escissió constitutiva de l’ésser humà, !, (subjecte barrat
en l’àlgebra lacaniana), així com la de ser el fundador de la clínica i
el tractament psicoanalítics. Però, quin obscur motiu impedeix apuntar
almenys les aportacions de Freud a la religió, a l’art, a la política, a
l’antropologia o a la pedagogia?
c)
L’error tampoc no és menor quan sosté que Freud «… va desenvolupar la
teoria psicoanalítica com a mètode de curació mitjançant la
verbalització…». Les limitacions d’espai sens dubte imposaven al
comentarista el rigor en la utilització de les idees i paraules. Però
quan falta l’un i les altres, els errors no poden ser sinó majúsculs.
Potser podríem limitar una mica el greu atemptat a la veritat indicant
que si bé el tractament psicoanalític té com únic mitjà d’investigació i
de tractament la paraula, cau en l’equívoc quan es diu que té «com a
mètode de curació (…) la verbalització». Parlar, verbalitzar,
esbravar-se, el que es coneix com ‘llibertat d’expressió’ res no té a
veure amb la psicoanàlisi, i més quan la llibertat d’expressió no cura.
(Hi ha bojos que parlen moltíssim i per això no deixen de patir el gaudi
mortificant en el cos i/o en la ment). En conseqüència, aquesta
reivindicació i llibertària acció res no té a veure amb la pràctica
psicoanalítica, amb el tractament de la ‘llibertat de paraula’ com
sinònim d’«associació lliure», mentre que la interpretació
psicoanalítica, això és, el denominat acte psicoanalític per ser el
fonamental del psicoanalista, no és equiparable a l’accepció literària
d’aquest terme.
d)
S’equivoca també quan sosté que Freud «… va desenvolupar la teoria
psicoanalítica com a (...) descoberta dels continguts de l’inconscient».
Les reformulacions teòriques del psicoanalista vienès, fet habitual en
el terreny científic, responen al que la pràctica clínica li ensenyava
i, per tant, són alienes a les elucubracions que ens té acostumats el
discurs filosòfic. Així va ser des del descobriment i formulació de les
lleis de l’inconscient, lleis del significant que no deixen res a
l’atzar, que regeixen tots i cadascun dels actes del que abans de Freud
se suposava amo en la seva casa, el jo-moi, i que per aquest
descobriment es va situar en el lloc que li corresponia: esclau de
l’Altre. (D’aquesta ferida al narcisisme procedeix bona part de l’oprobi
a Freud i a la psicoanàlisi). Així mateix és un error parlar de
«continguts de l’inconscient». L’inconscient no és un lloc substancial o
ontològic, raó per la qual no té res a veure amb un dipòsit en què
descansarien símbols mandales imaginats per Carl Jung (1875-1961), o bé
pulsions o desitjos reprimits pel jo-moi, ja que aquest lloc només
podria ser identificat amb el «continent in-negro (...), res pura i
simplement» al que es referia Lacan a Posició de l’inconscient, 1966.
Què és llavors l’inconscient? Un lloc on es transforma la veritat
reprimida pels processos metaforico-metonímics (lleis del significant).
2. De la contraportada
a) Establert que res en un llibre no és marginal o aleatori, no
admetria disculpes obviar les primeres línies de la contraportada, i més
encara quan s’afirma que «L’any 1929, a
l’edat de 73 anys, Sigmund Freud escriu un llibre que serà com un gran
epíleg de tota la seva teoria psicoanalítica (...). El malestar en la
civilització l’han convertit en una de les obres més influents i
llegides de Freud». Tals consideracions, que semblen estar orientades
als habituals fins del màrqueting, condueixen a una considerable
desorientació del lector que desitja conèixer certeses de Freud i de la
psicoanàlisi. El gran epíleg de l’obra freudiana és lluny de ser-ho. No
hi ha cap obra de Freud, excepte el Compendi de la psicoanàlisi, 1938
[1940], i en part Els orígens de la psicoanàlisi, 1887-1902 [1950], al
qual es pugui atribuir aquesta característica. Tampoc no és un dels
treballs més llegits de Freud i són altres d’anteriors els que permeten
donar les claus per a la seva lectura, claus que estarien en la pregunta
sobre la naturalesa de l’home (bo o dolent?) i en les solucions que
proposen els diferents discursos per a beatificar les pulsions. Sense
aquestes claus res no es pot esperar respecte a l’origen de la
subjectivitat dels joves d’una època que com la nostra es caracteritza
per la declinació de l’Altre de la llei i per l’auge del gaudi pulsional
immediat. Raó per la qual Lacan sosté que El malestar en la
civilització és repensar el mal advertint que es troba radicalment
modificat per l’absència de Déu.
b)
La contaminació dels discursos filosòfics i sociològics en la lectura
del text de Freud és evident quan es llegeix que «Aquesta obra (…)
revela la cara fosca del procés de civilització humana, les tensions
entre individu i societat». És erroni entendre que el malestar del
subjecte procedeix únicament de fora, de «les tensions són entre
individu i societat». I per descomptat res no diu el comentarista de la
impossibilitat d’aïllar-se de la subjectivitat individual i de les idees
del món i pretendre arribar a la felicitat mitjançant un idealitzat
retorn a l’estat de natura. Emili, o de l’educació (1762) i El contracte
social, del filòsof Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), tenen amb l’obra
de Freud alguna similitud, però res més.
c)
La conceptualització psicoanalítica del comentarista és grotesca: «…el
domini que la cultura exerceix sobre el primer, en forma de control dels
seus impulsos instintius, eròtics i agressius». Els impulsos són
pulsions, mai instints; allò eròtic és sexual i, sobretot, incestuós, i
allò agressiu, bé, deixem-ho així. Qualsevol diria que aquestes
arbitrarietats en la conceptualització d’una disciplina (que posseeix
diversos diccionaris, alguns d’ells francament bons) estan disposades
per a ser objecte d’un judici reprovatori.
d)
L’elisió és absoluta respecte a la tímida esperança de Freud en els
avenços de la ciència sobre la naturalesa pulsional de l’home i els
mitjans de beatificar-la per aconseguir l’harmonia social i la felicitat
individual. És a dir, a diferència dels qui postulen que els progressos
científics i tecnològics van en detriment dels avatars que propicia el
narcisisme de les petites diferències i de les pulsions agressives,
Freud no s’equivocava en assenyalar que la cohesió social dels grups
està fundada en l’existència dels qui identifiquem com diferents a
nosaltres, i que l’aliança entre la necessitat i la raó, com proposaven
els marxistes, té el seu límit en la pulsió de mort, en una força
originària que impel·leix el subjecte a no desitjar el seu bé, a tornar a
allò inanimat, al confortable silenci del claustre matern, així com en
la fam desmesurada de nous objectes, fam que constitueix el sosteniment
del capitalisme. Aquests errors i elisions no permeten disculpar a qui
no ha tingut la deferència de consultar qui és Freud, què és la
psicoanàlisi i El malestar en la civilització (i si ho ha fet no ha
comprès res). És obvi que aquestes limitacions perjudiquen en gran
mesura a un llibre en català, a la cultura del mateix nom i, no cal dir,
al qui cerca una mica de rigor sobre aquests temes. Es diria que
l’autor d’aquests comentaris viu en un món en el qual tot està permès; i
en exposar-se tan esportivament a la crítica ens permet conjecturar que
és d’aquelles persones que cerquen orientar-se en el món mitjançant la
sanció.
El malestar en la civilització vist pel professor Josep-Maria Terricabras
Es tractaria de presentar ara el que donen de si les 16 pàgines (de la 7 a
la 22) que aquest catedràtic de filosofia dedica a prologar la seva
traducció d’El malestar en la civilització. Procedirem, amb finalitats
didàctiques, comentant els apartats que presenta, tot i que l’últim que
duu per títol Sobre aquesta edició, de més urgència per tractar la
diferència entre cultura i civilització, serà el primer que considerem.
En el pròleg del professor Terricabras hem advertit una lògica que va des d’una presentació de ‘Freud com un geni entre altres genis’ a un altre Freud, concretament al ‘Freud vingut a menys per l’adveniment de la ciència’, per concloure amb una mena de ‘desgreuge a Freud’. (Tal vegada, al «pare» com garant de la llei primordial).
1. «Sobre aquesta edició».
a) Puntualització innecessària i omissions. Terricabras creu necessari
ressaltar que la seva traducció parteix de l’original alemany publicat
en el volum 14 dels Gesammelte Werke de Freud (18 volums i un
apèndix; Imago Publishing Co., 1940-1952 i Frankfurt del Main, 1968),
així com que ha tingut en compte les petites correccions que figuren en
el volum 9 de Studienausgabe. Tampoc no hagués estat de més esmentar al
doctor Artur Quintana i Font (Barcelona, 1936), professor del curs de
llengua i literatura catalanes a la Universitat de Heidelberg, qui va traduir al català, ja a l’any 1984, l’obra de Freud (Escrits de crítica de la cultura. Barcelona: Laia, 1984, que conté El futur d’una il·lusió (1927); El malestar en la cultura (1930) i Moisès i el monoteisme
(1939). Ed., de Clara Bardón i Eugenio Trías). Eludeix aquesta
referència en el seu pròleg, però no en algunes de les seves
compareixences públiques, encara que en aquestes ocasions el recupera de
la memòria per ressaltar que la seva traducció supera a aquella en tot;
però això no significa que el seu pròleg i en certa manera la seva
traducció facin honor a Freud, als seus descobriments i a la
psicoanàlisi en general.
b)
Notes a peu de pàgina d’escàs valor. Ni aclareixen el text ni el
contextualitzen adequadament. Gairebé no hi ha notícies dels conceptes
que hi apareixen. El lector buscarà en va una presentació actual de la
psicoanàlisi a partir, per exemple, de la relació i diferència entre
instint (instinct, força preestablerta genèticament i sàvia respecte al
seu objecte per satisfer-se i anul·lar l’excitació) i pulsió (trieb,
excitació endògena que no té objecte predeterminat); sobre els desitjos
edípics i la seva relació amb la culpabilitat i el perdó, de l’extracció
del gaudi pulsional-mortificant del camp de l’Altre del llenguatge que
ens habita per la Funció-del-Pare (funció coneguda també com Metàfora
Paterna o castració simbòlica); dels límits estructurals de la
Funció-del-Pare
i la seva relació amb les institucions en les quals descansa la
cultura; així com la declinació d’aquest mateixa funció i la seva
repercussió en la falta d’honor, el gaudi autista, el desinterès per la
cultura, l’increment de la impulsivitat i del risc, l’anorèxia i la
bulímia, la drogoaddicció, la desorientació en el món, la violència
gratuïta, en fi, d’aquests i d’altres símptomes del subjecte
postmodern.
A
més, Terricabras no ha pogut reconèixer/llegir en el text de Freud res
que no tingués a veure amb qüestions com què és la cultura, quina és la
seva funció, quines idees han ocupat el lloc del denominats grans relats
(feixisme, comunisme, nacional-socialisme, anarquisme...) que ja no
aglutinen a ningú i que tampoc no són balises per orientar-se en el món
actual. Sembla ser que tot l’interès d’aquest prologuista i traductor
hagi estat escurçar (en el sentit de puntuar) les frases de Freud, en
ocasions massa llargues, i modificar petites notes, així com canviar
libidinós per libidinal, i mort del pare per occisió (mort violenta, per
exemple).
c)
Accentuació supèrflua de ‘civilització’ en detriment de ‘cultura’.
Entén Terricabras que «traduir –civilització per cultura– té a favor seu
la recomanació reiterada del mateix Freud». En realitat, repeteix el
que diu el psicoanalista vienès a El futur, d’una il·lusió, 1927, i que
no és exactament això sinó el contrari «…menyspreo establir entre els
conceptes de cultura i civilització cap mena de separació». Més aviat el
que fa el traductor és assumir la idea de la psicoanalista anglesa i
traductora a l’anglès d’aquesta obra, Joan Rivière (Brighton,
1883-Londres, 1962), que va intitular Civilitzation and Its Discontents,
1930 (La civilització i els seus malestars) per a la seva traducció.
(Deixarem
per una altra ocasió el que veurà la llum com un llibre, es a dir,
entre altres coses les reflexions d’Edward Burnett Tylor, Max Weber i
Oswald Spengler sobre la diferencia i analogia dels conceptes de cultura
i civilització). Tanmateix, no podem deixar d’indicar que el malestar
no és infelicitat. Malestar és mal-estar i concerneix a una sensació, en
ocasions més àmplia que la infelicitat per tractar-se del desassossec,
la intranquil·litat, ansietat, incertesa o angoixa que, sense un motiu
definit, pot patir una persona. Però sense necessitat d’entrar en
aquesta qüestió tan rellevant, hagués estat suficient d’apuntar, com en
realitat així apareix, que «la millor manera d’expressar cultura en
català és civilització.»
2. Freud, un geni més entre altres genis.
a) Freud és un geni. Sí, un geni, però entre altres genis. Comparable
al matemàtic Galileu Galilei (1564-1642), i al biòleg britànic Charles
Robert Darwin (1809-1882); després a Karl Marx (1818-1883) i a Friedrich
Nietzsche (1844-1900). Aquest
professor de filosofia ha desaprofitat una gran oportunitat de
diferenciar el subjecte escindit entre el conscient i l’inconscient de
Freud, !, del subjecte dividuum entre la mort de Déu i la moral-religió
de Nietzsche. Nega també al lector la relació entre la «mala
consciència» nietzscheana i el superjó freudià, essent aquella només la
part moral d’aquest; omet a més que per al filòsof alemany la malaltia
de l’home és la moralitat i el nihilisme, i que com a única sortida
proposa el superhome, és a dir, la subversió de tots els valors que, per
això mateix, desestima la singularitat del subjecte a favor d’allò
general. En d’altres paraules, el superhome és l’amo que s’autoritza a
si mateix en l’època que Déu ha mort i en la de la inconsistència de la
llei primordial del pare. Què quedaria llavors? Més enllà del nihilisme,
el Real. Però en el capitalisme tardà, en l’època de la declinació del
pare, no hi ha ni amo, ni heroi perquè no es donen les condicions (època
moderna i tragèdia) que precisen. Només queda la burocràcia i la
diplomàcia, i com a conseqüència també del defalliment de la
Funció-del-Pare, el lloc del discurs de l’amo l’ocupa el discurs
universitari (tot a la nostra societat és saber, explicació, consell).
Tampoc
no ha cregut necessari parlar de la impossibilitat d’arribar a la
felicitat com ‘terme mitjà’ aristotèlic entre la transgressió i la
inhibició, i sempre referida en Aristòtil (384-322 aC),
a l’home lliure, ja que hi havia una moral de l’amo i una altra de
l’esclau. I tampoc no va convenir a contraposar la pretensió de la moral
laica del filòsof alemany Immanuel Kant (1724-1804), el «tu has de» per
a tots igual de l’imperatiu categòric («Obra només de manera que puguis
desitjar que la màxima de la teva acció es converteixi en una llei
universal»), destinada a lluitar contra allò que s’oposés a la cultura,
en definitiva contra el phatos i les seves passions mitjançant aquesta
fórmula de la raó pràctica, amb el descobriment freudià que el subjecte
pot, fins i tot, gaudir en la renúncia pulsional i, per això mateix, que
el circuit de la pulsió i la gola del superjó (ja que com hereu del
complex d’Èdip defineix el que Lacan denomina père-version: amor al pare
com respecte a la llei de la castració, però també com impulsió al
gaudi més enllà d’aquesta llei) avorten la virtut kantiana.
b) Un professor de filosofia aliè al rigor universitari. Pot entendre’s
així perquè copia sense esmentar la font. És a dir, s’apropia d’una
frase sense indicar que és de Freud, «Si hagués d’assenyalar tres noms
que, els darrers cinc-cents anys, hagin canviat decisivament la manera
que tenim els humans de veure’ns a nosaltres mateixos en el món, no em
costaria gaire d’esmentar Galileu, Darwin i Freud». En veritat, això és
el que diu Freud (a excepció que no es tracta de Galileu sinó de
Copèrnic) en un petit gran estudi de l’any 1917, Una dificultat de la
psicoanàlisi. Què li ocorreria a un alumne que procedís en els seus
treballs a la manera que ho fa aquest catedràtic en ser descobert pel
seu professor?
3. Freud, un geni vingut a menys a causa de la filosofia i de la ciència
a) Freud, fins aquest moment presentat com un geni entre altres genis,
deixa de ser-ho. Com si es tractés d’un text de l’ESO, apareix en el
pròleg l’expressió «escola de la sospita», de Paul Ricoeur (1913-2005),
això és, els «mestres destructors de certeses i seguretats falses» que
van ser Marx, Nietzsche i Freud. Més lamentable encara és que se serveix
de Thomas Mann (1875-1955), un premi Nobel de literatura, i de Karl
Popper (1902-1955), el gran epistemòleg marxista, el qui pel que sembla
tindria l’última paraula sobre el que és ciència i el que no ho és,
segons sembla, contra Freud. Qui ignora que el que es pot predir, el que
és exacte i el determinisme lineal com criteris científics de Popper
s’han demostrat obsolets per causa dels sistemes estocàstics i
catastròfics, i que fins i tot en les ciències denominades dures hi ha
lloc per a la incertesa? Però sembla ser que alguns entenen que Freud
«no era savi però sí llest», i per això veient potser el que li queia a
sobre, va apel·lar a un «coneixement obert» amb la finalitat d’eludir
els postulats de la ciència i de la filosofia. Freud no és un més
d’aquests sospitosos personatges, i no ho és perquè posa en dubte la
bondat de la producció de Thomas Mann (llegeixi’s Lou Andreas–Salomé;
Sigmud Freud. Correspondència. Carta de Freud datada a Schneewinkl el 28
de juliol de 1929). El prologuista no diu res al respecte, i al seu
col·lega francès Ricoeur també li va passar per alt, de la mateixa
manera que mai no va saber què és la interpretació en psicoanàlisi, a
pesar d’escriure’n centenars de pàgines.
b)
El perniciós descobriment de Freud. Així es pot entendre en tant que
Terricabras afirma que les tesis de Galileu, Darwin i Freud «han
resituat els humans d’una manera tan dràstica, tan forta, que molts han
quedat personalment i moralment descol·locats». Encara que aquesta
manera d’expressar-se («descol·locats») la trobem improcedent en un
professor, el destacable és que si es refereix que els avenços
científics propiciats per aquells han descol·locat moralment a moltes
persones, mostra amb això (sens dubte quelcom desconegut per a ell) com
és la inclinació per un discurs narcicista-patològic, el del
Jo-consciència cartesià.
c) Evitacions significatives. Sens dubte ho són atès que en les 16
pàgines del pròleg no apareix ni una sola vegada el concepte
d’‘inconscient’. Terricabras parla del jo i no ho fa del tot malament
però evita allò que implica el descobriment de l’inconscient respecte al
Jo-consciència del filòsof René Descartes (1596-1650), i per descomptat
omet l’escissió del subjecte respecte als procediments terapèutics que
esgoten el subjecte en la consciència i basats en un mètode tan
ideològic i inoperant com és la persuasió. Esmenta el terme
‘psicoanàlisi’ en 3 ocasions; en canvi és prolix respecte a la paraula
‘ciència’, ‘científic’ i ‘ciències’ (18 ocasions, cap d’elles atribuïda a
la psicoanàlisi), i en més de deu menciona ‘filòsof’ o ‘filosofia’.
Conegut és que la funció de la repressió (elisió) és evitar el displaer
del gaudi. ¿Serà per això que el primer comentarista i gairebé al mateix
nivell Terricabras eviten-reprimeixen el significant psicoanàlisi? Però
és conegut també que la repressió de la veritat del desig no és sense
retorn (en ocasions amb les disfresses que li imposa la censura) en el
símptoma.
Del pròleg a la presentació pública. (O del saber del filosof)
Però
n’hi ha més. Saber de què es tracta implica deixar per un instant el
pròleg i dirigir-nos a les sales en les quals el professor Terricabras
va presentar la seva traducció. En podem parlar de dues, l’Ateneu
Barcelonès, on va actuar d’amfitrió el també professor de filosofia de
la UdG,
Ramon Alcoberro, dimarts, 2 de desembre de 2008; i la del Col·legi
Oficial de Psicòlegs de Catalunya-Girona (COPC-Girona), dijous, 18 de
desembre del 2008, on el llibre va ser presentat per la Sra. Liliana
Montanaro (coordinadora del Grup de Treball en Psicoanàlisi del
COPC-Girona), i per Oriol Ponsatí-Murlà (Accent Editorial).
1. Limitacions i omissions en la presentació.
La
presentadora, Sra. Montanaro, es va limitar a llegir uns papers sobre
aspectes coneguts d’El Malestar en la civilització, i el que sens dubte
és més lamentable, no va plantejar cap qüestió rellevant ni a la
traducció ni als paratextos. És conegut que en casos semblants el mínim
rigor implica atendre les idees que presenta l’obra i en algunes
ocasions no està de més intervenir per plantejar qüestions, crítiques o
mèrits, a vegades com habitualment succeeix, després de la intervenció
de l’autor. Llegir coses conegudes sobre l’obra que un ha de presentar i
sobretot ometre els paratextos i les qüestions que afecten la traducció
d’un text de psicoanàlisi denota falta de rigor intel·lectual i en el
millor dels casos esdevé la falta coneguda de prendre «el text com
pretext». Amb més raó és així perquè amb el que va dir el traductor i
prologuista a la presentació i el que havia deixat escrit en el pròleg
n’hi hauria per escriure un llibre, com se sol dir. Quant a Oriol
Ponsatí-Murlà a penes va superar les lloances i agraïments al catedràtic
de filosofia. Les coses no van ser diferents, encara que amb altres
personatges, a l’Ateneu Barcelonès.
2. «Freud, comparat amb Nietzsche, és un aprenent».
Per
sorpresa d’uns i altres, Terricabras va basar el seu argument en
l’estil escriptural. Va enaltir Nietzsche contra Freud per veure en el
filòsof bavarès al príncep de la metàfora, a més d’un escriptor segur i
brillant. En resum, va reduir la relació Nietzsche-Freud a fer de l’abús
de l’adjectivació una virtut literària en contra del primer
psicoanalista. Va ometre que el periodista «roig» del cristianisme no va
poder anar molt més allà de l’exabrupte contra la moral socràtica i
cristiana. Tampoc no va dir que Nietzsche, tal vegada per ser això menys
conegut, va afegir una resposta ideològica més a les ja existents
contra la insuportable falta, contra la ferida narcisista del subjecte:
el superhome. És a dir, una part considerable del mèrit que se li ha de
reconèixer és perquè va proposar la instauració d’una nova moral, entre
anarquista i egòlatra, com a solució a la infelicitat del subjecte,
però, entre d’altres coses, desconeixia que l’incest és antisocial com
deia Freud. Terricabras no planteja la relació i diferència entre les
idees de Nietzsche i les de Freud. Les idees de Freud no són
revolucionàries sinó subversives, i això en la mesura que subverteixen
la concepció del subjecte. Subversiu vol dir que va contra l’intent
d’assimilació burocràtica del descobriment freudià per part del discurs
Universitari prioritari els nostres dies, discurs que intenta temperar
el gaudi amb l’explicació persuasiva i els agents del qual adopten,
habitualment, la manera de fer de l’amo clàssic contra la veritat del
discurs Psicoanalític.
Freud
no és un ideòleg, ni un filòsof, sinó un clínic. Va ser la clínica de
l’escolta de l’Altre la qual va fer d’ell el descobridor de l’origen de
les malalties psíquiques; el descobridor també de la manera que cal
predicar la normalitat d’un subjecte; el descobridor de la decisiva
importància de la Funció-del-Pare
en la vida de la criatura humana; el descobridor d’una nova manera de
veure la religió, els llaços socials, l’amor, la guerra, la cultura,
etc., etc; així com l’inventor d’un dispositiu clínic i d’una professió
(aliena a la impostura i a l’engany) que desvetlla els paranys de les
ideologies, avorta el gaudi mortificant del símptoma i denuncia les
aprofitades respostes imaginàries al malestar en la civilització.
3. Escarn de Nietzsche a la religió vs. el descobriment de Freud de la religió com una il·lusió.
Potser
per la seva ponderació, Freud va ser presentat com «un aprenent de
Nietzsche». L’interès de Freud no era criticar la religió sinó demostrar
que era una il·lusió, a més de la més excelsa resposta a l’infortuni
humà, ja que es tracta del discurs que dóna sentit a la vida donant-lo a
la mort. En aquesta ocasió va ser la clínica de la neurosi obsessiva la
que li va permetre concloure que Déu era el pare. És a dir, la
nostàlgia del pare fa que el fill situï Déu, el tirà i/o els ideals en
un lloc de manament superjoic (figures distorsionades del pare), en
resum, en el lloc privilegiat des del qual aquestes idees han triturat a
cossos i a mentalitats de totes les èpoques.
4. Sobre l’estil de Freud.
Ja
en el pròleg es llegeix «l’estil de Freud no és còmode ni enlairat».
Encara que fos així, a pesar que no compartim aquest judici, per què
escamotejar al lector que Freud va obtenir, quan tenia 17 anys, un premi
de redacció. En el seu últim examen oral i escrit (Matura) que donava
accés a qualsevol facultat de la universitat, va ser reconegut amb la
qualificació de Summa cum laude. Per ironies del destí va haver de
traduir un passatge de trenta-tres versos d’Èdip Rei, de Sòfocles
(Colon, Atenes, 496-406 aC),
del grec a l’alemany. Una altra part de la prova consistia en una
redacció en alemany relativa a les «Consideracions sobre l’elecció de
professió» que, per a la seva satisfacció, va ser mereixedora
d’excel·lent, juntament amb els elogis de l’examinador, que el va
felicitar pel seu estil a la vegada personal, precís i elegant. Molts
anys després, al 1930, llavors amb 74 anys d’edat, la ciutat de
Frankfurt li concedia el Premi Goethe, encara que no només pel seu estil
literari. Terricabras sembla ser d’aquelles persones que, amb raó o
sense, defensen els seus, en aquesta ocasió un filòsof com Nietzsche,
més potser pel fet que ha prologat i traduït Ecce Homo, 1888. (Accent editorial. Primera edició: desembre de 2007).
5. Sobre Marx.
Aquest «pensador de l’escola de la sospita» només és anomenat en el pròleg. El pròleg no informa el lector que Marx va descobrir l’estructura del símptoma i que això ho coneixem per Lacan; però que a més de descobrir el símptoma va establir una nova religió en la qual el proletari és el Messies. El marxisme, econòmic i polític, ha passat a millor vida. Contràriament, l’inconscient i la raó estructural de les respostes imaginàries, antigues i postmodernes, per eludir o esmorteir el dolor d’existir i el sofriment neuròtic i psicòtic, es presumeixen vigents fins a la desaparició del subjecte-a-l’Altre, d’aquest subjecte que no deixen de voler clausurar les ideologies. D’aquí que es pugui afirmar que la cultura ofereix pal·liatius contra la cultura psicoanalítica.
6. «Freud, com deia el filòsof austríac Ludwig Wittgenstein (1889-1951), era llest però no savi».
Heus aquí una altra de les tesis que el prologuista i traductor va presentar en el COPC-Girona. Intuïm que el pal de paller de l’argument és presentar Freud contra Freud (una mica així com Heads I win, tails you lose) mitjançant una carta d’aquest a Einstein.
Per a nosaltres que el «coneixement intel·lectual sigui obert» fa referència que Freud va descobrir l’any 1898, molt abans que Wittgenstein escrivís el Tractatus Logico-Philosophicus, 1921, i divuit anys abans que veiés la llum el Curs de lingüística general, 1916, amb el qual Ferdinand de Saussure (1857-1913) inaugurava la lingüística moderna, el «melic del somni», el valor primordial del significant (no del significat) en l’economia psíquica, fins a l’extrem de ser la característica essencial del llenguatge humà, allò que el distingeix del llenguatge-codi dels animals i dels codis artificials.
Aquest «pensador de l’escola de la sospita» només és anomenat en el pròleg. El pròleg no informa el lector que Marx va descobrir l’estructura del símptoma i que això ho coneixem per Lacan; però que a més de descobrir el símptoma va establir una nova religió en la qual el proletari és el Messies. El marxisme, econòmic i polític, ha passat a millor vida. Contràriament, l’inconscient i la raó estructural de les respostes imaginàries, antigues i postmodernes, per eludir o esmorteir el dolor d’existir i el sofriment neuròtic i psicòtic, es presumeixen vigents fins a la desaparició del subjecte-a-l’Altre, d’aquest subjecte que no deixen de voler clausurar les ideologies. D’aquí que es pugui afirmar que la cultura ofereix pal·liatius contra la cultura psicoanalítica.
6. «Freud, com deia el filòsof austríac Ludwig Wittgenstein (1889-1951), era llest però no savi».
Heus aquí una altra de les tesis que el prologuista i traductor va presentar en el COPC-Girona. Intuïm que el pal de paller de l’argument és presentar Freud contra Freud (una mica així com Heads I win, tails you lose) mitjançant una carta d’aquest a Einstein.
Per a nosaltres que el «coneixement intel·lectual sigui obert» fa referència que Freud va descobrir l’any 1898, molt abans que Wittgenstein escrivís el Tractatus Logico-Philosophicus, 1921, i divuit anys abans que veiés la llum el Curs de lingüística general, 1916, amb el qual Ferdinand de Saussure (1857-1913) inaugurava la lingüística moderna, el «melic del somni», el valor primordial del significant (no del significat) en l’economia psíquica, fins a l’extrem de ser la característica essencial del llenguatge humà, allò que el distingeix del llenguatge-codi dels animals i dels codis artificials.
7. «Admeto les crítiques».
Això
és el que va puntualitzar Terricabras al COPC-Girona. El fet és que
Oriol Pi de Cabanyes, a Fuera ‘cultura’. «La Vanguardia».
Dilluns, 15 de desembre de 2008, havia escrit «El cambiazo del título
(…) por el bueno de Terricabras (…) puede servir felizmente y más en
estos momentos de crisis general del consumo, para capturar algunas
ventas adicionales del libro por parte de quienes crean suponer que nos
encontramos ante alguna obra inédita de Freud». No jutjarem les
sarcàstiques respostes del traductor, malgrat considerar-les
desproporcionades amb la crítica: «... no tinc res a dir-li perquè no ha
entès res (…). Em pensava que ell sí que tenia, no més civilització,
sinó més cultura (…). I entre altres perles, perdoneu-me, aquesta em
sembla tan terrible que és que no li he pogut ni contestar, pobre,
perquè el “matxacaria” (...). Devia d’estar begut quan escrivia tot
l’article, i això l’excusa (...). En franquesa, em sap molt greu per
l’Oriol que s’ha fet més vell que jo més de pressa i ho fa molt malament
(...). I la gent obre la boca i ensenya les dents, i cadascú ensenya
les dents que té, i si no té dents no pot clavar queixalades. Doncs no
té dents.»
Del que ensenya la psicoanàlisi sobre l’infortuni de l’home i de les seves respostes-solucions
Se’ns
permetrà una digressió per a presentar altres qüestions cardinals
errònies i/o omeses pels autors dels paratextos. Encara que la distància
que separa la psicoanàlisi d’altres discursos que s’ocupen de la
cultura i del sofriment psíquic i del malestar de l’home és molt
notable, quasi res no es va dir al respecte. Es va censurar també el que
separa la psicoanàlisi de la ideologia, i això que n’hi hagués hagut
prou amb remetre el lector als quatre discursos que va presentar Lacan
en el Seminari XVII El revers de la psicoanàlisi, dictat durant 1969-1970 a
la facultat de dret a la plaça del Panteó, de París (discurs de l’Amo,
discurs Universitari, discurs Histèric i discurs del Psicoanalista) i
que configuren els diferents tipus de vincle social. És cert que aquesta
recomanació delataria que el que la fa coneix que és Lacan qui permet
llegir el Freud freudià, això és, el Freud psicoanalista, la qual cosa
no sembla que en aquesta ocasió sigui així.
1. De la falta a-ser i la gran sort del subjecte.
Sort
és sens dubte que algú sigui agraciat amb el primer premi de la
primitiva. I si toca i per desgràcia aquesta persona està malalta? Bé,
es dirà, els diners sempre ajuden. Sense necessitat de la malaltia, el
sofriment ens amenaça per tres costats: pel cos, condemnat com està a la
decrepitud; pel món, amb les seves forces destructores; i per les
relacions amb els nostres congèneres, sempre problemàtiques. És cert que
haver abandonat l’estat primordial de naturalesa (urzustand) i la
mateixa renúncia pulsional (triebverzicht) ens ha comportat un
descontentament estructural (unbehagen), però no es concep que puguem
viure fora de l’àmbit de la civilització sense patir penúries majors que
les que la mateixa civilització ens ofereix, i més per la nostra
deficient constitució. Sigui com sigui, els sofriments, les penúries i
les decepcions poden ser suportables si el cap funciona, com
habitualment es diu; però allò psíquic no només influeix en el cos sinó
que el subjecte humà no es comprèn sense la interrelació d’aquests dos
ordres.
La
psicoanàlisi ha descobert alguna cosa ben curiosa al respecte, encara
que, en realitat, els seus descobriments sempre tenen aquesta singular
característica. Ha descobert, en primer lloc, que la gran sort del
subjecte humà és estar en falta (falta que queda representada en el
subjecte barrat, !). Això vol dir que per la falta (a-ser) es pot
predicar la normalitat d’una persona. Allò que li falta al subjecte amb
el qual ens creuem pel carrer és un objecte que de tenir-lo, lògicament,
el completaria, atès que aquest objecte vindria a omplir, a completar, a
obturar la seva falta i, per això mateix, en faria un subjecte ple.
Aquest objecte que li falta a aquest subjecte és el que en l’àlgebra
lacaniana es coneix com objecte a; i ara podem afegir que aquest objecte
és un objecte perdut per sempre i que per estar-ho es va constituir en
objecte causa del desig. En resum, el desig, allò que fa que cada dia
ens aixequem del llit, és sempre d’una falta i la seva causa és
l’objecte perdut per sempre, un objecte que el subjecte suposat-normal
mai no podrà trobar.
¿Quan
vam perdre aquest objecte que per ser absolutament perdut es
constitueix en causa del nostre desig? En la més tendra infància, moment
de completesa que respon al nom de narcisisme primari. El problema és
que, d’aquest moment mític, algunes persones, per una raó que
succintament exposarem, no han pogut sortir, com és el cas del psicòtic.
És a dir, conseqüència de la falta absoluta de vacüitat de l’objecte
del cos i de la ment, o sigui, de la no extracció radical de l’objecte a
de l’ésser del subjecte, és la dissort del psicòtic i, per això mateix,
aquesta malaltia denuncia que la falta (la necessària falta per la qual
una persona és un subjecte suposat-normal) arriba a faltar. El
psicòtic, per dir-ho en dues paraules, ja no és a-ser, ja no es troba en
falta sinó que és ple: a + A = S. (Li falta la falta; i li sobre el
gaudi mortificant).
2. Gaudi versus plaer.
Allò
que el psicòtic no ha perdut (el gaudi) és el que l’ancora al
narcisisme primari. Els darrers psicofàrmacs reprimeixen el seu
patiment, sense altra pretensió curativa. Però, què cal entendre per
gaudi? Un excés d’excitació que s’inscriu i s’experimenta de diferents
maneres en el cos i/o la ment, i que per ser-ho sempre és mortificant, a
diferència del plaer que és parcial i plaent.
3. De l’extracció de l’objecte del gaudi del camp de l’Altre.
Es
tractaria, doncs, d’extreure aquest gaudi que inquieta, que atordeix,
que maltracta de moltes maneres. Com aconseguir-ho? En primer lloc, la
falta (manque à être del subjecte) que impedeix al subjecte
suposat-normal sofrir els turments del gaudi Altre que fàl·lic
(expressió que significa que el gaudi no està regit per la castració
simbòlica), en ocasions produeix a aquest mateix subjecte una
inseguretat major de la necessària, així com desassossec,
intranquil·litat, angoixa, insatisfacció, etc., (que recullen
expressions com «És com si un mai no pogués estar bé del tot», «Tampoc
no és això el que jo desitjo», «Res no m’omple», «És com si em faltés
alguna cosa», encara que aquestes frases poden ser enganyoses perquè és
precisament la falta la que garanteix la tranquil·litat d’ànim i la
salut del cos). La qüestió és que aquests i altres malestars i símptomes
que pot sofrir una persona no necessàriament neuròtica responen al fet
que l’extracció del gaudi (sempre femení, sempre matern, perquè va més
enllà del fal·lus, més enllà del gaudi regit per la castració i, per
tant, és sempre d’ordre infinit, d’aquí també que les dones siguin
propenses a patir-lo en el cos i els homes en el pensament) no va ser
absoluta, com tampoc no va ser absoluta la repressió en l’infans (en
llatí el que encara no parla; l’oh inch of nature shakespearià) de les
pulsions agressives i incestuoses.
4. L’àngel caigut i la Funció-del-Pare. (Límit estructural i contingència).
L’àngel caigut de la psicoanàlisi és l’objecte a, un objecte separat de l’Altre per la Funció-del-Pare
en l’operació de constitució del subjecte; però essent l’objecte a la
marca de l’èxit d’aquesta funció en denuncia també la seva
inconsistència, ja que aquesta funció no anomena l’objecte, així com la
seva contingència. En termes clàssics ¿qui extreu el gaudi del cos
mortificant i reprimeix les pulsions agressives i incestuoses de
l’infans, qui ha d’operar la castració simbòlica que socialitza el
cadell humà? La Funció-del-Pare.
Aquesta operació resignifica la primera pèrdua que és la de la cosa pel
llenguatge: el llenguatge mata la cosa i des de llavors el cadell humà
haurà de fer-se entendre, passar el seu desig pel congost de les
paraules amb el que això implica de pèrdua del gaudi. En d’altres
paraules, així és com el subjecte esdevé castrat, o sigui en falta, ja
que la Funció-del-Pare
el separa de l’alienació-capritx de la mare. (Fins aquest moment
l’infans era l’objecte que omplia la falta de l’Altre, mare, i el mateix
infans esdevenia també per això un ésser ple).
Només hi ha un problema. Aquesta funció no és absoluta i, a més, es contingent. En el millor dels casos la Funció-del-Pare
té una deficiència, un límit o vici estructural que determina que fins i
tot el subjecte suposat-normal pugui sofrir en algun moment de la seva
vida el malestar del gaudi en el cos o en el pensament (infortuni
ordinari), o bé es vegi impel·lit a manifestar les seves pulsions
agressives i incestuoses (perverses), i més si les circumstàncies ho
permeten (guerra, poder, escenaris de masses o anònims, etc.); i tot
això per sorpresa dels qui consideraven aquesta mateixa persona com un
model de salut, moralitat i civisme. (D’aquí que del subjecte humà només
puguem predicar una suposada-normalitat). Són, amb tot, les mancances
de la Funció-del-Pare
(contingència com allò oposat a necessari, ja que aquesta funció pot
succeir o no succeir, suplir-se o, fins i tot, se’n pot prescindir) les
que determinen els símptomes del subjecte suposat-normal, del neuròtic i
del psicòtic. S’entendrà llavors que el pare sigui un símptoma per dues
raons. En primer lloc, perquè la seva funció és reprimir, i de la
repressió, com és propi de l’estructura del símptoma, retorna allò
reprimit (disfressat) en el mateix símptoma, per exemple, en la
suposada-normalitat d’un subjecte; i en segon lloc, és símptoma perquè
és el que «no funciona» en el sentit que la seva operació té una
deficiència estructural i, a més, pot no funcionar en absolut
(contingent).
5. Solucions a la mancança de la Funció-del-Pare.
Des
de temps immemorials, homes considerats savis i fins i tot sants han
establert solucions-respostes per calmar el dolor d’existir i el
sofriment psíquic i somàtic, o sigui per a assolir el que es coneix com
felicitat. En realitat, fins i tot els lenitius (Sorgenbrecher) són
necessaris per al subjecte suposat-normal, ja que aquest subjecte no
deixa per això de cridar a l’Altre que l’habita (a l’Altre del
llenguatge) perquè li doni allò del que manca, o sigui, perquè l’ompli.
(El desig és d’una falta i el subjecte intenta omplir-la). El que ocorre
és que el subjecte truca a una mala porta, ja que l’Altre també és
troba mancat, o sigui, com el subjecte també l’Altre és en falta, s(2).
És per això que el desig evoca sempre la manca d’ésser (a-ésser) sota
tres presències del buit, les quals són el rerefons de la demanda
d’amor, l’odi que nega l’ésser de l’altre i, per últim, allò que
s’ignora en la demanda a l’altre.
La
qüestió aquí és que les respostes-solució contra el malestar del
subjecte en la cultura no van més enllà de desfer els passos, o sigui,
de retornar a l’abraçada materna, al moment en el qual el subjecte era
un ésser sens falta. Quan Freud parla de «sentiment oceànic» es refereix
a un sentiment d’eternitat del subjecte, a una mena de necessitat de
dissolució del Jo en el Tot que revela la seva tendència a la tornada a
l’època del Jo primordial, infantil per indiferenciat de l’Altre matern.
Les solucions proposades des d’antic són imaginàries i permeten afirmar
que el subjecte humà, a més de no ser molt intel·ligent, no vol el seu
bé, atès que sabem que el psicòtic ho és per ser un subjecte sens falta,
sense la falta necessària per abandonar el narcisisme primari a favor
del narcisisme secundari que permet un vincle social no regit per la
suspicàcia i la certesa paranoica.
Si
bé omplir el buit del Real és impossible (l’objecte a, l’objecte causa
del desig està perdut per sempre, tant és així que l’a, com figura d’un
forat en l’Altre, (no es especular), l’home no ha deixat per això
d’intentar omplir-lo amb objectes imaginaris, i(a), els quals li
procuren un plus-de-gaudi, una plusvàlua del gaudi que mai no podrà
assolir. Aquests són els objectes imaginaris (metonímia de l’objecte a)
que apareixen en el que denominem el fantasma que, per això mateix,
constitueix el suport del desig, !,a. En fi, la història ens recorda
aquesta innegable veritat, que l’home no pot viure sense respostes
imaginàries per pal·liar en el que sigui possible el seu malestar. Ara
bé, el que el discurs universitari ens diu i, alhora encara demostra
menys, és que la majoria de les respostes al patiment i infelicitat són
intents neuròtics de curació, a més d’una denúncia dels límits del
principi del plaer. El desconeixement d’aquest descobriment
psicoanalític és el que permet procedir en el millor dels casos des de
la intuïció. El que ningú no ignora és que en no poques ocasions les
respostes a l’infortuni humà han estat instrumentalitzades per
indesitjables personatges. Però el que caldria subratllar és que va ser
Freud el primer que denuncia des d’una perspectiva no ideològica els
intents neuròtics de curació, les il·lusòries solucions-respostes que
condueixen el subjecte al pitjor, el qual res no té a veure amb
l’arravatament de Nietzsche contra la moral tradicional, per exemple.
Altres
respostes imaginàries per a protegir-se de la deficiència
constitucional, de la precarietat, del malestar ordinari i del sofriment
psíquic són els sedants i la intoxicació química, que eviten el dolor,
procuren una tranquil·litat momentània i desvien l’atenció de l’objecte
que ens fa patir; la cultura ofereix altres satisfaccions com, per
exemple, l’art, que permet evadir-nos de les preocupacions i, en
ocasions, ens proporciona intensos moments de plaer; el treball és una
altra forma subliminar de modificació de l’economia libidinal; es pot
optar per l’aïllament voluntari, la cura narcisista del cos, l’addicció a
les compres que suposadament omplen el buit estructural. Els gadgets,
com la TV,
Internet, el mòbil, els videojocs, etc., són també objectes imaginaris
de l’a, objectes l’èxit dels quals obeeix al fet que permeten
assolir-recuperar l’enyorat gaudi evitant la relació cara a cara, tot i
això els gadgets i l’individualisme cínic que es troba a l’ordre del dia
només deterioren el vincle social quan se’n fa un ús excessiu o
exclusiu.
Igualment
imaginàries són les respostes que conformen el saber i els manaments de
la religió en sentit estricte. El precepte «estimaràs el proïsme com a
tu mateix», de què parla Freud a El malestar en la civilització, i que
el professor Terricabras omet, indica l’estratègia de l’home de crear un
Déu a la mesura del seu gaudi. Tant és així que la sentència «nosaltres
perdonem els nostres deutors» (o sigui, estima el teu proïsme encara
que sigui el teu enemic) constitueix el desig de crear un Déu-Pare que
ens perdona, que perdona el fill de l’home per haver-lo assassinat
(desitjos edípics agressius), i per més fortuna aquest Déu bondadós
redimeix els seus fills de la ferida narcisista (pèrdua de l’objecte del
seu desig encarnat en la mare, també per a la nena en un primer moment)
fins a l’extrem de permetre-li arribar a l’estat del gaudi absolut i la
vida eterna. (Això és el que dóna nom a la Divina Providència).
Tot i que encara són molts els qui necessiten de la religió per a protegir-se del desemparament infantil no superat i per la necessitat de l’autoritat del pare, en la nostra societat de consum cada vegada són menys els qui aspiren a aquesta solució tradicional (renegament de la mort en la immortalitat o la reencarnació en la metempsicosi de les religions panteistes), essent reemplaçada per l’anhel d’experimentar el gaudi de forma directa i a ser possible sense dilacions. Aquelles deficiències al costat de la immemorial fam de nous objectes de la criatura humana (que té la seva causa com hem indicat en l’objecte perdut) es focalitza avui en ideologies orientals, atès que es presenten embolcallades (forma del símptoma) amb una mítica i original puresa. És així en la cultura psiconàutica (navegant de la consciència), una resposta al buit del Real que té la pretensió d’experimentar-lo i aconseguir la pau interior com un atuïment del desig, ja no tant amb substàncies psicoactives i psicodèliques (psychedelic, o sigui, el que fa manifestar la consciència), sinó mitjançant el ioga i la meditació. Els ensenyaments del filòsof presocràtic Parmènides d’Elea (510-450 aC), sobre el buit són anteriors als dels filòsofs indis Nāgārjuna i Aśvaghoşa (segle II de la nostra era), fundadors de la tradició Madhyamaka (camí del mig) del budisme Mahayana, així com a les de l’un dels majors representants de l’Escola del Buit (Kong Zong) a Xina, Dajian Huineng (o Wei Lang, 638-713) sisè patriarca del budisme Chan i Zen, fundador de l’Escola Zen del Sud, i, per descomptat, de les del venerable Gueshe Kelsang Gyatso, fundador de la branca Kadampa del budisme Mahayana; només la dimensió espiritual de la meditació és en aquests original. Potser la connotació antinarcisista que suposa la falta a-ser va motivar l’evitació del buit (el Śūnyatā oriental) i la inclinació a satisfer-lo per aquestes tècniques i discursos. Santa Teresa de Jesús (1515-1582) i San Juan de la Cruz (1542-1591), entre els nostres místics, no pretenien tant la purificació i l’obliteració del desig mitjançant la meditació, com es proposa l’orientació zen, sinó experimentar el buit com un gaudi viu i últim de l’èxtasi espiritual que implica l’abraçada amb Déu. Algú podria pensar que Plató parlava del buit i que era el garant de la impossibilitat d’arribar al Real (com el nom filosòfic dels Universals). El que passa és que per al director de l’Acadèmia el buit estava ple, replet d’Universals i, d’altra banda, la seva existència dictava, mitjançant l’aristos, el que era moral i el patró mateix del que era bell i just com a sinònim de felicitat.
Tot i que encara són molts els qui necessiten de la religió per a protegir-se del desemparament infantil no superat i per la necessitat de l’autoritat del pare, en la nostra societat de consum cada vegada són menys els qui aspiren a aquesta solució tradicional (renegament de la mort en la immortalitat o la reencarnació en la metempsicosi de les religions panteistes), essent reemplaçada per l’anhel d’experimentar el gaudi de forma directa i a ser possible sense dilacions. Aquelles deficiències al costat de la immemorial fam de nous objectes de la criatura humana (que té la seva causa com hem indicat en l’objecte perdut) es focalitza avui en ideologies orientals, atès que es presenten embolcallades (forma del símptoma) amb una mítica i original puresa. És així en la cultura psiconàutica (navegant de la consciència), una resposta al buit del Real que té la pretensió d’experimentar-lo i aconseguir la pau interior com un atuïment del desig, ja no tant amb substàncies psicoactives i psicodèliques (psychedelic, o sigui, el que fa manifestar la consciència), sinó mitjançant el ioga i la meditació. Els ensenyaments del filòsof presocràtic Parmènides d’Elea (510-450 aC), sobre el buit són anteriors als dels filòsofs indis Nāgārjuna i Aśvaghoşa (segle II de la nostra era), fundadors de la tradició Madhyamaka (camí del mig) del budisme Mahayana, així com a les de l’un dels majors representants de l’Escola del Buit (Kong Zong) a Xina, Dajian Huineng (o Wei Lang, 638-713) sisè patriarca del budisme Chan i Zen, fundador de l’Escola Zen del Sud, i, per descomptat, de les del venerable Gueshe Kelsang Gyatso, fundador de la branca Kadampa del budisme Mahayana; només la dimensió espiritual de la meditació és en aquests original. Potser la connotació antinarcisista que suposa la falta a-ser va motivar l’evitació del buit (el Śūnyatā oriental) i la inclinació a satisfer-lo per aquestes tècniques i discursos. Santa Teresa de Jesús (1515-1582) i San Juan de la Cruz (1542-1591), entre els nostres místics, no pretenien tant la purificació i l’obliteració del desig mitjançant la meditació, com es proposa l’orientació zen, sinó experimentar el buit com un gaudi viu i últim de l’èxtasi espiritual que implica l’abraçada amb Déu. Algú podria pensar que Plató parlava del buit i que era el garant de la impossibilitat d’arribar al Real (com el nom filosòfic dels Universals). El que passa és que per al director de l’Acadèmia el buit estava ple, replet d’Universals i, d’altra banda, la seva existència dictava, mitjançant l’aristos, el que era moral i el patró mateix del que era bell i just com a sinònim de felicitat.
Quant
al discurs científic (que com és conegut es vol aliè, encara que cada
vegada menys, del subjecte que parla, en tant que no concedeix la
importància que deuria a la història i a les relacions que determinen la
seva manera d’ésser i els seus símptomes), a partir de la versió
moderna que s’inicia en el segle XVII amb René Descartes (i el seu dubte
metòdic respecte a tots els sabers establerts, especialment el
metafísic; però sense qüestionar mai el jo–moi), i més amb el gir
tecnològic a principis del segle XX, intenta també obturar el buit del
Real, no aconseguint sinó fer del descobriment-invent-progrés una mena
de condemna com la que van patir les filles de Dánao, les quals a
l’Hades omplien un barril sense fons com a càstig per haver assassinat
els fills d’Egipte al llit nupcial. I per si això no fos poc, la
malaltia pot ser un refugi per resoldre l’infortuni estructural del
subjecte.
En
aquests i altres objectes, tècniques i discursos, l’home de totes les
èpoques ha recuperat una mica del gaudi absolut i perdut en la més
tendra infantesa (recupera el plus-de-gaudi per ser la plusvàlua
d’aquell), no fent amb això altra cosa que renovar la pena i el
desconeixement que el condiciona. Es comprendrà que el deteriorament
epistemològic d’alguns discursos comporti la seva més radical falta
d’ètica. A fi de mitigar en la mesura del possible aquesta deficiència
potser caldria recordar que el superjó cultural, encarnat en les
institucions en les quals descansa la cultura (les normes del dret, els
manaments de la religió i els preceptes de l’ètica), no està menys
determinat per la deficiència estructural de la Funció-del-Pare
que els lenitius esmentats, i que aquestes institucions, com és ben
conegut, treballen amb els seus mètodes persuasius i ideològics contra
el gaudi pulsional.
6. Infelicitat i paradoxes de la subjectivitat.
Aquesta
qüestió es pot resumir en quatre punts. 1. La subjectivitat s’imposa a
allò extern. Si bé l’home busca la felicitat (com recorden tots el savis
del món) hi ha quelcom intern, no extern, que li ho impedeix, com va
descobrir Freud. 2. El plaer és efímer. La felicitat quan s’aconsegueix
només és temporal. 3. El subjecte no vol el seu bé. No succeeix sempre
però sens dubte moltes vegades en virtut de la pulsió de mort. 4. L’amor
no protegeix contra la felicitat. Com bé deia Freud «Mai no estem menys
protegits contra les dissorts que quan estimem: mai més dissortats i
desvalguts que quan hem perdut l’objecte estimat o el seu amor.»
7. Joyce, el saint homme.
No
són molts els qui pertanyen al conjunt de James Joyce (1882-1941),
d’aquell saint homme, com l’anomena Lacan, a causa que va rebutjar tota
solució imaginària per inventar una nova manera de fer-amb-el-símptoma,
un nou fer amb l’escriptura per a una millor reorganització del seu
gaudi mortificant.
L’ego fonamentat en l’escriptura va donar lloc a un sinthome, això és una suplència de la fallida Funció-del-Pare, un quart nus per lligar l’estructura (Imaginari, Simbòlic i Real) davant la impotència de qui li corresponia fer-ho.
L’ego fonamentat en l’escriptura va donar lloc a un sinthome, això és una suplència de la fallida Funció-del-Pare, un quart nus per lligar l’estructura (Imaginari, Simbòlic i Real) davant la impotència de qui li corresponia fer-ho.
8. De la nostra pràctica.
Està
destinada a fer que un adverteixi de quina manera és víctima (i de
vegades còmplice, gairebé sempre sense saber-ho, la qual cosa no el fa
menys responsable) dels discursos que han quedat inscrits en el seu fur
intern i que comanden la seva atzarosa vida a la manera de significants
amos, tractament que permet viure l’infortuni sense el gaudi que
mortifica el cos i l’esperit i el desig de forma digna.
De la presentació pública al pròleg
1. Desgreuge i desubjectivitat de l’obra de Freud.
L’estructura
del pròleg dóna a entendre aquest desig de tarannà prometeic per part
del professor Terricabras, «La seva aportació ha estat decisiva (…)
Freud no pot deixar indiferent a ningú. La lectura de la seva obra és un
desafiament i un estímul: el desafiament del malestar que ens provoca
la civilització; l’estímul per continuar lluitant, tot sabent que la
victòria no serà mai definitiva». Massa bonic per a ser veritat: «Freud
no fa referència a l’angoixa de la castració, quan en canvi se subratlla
molt la pulsió de mort.»
Aquesta
sorpresa de Terricabras indica que li ha passat per alt que la falta,
la castració de l’Altre, 2, i del subjecte barrat, !, a més de ser
insuportables, son un carrer sense sortida per a la convivència pacífica
dels homes i de les comunitats. Els grups humans no es mantenen per les
necessitats, ben al contrari, és en virtut de la falta (d’allò que
només imaginàriament falta a la dona, i que els homes només
presumptament tenen, el fal·lus) que s’organitzen i perpetuen les
societats, ja que si hi ha quelcom a satisfer és la justificació del
grup davant d’altres grups. D’altra banda, mai no se subratllarà
suficientment que la paraula és el recurs humà per antonomàsia contra la
violència.
Però
si haguéssim d’indicar un tret que travessa el pròleg d’aquest
professor seria la no discriminació de les aportacions de Freud i la
incapacitat per reconèixer una diferència que no sigui la literària
entre Freud i Nietzsche, Wittgenstein, Darwin, Marx, i les elucubracions
de sentit comú del filòsof Jean-Jacques Rousseau (el contracte social
necessari per viure en societat, i la tornada a la naturalesa com
resposta al malestar que produeix la ciutat i el desenvolupament), «el
procés civilitzador (…) consta d’un pas decisiu: la substitució del
poder de l’individu pel de la comunitat». Aquesta lectura contractual
pot induir a pensar que Freud és un dels pensadors que van apuntar
l’obvietat que la repressió ve de fora (de la cultura). El conflicte o
discòrdia primordial no és entre cultura i individu, sinó entre
sexualitat (pulsions incestuoses) i el pare (Funció-del-Pare), ja que el
pare és el garant de la civilització, essent aquesta la conseqüència
que el pare hagi reprimit, com sabem en la mesura de les seves
possibilitats, les pulsions agressives i incestuoses de la seva
progènie.
La
lectura que Terricabras fa de Freud és antiquada i a vegades
incorrecta. Sabem que sap algun acudit, ja que en va explicar un de quan
era estudiant a Alemanya, i també sabem, perquè ho va dir a la
presentació de la seva traducció, que va estar amb pobles indígenes a la
selva de Colòmbia; òbviament la seva experiència allà res no té a veure
amb la de l’antropòleg francès i amic de Lacan, Claude Lévi-Strauss.
Sabem també que és dels que pensen que a l’hora de viure o de saber
viure no s’ha de ser ni massa pessimista ni massa optimista; que al
pessimista li recomana que es prengui un got de whisky (i si cal dos) i a
l’optimista que la vida ja li donarà un disgust; i que pensa que el que
cal és ser lúcid. Però aquest home tan viatjat i de consells tan
desconcertants, no estableix en el seu pròleg un plantejament tan bàsic i
tan d’acord amb el que diu Freud com és el següent: 1. Quines són les
patologies socials actuals? Més enllà de les causes, cal presentar
almenys el problema del terrorisme, el genocidi, l’abús de poder, la
prevaricació, assetjament de gènere, el segrest, el narcotràfic, la
màfia, la incidència de la perversió de l’Estat en el cos i en l’esperit
del desvalgut subjecte, el desemparament de l’home degut a un estat
desertor de les seves funcions jurídiques i socials, la letargia de
l’Estat del benestar, etc., etc.
2.
Com afecten individualment i col·lectiva aquestes patologies? Cal
preguntar-se pel canvi i la repercussió de la llei, els valors i les
creences en una època, la del capitalisme tardà, en la qual les persones
cada cop són més alienes als endevins que pronostiquen el futur llegint
les estrelles (fins i tot seguint-les), essent les tendències,
totalment desacralitzades i velles només de néixer, l’únic que sembla
interessar. I per últim, 3. Les pràctiques individuals i socials contra
aquests malestars en la cultura. Aquí caldria presentar les respostes
actuals, públiques i privades, per a aquests malestars en les societats
capitalistes i en aquelles que segueixen un model econòmic i polític
diferent, sense oblidar, en cap cas, el pes ideològic d’unes i altres i
la seva repercussió en la forma d’actuar de la gent.
El
pròleg no ens diu si Terricabras s’ha preguntat ¿quin nou Déu vindrà a
omplir el buit existencial del subjecte, quin nou amo (ideologia,
ciència, tècnica, passió, esport, moda, passatemps…), en fi, quina nova
aparença enganyosa haurà d’inventar que l’animi a seguir vivint? I, per
descomptat ¿com viu l’analizant la pulsió a la fi de l’anàlisi, això és,
una vegada que ha travessat totes i cadascuna de les identificacions
patògenes que l’ancoraven al gaudi mortificant, i ja no és, per això
mateix, un individu dels quals el narcisisme no els fa recomanables ni
per a ells mateixos? Aquestes i altres deficiències treuen valor a una
idea certa i no reconeguda per molts crítics de Freud, com és que «En
les seves obres, Freud no deixa traspuar qüestions personals». Serveixi
tan sols com exemple que ni les catàstrofes de la Primera Guerra
Mundial, tampoc la mort de la seva filla Sophie el 1920, abans de
complir vint-i-set anys, i del seu nét Heinele, de quatre anys, el 1923,
ni el seu càncer de mandíbula no van influir en Freud a l’hora de
reconèixer en l’ésser humà la pulsió de mort.
3. De la veritat.
Com
deia Lacan, la veritat no és sempre bella. I no s’equivoca tampoc qui
sosté que no hi ha res cert o fals abans de la paraula. A vegades, i
aquesta no sembla que sigui l’excepció, el que pretén parlar de tu a tu
amb Freud, és a dir el prologuista i/o traductor que amb tant
d’atreviment s’ha llançat a crear, per dir-ho així, un Freud no freudià,
sol acabar, com en l’experiència de l’aprenent de bruixot, assassinat
per la seva pròpia creació.
Girona, dicienbre de 2009
José Miguel Pueyo
José Miguel Pueyo
La universidad, la mamá olvidada,
según el profesor de filosofía Norbert Bilbeny
Recién comenzado el curso
académico 2016-17, el catedrático de Ética en la Universidad de Barcelona (UB),
Norbert Bilbeny, afirmaba en La Vanguardia (19 setiembre de 2016), «Hay que
hablar de la universidad: nuestra madre olvidada.» Según este barcelonés de 62 años de edad, que
cree en el Tao y en los Evangelios, la universidad es «el alma máter,
nos formó, abrió horizontes y nos autorizó para ejercer una profesión. Pero
luego ya no pensamos más en ella. Es un defecto endémico de nuestro país, como
la impuntualidad o el miedo a hablar en inglés. Entonces, algo va mal. Si la
universidad ha sido la mamá de nuestra alma o inteligencia adulta, ¿por qué no
somos más agradecidos con ella?
Difícil es encontrar una generalización más
amplia. No forma a los psicoanalistas la universidad, hecho que no implica incompatibilidad
alguna entre esa magna institución y el psicoanálisis. Me permito recordar que
el plano teorético del psicoanálisis es susceptible de ser conocido en la
universidad. Tampoco fue ese mi caso, aunque en aquellos días había una
asignatura optativa denominada Principios de psicoanálisis. Lo subrayable es
que no existe formación psicoanalítica que no sea la de las formaciones del
inconsciente del futuro psicoanalista, esto es, de los síntomas, entre los que
se encuentra el deseo de ser psicoanalista, y que tiene como conditio sine qua
non el análisis del futuro psicoanalista con un psicoanalista (psicoanálisis en
intensión). En cuanto al conocimiento de la teoría psicoanalítica la contemplo
más que como el aprendizaje de un saber cómo una transmisión de la teoría de
las disciplinas afines al psicoanálisis (psicoanálisis en extensión),
disciplinas y saberes a los que el psicoanálisis puede aportar su singular
visión merced a lo que la clínica psicoanalítica ha enseñado y sigue enseñado a
los psicoanalistas. El psicoanálisis no es una disciplina entre otras en el
campo de la cultura. No lo es al menos porque a diferencia de lo que acabo de
indicar siempre esperamos que otras disciplinas aporten alguna idea al
psicoanálisis. Pese a todo, nuestro agradecimiento no es menor a las
disciplinas y saberes por sus préstamos conceptuales y andamiajes
intelectuales. Por lo demás, la enseñanza teórica del psiconálisis está
presidida por la pasión del lazo transferencial maestro-alumno. Pero a
diferencia también del lazo clásico maestro-alunmo, en la transmisión de los
descubrimientos del psicoanálisis ese lazo debe ser analizado, lo que no quiere
decir que obligatoriamente tenga que romperse, y menos aún romperse por el
narcisismo del alumno que adolece del juicio necesario para comprender que «Es
de bien nacido el ser agradecido». Ninguna gratitud pues a la universidad. Tal
es mi caso. Aunque debo reconocer que la universidad me permitió hacer la
diferencia entre lo que allí se enseñaba y el psicoanálisis. La universidad no
me abrió ningún horizonte, y menos aún me autorizó para ejercer una profesión,
como sería, por decirlo así, del psicoanálisis. Más que madre existe un padre
en lo que soy y hago, padre diferente al reproductor por ser el que me hizo ver
la crucial diferencia entre la ética de los ideales y la del bien decir del
síntoma, ética está última que siendo ajena al engaño y la impostura no
desatiende al modo en el que el analizante puede estar implicado en lo que se
queja. En esto también existe una diferencia radical entre el filósofo y/o
intelectual y el psicoanalista.
En el mismo artículo afirma el profesor Bilbeny
que «Los estudiantes y sus familias sostienen con su esfuerzo y sus impuestos
la universidad pública. Sin este apoyo no habría universidad. Pero se necesita
la segunda parte: el interés por la universidad en sí misma. Para que la
universidad siga como un servicio público por la educación superior, la
formación profesional y la responsabilidad cívica de las personas. Lo cual
trasciende al individuo y tiene una importancia social.»
No incidiré en la estremecedora y no siempre
engañosa consideración de que «La universidad es una fábrica de parados,» de
desorientados parados, sostienen algunas personas, y no sólo estudiantes. Pero
ahora, más bien desde hace tiempo, el título, la licenciatura, por ejemplo, no
legitima para optar a un puesto de trabajo, pues el opositor sabe que tiene que
hacer algún máster y más de un cursillo si quiere estar en las mismas
condiciones que aquellos que pretenden el mismo puesto de trabajo que él.
Sinvergüenzas, corruptos y terroristas, los hay que no saben escribir pero
tienen dos carreras y hablan cuatro idiomas, por lo que la responsabilidad
cívica de las personas que garantiza la universidad está lejos de ser una
realidad. El psicoanálisis, no me queda otra elección que recordarlo, está ahí
donde la educación falla.
Bilbeny se encuentra en el grupo de personas que, como él mismo afirma, «No queremos un país basado en el turismo, los bajos índices de lectura y Telecinco como espectáculo preferido. Hay que centrarlo en la industria y el conocimiento; en la madurez ciudadana y la juventud creativa. La universidad es clave para este objetivo. Pero la universidad no está ni en la opinión pública ni en la agenda de la política. Estamos a la cola de Europa, aunque las universidades catalanas sean las primeras en el Estado español… La universidad no es del Gobierno; es de la sociedad. Es esta la que tiene que darse cuenta de que invertir en educación superior es hacerlo para ella misma… Hubo una vez, con Joan Rigol, un pacto nacional por la cultura en Catalunya. Debería haberlo ahora por la universidad. Esta no puede depender de una reglamentación inflada y centralista, sino de una agencia nacional que confíe de verdad en la autonomía universitaria y distribuya los recursos según las necesidades y la aportación real de cada centro. Tenemos que hablar.»
Sabe este profesor lo que es barrer para casa, así es en la constatación de que «las universidades catalanas son las primeras del Estado español». Pero todo indica que ignora que nuestro país no es Alemania, tampoco Noruega o Suecia. El clima, los parajes, las costas no son lo de menos; y lejos de reprender al turismo habría que entender que de lo que se trata es de tener un turismo de calidad, como exigible es tener un excelente en todo lo que tiene que ver con la restauración. La endogamia y otros vicios de la universidad cabría mencionarlos al lado de lo que Michel Foucault denominaba Poder pastoral, que junto al Sujeto comunicacional hacen sujetos, esto es subjetividades para mayor goce del Estado que se pretende criticar.
Girona, 30 de setiembre
José Miguel Pueyo
Enrique
Lynch
Es
licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y obtuvo el
doctorado en Filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona. También ha
realizado estudios de posgrado en la Universidad de París I, Pantheón-Sorbonne
y dictado cursos y conferencias en numerosas universidades e institutos de
investigación de Europa, España y América Latina. Actualmente se desempeña como
profesor titular de Estética en el Departamento de Historia de la Filosofía, Estética
y Filosofía de la Cultura en la Facultad de Filosofía de la Universidad de
Barcelona. Tradujo más de veinte títulos de filosofía contemporánea y ha
dirigido colecciones de filosofía y ensayo en distintas editoriales. Es
colaborador habitual de la prensa española y de América Latina.
Entre
sus obras se cuentan: La lección de Sheherezade. Filosofía y narración (1987);
El merodeador. Tentativas sobre filosofía y literatura (1990); Dioniso dormido
sobre un tigre. A través de Nietzsche y su teoría del lenguaje (1993); Prosa y
circunstancia (1997); y Sobre la belleza (1999).
Fondo de Cultura Económica ha
publicado In-moral. Historia, identidad, literatura (2003) y Filosofía y/o
literatura. Identidad y/o diferencia (2007).
TRIBUNA:
ENRIQUE LYNCH
Revanchismo de género
EL
PAÍS
Jueves,
19/11/2009
Por
la ventanilla del metro de Barcelona alcanzo a ver una valla concebida por el
Ministerio de la Igualdad, creado por el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero.
En primer plano, una mujer joven y atractiva llamada Angie Cepeda luce unos
preciosos pendientes de plata. Su mirada es diáfana y la complementa con una
sonrisa displicente, quizá un punto altanera. El lema de la valla reza:
"De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo".
Este
feminismo resentido es más claro en las letras de las canciones. En un primer
momento esta consigna cargada de insinuaciones y connotaciones -cosa lógica, si
no, no sería tal- despierta mi alarma. Primero, parece afirmar que una mujer española
contemporánea tiene (mejor dicho, el eslogan implica que ha de tener) muchos
hombres; o da por sentado que ya los ha tenido, afirmación que, cuando menos,
resulta discutible. Segundo, la redacción adultera un cliché, puesto que lo
normal sería dar la sintaxis en pasado. Según los principios igualitaristas lo
correcto habría sido: "De todos los hombres que hubo en mi vida ninguno
fue más que yo".
Redactada
así, la afirmación habría sido consistente y hasta neutral pero, claro, no
serviría al anhelo de revancha, que parece inevitable en cualquier referencia
actual a la condición femenina. Por curiosidad busco en Internet la campaña y
compruebo que el eslogan en boca de hombres no sugiere lo mismo. O sea que hay
evidentes matices "de género". ¿Qué es lo que resulta chocante aquí?
Que parece jalear la guerra de sexos, como desde hace décadas hace el feminismo
mal encarado, según la pauta de lo que Nietzsche llamaba "moral de la
víctima". He ahí la razón de mi alarma: la sola presunción de que un
hombre pretenda ser más que una mujer; o que una mujer se declare superior a un
hombre, es lo que este ministerio debería combatir sin dar lugar a equívocos.
Incurrir
en feminismos implícitos de cualquier índole es una contradicción flagrante de
la función para la que este Gobierno concibió el Ministerio de la Igualdad.
Ninguna repartición pública debería alentar subrepticiamente a las mujeres a
ser más que los hombres y, en este caso, parece claro que la consigna no
sugiere la igualdad de los sexos sino que viene a recomendar que "ningún
hombre ha de ser más que una mujer"; pero, como en semejante jerarquía
elemental si no "eres más" necesariamente "eres menos", las
mujeres no tienen más remedio que pensar que Angie Cepeda, erigida en portavoz
del Ministerio de la Igualdad, les aconseja imponerse a sus futuros hombres.
Ahora
bien, las aberraciones de esta valla no son sólo sintácticas o connotativas o
adverbiales. Se supone que estimula a las mujeres a no dejarse avasallar por
sus hombres, pero lo que en verdad hace es recordar aquella escena memorable
con que comienza la película Magnolia, en la que un espléndido Tom Cruise
interpreta a un conferenciante que dicta lecciones llenas de entusiasmo y
beligerancia ante un auditorio de "machos humillados" y los arenga con
un:"Respect the cock!". O sea: "¡Un respeto por la polla!",
que Cruise clama delante del enfebrecido grupo de hombrones que aplaude y
vitorea todas y cada una de sus ocurrencias machistas.
No
recuerdo mejor parodia y merecida trivialización del feminismo de revancha,
realizada por un procedimiento muy simple: poner en boca de los odiados
machistas los argumentos más tontos de las feministas.
El
revanchismo "de género" es lo que ahora se airea y se difunde por
innumerables medios públicos y privados y que, en un país vergonzantemente
árabe y misógino como es España, no sólo bastardiza una cuestión -la relación
entre hombres y mujeres- que es de una enorme complejidad, sino que
subsidiariamente no ha hecho sino aumentar de forma alarmante la tasa anual de actos
de violencia machista al lanzar a las mujeres al choque con machos ignorantes y
brutales, hombres que -nunca olvidemos esto- han sido gestados, amamantados,
criados y formados por mujeres. Bestias educadas por féminas, bárbaros que, más
tarde o más temprano, caerán sobre ellas de forma implacable.
(Pongo
"género" deliberadamente entre comillas porque después de leer lo que
observa V.O. Quine a propósito del concepto en su Quiddities: An Intermitently
Philosophical Dictionary [Cambridge, Mass.; Harvard University Press, 1989] no
me atrevo a usar ese término sin las debidas reservas lógicas y de
vocabulario).
El
revanchismo "de género" (o sea, el resentimiento femenino) es un mal
que se extiende imparable por todas partes. En el cine, por ejemplo, hace
tiempo que está implantado: ¿qué otra cosa si no explica el éxito de aquella
parábola semipublicitaria -como el resto de la filmografía de Ridley Scott- que
fue Thelma y Louise?
Pero
donde ese carácter resentido es más claro y elocuente es en las letras y en los
videoclips de las canciones populares actuales. En este contexto el contraste
con los antiguos modelos "de género" es harto evidente. Antaño, ante
una ruptura o un desengaño los hombres solían -y aún suelen- llorar el amor
fracasado, se emborrachaban para mitigar sus penas, se autocastigaban y se
autodenigraban por sus faltas, su estupidez o su deslealtad y cantaban en tono
elegiaco por la hembra perdida. Así ocurre en los tangos, en los boleros y las
rancheras y en las conmovedoras canciones de Frank Sinatra o Billie Holliday.
Sin
embargo, ante circunstancias parecidas, las mujeres actuales, que tan a menudo
se identifican con una masculinidad imaginaria, no emulan la melancolía de los
hombres sino que se calzan unas botas de caña alta, se atizan un atuendo de
perdularia al estilo Madonna o un traje de leopardo y se retratan basureando
sin piedad a potenciales amantes o pretendientes. Ni lloran ni piden perdón.
Hay
ejemplos significativos en algunos videoclips de la frondosa discografía
popular contemporánea: Shania Twain en That don't impress me much, en pose de
femme fatale, toda ella leopardo; Shakira, en una canción titulada
significativamente La tortura, donde despacha las excusas del golfo Alejandro
Sanz con un A otro perro con ese hueso; y en una tonadilla pegadiza de Julieta
Venegas: Me voy..., donde la mexicana arroja a su ex enamorado al vacío
mientras levanta vuelo en un globo y tararea en tono angelical: "Qué
lástima, pero adiós, me despido de ti y me voy...".
¿Tienes
problemas con tu hombre? Escupe sobre él, maldice sus muertos, cámbialo ya
mismo por otro, acaba con él; y si es preciso, tíralo por la ventana. No te
cortes, que estás en tu derecho.
Lo
dicho, tres nuevas canciones de esta guisa y la tasa mensual de asesinatos de
mujeres acabará por triplicarse.
(¿No
será este revanchismo resentido lo que ven venir con temor esos bárbaros
islámicos..?).
COMENTARIOS:
No
se si este hombre tendrá hijas, a las que habá educado en la sumisión y demás
barbaridades escritas en este artículo.Recordando el nombre de este sujeto para
no comprar nunca un libro de el y hacer apología de su grave insensatez.
Artículos e ideas como estas fomentan la violencia." El pais " no debería
consentir este tipo de artículos
El
feminismo moderno ya no se trata de igualdad, se trata de venganza. Pero las
feministas malignas siguen haciéndose las víctimas para que los hombres las
sigan protegiendo a brazo partido (si los hombres no protegen a las mujeres no
habría feminismo) y aun así se estafan a si mismas creyendo que son iguales.
Bueno, hay que para a ese movimiento mentiroso y maligno.
Ahora
hasta se pide la cabeza del autor, veo que mejoramos por momentos. Hagamos un
sencillo ejercicio de cambio de dirección: "De todas las mujeres que haya
en mi vida ninguna será más que yo". ¿Qué tal queda? bonito, ¿no? En el
ámbito interpersonal, de parejas, o amigos, por ejemplo, no quiero estar por
debajo ni tampoco por encima, pero también espero y doy por asumido que la otra
parte desea lo mismo que yo conmigo. Si no así no me interesa. Y me da igual
quien es la parte masculina o femenina de todo eso. Como personas deberíamos dar
lo mejor de nosotros mismos, si no lo damos ahí que podemos esperar del mundo
entonces.
Muy
acertado el análisis del artículo. En nuestros días, no se estimula la igualdad
de oportunidades para hombres y mujeres, sino una actitud de confrontación que,
efectivamente, solo traerá más desgracias.
Sinceramente
creo que al limitar su entendimiento del mensaje a una relación de pareja y nó
a todos los hombres que pueden pasar por la vida de una mujer ( papá, hermanos,
colegas, etc.), el autor erró totalmente en el análisis de su ártículo. Que le
indigne más las posibilidades de un revanchismo que la realidad de la violencia
contra las mujeres lo pone a la altura de cualquier machito de cuarta
categoría. Este tipo de actitudes bien justifcan frases como "Si el hombre
fuera el que abortara, el derecho a hacerlo estaría escrito desde los diez
mandamientos". La violencia contra las mujeres es una realidad abrumadora,
que la gente pensante se centre en encontrar la manera de resolverla, que los
contados casos de hombres abusados por mujeres se lo dejen a las anécdotas de
cantina.
Este
artículo es apología de la violencia de género. Cuando asesinen a otra mujer
Lynch dirá : ya os lo dije ...y el que avisa no es traidor... esas fotos...
esas canciones... que es eso de querer tener derechos? a matarla!! Ya os lo
dije " lo dicho, tres nuevas canciones de esta guisa y la tasa mensual de
asesinatos de mujeres acabará por triplicarse" Esto es apología de la
violencia de género
Tanto
miedo le damos... tanto le molesta que después de siglos intentemos tener los
mismos derechos que tiene el hombre... ¿ Tanto teme compartir los suyos?
Creo
que 69 adriana es de las poquitas (personas) que está escribiendo algo con dos
dedos de frente. Por cierto, para verguenza el concepto "discriminación
positiva". Lamentable...
En México convivir con el machismo es cosa de todos los días y no sólo con opiniones baratonas (no veo una investigación eso es más que obvio), jamás pensé encontrarme esto en un periódico europeo qué decepción. Por favor pidan su cabeza promover este pensamiento, si quiera darle un espacio es como volver a 30 años en el tiempo. Además creo que su novia lo echó por eso anda resentido.
Prefiero
creer que no he entendido bien este artículo. Entender que el anuncio cuando
dice " Ningún hombre de mi vida será más que yo" se refieran a una
pareja, que yo sepa hay muchos hombre en mi vida: mi pareja, mis hermanos, mis
tios, mis amigos, mi jefe, etc. ¿Cómo alguien al que le dan el honor de
escribir un artículo en un prestigioso periódico puede entender que solo se
refieran a tu marido, y creer que por intentar establecer medidas para la
igualdad de genero los hombres van a matar más a las mujeres, está claro que el
anuncio no es muy bueno, pero no ser más que alguien no significa ser menos,
también existe la opción ser iguales (por si el autor de este artículo no lo
conoce). Y ser iguales no implica que los hombre y las mujeres seamos
diferentes, y que cada persona es diferente de las otras, bien sabemos que nos
referimos a la igualdad de oportunidades, a la igualdad ante la ley, a la
igualdad de derechos ... creo que este artículo no debería haberse publicado.
El
artículo es tan "impresentable" y francamente mal escrito que no
merece la pena polemizar con estas opiniones.Lo mejor es pasar total...
Los
hombres que tiene una mujer no sólo están en su cama, son su padre, sus
hermanos, vecinos, jefes..... y no es una revancha de género, es una lucha por
los derechos humanos de más de la mitad de la población mundial: las mujeres.
Más que rabia o indignación-que también- este artículo me da vergüenza
Yo
soy mujer y tampoco toleraré que ningún hombre de mi vida sea más que yo por el
simple hecho de ser hombre, puede ser más que yo en conocimientos, más que yo
en capacidad de trabajo, pero no admitiré a ningún que pretenda ser más que yo
como persona, pero tampoco aceptaré a ninguno que sea menos que yo. En las
relaciones entre personas, todos somos iguales (o deberïamos serlo). Ahora
parece que somos muy modernos y lo "correcto" es demonizar al hombre,
pero si todos reflexionáramos un poquito, si observamos a las personas nos
hartamos de ver mujeres que humillan a los hombres en público con frases como,
bah! este, que no se entera de nada. O: es que no sirve para nada. Anda, deja,
deja, que ya lo hago yo, si no lo remata con un inútil, y los hombres simulan
que no se enteran de esas vejaciones. Ahora intentemos imaginar la misma situación
a la inversa. ¿Cuánto tardaría la mujer y cualquier persona que lo oyera de
tacharlo de machista?. Queremos ser muy feministas y mezclamos cosas. Feminista
no es aquella que necesita depender siempre económicamente de un hombre y cuya
mayor aspiración en esta vida es encontrar a un buen macho que "la
retire" (oído literalmente). ¿Quien da más?
Plantear
que este presunto revanchismo postfeminista triplicará las agresiones de género
me recuerda a aquellos años ochenta en los que se preguntaba a la mujer
violada: "¿iba usted vestida provocativamente?" Por otro lado, el
argumento maniqueo de "conmigo o contra mí" pensaba que también
estaba en vías de ser superado: "que ningún hombre sea más que yo",
no excluye que pueda significar que: "en toda relación laboral, familiar o
personal, todo hombre será igual que yo". El tiempo convertirá este tipo
de análisis en algo caduco y vergonzoso, como aquellas teorías del atuendo
provocativo. Tiempo al tiempo.
Patético
y demagógico escrito. A lo mejor más de uno está asustado ante la idea de que
las mujeres no lloren a los hombres que las han tratado mal. Lo de las
canciones me ha parecido tan facilongo...
Excelente
análisis y artículo! Aunque haya personas, seguramente féminas, que lo
critiquen, el autor retrata con toda objetividad la situación. Es realmente
patético el extremo al que ha llegado el supuesto "feminismo" en
algunos países. Lo que no ven tales personas es que tal actitud, la Revancha de
género, lo único que provoca es reducir las posibilidades de sana convivencia
de pareja, familar y social. Gracias al autor por una excelente y necesaria
reflexión!
Esto
se le está yendo de las manos al gobierno. Es una especie de caza de brujas
contra el hombre. Es imposible conseguir la igualdad con leyes
discriminatorias. Que se castigue la violencia de género sin contemplaciones,
pero venga de donde venga, ya sea la víctima mujer u hombre. Y que se castigue
de igual modo sin contemplaciones a quien denuncia falsamente y a sus abogados
cómplices. Pues se ha creado un negocio del maltrato que mueve mucho dinero. NO
A LOS MALOS TRATOS... NO A LAS FALSAS DENUNCIAS... NO AL S.A.P.... SI A LA
CUSTODIA COMPARTIDA... Y SOBRE TODO SI A LA IGUALDAD!!!
Slogan:
"De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo".
Lo que yo entiendo (y también otras personas que aquí lo han manifestado): De
todos los hombres que haya (desde el nacimiento hasta que muera) en mi vida
(padre, hermanos, abuelos, tios, amigos, compañeros de trabajo, primos,
vecinos, jefes, novios, maridos...) ninguno será más que yo. Cada uno entiende
e interpreta las cosas en función de su experiencia o bagaje personal... Parece
que el autor interpreta este slogan únicamente desde el punto de vista
sexual... "Aberrantes" son las absurdas connotaciones que el autor ve
en el slogan.
Quienes
juran y perjuran que los lemas de la campaña son equilibrados, ¿estarían de
acuerdo en que se intercambiasen? ¿Aceptarían que los hombres dijeran
"ninguna mujer será más que yo" y las mujeres "ningún hombre
será menos que yo"?
Pues
a mí esta campaña también me ha sugerido revanchismo. Sintácticamente la
publicidad (el eslogan) está mal construida ya que da lugar a equívocos. ¿O no
os parece?Que una mujer diga: "...ningún hombre será más que yo";
mientras que los hombres no dicen ninguna mujer será más que yo; sino
"niguna mujer será menos que yo" (lo que implica que existe un riesgo
de denigración por parte del hombre) implica posturas implícitas en el mensaje.
Estas posturas son, evidentemente, de poder, elemento que pudre la igualdad en
cualquier relación. Y yo creo que de lo que se trata es de igualdad, no de
asumir que un@s denigran, y otr@s parten de una posición inferior. Lo siento,
es una campaña que no me gusta porque de lo que se trata es de eliminar clichés
y confrontación, no de presuponerlos. Me pregunto hacia donde va todo este
maltrato interior al que se somete el articulista que presume de culto, me hace
reflexionar sobre nuestro antiguo refran..."dime de lo que presumes y te
diré de lo que careces".Carecer de respeto,evolución,autoestima,
profundidad,empatía y ganas de vivir lo mejor del genero humano es no aportar
nada y mantener la confusión sobre la que se instala nuestro sistema que es el
patriarcal, R.M.Rilke decía que habría que pasar por la masculinización de la
mujer hasta que llegaramos a ser" personas " y entonces aparecería el
amor como signo evolutivo. Propongo paciencia....y sentido del humor ya que el
sentido comun ,compruebo por ahora,que no lo es a tod@s.
Vergüenza,
indignación, ofendidos, violentados... señores y señoras, un poco de
tranquilidad. Parece que por estos lares no podemos "comunicarnos"
sin descalificar, sin recurrir al exabrupto y sin prejuzgar personalmente.
Sería más interesante -argumentar- sobre las ideas y no sobre el que las
expresa, y asumir alguna vez que el que piensa diferente no tiene porqué
encajar en una de las etiquetas que usamos tanto para desprestigiar.
Vamos
a ver amigo, escritor. Yo no sé si es que estoy volviendo loca, si es que me
falla la cabeza... si es que es necesario que retomemos los libros de la
antigua EGB (por ejemplo el maravilloso Senda).. para que seamo capaces de leer
y entender lo que leamos. Que maldita manía tenemos en esta nación de
interpretar a nuestra conviencia todo lo que leemos... El anuncio no puede ser
más claro y por claro que es, no entiendo como ha podido este señor irse por
los cerros Úbeda de esta manera..... Vamos a ver, yo soy mujer, estoy casada,
pero podía no estarlo... en mi vida han habido, hay y habrán muchos más hombres
que mi marido: mis abuelos, mi padre, mi hermano, mis tíos, mis primos, mis
profesores, mis amigos, mis vecinos, mis cantantes, mis actores, mis
escritores, mis directores, mis pintores, etc... todos esos hombres han sido,
son y serán mi vida. Y ninguno de estos MIS HOMBRES puede ser más que yo. Y con
ello nos referimos a esa superioridad machista que supone la falta de respeto,
la misoginia, el desprecio, el maltrato físico y psicológico, el abuso, el
daño, etc... Por favor, un poco de respeto hacia la simplicidad que siempre es
el mejor camino. En la lucha contra el machismo no hay una segunda lectura. Las
mujeres no queremos ser como los hombres, queremos se mujeres con las mismas
oportunidades que ese otro ser humano que es el hombre. Y caminar de la mano y
construir junt@s.
Javier
- 20-11-2009
BASTA
YA de abusos, basta ya de victimismos falsos, de falsas denuncias, de meter a
todos los ombres en el mismo saco, si a la igualdad laboral, política Y
FAMILAR!!!!!!!!!!!! CUSTODIA COMPARTIDA PARA TODOS YA!!!!!!!!!!!!
Hay
gente que el propio resentimiento que critican lo hacen tan, pero tan público
que su opinion es imposible de leer en serio. Este caballero nos intenta
convencer de que es el feminismo el que está resentido (y no luchando por
nuestros derechos y libertades como ha hecho siempre) al contrario de él mismo,
el autor de este texto, que PARA NADA está resentido CON NADA, en ningun
momento se siente amenazado por mujeres con poder y fé en sí mismas, y se ve
obligado a aludir a 1)formas sintácticas que en su cabeza sugieren algo, y
b)los comportamientos auténticos, humanos, correctos, de los hombres ante el
duelo y luego encima criticar a las mujeres por no imitarlos. Me parece de
maravilla que este señor se declare un machista de tomo y lomo, pero a mí el
prejuicio escondido que no me lo pasen por tolerancia.
Maruja
Torres
Nacimiento marzo de 1943
España, Barcelona
Nacionalidad española
Ocupación Escritora,
Periodista, Guionista
María-Dolors Torres Manzanera, más conocida como Maruja Torres (16 de marzo de 1943, Barcelona) es una escritora y periodista española, ganadora de los premios Planeta y Nadal.
Nacida
en el barrio barcelonés del Raval y de familia murciana, se dedica al
periodismo desde los 21 años, pese a no tener formación académica en dicho
campo. Comenzó su carrera periodística de la mano de la escritora Carmen Kurtz
como secretaria de redacción en el diario La Prensa, tras realizar un curso de
taquigrafía y mecanografía. Más adelante colaboró en diversas publicaciones,
como el semanario Garbo, las revistas Fotogramas y Por Favor. Escribe artículos
en el diario El País.
En
1989 fue guionista de la película El rey del mambo, dirigida por Carles
Mira.
Últimamente
vive la mayor parte del tiempo en Beirut.
Polémicas [editar]Maruja Torres firmó en 1984 el
"Manifiesto contra la exposición Tintín y Hergé" y por extensión la
línea clara.[1]
Maruja
Torres desató también una importante polémica en 2005 al llamar "hijos de
puta" a los votantes del PP en una entrevista publicada en el Diario del
Barcelonés.[2] En 2007 en una columna del diario El País afirmó que el PP no
quería el fin de ETA ya que eso no le aportaría ventajas electorales y que las
palabras del PP le daban tanto miedo como las de ETA.[3] Posteriormente, en su
artículo "Neocona" de El País afirma, refiriéndose a Esperanza
Aguirre que "Deberían sedarla/ los en el hospital de Leganés".[4] Hay
que recordar que el "asunto de las sedaciones" en este hospital se
hizo famoso siendo director de Urgencias el Dr. Montes, cuando se le acusó de
ser el responsable de una elevada tasa de muertes por sedación, lo cual provocó
una denuncia, posteriormente sobreseída.
Maruja
Torres amenizó otra polémica en 2006 con la publicación de su artículo
"Sugerencia" publicado en El País, en el que comparaba a algunos
políticos israelíes con los nazis y afirmó que Israel "es gobernado por
George W. Bush". El entonces embajador de Israel en España, Víctor Harel,
le respondió a Maruja Torres a través de un artículo también publicado en el
Diario El País, titulado "Antisemitismo", en el que acusó a la
periodista de ser "antisemita". Maruja Torres le respondió con un
nuevo artículo titulado "Antisionista" publicado en el mismo
periódico, en el que se declaró abiertamente antisionista, a través de las
siguientes palabras: "... no soy antisemita... Soy antisionista.
Antisionista, antisionista, antisionista".
Jane
Goodall, o cuando el amor a los chimpancés
no deja ver al hombre
Invitada por la Cátedra Ferrater Mora de la
Universidad de Girona, la primatóloga inglesa Jane Goodall no ha proporcionado
otra cosa, en su conferencia del día 27 de mayo en el Palacio de Congresos de
Girona, que su deseo de sensibilizar a los oyentes sobre la necesidad de
«ayudar a las personas, a los animales y al medioambiente». En realidad, esto
ya es algo habitual en esta famosa investigadora por sus estudios sobre chimpancés
en Tanzania.
«Lo que aprendía de los chimpancés» fue el título de
la conferencia en Girona. Y a juzgar por lo que dijo, lo que aprendió esta
etóloga fue poco, nada, en realidad, relativo a lo que Freud descubrió hace ya
más de un siglo, esto es, que el orden Simbólico diferencia radicalmente al
sujeto humano del resto de los animales.
Jane Goodall, a sus 82 años, está interesada desde
hace varios años en cuestiones sociales y medioambientales, y recorre el mundo
llevando mensajes que pocas personas dejarían de suscribir. Pero nada más,
ninguna aportación a cuanto concierne al conocimiento de lo humano. Su amor a
la etología es analizable en tanto que la conmina a afirmar algo tan erróneo
como que «Es arrogante pensar que somos diferentes de los chimpancés.»